Institutos técnicos: formación para reactivar al país
OPINIÓN
“La formación técnica es un pilar para el desarrollo”, afirma Amparo Ergueta, oficial nacional del Programa de Cooperación Suiza en Bolivia (Swisscontact).
Así lo considera el país europeo que apuesta desde hace 11 años, a la capacitación técnica de mujeres y hombres en Bolivia, a través del Proyecto de Formación Técnica Profesional, con el objetivo de mejorar su formación, sus oportunidades de empleo o autoempleo y el aumento de sus ingresos. La formación técnica tiene como horizonte la reactivación económica del país. Desde esa perspectiva, Ergueta dice que la capacitación en los institutos y centros técnicos que cuentan con la cooperación de Swisscontact deben adaptarse a la digitalización y uso de tecnologías, que de forma acelerada se han introducido con la pandemia.
FORMACIÓN. 300 institutos y 600 Centros de Educación Alternativa han posibilitado la formación de 23.000 egresados, de los cuales 16.000 son mujeres y 7.000, hombres, siendo al menos el 70% jóvenes entre 15 y 24 años. Las cifras dan cuenta de mejoras para 17.200 en sus ingresos y para 18.000 en la calidad de su empleo.
Estas cifras demuestran el impacto que tiene la formación técnica en la vida de quienes eligen capacitarse en un instituto técnico, tecnológico o en un centro de educación alternativa. La viceministra de Educación Alternativa, Sandra Cruz, argumenta que la formación técnica se encamina dentro “la línea productiva y la reactivación económica de nuestro país, hemos vivenciado y hemos visibilizado esas experiencias sobre todo en los CEA (Centros de Educación Alternativa), donde se están instaurando emprendimientos productivos a nivel familiar y personal”.
La formación técnica permite acelerar la inserción laboral de quienes optan por estas profesiones, lo que en palabras de Ergueta es el valor añadido porque con relación a las universidades se habla de una formación de menor tiempo, ya que obtener una carrera técnica puede durar de uno a tres años de estudio, en contraposición con la carrera universitaria que es más larga. Otra ventaja es que el sistema público, que tiene muy bajo costo, aún puede acoger a más jóvenes.
Los estudios realizados por Swisscontact confirman que entrar al mundo laboral con una formación tiene ventajas permanentes, respecto a entrar en él sin ninguna formación que es lo que hoy les está pasando a la mayoría de los jóvenes, según Ergueta.
INNOVACIÓN. “Creo que cuando salimos bachilleres, a todos nos quieren meter en la universidad y no es así. Yo quiero ser mecánico automotriz”. Así dice con sinceridad Andrés, orureño de 19 años que, pese al miedo que tenía de decepcionar a sus padres, decidió estudiar una carrera técnica.
Wendy, beniana de 22 años, tiene su propio emprendimiento gastronómico con productos amazónicos.
Desde niña consumía copuazú y asaí, frutos que abundan en el Beni.
“Primero fui a estudiar en un instituto, aprendí a procesar las frutas y después elaborarlas. Ahora tengo mi propio emprendimiento.
Conmigo trabajan mis hermanos y nos da para vivir bien.
Quiero envasar y exportar”. Ella es otro ejemplo de los resultados que se consiguen con carreras técnicas.
La viceministra Cruz apunta que en cada región del país se impulsan las profesiones, según los planes regionales.
“Primero, la población nos hace conocer las potencialidades de la región y a raíz de aquello, requieren los cursos de capacitación para el mejoramiento agrícola, del ganado o el procesamiento de alimentos”, dice la autoridad. Cruz señala que “una de las especialidades que tiene mayor realce es precisamente trabajar con los frutos de cada región y, para ello, el procesamiento e industrialización de alimentos y gastronomía son los más requeridos”.
Las carreras son muy diversas. Podemos hablar de Transformación de Alimentos, Gastronomía, Agropecuaria, Metal Mecánica, Mecánica Automotriz, Mecánica Industrial, Electricidad, Electrónica, Confección Textil, Construcción Civil, a las que se pueden añadir algunas más específicas para desarrollar las vocaciones regionales.
Están articuladas al desarrollo productivo y empresarial del entorno municipal y territorial.
CAPACITACIÓN. Marco Antonio Flores, coordinador regional de la Fundación FAUTAPO en Chuquisaca, explica que la formación técnica requiere una permanente capacitación y actualización de los docentes. “Hemos capacitado a los docentes en dos ámbitos: uno, específicamente en su especialidad, inclusive hemos contratado a expertos de otros países. Y dos, en el área de emprendimiento y competencias blandas (especialidades socioemocionales, como trabajar en equipo).
Flores dice que trabajar en el tema de especialidad es muy complejo porque, por ejemplo, “en una carrera de Gastronomía o de Pastelería, se compra nueva maquinaria, hornos, que son electro-automáticos, pero no se puede dejarlos en los centros y decir ‘ustedes se las arreglan’, los expertos tienen que enseñar a los docentes el manejo de la maquinaria”.
Flores da otro ejemplo. Para la carrera de Construcciones Civiles, Topografía y Geodesia, en el municipio de Tolima, “se han comprado estaciones totales para el levantamiento topográfico, teodolitos automáticos, niveles automáticos, que son equipos de alta tecnología y precisión. Los expertos han capacitado a los docentes en la manipulación, el armado y el uso de este equipo”.
Los estudiantes de estos institutos deben salir altamente capacitados y actualizados en los avances tecnológicos de última generación, “por ejemplo, en el municipio de Uriondo en Tarija, hemos apoyado en la carrera de Enología, los estudiantes salen como Técnico Superior en Enología. Con ese objetivo se adquirió maquinaria especializada, y el Instituto Don Bosco de Mendoza capacitó a los docentes en el manejo de dicha maquinaria para la elaboración, cría y conservación del vino. Como son temas muy específicos, sin esa capacitación los docentes estarían en desventaja tecnológica”.
Lucía Sauma Periodista, especialista en producción radiofónica y género, exdirectora de varios medios de comunicación radiales y columnista de La Razón. La formación técnica permite acelerar la inserción laboral de quienes optan por estas carreras, que duran de uno a tres años.