‘El juego de la silla’: otra decepción. Ricardo Bajo
No ha sido un buen año para el cine boliviano. O dicho sin ambages: ha sido un año malo. La penúltima película que se ha estrenado en salas comerciales ha sido El juego de la silla de Jorge Sierra (productor de El ascensor, buena ópera prima de Tomás Bascopé). El juego de la silla pretende ser una obra de género de suspenso para adolescentes, al estilo del Scream estadounidense, con gotas de erotismo, drama psicológico y terror. Pretende… nada más.
El facilismo del cine digital —y ojo que hay grandes filmes en digital— el desconocimiento de las más mínimas reglas narrativas (D.W. Griffith se revolvería en su tumba) y el bajo desempeño actoral traen otra vez un producto típico del cine boliviano clase B, ése que ha provocado la huida en masa del público de las películas nacionales.
Y así nos volvemos a topar con escenas de supuesta tensión sexual insufriblemente timoratas. Y tan tediosas como un desfile de Las Magníficas. En la última parte del metraje, donde aparecen —por fin— algunas señales tibias del thriller anunciado para adolescentes– la película —con todas sus limitaciones— saca la cabeza. Ya es demasiado tarde. El juego de la silla apenas clasifica como otra tonta (y mala) película de terror para teenagers.
Ricardo Bajo es periodista