La CIA y el cine que vemos. Ricardo Bajo H.
Chase Brandon, exvocero de la CIA, ha asesorado durante años al mundo del cine estadounidense a la hora de hacer películas de espías. La “central de Inteligencia” está mucho más implicada en los guiones de cine de lo que la gente piensa, ha dicho. Su sucesor, Paul Barry, dirige una oficina de 25 personas cuyo trabajo se “limita” a asesorar a la industria —jamás subestimada— de Hollywood.
Argo, de Ben Affleck, está de nuevo en nuestra gran pantalla al haber sido la sorpresa de las nominaciones a los Oscar. En Argo, los agentes son santos; los iraníes, tontos de remate; no hay grises, ni corruptos, ni asesinos; hemos vuelto a las películas para mayor gloria de la CIA. Por cierto, Tim Weiner escribió un libro magnífico (y abrumante) sobre la historia de la CIA, Legado de cenizas, de donde se podrían sacar miles de guiones como Argo (aunque a Barry sólo le gustarán unos pocos).
La última de James Bond, Argo, La noche más oscura o la serie Homeland han llegado o llegarán a los cines con una idea: ensalzar a la “compañía» que supuestamente estaba en otra mientras se planificaba el 11-S ¿Por qué coinciden todas ahora? Se la dejo picando. Las películas sobre la CIA no son películas, son comunicados de prensa que redacta Barry.
Ricardo Bajo H. es periodista.