El teatro del Siglo de Oro español también brilló para Molière
La génesis de esta obra da una idea de la compleja red cultural en una Europa en ebullición, en el que nociones como la propiedad intelectual no existían.
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El escritor y actor Molière (1622-1673) vivió en una época en la que la potencia cultural europea era España, una inagotable fuente de obras teatrales a la que el genio francés también acudió para inspirarse.
«Molière trabaja en una época en la que la literatura española del Siglo del Oro se exporta enormemente. Es muy difundida en Europa, y por lo tanto en el mundo de las letras en Francia. Y el mundo del teatro es permeable a esa influencia», explica en entrevista con la AFP Christophe Couderc, profesor de Letras Hispánicas de la universidad de Paris-Nanterre.
Las cifras que algunos expertos evocan sobre la producción teatral española durante el siglo XVII son vertiginosas: según el historiador de literatura Guillaume Huszár, más de 30.000 obras de repertorio, para un público de corral que consumía vorazmente esa producción, como si se tratara de telenovelas.
«La gente en las ciudades iba literalmente todos los días al teatro, lo que no tiene equivalente en otros países», explica Couderc.
En la Francia del cardenal Richelieu (primer ministro de Luis XIII) «la literatura y el teatro son en cambio «asuntos políticos, mucho más que en España», explica.
Calderón de la Barca, Tirso de Molina, Lope de Vega, son nombres conocidos e imitados en Francia. «La adaptación de los temas españoles es una técnica que vemos todo, todo el tiempo», añade Manuel Couvreur, profesor de la Universidad Libre de Bruselas.
«El Cid» (1637) de Pierre Corneille, basada en una obra teatral de Guillén de Castro, se convierte así en una de las obras maestras de la literatura francesa.
Un Don Juan filósofo
«Es una influencia directa e indirecta» explica a la AFP Georges Forestier, autor de una biografía de Molière aparecida en 2018.
«Directa porque son adaptaciones de obras españolas, como Corneille. E indirecta, a través de (los grupos de) actores italianos, que brillan en toda Europa», explica.
Molière escribió algunas obras directamente ambientadas en España, como «La Escuela de los Maridos», «Don García de Navarra» (ambas de 1661), y «Don Juan», cuatro años más tarde.
«Don García» tuvo escaso éxito, mientras que su «Don Juan» ha pasado a la historia como una de las grandes versiones del legendario libertino.
La génesis de esta obra da una idea de la compleja red cultural en una Europa en ebullición, en el que nociones como la propiedad intelectual no existían.
«El ‘Don Juan’ de Molière no se basa en el ‘Burlador de Sevilla’ de Tirso de Molina, sino que viene a través de Italia», explica Couderc.
Los éxitos en otros países eran seguidos atentamente por los autores teatrales, a los que se exigía producir constantemente. «Es una lucha comercial, para un público que es muy limitado», añade Couvreur. El resultado es que el personaje de Don Juan se transforma a medida que cruza fronteras, que pasa de una pluma a otra.
«El Don Juan de Molière es un personaje mucho más filósofo» que el original español, considera Couvreur.
¿Molière autor en español?
«Molière conocía tan bien el español que probablemente lo escribía», asegura un estudio de 1906 de Ernest Martinenche, que cita los versos en español que aparecen en «El Burgués Gentilhombre» (1670), una de las obras más famosas del autor.
A la muerte de Molière, el inventario de su biblioteca puso al descubierto unas 240 obras en francés, italiano y español, según cita Guillaume Huszár.
Pero su interés por la literatura española no terminaba ahí.
En 1646 Molière andaba de gira con su compañía teatral por Languedoc (sur de Francia), donde vio representada una trilogía de un autor local, Guérin de Bouscal, inspirada en el Quijote.
La fama del personaje de Miguel de Cervantes ya era considerable, no solamente en Francia sino en toda Europa.
La obra «Le gouvernement de Sanche Pansa» de Bouscal pasó a formar parte del repertorio de la «troupe» de Molière y fue representada más de 30 veces entre 1659 y 1665, explica Couderc.
La posibilidad de que Molière interpretara a un personaje cervantino sobre las tablas hace soñar a más de un aficionado teatral.
No queda ningún documento de puño y letra del escritor francés. Pero los expertos más sesudos en literatura comparada han revelado más de un párrafo directamente «prestado» de obras clásicas del repertorio español.
Por ejemplo, «La Escuela de los maridos», inspirada en «No puede ser el guardar a una mujer» de Agustín Moreto, representada apenas dos años antes.
Sin embargo, esa querella es interminable, advierte Couderc. «Si jugamos a ese juego, se pueden hallar similitudes entre muchas cosas», advierte.
Molière se inspiró, pero siempre con libertad, en la literatura española y en el juego de actores de la ‘commedia dell’arte’ italiana, para trascender y forjar sus propias obras inmortales.
«La ‘comedia’ [española] no es para él una estructura, sino una materia prima (…)», escribió uno de sus más reputados analistas, Alexandre Cioranescu, en 1983. «Con los imitadores, se sabía de entrada lo que se podía esperar de ellos; con él, nunca se sabe».