Una multitud calculada en unas 20.000 personas convocada por el Movimiento de los Sin Tierra (MST) para protestar contra la política económica de la presidenta brasileña, Dilma Rousseff, prácticamente paralizó ayer la capital del país.

La marcha, que transcurrió de manera pacífica y festiva a pesar de la combatividad de los mensajes, ocupó toda la extensión de la Explanada de los Ministerios, la neurálgica avenida que concentra las oficinas del poder de Brasil, incluido el Palacio de Planalto, sede del Ejecutivo. Al frente de la manifestación, una gran pancarta señalaba: «Esa crisis no es nuestra, los trabajadores no aceptan pagar la cuenta», en alusión a las medidas de ajuste promovidas por Rousseff para blindar al país contra las turbulencias financieras internacionales.

En un clarísimo mensaje sobre los escándalos que han sacudido al Gobierno de Rousseff, que comenzó el 1 de enero, otro cartel exigía: «Basta de corrupción y prisión para el ladrón». En los ocho meses que lleva en el cargo, Rousseff ha aceptado la renuncia de cuatro ministros, tres de ellos por denuncias de corrupción, mientras que otros cuatro han tenido que dar explicaciones casi diarias sobre irregularidades.