2013, fútbol intenso y sin concesiones
CR7 tuvo la desgracia de nacer en tiempos de Messi, que le fastidia enormemente
Tengo el privilegio de registrar dos veces por semana los hechos más importantes del acontecer futbolístico planetario, allá donde se juega con un espíritu competitivo cada vez más perfeccionado -Europa- y en el que la velocidad es parte fundamental de la calidad técnica y la eficacia táctica. Gracias a la confianza que deposita semanalmente en mi trabajo el editor de los productos periodísticos de La Razón, me ocupo de lo que pasa más allá de nuestros, a veces asfixiantes, límites fronterizos, donde suceden cosas que tienen que ver menos con la cháchara tan boliviana de un deber ser que hasta ahora no comienza a forjarse, en procura de días mejores para nuestro desvencijado fútbol.
Bordeando la centena de artículos durante este año a punto de finalizar, tengo hoy las siguientes convicciones para compartir con nuestros lectores:
Premier League, el mejor torneo del mundo: Con el triunfo del ascendente Manchester City sobre el Liverpool del fabuloso Luis Suárez (diez anotaciones en cuatro fechas consecutivas), la pelea por el primer lugar le añade altos índices de emoción a un campeonato caracterizado por la espectacularidad de cada encuentro, en el que nadie regala nada.
Al cierre de esta edición, con 18 partidos jugados y sin interrupción alguna por razones festivas, el Arsenal se mantiene en la punta con 39 puntos, le sigue el Manchester City con 38, el Chelsea con 37, el Liverpool, que de puntero ha descendido a cuarto con 36, el Everton tiene 34, y el New Castle 33. Esto significa que seis de veinte equipos se encuentran ahí arriba peleando, punto por punto, la aspiración de llegar a la parte superior del podio.
Fútbol rapidísimo, muy físico, de choque fuerte tantas veces, en el que quitar una pelota se intenta con sacrificios notables, y crear con la posesión de la pelota un asunto en el que fabricar el espacio vacío es tan difícil por el grado de concentración en el que cada equipo juega sus opciones en cada fecha.
Lionel Messi, el mejor jugador del mundo: Las múltiples demandas de la promoción publicitaria y el asistencialismo social le han costado caras al 10 del Barcelona, pues cuando debía llamarse a reposo, reduciendo la velocidad a casi cero, se puso a jugar partidos de exhibición y benéficos por doquier. Consecuencia: seguidilla de lesiones que le han privado de la continuidad con la que vive casi obsesionado y la ineludible necesidad de aprender a armarse de paciencia para volver en condiciones óptimas si quiere llegar lejos con el Barcelona, y más lejos todavía, con la selección argentina, en Brasil 2014.
Cristiano Ronaldo, el primero de los segundos: Ha dicho con gran precisión Jorge Valdano que CR7 ha tenido la desgracia de nacer en tiempos de Messi, que es un extraordinario futbolista, pero que el genio de la Pulga, le fastidia enormemente el panorama para ser ese protagonista indiscutido, ante el que todas las audiencias debieran rendirse con un aplauso unánime.
Pues no. El divo del Real Madrid es un fuera de serie por su condición atlética, por su velocidad para resolver situaciones que lo hacen insoportablemente efectivo, por su ductilidad para los balones aéreos y por su histrionismo para festejar en primerísimo primer plano televisivo. Debiera ganar el Balón de Oro, pero lamentablemente él sabe que en gran medida, si sucede, no será solamente por peso específico, sino por ausencia ajena.
¿El Barcelona sigue siendo el mejor equipo del mundo? Será dificilísimo que algún otro equipo no solo iguale la calidad de juego del Barcelona, sino su sostenibilidad durante cinco años ininterrumpidos. Con Guardiola, sin Guardiola, con Vilanova, sin Vilanova, el equipo catalán mantiene una calidad extraordinaria porque la base de su plantilla se mantiene intocada. Pero los alemanes Bayern de Múnich, con Jupp Heynckes, y Borussia Dortmund, con Jurgen Klopp, han superado las barreras de la intensidad y el despliegue en partidos memorables de ida y vuelta en semifinales de la pasada Champions, aplastando al Barcelona y al Real Madrid, en la que se puso de manifiesto cómo de organizados y detallistas son los equipos germanos que forman parte de esa Bundesliga, en la que se juega un torneo nacional con estadios abarrotados de aficionados todos los fines de semana. De todas maneras, por ahora, no hay eso que esquemáticamente se llamaría “mejor equipo del mundo”.
El mejor entrenador del año: Jupp Heynckes del Bayern de Múnich, como certeramente ha afirmado Luiz Felipe Scolari, seleccionador de Brasil. Al punto que Josep Guardiola, con reconocible honestidad intelectual ha dicho, luego de obtenido el trofeo del Mundial de Clubes frente al Raja Casablanca de Marruecos, que él no se siente autor de los logros, que está cosechando lo sembrado por el septuagenario y ahora retirado Heynckes, con el que los muniqueses jugaban a intensidad enmudecedora, y a la que por estilo de juego con el nuevo entrenador, se le ha quitado algunas revoluciones.
Con Heynckes el Bayern era un equipo vertical, profundo y tremendamente pragmático. Ahora el campo debe ser tan ancho como largo porque a Pep le gusta el juego repleto de tejedores pacientes y precisos para la fabricación de espacios. Un gran equipo con jugadores muy versátiles. Sin embargo, es capaz de combinar estilos o de hacer transiciones sin que se resienta su solidez y su eficacia ganadora.
Esos jugadores que renuevan la vigencia de los proyectos colectivos: Sin los que nombro a continuación, las opciones para el lucimiento de las grandes figuras se verían enormemente reducidas, lo que nos sitúa, permanentemente, en el centro de la brújula marcada por la propuesta de conjunto, el trabajo en equipo, el desempeño colectivo: Sergio Busquets del Barcelona. Yaya Touré del Manchester City. Sami Khedira del Real Madrid. Mesut Özil del Arsenal. Angel Di María del Real Madrid. Xavi Hernández del Barcelona. Bastian Schweinsteiger del Bayern de Munich.
Marca sudaca: Los creativos y goleadores siguen encabezados por Lionel Messi, que ahora tiene cerca a un Alexis Sánchez de altísima participación y efectividad, lo mismo que Neymar, trío sudamericano del Barça.
El que ha roto records, y nada menos que en el Liverpool, es Luis Suárez, que ha marcado diez goles en cuatro partidos, a cuál mejor por calidad individual o resolución asociada. Algo parecido habrá que reconocerle a su compatriota Edinson Cavani, en el PSG, con la difícil tarea de compartir tareas goleadoras con el temperamental y formidable Zlatan Ibrahimovic.