Obrar con transparencia
La mayoría de los clubes en Bolivia guarda como secreto de estado el parte médico. No hay la buena costumbre de informar, con veracidad, acerca de la situación de los jugadores
Actuar con transparencia es un valor imprescindible a todo nivel, es fundamental. No hay mejor cosa que sacar a la luz los actos, que éstos no queden entre cuatro paredes, entre unos cuantos, ni generen susceptibilidades. Más, si de por medio está la salud de las personas.
En el fútbol boliviano son muchos los actos contaminados, son frecuentes las órdenes superiores para restringir los datos, es habitual la falta de responsabilidad para obrar con una apertura de calidad informativa y, por consiguiente, crece la información “no oficial”, que no quiere decir que no sea la correcta. Por lo general, es la más acertada.
Por ejemplo, la mayoría de los clubes en Bolivia guarda como secreto de estado el parte médico. No hay la buena costumbre de informar, con veracidad, acerca de la situación de los jugadores.
No es como sucede en otros lados: el miércoles 26, Víctor Valdés, jugador del Barcelona español, salió de la cancha lesionado cuando jugaba un partido de la liga de su país. Apenas unas horas después, el club informó la gravedad de la lesión y los procedimientos inmediatos. No había lugar a las especulaciones. Como en España, sucede en casi todas partes.
En nuestro país hay clubes, incluso los llamados grandes, que asumen su derecho a la privacidad —como si el futbolista no fuera un hombre público y lo que le ocurre no preocupara no solo a su entorno, sino a su hinchada— y lo que más hacen es guardarse la información, más todavía ocultarla si por ahí el caso es grave.
En Bolivia, los informes médicos tardan semanas —si es que finalmente hay voluntad para darlos— o no llegan. Se actúa con mayor prontitud para encaminar los desmentidos si una información desnuda algo que está sucediendo.
Aunque felizmente no son muchos los casos, las lesiones graves en el fútbol boliviano se dan y, por lo general, acceder a la información oficial acerca de ellas es pegarse contra un muro en el intento.
¿Tiene argumento valedero el motivo para actuar de esa manera? Puede que se trate de un excesivo celo profesional, del miedo a equivocarse o de acatar una orden superior para impedir que los casos trasciendan . Cualquiera que sea exhibe una carencia de transparencia.