En busca del fútbol perdido
Si un equipo no trabaja durante dos días en la semana porque se encuentra impago, no le pidamos milagros el domingo y resignémonos a que juegue como sea y pierda. Lo penoso es que la resignación debe también llegar a esa plantilla que además de perder, no pudo lograr cobrar lo que se le adeuda, ni con los días de paro que decidió en un momento dificilísimo con su presidente privado de libertad, y, por lo tanto, maniatado para intentar buscar reencausar un barco a la deriva.
Otro equipo boliviano, nada menos que el último campeón, protagonizó la semana pasada una vergüenza mayúscula al presentarse sin la indumentaria alternativa a la que por reglamento estaba obligado en su calidad de visitante. Resultado: A comprar las camisetas que se pudieran a un mercado cercano al estadio, aunque sean truchas y correspondan en forma y colores a las de una escuadra de la Bundesliga. De ese mismo campeón tenemos registro que dos de sus hinchas no supieron mejor cosa que embestir y acuchillar a un árbitro en una fecha pasada, todo porque el resultado del partido no se ajustaba a sus expectativas fanáticas.
En este mismo fútbol, tan patético en sus formas y códigos, un entrenador que ya dirigió cuatro de los 12 equipos de la Liga profiere de vez en cuando epítetos xenófobos y no puede contenerse de manifestar una conducta “anti”, lo que no se ajusta a los perfiles que él quisiera manejar si algún día logra alcanzar el cargo de seleccionador de su país. En el territorio del respeto y la corrección política, ese entrenador no puede aspirar a mucho más de lo que maneja hoy, peor si le tiene antipatía incontrolable a la zona boliviana de la que salen la mayor cantidad de futbolistas con proyecciones profesionales.
Hasta la pasada temporada, nuestra tabla de salvación de fin de semana se encontraba en las señales internacionales de las grandes cadenas especializadas en deportes, pues teníamos alternativamente entre dos y tres partidos de las ligas inglesa y española, lo que nos garantizaba la inequívoca opción de seguir conectados con los reductos en los que actúan los grandes equipos y sus grandes exponentes. También en esta materia, las cosas parecen haberse complicado si lo que tenemos en pantallas es un excesivo número de partidos de la Serie A italiana, un par de los de la Liga española y alguno de la Premier inglesa, más otro de la Liga alemana, y por ahí, algo de Portugal y, en diferido, del torneo francés.
La red Unitel le está salvando la vida futbolera a ese inmedible porcentaje de bolivianos que gustan del juego en todos sus alcances, transmitiendo en directo partidos importantes de la Champions y la Europa, las dos más grandes competiciones internacionales de clubes que tienen la posibilidad de ver todos esos chiquillos que dudan muy poco a la hora de decidir si pedir que les compren la camiseta del Barça, el Real Madrid, el Chelsea, el Bayern de Múnich o el Arsenal, y no tengan en su cabeza la de Bolívar o la de Oriente Petrolero, ni siquiera ya, por proximidad geográfica, la de River o la de Boca, que ayer jugaron un superclásico que para las audiencias que no sean argentinas, ha quedado tremendamente relegado en expectativa a lo que se juega al otro lado del Atlántico.
De todo lo que pude ver durante el fin de semana transcurrido, me quedo, por supuesto, con el desempeño del Manchester City que debió esforzarse para conseguir el 2-0 frente al Aston Villa, ratificando el perfeccionamiento de un estilo rasante y muy veloz que comienza con Kompany en la salida de balón, Touré Yayá perfilándose por los callejones abiertos para que sus compañeros de arriba Dzeko y Agüero sepan qué hacer en los últimos metros, con las variantes de que es capaz Silva como volante creativo y la proyección de los laterales, más Kolarov que Zabaleta.
Mientras tanto, el Barcelona continúa dependiendo demasiado de Messi-Neymar, presenta problemas en retaguardia, pero mientras Lio y Ney sigan convirtiendo y haciendo que su equipo comande la tabla de posiciones, las objeciones críticas seguirán concentradas en las columnas periodísticas y en los resúmenes televisivos, en tanto la parcialidad culé se apresta a celebrar los próximos tres goles del 10 que lo erigirán como al más grande goleador de la historia de la Liga española con 252 anotaciones, superando al vasco Telmo Zarra.
Volviendo al fútbol inglés, no es novedad que el Chelsea vaya consolidando su primer lugar al superar al Arsenal (2-0) con ese pragmatismo invariable que distingue a los azules de Mourinho, y tampoco es llamativo un nuevo incidente en la línea de canal protagonizado por el luso, empujado en dos tiempos por el técnico Arsene Wenger, luego de que Gary Cahill fuera contra la humanidad del chileno Alexis Sánchez de forma artera e indefendible.
Percibo que la brecha entre Europa y América se sigue ensanchando, y debo lamentar no poder gozar del necesario acceso a todos los partidos de élite que nos permitan espectar sin contratiempos aquel fútbol que se juega en serio y a tope.