Porque sin la pelota no hay opción alguna
Cuando a lo largo de noventa y pico de minutos un arquero —Vladimir, en este caso— no interviene queda más que claro que enfrente hubo un equipo inofensivo. El recuento puntual que avala dicha aseveración incluye, al comienzo, un espléndido tiro libre de Escobar devuelto carambolescamente por dos de los maderos; otro intento desviado de Pablo, en la media distancia, sobre el cierre de la primera etapa; y un remate, a balón detenido, de Alonso que se fue por arriba en el complemento.
Quedará, en consecuencia, la duda de si The Strongest respetó en demasía a Santos o si el elenco brasileño —elegante a momentos, de transiciones fluidas, aunque sin punch para definir— impuso condiciones a partir de una circunstancia gravitante: adueñarse de la pelota en un altísimo porcentaje. Este cronista se inclina por lo último. El visitante sufrió la circulación que Thiago Maia y Lucas Lima, apoyados por Renato, provocaron. Y cuando hubo recuperación duró un suspiro, casi nada. Bajo ese panorama, sumado al gradual retroceso de todas las líneas, el desenlace lógico era apenas cuestión de tiempo.
Y es que el Tigre, a pesar de lo anterior, se dio modos para aguantar el cero hasta muy avanzado el periodo original. La expulsión de Veizaga y el inmediato gol de Ricardo Oliveira (deliciosa ejecución) generaron algo parecido a miel sobre hojuelas para el local antes del intermedio.
Era previsible qué podía acontecer en lo que restaba de partido. Y de no ser la impericia del Santos, sin ignorar que Vaca y Marvin Bejarano conjuraron situaciones muy comprometidas, la derrota pudo ser aún más dura (cerca del final un cabezazo de Renato dio lugar a la ampliación definitiva del marcador).
Adicionalmente, las salidas de Chumacero y Escobar tradujeron que el mensaje proveniente del banco era esquivar una diferencia mayor en las cifras.
Entonces, adiós invicto. Pérdida de Escobar para la actuación en Lima, debido a acumulación de amonestaciones. Y, sobre todo, extravío de la fisonomía de juego. Saldo marcadamente negativo de un cuadro que, en lo que va de Copa, acostumbró a otra cosa. Es cierto que una caída en Vila Belmiro estaba dentro de los cálculos, pero el Tigre pudo vender más caro el contraste. Faltó entender que desentendiéndose del esférico solo facilitó la tarea del rival.
(17/03/2017)