El partido que duró dos días
Un partido de dos días, era la batalla de Florencia, las piernas ya no daban más, varios soldados estaban caídos, se había jugado con intensidad, pero también con mucha violencia.
Un partido de dos días, era la batalla de Florencia, las piernas ya no daban más, varios soldados estaban caídos, se había jugado con intensidad, pero también con mucha violencia. Fue un emotivo encuentro de la Copa del Mundo de 1934 entre Italia, el anfitrión, y España.
Italia era gobernada en ese tiempo por el régimen fascista de Benito Mussolini, cuyo mensaje “vencer o morir” se convirtió en una orden sobre quién debía ser el campeón del mundo.
Participaron 16 selecciones, no hubo fase de grupos, sino que cada instancia se resolvía por eliminación directa con sorteo previo.
Las reglas de entonces señalaban que si un partido terminaba empatado en tiempo reglamentario debía jugarse una prórroga de 30 minutos. Y si el marcador seguía igualado se programaba otro lance de desempate al día siguiente.
La memoria de la FIFA señala que la serie de cuartos de final entre italianos y españoles comenzó el 31 de mayo y acabó el 1 de junio de 1934 en el estadio Comunale Gianni Berta de Florencia, hoy el Artemio Franchi.
Las crónicas relatan que fue uno de los partidos más bruscos que se recuerdan. Italia se impuso 2-1.
Al cabo de los 90 minutos reglamentarios y 30 de prórroga el partido quedó empatado 1-1. Los españoles se pusieron en ventaja mediante Luis Regueiro a los 29 minutos de la primera parte y poco antes del final Giovanni Ferrari decretó la igualdad.
- El festejo de Italia campeón. Foto: FIFA.com
Medios españoles que hicieron el recuento de ese partido señalan que el empate llegó después del séptimo tiro de esquina consecutivo favorable a los italianos y tras la falta cometida por Ángelo Schiavio sobre el legendario arquero Ricardo Zamora.
El segundo tiempo fue toda una batalla, con juego violento permitido por el árbitro suizo René Mercet. El alargue no fue distinto, pero el resultado no se movió. Al final de los 120 minutos se decidió aplicar el reglamento y se programó otro partido para el día siguiente.
El fragor de la primera parte de la batalla dejó siete bajas españolas, la más sentida de su arquero y capitán Zamora, y cuatro “rotos” de Italia.
Al día siguiente la intensidad y la violencia fue la misma, dio la impresión de que no habían dejado de jugar desde el día anterior. El permisivo Mercet continuó favoreciendo a los anfitriones.
Fue a los 11 minutos del primer tiempo del segundo lance cuando Italia logró el tan ansiado gol para el triunfo definitivo (2-1). Guiseppe Meazza hizo el tanto que terminó dirimiendo la llave.
Dicen que Mussolini utilizó el Mundial para la propaganda de su régimen. La labor de Mercet fue cuestionada. Los reportes del largo partido indican que tuvo una actuación polémica al convalidar el gol del triunfo italiano luego de una falta y anular dos legítimos de España. Cuando regresó a su país fue expulsado del arbitraje de por vida.