Una cuestión de honestidad
La honestidad u honradez es una virtud, más que eso es una cualidad humana que para cultivarla solo hace falta decir la verdad y actuar de manera decente y justa. Hoy escasea.
En el “caso Thomaz Santos”, del jugador brasileño, hay actitudes en contrario y son las que han ocasionado la primera impugnación en el recién nacido torneo Apertura boliviano, con Wilstermann y Bolívar enfrentados.
Cualquiera sea la determinación que asuma el Tribunal de Justicia Deportiva, donde el caso ya se ventila, el daño ya está hecho, la honestidad ya perdió la batalla.
Desde ese punto de vista, no se trata de derechos federativos, deportivos o económicos, los que al final darán la razón a uno u otro en el marco de la justicia deportiva. La sangre no hubiera llegado al río si desde un comienzo se obraba con honradez.
El meollo del asunto es un contrato firmado entre los dirigentes de Wilster y Santos; por más mal redactado que esté, claramente se entiende que el club aviador debe ser recompensado con 80.000 dólares debido a que el jugador regresó al fútbol boliviano, pero lo hizo a otro equipo. Hasta ahora, nadie ha dicho que ese documento sea falso o que alguien hubiera sido obligado a firmarlo. Además, ahí está depositada la palabra de honor de quienes aceptaron las condiciones.
Por supuesto cuando hubo ese acuerdo los únicos que lo sabían eran los interesados. Y también eran los encargados de hacerlo público llegado el momento.
Bolívar fue por Thomaz. ¿No dio aviso el jugador de que había ese acuerdo? Estaba obligado a hacerlo, lo tenía en su conciencia, no era posible que se olvidara. Y si lo comunicó, ¿el club prefirió hacerse el de la vista gorda?
Wilster está en su derecho de reclamar. Que el documento sea legal o ilegal en el ámbito deportivo es otra cosa, o si fue o no hecho en buena ley. Asimismo, tal vez Bolívar no tenga verdaderamente vela en ese entierro.
Pero el que sí tiene que responder es Thomaz por su actuar en el asunto. ¿Fue honesto y honrado? Hasta ahora, el jugador —que trajo el lío al fútbol nacional— solo se ha resguardado en el silencio.