Golpe a la cátedra
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El periodista Oscar Dorado Vega
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“No eres lo que logras. Eres lo que superas”.
Este proverbio árabe calza con la primera gran sorpresa del Mundial: la derrota de uno de los considerados candidatos ante el supuesto – conjetura futbolística derribada, como tantas – rival de mayor debilidad en el grupo C.
Y es que más allá del inoportuno final de un prolongado invicto (la invencibilidad no es infinita…) y en el contexto de un vendaval de críticas – que Argentina, de hecho, las merece – no deja de ser justo incursionar en el polo antagónico.
Es el que referencia las virtudes de los saudíes, que las exhibieron al planeta, aunque acaso sean menos “vendedoras” que los reproches con destino albiceleste.
Bueno, hay que comenzar por alabar la serenidad y capacidad de reacción del elenco que conduce técnicamente el francés Hervé Renard, que, dicho sea de paso, anticipó que en torneos de esta naturaleza las sorpresas forman parte del menú. Vaya si consumó una mayúscula, morrocotuda.
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Arabia Saudita estuvo perdiendo desde antes de los diez minutos a raíz del lanzamiento penal (intervención del VAR) que convirtió Leonel Messi.
Después, a lo largo de toda la fracción inicial, fue dominada claramente, al punto que la tecnología – fútbol virtual, podría ser un denominativo acorde a estos tiempos – impidió que terminara goleada.
No obstante, lo anterior se vinculó a un mecanismo, concebido premeditadamente, ejecutado no sin aplicación y lindante con el riesgo permanente: adelantarse y provocar el offside del adversario.
Argentina, a decir de Scaloni, su entrenador, lo sabía. Pues, cayó una, otra y más veces en la trampa.
Y como a pesar del sometimiento la diferencia desfavorable sólo era mínima el equipo asiático volvió del descanso con otro libreto. El de la audacia. El de volcar absolutamente su fisonomía y la del partido como tal.
Lo consiguió en un abrir y cerrar de ojos. Al-Shehri, primero, y Al Dawsari, enseguida, no sólo firmaron tantos de notable factura, sino que provocaron una conmoción de la que el favorito no salió jamás.
Ni los cambios consiguieron modificar el trastorno de su desempeño. No estaba preparada – otra asignatura en la que el oponente sí aprobó – para remontar. Hubo actuaciones individuales bajísimas, como la de De Paul, por citar apenas una.
Messi, terrenal al fin y al cabo, no encontró la manera de desequilibrar y el trámite, que superó largamente los cien minutos, transcurrió a la par de evidente desesperación, desconcierto y nerviosismo.
Argentina ya conoce de estas vicisitudes. Italia 1990 y Camerún se lo recuerdan. Deberá urgentemente reencontrarse consigo misma en lo individual y colectivo, aleación tan sencilla como compleja en su composición.
Arabia Saudita celebra el triunfo más retumbante de su historia y sueña con los octavos de final. La ilusión goza de fundamentos y el planeta los descubrió.
“No eres lo que logras. Eres lo que superas”.
(22/11/2022)