Argentina, un país y cuatro banderas
Imagen: Archivo La Razón
Ricardo Bajo
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Australia va de amarillo; Argentina, de albiceleste. Son tres colores. Son dos equipos, once contra once. O eso parece. Las cifras de la plata abren un abismo: la selección de Oceanía vale 30 millones; la sudamericana, 600 millones de dólares.
Los oceánicos tienen a un tipo -central- que mide 1,98; los americanos, a uno -vital- de 1,69. Es el inicio de los octavos de final; son dieciséis equipos de los cinco continentes. El fútbol son números narrados con palabras.
Australia trae viejos recuerdos que vuelven a emparentar a Messi con Maradona, la sempiterna y ¿odiosa? comparación. Fue aquel repechaje hacia EEUU 94; aquel partido de madrugada tras la debacle (aquel cinco a cero) contra la mágica Colombia; aquel regreso de Diego.
La “Scanoleta” tiene la pelota, para no variar. En las habituales comparaciones boxísticas del mejor relator -Víctor Hugo Morales-, se apropia del centro de las doce cuerdas, del cuadrilátero/rectángulo.
El fútbol es geometría, figuras sobre verde. Lo que no tiene es profundidad; falta verticalidad. El fútbol es arquitectura, fantasmas sobre el césped.
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Todos esperamos a Lionel Andrés Messi, el hombre récord: es su partido número mil como profesional; el tercer futbolista con más encuentros disputados en la historia de los Mundiales (por detrás de Klose y Matthaus), igualando a un tal Maldini.
El “Messías” aparece a la media hora cuando nadie parecía tener la llave para saltar el cerrojo. Es el primer disparo a la puerta australiana. ¿Por qué se patea tan poco al arco?. El fútbol es arte y cine, es dibujar y soñar paredes, imaginar escaleras al cielo.
Scaloni mete a Lisandro por el “Papu”, como cerrando el partido, como temiendo que se vengan los oceánicos que juegan ahora en Asia. Algo que pasará, de rebote. El uno a cero es peligroso/tramposo. Lo mejor, a falta de juego, es el “score”; el espectro de Arabia Saudita camina la cancha. El fútbol es un juego de miedos.
Entonces aparece el otro diferente de la Argentina, Julián Álvarez, tras un robo agresivo de un concentrado Rodrigo de Paul. El fútbol es un deporte de estandartes; las cuatro banderas albicelestes la portan Lionel Andrés, Julián, Rodrigo y el “Dibu”. En ellos cuatro están depositadas las esperanzas de todo un pueblo, más necesitado que nunca de alegrías futboleras. El descuento de Australia resucita temores e infartos que nunca llegaron al corazón.
La llave contra Holanda traerá el próximo viernes memorias de antaño. Nos devolverá a la Argentina 1978, la de las torturas contra los presos en la Escuela de Mecánica de la Armada a pocas cuadras del Monumental. Eran tiempos de papelitos cuando existían jugadores que se negaban a competir en países de botas pateando votos.
(03/12/2022)