Nadie dijo que el fútbol fuera justo
Imagen: Archivo La Razón
Ricardo Bajo
Imagen: Archivo La Razón
Introducción: el Tigre vuelve al torneo tras la Libertadores y el buen partido en el Maracaná. Rescalvo no da descanso y coloca el onceno de lujo. El dibujo es un 4-4-2 con doble nueve arriba: Triverio y Arias.
El “Pollo” Flores (sub 20) y John García van por afuera; Arrascaita es de nuevo el lateral derecho. Y el doble cinco es Quiroga-Robles. Oriente llega sumido en una crisis galopante con técnico provisional y el “affaire” Henry Vaca fresco en la memoria.
Hay una veintena de hinchas verdolagas -bien abrigados la mayoría- en la recta, pegaditos a la norte. El onceno orientista de Eguez es joven con una defensa inédita. Dicen presente casi diez mil hinchas stronguistas.
Nudo: el Tigre es un vendaval con Roca y García desbordando una y otra vez por el costado izquierdo. Quiñónez pinta para gran figura desde el amanecer del partido. Por la derecha, el “Pollo” no cumple su labor y es cambio cantado para el descanso.
TAMBIÉN PUEDE LEER:
Un abrazo y un robo en el Maracaná
La presión alta ahoga a los verdolagas. A la media hora, llega un gol (de Junior Arias) que es anulado por un “offside” milimétrico de Triverio (por un talón). La bronca contra el “referee” Raúl Orozco eleva la tensión.
El segundo de Rescalvo, el gemelo Juan, recibe una amarilla por patear con fuerza una pelota a la cancha. Es la metáfora de la frustración. El gol parece cuestión de tiempo, parece.
Sobre el final, Oriente monta dos contragolpes; incomprensiblemente el argentino Cristaldo perdona un mano a mano con Viscarra que cubre/tapa bien su arco.
Desenlace: la segunda es más de lo mismo. El Tigre es una máquina de fallar goles, de todos los colores, en todas las posiciones. Oriente sale con más atrevimiento y por momentos intercambia golpes como en una buena pelea de boxeo.
Saúl Torres ha entrado por Flores y Arrascaita vuelve a su posición natural. El “Chiqui” entra entonado y desborda por su costado derecho como un verdadero “wing”.
Al cuarto de hora de la reanudación, entra el colombiano Ortega (por Triverio, carta de gol) y Arano (por Robles). El diez se coloca como enganche para filtrar pelotas. Por momentos cunde la desesperación, esa mala consejera para abrir la lata. La curva sur arrecia con sus gritos de “Tigre, Tigre”. Todo suma.
El gol no llegará nunca. Isnaldo (por García) también entra enchufado. El “Pito” salta al Siles (por Arias) y se coloca de nueve; hasta Arrascaita aparece como centro delantero. Nada funcionará; el arco se ha cerrado a cal y canto.
Post-scriptum: la otrora alta efectividad del equipo de Rescalvo brilla por su ausencia; la practicidad stronguista es un espejismo en un oasis de mil ocasiones. Si este domingo Bolívar gana a Wilstermann, The Strongest -jugando un gran partido- perderá la punta (con dos partidos menos). Nadie dijo que el fútbol fuera justo.