La derrota que nunca muere
Imagen: Archivo La Razón
Ricardo Bajo
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Introducción: es el grupo más parejo de la Libertadores. Los cuatro (River, “Flu”, Cristal y The Strongest) llegan con chance de clasificar a los octavos. El “Monumental” luce como tal con más de 80.000 almas. Siempre me gustó eso de las almas reunidas en los templos ateos del fútbol. Hace frío (once grados) y sopla el viento. Es invierno en Buenos Aires.
El portugués del Tigre, Ricardo Formosinho, dice en la previa que hay respeto pero no miedo para chocar con el equipo que mejor juega en el fútbol argentino.
The Strongest ha disputado catorce partidos por la Copa en territorio de la Argentina. No ganó nunca y apenas metió tres goles. La historia está en contra, siempre fue así.
Nudo: el Tigre junta y aprieta las dos líneas. El argentino Triverio es el único punta, hasta Michael Ortega da una mano taponando el costado zurdo.
Los “millonarios” de Martín Demichelis atacan con un delantero (Beltrán) y tres volantes (De la Cruz, Nacho Fernández y Barco) por delante del “doble cinco” (Enzo Pérez y Aliendro). No juegan así habitualmente. El orden gualdinegro dura hasta los doce minutos; hasta el gol de River, tras error en salida.
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Cuando todo parece apuntar a un vendaval de la “banda roja”, llega una inesperada/gran reacción stronguista. El Tigre tiene cuatro llegadas claras a la tienda de Armani. Ni Ursino, ni Triverio, ni Chura, ni Jusino saltan el cerrojo.
Los de Formosinho achican espacios, tiran la defensa hasta los tres cuartos (para provocar el “off side” rival) se animan y dan la cara. El portugués, con poco laburo todavía, plasma la idea del fútbol que tiene en la cabeza. Y eso ya es algo/mucho.
Desenlace: en la segunda parte, el gualdinegro se olvida de atacar. River no juega bien hasta que entran Solari, Kranevitter y Borja. Chura, de buena primera parte, es el hombre que pudo reinar (y no quiso). Es de cristal, como el Tigre que se infla y se desinfla; es el efecto neumático.
La nefasta condición física (herencia de Biaggio que no trabajaba) aborta el sueño del empate. La entrada de Arias (por Ortega) y García (por Isnaldo) no cambia el panorama de la desilusión. La clasificación se perdió en La Paz contra Sporting Cristal, aquel partido que regaló el “Pampa”.
Post-scriptum: la derrota es una arraigada costumbre atigrada. El dos a cero en el “Monumental” es de esas caídas que se asumen con una mezcla de orgullo y resignación. Decía el poeta libanés Yibrán Jalil Yibrán que la derrota es conocimiento de uno mismo, desafío: “En tí encontré la soledad y la alegría / de ser ignorado y despreciado/ derrota, mi derrota, mi audaz compañera; / tú escucharás mis cantos, mis gritos y mis silencios / derrota, mi derrota, valor que nunca muere”.
(27/06/2023)