Jusino está feliz, como Coroico
Imagen: Ricardo Bajo
Adrián Jusino da un mensaje a los jugadores del Sporting Coroico, club que preside
Imagen: Ricardo Bajo
El zaguero de The Strongest sueña con un club yungueño en la División Profesional
Jusino se va a la curva sur. La curva está vacía. Solo está él y dos amigos. Jusino gesticula, se para. Luego se sienta, aparentemente tranquilo. A puro grito trata de decirle al capitán de su equipo que ponga en línea a su defensa. Que adelante a sus hombres. El número tres -Wilson Zabala Coaquira- se da la vuelta y lo mira.
Es Jusino. La preferencia está repleta, bandeja baja y bandeja alta. La saya no se detiene. Medio Coroico abarrota ese sector de un Siles pintado de verde, los colores de los dos finalistas. El título del Interprovincial de La Paz está en juego.
El ”match” debía arrancar a las dos de la tarde y terminará casi a la siete de la noche. Será la final más larga. Será el partido más emotivo que he visto en todo el año. Es Pucarani vs Sporting Coroico, zampoñas contra saya.
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Adrián Jusino es el presidente de Sporting Coroico. El también zaguero del club The Strongest y de la selección sueña con un equipo yungueño en primera división. De momento, al año, Sporting jugará la Copa Simón Bolívar. “Si yo fuera presidente, Sporting sería campeón”, grita la hinchada. El partido va a ser una auténtica locura; es fútbol de barrio, de potrero. El que meta el último gol, gana. Y los que meten el último, en tiempo de adicción, son los coroiqueños. Es un 4 a 3 electrificante; de ida y vuelta. Es anarquía pura.
Nadie se guarda nada. Todos atacan, todos defienden. La media cancha, como antiguamente, es territorio de nadie. El número nueve de Coroico (que lleva la 17) tiene pinta de Marcelo Martins: corre como él, tiene la melena como él. Va a marcar -como el “Flecheiro”- el 3 a 2. Se apellida Escobar. Wilson Reynaldo Escobar Pereira. El diez, sin embargo, patea las faltas como el caudillo gualdinegro. Se apellida: Rodríguez Guerra. El siete tiene pasado stronguista. Es el habilidoso Rodrigo Barra, uno de los reclutados por el comandante Jusino. El once tiene alcurnia en oro y negro: es Mallea Arrascaita. Lleva la once. Y el arquero, (Omar Cabezas) tapa como Viscarra. Los Yungas son del Tigre, “pa ques decir”.
Jusino no ha querido mezclarse con una hinchada que lo adora. Se ha ido a la sur a padecer en solitario. A cargar la cruz él solito, como en estación de Semana Santa. Cuando su equipo da la vuelta, confiesa sobre el césped: “he sufrido más que con el Tigre”. Y eso son palabras mayores. Cuando sus chicos posan con la copa, el presidente Jusino se corre a un lado. Solo cuando los jugadores lo rodean, esperando una arenga/felicitación, Jusino se roba el centro de la atención para decir: “vayan a dedicárselo a la gente, al pueblo, vayan a festejar con la saya”. Dicho y hecho: el sábado nadie durmió en Coroico. Saya hasta la madrugada.
Jusino no agarra ni posa con la copa sobre la cancha. Quizás esté pensando que eso trae mufa. Quizás está pensando que si la agarra o la toca, no tocará otra este fin de año. O quizás sea porque tiene otra ilusión: un equipo de su pueblo en primera división. Jusino hoy está feliz, como Coroico.
(19/11/2023)