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Tambaleó la pirámide

Jorge Barraza, columnista de La Razón

/ 24 de diciembre de 2023 / 14:13

Sin bajarse del caballo, Aleksander Ceferin desafió: “Empezarán una fantástica Superliga con dos equipos».

La UEFA acababa de sufrir la mayor derrota en sus casi setenta años de historia, pero el esloveno seguía como Napoleón en el frente ruso, altivo, oteando el horizonte desde el promontorio. Abajo, los miles de muertos propios.

El Tribunal de Justicia de la Unión Europea le aplicó un gancho al hígado y lo mandó a la lona. Determinó el jueves que «las normas de la FIFA y de la UEFA que supeditan a su autorización previa cualquier proyecto de nueva competición de fútbol de clubes, como la Superliga, y que prohíben a los clubes y a los jugadores participar en la misma, so pena de sanciones, son ilegales» y que “violan el Derecho de la Unión».

También sentenció que incurrieron en “abuso de posición dominante”. En criollo: fin del monopolio, ya no tienen la exclusividad para hacer fútbol. Al menos en los 27 países del bloque. Y sabemos que todo lo que sucede en Europa primero se replica en el mundo después.

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Sucedió con la Ley Bosman, surgida también del Tribunal de Luxemburgo. En principio era para los miembros de la Unión Europea, pero viendo las miles de demandas que podía desencadenar, FIFA no tardó en extenderla a nivel universal. Porque era justa. La sentencia actual deja un dato de realidad: los clubes tendrán una libertad que hasta ahora no han tenido. Serán escuchados. Incluso puede que la Superliga no prospere y se vuelva al régimen tradicional, pero nada será igual, los clubes ganaron la pulseada.

De modo tal, la Unión Europea abrió la puerta para que nazca la Superliga, ese anunciado supertorneo paralelo que propone la empresa A22 Sports Management, liderada por el alemán Bernd Reichart, graduado en marketing deportivo y experto en el negocio de la televisión. ¿Qué pasará en adelante…? Los clubes y jugadores que deseen participar de dicha Superliga, que repartiría mucho más dinero que la Champions o la Europa League, podrán hacerlo libremente, sin las amenazas de la FIFA ni de la UEFA. Le Figaro, de París, tituló en portada: “El primer paso de una nueva era”. Tal cual.

“No habrá Superliga ni en quince años”, cacareó Javier Tebas, presidente de la Liga Española y aliado furioso del poder tradicional. Se verá. No obstante, haya o no Superliga, el fallo es un golpe de nocáut a la soberbia dirigencial, esa casta tan especial. Toda la estructura piramidal del fútbol tambaleó y se resquebrajó. Apenas salió el dictamen del TJUE, aparecieron voces a favor y en contra. Gianni Infantino fue más cauto que Ceferin: “Con el mayor respeto al Tribunal de Justicia Europeo, la sentencia de hoy no cambia nada realmente. Históricamente hemos organizado las mejores competiciones del mundo y así será también en el futuro…” No dijo “no habrá Superliga”, sino que FIFA lo hará mejor. Por ahí, bien.

Pero sí cambia. Una empresa puede organizar torneos internacionales con clubes afiliados a UEFA y la FIFA sin pedirles permiso.

Y lo hará. A nadie puede ocurrírsele que una iniciativa impulsada por el JP Morgan, el banco más grande del mundo, capaz de enfrentarse a la UEFA, llevarla a los tribunales de Luxemburgo -y ganarle-, no tenga luego la capacidad suficiente para armar un torneo. O que no haya previsto que ganaría. Seguramente no estará listo para el año entrante, pero tal vez lo monte para 2025. Y tiene las dos marcas más fuertes del fútbol mundial: Barcelona y Real Madrid.

El Napoli ya avisó que quiere entrar. “Estoy totalmente de acuerdo con Florentino Pérez”, aseguró Aurelio de Laurentiis, propietario del club maradoniano. Aquellos que no clasifiquen a la Champions no se quedarán mirando, es posible que se anoten en la Superliga por lo cual recibirían una carrada de millones.

Siempre que los clubes o los jugadores apretaron, la UEFA y la FIFA cedieron. Buenos ejemplos son la Ley Bosman en 1995 y el G14 en 2000. Ese grupo, que nació como una rebelión con 14 clubes y hoy es la ECA (Asociación Europea de Clubes) reúne a 220 instituciones.

Se formó porque las selecciones se llevaban a sus mejores futbolistas para disputar Mundiales o torneos continentales sin siquiera consultar a los empleadores. «Les pagamos el sueldo a los jugadores por doce meses, pero otros se llevan a nuestros empleados y los usan para ganar dinero, mientras nosotros no recibimos nada a cambio», se quejó Umberto Gandini, director deportivo del Milan.

Como sucede siempre, al comienzo merecieron el repudio de Joseph Blatter, entonces titular de la matriz del fútbol. Sin embargo, a FIFA no le quedó otra que resarcir a los clubes con parte de sus millonarias ganancias.

Una buena porción de los clubes europeos son privados y sus dueños buscan afanosamente aumentar los ingresos. No se casarán con la UEFA por amor. Usualmente entran en la fase de grupos de Champions cuatro equipos de España, Inglaterra, Italia y Alemania. Y dos o tres de Francia, Portugal, Holanda. Alguno que otro de Ucrania, Escocia, Dinamarca. Hay muchos países con clubes grandes y populares habitualmente no representados: Turquía (Fenerbahce, Galatasaray, Besiktas), Bélgica (Anderlecht), Grecia (Olympiakos), Suecia (Malmöe), Rumania (Steaua), Hungría (Ferencvaros), Polonia (Legia Varsovia), Austria (Rapid de Viena) y muchos más.

A estos se les abre una puerta nueva: entrar en la Superliga. Y sin riesgo de ser desafiliados. Como señalan algunos críticos, la Superliga no será muy diferente de la Champions, es más de lo mismo. Pero la UEFA estará obligada a compartir el negocio.

Hay una montaña de interrogantes de todo tipo. ¿Se encimarán la Superliga y la Champions…? ¿Cuál elegirá el público neutral…? ¿Qué título tendrá más valor…? ¿Qué encanto tendrá la futura competencia sin los equipos ingleses…? ¿Se ramificará esta novedad a los otros continentes…? Posiblemente sí, aunque quizá tarde unos años.

Desde ahora, no hay que descartar nada. Nos preguntamos qué pasaría si a un grupo inversor se le ocurre crear una liga paralela en alguno de los países sudamericanos. Por ejemplo, en Colombia, que tiene tantos clubes importantes. Y les ofrece más dinero por participar. ¿Lo puede impedir la Dimayor…? ¿No habría monopolio en ese caso también…? ¿Hay alguna ley que pueda frenarlo…? Todo lo que no esté expresamente prohibido, está permitido. ¿Y si a Paco Casal se le ocurre hacer en Uruguay un torneo aparte del insípido campeonato actual y se lleva a Peñarol y Nacional…?

No estamos seguros de las bondades de la Superliga (si es que llega a concretarse). Puede pasar como en el boxeo, que se atomizó y perdió. Originalmente había una entidad, la Asociación Mundial de Boxeo (AMB), luego nacieron el Consejo Mundial (CMB), la Federación Internacional (FIB), la Organización Mundial (OMB), la Federación Mundial de Boxeo Profesional (WPBF), la Organización Internacional de Boxeo y la Interworld Boxing Organization (IWBO). Un desastre. Ojalá con la pelota no pase lo mismo.  

Pero el fútbol es de todos, no de los todopoderosos Ceferin, Infantino, etcétera. Esa es la gran moraleja del fallo de la Corte. João Havelange, el más notable y rocoso presidente que tuvo la FIFA, dijo una vez: “Todo lo que involucre la palabra fútbol le pertenece a la FIFA”. Ya no.

(24/12/2023)

La ideología llegó al fútbol

Jorge Barraza, columnista de La Razón

/ 13 de enero de 2025 / 00:04

¿Tendrá lugar el Sudamericano Sub-20 en Venezuela…? El torneo, que otorga cuatro cupos al Mundial de la categoría, debe comenzar en diez días, aunque los equipos llegan cuatro o cinco antes.

Las tensiones sociales en el país de Rómulo Gallegos, la situación política que emana hacia el resto del mundo y los enconos particulares con naciones del continente (ningún presidente de América del Sur asistió a la jura del nuevo mandato de Nicolás Maduro y una mayoría desconoció los resultados electorales que lo ungieron) han generado que tanto Argentina como Uruguay pidieran a la Conmebol el traslado de la sede del Sub-20 a otro país.

Esto, además, porque un ciudadano argentino que iba a visitar a su familia fue detenido al intentar ingresar en la frontera Cúcuta-San Cristóbal y luego acusado de terrorismo.

Hay un antecedente: Perú se ausentó del Sudamericano Sub-20 jugado en 1981 en Ecuador pues en ese mismo momento ambos países estaban inmersos en un enfrentamiento armado en una zona fronteriza llamada Falso Paquisha. De resultas, hubo 33 muertos. No obstante, es una situación inédita que, por razones políticas -o eminentemente ideológicas- una o más selecciones no acudan a un torneo o soliciten cambio de sede. Ojalá no suceda, sería triste.

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Con nuestras diferencias vecinales y regionales, siempre hemos mantenido una identidad común los sudamericanos. Pero a nivel mundial no es nuevo, las guerras y la política han golpeado al fútbol a lo largo de la historia. Debido a la guerra con Ucrania, Rusia ha sido impedido de disputar los Mundiales 2022 y 2026. Eritrea, por su parte, desistió de jugar la Eliminatoria africana por la posible deserción de sus jugadores en los partidos de visitante. Es un régimen hermético donde hay servicio militar obligatorio desde los 17 años hasta los 50.

El primer coletazo fue en 1916. Aún no existían los Mundiales (comenzaron en 1930), el único torneo ecuménico de fútbol era el de los Juegos Olímpicos. Tocaba disputarlo en las Olimpíadas de 1916 en Berlín (nada menos), pero estas fueron anuladas a causa de la Primera Guerra Mundial, de la que justamente Alemania fue su propiciador.

Bolivia y Paraguay habían disputado en Uruguay el primer Mundial, sin embargo, en 1934 ni tiempo tuvieron de pensar en asistir a la segunda edición, en Italia: estaban trenzados en la terrible Guerra del Chaco (1932-1935). No sólo no competían sus selecciones, tampoco había torneo nacional. Más que eso, el tradicional club The Strongest aportó al ejército boliviano un batallón completo de 600 combatientes compuesto por sus jugadores del primer equipo, dirigentes y socios, lo cual es reconocido como una gesta nacional.

España ya había demostrado ser una fuerza considerable en los Olímpicos de 1920 (fue subcampeón), pero no pudo participar del Mundial de Francia 1938 por estar en plena guerra civil, una de las contiendas internas más graves de la humanidad. Tampoco acudió Austria, ya clasificada, por haber sido anexada por Alemania.

La atroz Segunda Guerra Mundial arrastró en su curso de muerte y destrucción las Copas del Mundo que debieron disputarse en 1942 y 1946, canceladas para siempre. El torneo regresó recién en 1950 en Brasil. La FIFA celebró que se realizara en Sudamérica y no en Europa, que aún intentaba reponerse de los estragos bélicos. Brasil vivía en paz y en moderado progreso. Preparó para la competencia el grandioso Maracaná y la ausencia de Argentina le permitía pensar con cierta seguridad en coronarse, pero apareció la gloriosa Celeste uruguaya y le arrebató el sueño. Costó reinstaurar la magna competición: sólo 13 equipos se presentaron en Brasil. Alemania y Japón, las potencias del Eje, estuvieron imposibilitados de intervenir. Ambos estaban en ruinas. Aparte de ello, la FIFA los había excluido como miembros en castigo por el desastre causado.

Firmada la paz, en noviembre de 1945 volvió el fútbol en Europa con un amistoso entre Suiza e Italia en Zurich. Las autoridades de la FIFA aprovecharon la ocasión para retomar sus reuniones. No lo hacían desde 1941. «La máxima cordialidad ha presidido esta última reunión en la que considero se ha hecho buen trabajo. No ignoran ustedes que Alemania y Japón han sido eliminados de la FIFA y la decisión sobre Italia queda subordinada a la política que, a su respecto, adoptarán las Naciones Unidas”, declaró su presidente, Jules Rimet, al retorno a Francia. A Italia sí se le permitió acudir a Brasil, porque era el último campeón y porque Ottorino Barassi, presidente de la federación italiana, había guardado celosamente el trofeo en su casa, en una caja de zapatos, para que no lo arrebataran los militares alemanes.

Pocos meses después, en Luxemburgo, se celebró el 45° congreso de la matriz del fútbol y las conclusiones del álgido tema las contaba de nuevo Rimet: “Habiendo comprobado el Comité que tanto en Alemania como probablemente en el Japón ya no existen organizaciones Nacionales capaces de poder asegurar las relaciones del fútbol de estos dos países con el de las demás naciones, decidió provisionalmente que no era posible ninguna relación deportiva entre las Asociaciones el afiliadas a la FIFA y sus clubs de una parte, y Alemania y Japón con sus clubs, de la otra”. Alemania, aún dividida, retornaría en el Mundial de Suiza 1954 para ganarlo, en lo que se denominó “El milagro de Berna”.

En las décadas de 1950 y 1960 muchos países de Asia y África no tomaron parte de las justas mundialistas, estaban metidos de lleno en sus guerras de independencia. Eran incluso colonias, allí nacieron como naciones libres y luego se afiliaron a la FIFA.

El único país que estando en guerra disputó un Mundial fue Irak, que acudió a México ’86 mientras sostenía su larguísima contienda con Irán. Y, más curioso, que fuera ésa su única incursión mundialista. En 1994 le fue prohibido a Yugoslavia concursar en Estados Unidos ’94. Aún existía como entidad política la Federación Yugoslava, compuesta por Serbia y Montenegro. Pero, dado que Serbia desató la Guerra de los Balcanes, fue excluida de la Eurocopa 1992 y no se le permitió ser parte de la Eliminatoria del Mundial ’94.

No obstante, el país más perjudicado de todos por las guerras en relación a los Mundiales fue Argentina, que no tenía problemas con nadie. Su llamada Época de Oro transcurrió en los años ’40 y comienzos de los ’50. Al no haber torneos en 1942 y 1946, el gran público internacional se perdió de ver a aquellos fenómenos como José Manuel Moreno, Adolfo Pedernera, Antonio Sastre, Vicente de la Mata, Tucho Méndez, René Pontoni, Rinaldo Martino y decenas más.

La Copa América era un torneo de élite, quien lo ganaba era potencia universal, como lo había demostrado Uruguay en 1924 y 1928. Y Argentina había conquistado la corona en 1941, 1945, 1946 y 1947. Pero un suceso adicional sería la demostración de su poderío. San Lorenzo de Almagro, brillante campeón argentino de 1946, fue invitado a realizar una gira por Europa.

Deslumbró de tal manera que en España se dijo que el fútbol se dividía “en un antes y un después de San Lorenzo”. El Ciclón goleó 10 a 4 a la Selección de Portugal y 7-5 y 6-1 a la de España. Parecía tenis, pero era fútbol. Y se trataba apenas de una expresión de club del fútbol albiceleste. Fue el equipo que enamoró al Papa Francisco.

(12/01/2025)

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¡Basta de extranjerismos…!

Jorge Barraza, columnista de La Razón

/ 10 de enero de 2025 / 00:02

Podemos mirar el horizonte; también verlo, observarlo, admirarlo, otearlo, contemplarlo, avizorarlo, inspeccionarlo, escudriñarlo, escrutarlo, explorarlo, examinarlo, avistarlo, ojearlo, atisbarlo, advertirlo. Todas acciones similares, aunque con connotaciones ligeramente diferentes. Pueden distinguirse con nitidez una de otra gracias a las infinitas posibilidades que nos proporciona el castellano, nuestra lengua, la más portentosa herencia que España nos legó.

¡Somos tan afortunados! Toda Latinoamérica es una cómoda autopista idiomática por la cual transitamos a gran velocidad. Es la maravilla de nuestra lengua, que nos une. Se encuentran un mexicano, dos japoneses, un angoleño, un haitiano y un colombiano en Moscú, ¿qué hacen? Se dispersan, menos el mexicano y el colombiano; ellos se ponen a conversar, van a tomar algo, comienzan a planear juntos una salida. Se reconfortan uno al otro, empiezan a sentirse mejor. Sólo porque hablan el mismo idioma.

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De Alaska a Tierra del Fuego, son veinte países conectados culturalmente por esa herramienta tan galana llamada también español. Incluido Estados Unidos, donde habitan hoy alrededor de 65 millones de hispanohablantes.

Esta facilidad de comunicación se fortalecerá en los próximos cincuenta años hasta límites insospechados. El español ya es un idioma global, y crece en porcentajes superiores a otras lenguas, avanza, se multiplica por los migrantes, se prestigia por nuestros literatos. Esto reportará enormes beneficios a Latinoamérica. Ya somos 600 millones en el mundo que hablamos la lengua de Cervantes. Es cierto también que el porcentaje de natalidad en América Latina es más alto que, por ejemplo, el de Europa.

El castellano es lengua oficial de organismos como las Naciones Unidas, la Unión Europea, la Unión Africana, naturalmente la OEA y entidades multinacionales como la FIFA o diversos foros culturales. Hoy es el tercer idioma más importante del mundo detrás del inglés y el francés (el chino, el ruso, el indio son cinco centavos aparte, hay más hablantes, pero en un sólo país y por su extensa población). Un estudio de la revista Science revela que, para el decenio del 2050, será la segunda lengua más hablada, superando al inglés, que está en baja.

Sin embargo, la acechan diversos peligros. 1) La pobreza del lenguaje en los medios, especialmente la televisión (capaz de hacer estragos irreparables). 2) Su capacidad ociosa. El diccionario compila 94.000 palabras según el flamante diccionario de la Real Academia Española, en tanto una estimación dice que la gente común no usa más de 1.000. Con eso le alcanza. 3) Uno preocupante: la extranjerización del idioma.

Una ola de cursilería lamentable llama a demasiadas cosas por su nombre en inglés. Gimnasio es “gym”, preparador físico exclusivo es “personal trainer”, acentuado como ”pérsonal”. Congelador es “freezer”, disco compacto es “CiDi”, la elección de actores o trabajadores es “casting”, el estacionamiento “parking”, las personas sin techo son “homeless”, los mensajes por correo electrónico “mails”, los agentes inmobiliarios pasaron a ser “brokers” y los bienes raíces “real estate”… En las tiendas ponen “sale” (por oferta) y “off” (por descuento). En las reuniones, en lugar de un recreo o un alto se propone un “break”. Hay cientos de ejemplos.

Computación e Internet son igualmente un campo minado de anglicismos como “mouse”, “pad”, “hardware”, “link”, “desktop”, “laptop”, “enter”, “web”… Sucede que prácticamente todos los inventos y descubrimientos científicos y tecnológicos, las nuevas formas de comunicación y de hacer negocios, provienen del mundo anglosajón, y, si no son de allí, son presentadas de todos modos en inglés. Allá les dan nombre y, en muchos casos, no hay un correlato en español para la palabra nueva de lo que fue creado. No tenemos la capacidad de generar una traducción o somos indolentes.

En el tenis están el “drive”, el “top spin”, el “ace”, el “umpire”, la “net”, el “slice”, el “drop”, en el golf hay “birdie”, “green”, “eagle”, “bogey” y una lluvia de vocablos cuya pronunciación parece otorgar refinamiento, estilo, conocimiento del tema.

En muchos países está impuesto en los colegios decirle a la señorita “miss” y al profesor “mister”. Sin hilar tan fino, en Ecuador, Sucre fue sustituido en los billetes por Franklin. En las redes sociales manda el “postear” en lugar de publicar. Y todos nos tomamos una “selfie” en algún momento.

Lo peor es que esta invasión lingüística es innecesaria, pues hay términos en castellano para cada caso. Y no está orientada desde los Estados Unidos con fines de penetración cultural, no hace falta, los latinoamericanos se invaden solos. Se autocolonializan con placer casi sensual. Lo decimos en fútbol de los delanteros pataduras: se marcan solos.

El Nóbel de la afectación tonta era un programa denominado “The wedding planner” (el planeador de bodas). La primera reflexión al verlo fue: será norteamericano. No, estaba conducido por argentinos en un canal argentino: Utilísima.

Hay, naturalmente, extranjerismos que se imponen y pasan a formar parte de la cultura propia. Es el caso de “wing” en el fútbol. En la Argentina está muy arraigado desde hace unos 120 años y es casi absurdo pedirle a un hincha que diga “alero”, incluso el más aceptado “puntero”. Pero son excepciones muy puntuales.

En fútbol está de moda decir “data” al dato, ”hat-trick” al triplete y ahora se ha agregado un anglicismo más: el “sold out”, para referir que se jugó a estadio lleno, en lugar de decir, justamente, estadio lleno. Un periodista avisa que Bermúdez no está habilitado para jugar porque aún no llegó el “transfer”; o sea, la trasferencia. MVP (Most Valuable Player) en lugar de Jugador Más Valioso. No hacen ninguna falta pues hay un correlato perfecto en cada caso. Por suerte, presión le ha ganado el duelo a “pressing”, que se utilizó por décadas.

Gambeta es genial, pero los británicos no la usan porque ya tienen dribbling, y está bien, ellos siguen con eso. Lastimosamente, Champions le ha ganado por goleada a Liga de Campeones, es más corto, más rápido. En eso, el inglés nos aventaja, es simple y breve, tiene la ventaja de la concisión, que facilita el decir: gift, tweet, sprint, pad, teen, shot…

Pasó en el ’82. Falleció Grace Kelly; la revista “Hola”, de España, tituló en tapa: “Ha muerto Gracia de Mónaco”. Sonaba bastante gracioso. En ese momento pensamos ¿por qué no ponerle Grace, como se la conocía mundialmente? En la patria de Vicente Blasco Ibáñez castellanizan, defienden su patrimonio cultural. Es la explicación de por qué un país que soportó 781 años de ocupación mora, un día logró liberarse. Y mantener inmaculada su identidad, sus costumbres, sus tradiciones, su idioma.

El castellano crece, pero a los empujones, y a pesar de los latinos. Convengamos: nadie puede ordenarle al pueblo cómo hablar. Y, por cierto, las lenguas son dinámicas, permeables, abiertas. No obstante, es nuestra obligación defenderlo de la mediocridad, de la indolencia y de la cursilería, tres enemigos devastadores, pertinaces.

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La clavó al ángulo…

Jorge Barraza, columnista de La Razón

/ 6 de enero de 2025 / 00:04

James Rodríguez se convirtió en celebridad en tres segundos, los que mediaron entre que la paró de pecho, la empalmó de zurda y la clavó en el arco uruguayo aquella tarde del 28 de junio de 2014 en Maracaná.

Ya no necesita comillas. Clavar, nacido del ingenio periodístico para graficar la rotundidad de un gol, cuando el delantero remacha al arquero con un tiro potente, es ahora un verbo hecho y derecho, con la oficialidad que da la Real Academia Española.

La RAE le selló el pasaporte: “Meter un gol o una canasta”. Clavar es uno de los 4.074 nuevos términos y expresiones o nuevas acepciones de palabras incluidas con anterioridad, enmiendas a artículos ya existentes y supresiones.

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Consta en el nuevo diccionario de nuestra lengua, tan galana y gustosa que se saborea como una copa de buen vino. La gigantesca obra, con 94.000 palabras, fue presentada en diciembre último.

Clavar tiene origen, como tantos vocablos, en esta parte del agua. Es un americanismo. También fue incorporado diana (gol), pero este es tan español como la paella. “A partir de 2026 vamos a abrir las costuras del diccionario, las entradas se pueden multiplicar e incorporar léxico que no ha figurado nunca, quizá se llegue al doble de las que tenemos ahora”, comentó Santiago Muñoz Machado, director de la RAE, dándonos esperanzas de que sumen centenares de términos bellísimos y graciosos que nos son familiares, pues han nacido en nuestro continente. De hecho, el académico informó que el objetivo es “intentar aproximarnos a un diccionario completo que tenga términos que han faltado, en especial americanos”.

El fútbol ha sido, desde siempre, un manantial de vocablos y expresiones deliciosas para ilustrar literariamente un partido, un espectáculo. Mario Vargas Llosa, que se enorgullece de pocas cosas como de ser hincha de Universitario y haber jugado en calichines de la ‘U’, hace un extraordinario elogio a los textos balompédicos. “La crítica del fútbol es también una formidable maquinaria creadora de mitos, un espléndido surtidor de irrealidades que alimenta el apetito imaginario de vastas multitudes…”, dice el peruano universal.

El fútbol hablado puede ser mucho más entretenido que el fútbol jugado si se apela a la galanura del castellano mezclada con el encanto de lo popular. Justamente a esto se refiere el Nobel de Arequipa: “Sin temor a exagerar se puede decir que es regla casi general que las páginas deportivas sean las más vitales e imaginativas de diarios y revistas, aquellas en las que el periodista muestra una libertad y una audacia estilística mayores. Lo mismo se puede decir del comentarista radial de fútbol, que, si es bueno, va enriqueciendo con sus palabras aquello que transmite”. (Gracias, Mario, esta ronda la pagamos los cronistas deportivos…)

Hay muchas voces futboleras en el diccionario, aunque, según anuncia Muñoz Machado, es posible que en el nuevo volumen de 2026 aparezcan muchas más, originadas en la chispa tribunera, que brota de la emoción, el entusiasmo o el fastidio que genera un partido. Ya están cancha (extraordinario aporte quechua), remontada, chanfle, hinchada, triplete, campeonar y otras. Pero puede que hagan un ingreso triunfal expresiones que se fueron desparramando por el continente con una familiaridad asombrosa: caño (pasarle la pelota por debajo de las piernas al rival), comba (pegarle con efecto para que la bola doble), rompepiernas (zaguero muy bruto y rudo), gallinear, pechear, arrugar (acorbardarse en un juego importante), tronco, queso, paquete, patadura, malerba, madera (para rotular a un jugador inhábil), flan (para describir a una defensa floja), masita (un remate débil), romperla, gastarla, descoserla (jugar magníficamente), banderazo, aguante (multitudinaria muestra de apoyo de una afición a sus jugadores antes de un duelo crucial), calesitero (el futbolista que da vueltas y no va hacia adelante, no concreta), ratonera (ángulo bajo del arco, junto a un palo).

La preciosísima vacunar es para explicar, con sorna, que un equipo le ganó a otro cuando no se esperaba. “Banfield lo vacunó a Boca”. Pocas hay tan descriptivas y jocosas como picapiedra, referida al jugador sin técnica, áspero, rocoso. Ya que no tiene habilidad, ese tipo de elemento es, por lo general, el encargado de meter, poner, sinónimo de esfuerzo y pierna fuerte y templada. Para graficar a un equipo malo existe entre los hinchas una palabra insuperable: murga. Cuando a un equipo lo dominan ostensiblemente lo están peloteando. Y aquel jugador que destaca en los entrenamientos, pero no en los partidos, donde hay más exigencia, es practiquero. Muchas de estas expresiones grafican a la perfección situaciones de la vida diaria. “En el trabajo, el jefe lo tiene contra los palos”, lo presiona. Para mofarse de un club que quedó en blanco en la temporada, sin conseguir ningún título, ni doblete ni cuatriplete, los hinchas dicen “el nadaplete del Barcelona”. Vaselina es cuando el atacante marca un gol pasando el balón sobre la cabeza del arquero. Pincharla es una acción parecida, pero pegándole suave y bien de abajo al esférico. Un Panenka es hacer eso mismo, pero en un penal, engañando al arquero, amagando disparar fuerte a una punta y en cambio tirar suave y al medio.

La crónica deportiva, sobre todo de los relatores radiales, muchos de ellos fantasiosos e hiperbólicos, pero chispeantes, alimenta este diccionario de la pelota. Y agrega términos, frases y apodos a toda velocidad y según lo determine el juego. Entre el hincha, el periodista, el técnico y los jugadores se va construyendo esta nomenclatura del ingenio.

¿Por qué semejante penetración cultural es obra del fútbol y no del tenis, el basquet, el automovilismo…? Razón primera: su tremenda popularidad y masividad supera a la de todos los demás deportes juntos. Razón dos: el fútbol acriolló su idioma en tanto los demás deportes como tenis, golf, rugby, basquet y otros siguieron conservando la raíz británica de su vocabulario, como drive, smash, top spin, slice, birdie, green, eagle, bogey… Razón tres: el centimil, el espacio que ocupa cada disciplina en los medios; cuando todos los demás deportes llevan una página del diario, el fútbol ocupa cuatro o cinco. Hay mayor familiaridad con sus términos.

Sudamérica, y en especial Argentina, son una fábrica de neologismos futboleros, aunque ninguno como gambeta, la reina de estas figuras literarias. Gambeta pertenece al lunfardo, el idioma paralelo de los argentinos que tuvo su cuna en las clases populares, pero, por figurativo y gracioso, entró de lleno en el vocabulario de todos. Su correlato en español es regate, y en inglés dribbling, pero no tienen el mismo impacto. Gambeta es un italianismo que curiosamente no existe en Italia, viene de gamba, pierna, es un movimiento rápido de piernas para eludir la acción adversaria y seguir con la pelota. Hay gambeta fina (la de Iniesta), gambeta larga (la de Mbappé), gambeta impredecible (la de Maradona). Viene de los comienzos del fútbol. Ya en 1920 Gardel había compuesto “Mano a mano”, tango con letra de Celedonio Flores, y cantaba: “Se dio el juego de remanye / cuando vos, pobre percanta / gambeteabas la pobreza en la casa de pensión / hoy sos toda una bacana, la vida te ríe y canta / los morlacos del otario los tirás a la marchanta / como juega el gato maula con el mísero ratón”.

(05/01/2025)

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Jugando como Balón de Oro

Jorge Barraza, columnista de La Razón

/ 2 de enero de 2025 / 00:16

No hay que “jugar para él”, él juega para todos. A su increíble ligereza le suma una gambeta indescifrable: pica, frena, engancha, vuelve a picar, frenar y enganchar, sale por afuera, se clava en seco y arranca para el otro perfil.

Y siempre encarando con energía, con ambición. Les rompe la cintura a los marcadores. Si va por la raya es para desbordar y hacer el centro de la muerte, si recorta hacia adentro saca el latigazo al arco. Un infierno para las defensas. ¡Y la velocidad…! Mohamed Salah es una flecha humana.

El suizo Murat Yakin, su entrenador en el Basel FC, al comienzo de su carrera europea, sostiene convencido que Salah “podría competir en una carrera con Usain Bolt”. Tiene una partida demoledora y un tren sostenido; llega una milésima antes que los rivales, pellizca la bola y se la lleva. Y no es un simple velocista.

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«Con futbolistas veloces he jugado. Pero él es veloz, técnico y además hace goles», dice Alino Diamanti, quien fue su compañero en la Fiorentina.

Salah cerró el año con un gol y dos asistencias frente al West Ham. Con ello redondea 20 anotaciones y 17 pases convertidos por sus compañeros en sólo 26 cotejos en lo que va de la temporada 2024-2025.

Números impresionantes para un extremo, que juega fuera del área, sólo entra en ella para convertir o dar el pase decisivo. Su entrenador actual, el holandés Arne Slot pondera, sin embargo, la notable ayuda que presta Mohamed al equipo cuando se pierde la pelota y se involucra en la recuperación.

Es, seguramente, uno de los tres fichajes más rentables en lo que va del milenio. Los otros dos, diríamos, son el de Cristiano Ronaldo por el Real Madrid y el de Robert Lewandowski por el Bayern Munich. Mohamed Salah llegó a Liverpool de la Roma en 42 millones de euros en junio de 2017. Una ganga.

En el mimo momento, el Barcelona fichó a Dembelé por 145 M€. La diferencia entre y otro fue abismal: Dembelé hizo 40 goles, Salah lleva 231, más 105 asistencias y 8 títulos, todos los posibles, incluidos Champions League, Mundial de Clubes, Premier y FA Cup, los cuatro más relevantes para un club inglés.

Ocho años después, su cotización no ha caído, está en 55 millones. La Roma tuvo que dar explicaciones de por qué soltaba a un jugador que había demostrado estar para estrella: “Para poder cumplir con el Fair Play financiero”, dijo Ramón Rodríguez Verdejo, el famoso “Monchi”, entonces director deportivo del equipo romano, hoy en el Aston Villa. El club escarlata había sido tercero y subcampeón italiano con Mohamed como figura y goleador. Su pase generó protestas de los tifosi.

Antes que la Roma, otro se había equivocado con Salah: el Chelsea. “Seis goles en 7 partidos: Mourinho ha regalado un fenómeno a la Fiorentina”, tituló La Gazzetta dello Sport el 5 de marzo de 2015. Se refería al egipcio, que terminaba de darle el triunfo a la Fiorentina por 2 a 1 sobre Juventus en Turín por semifinal de la Copa Italia. Dos goles del zurdo, uno de ellos sensacional en el que atravesó toda la cancha llevándose a la rastra al zaguero Padoin para definir cruzado, alto y potente, abrieron de par en par los ojos de toda la Italia futbolera. “Ma, ¿quién es este extraterrestre…? ¿de qué planeta cayó…?”

Todavía con 22 años, Mohamed era un misterio. Y su pasaporte no lo ayudaba; pese a que el fútbol está definitivamente globalizado desde hace tiempo, nadie creía que un egipcio podía ser un verdadero crack. El mismo prejuicio que ha afectado a tantos buenos jugadores de países no tradicionales. Había caído a préstamo del Chelsea, porque el técnico portugués no lo tenía en consideración. Y en el Calcio deslumbró. De la Fiorentina volvió al Chelsea, que inmediatamente lo pasó a la Roma por modestos 15 millones. Y dio otro salto de calidad. Dos temporadas de oro en la ciudad de los Césares le valieron que el Liverpool hiciera la máxima inversión de su historia hasta ahí: esos 42 millones más 8 millones en objetivos. Jürgen Klopp, quien estaba modelando el nuevo Liverpool campeón, dio su conformidad. Y allí demostró su fuertísima mentalidad: a mayor exigencia, mayor rendimiento.

¿Cuál es el secreto de su siempre fenomenal estado físico, sobre todo ahora con 32 años…? Una motricidad fantástica con apenas 73 kilos y un metro 75, liviano, fibroso. Y con escasísimas lesiones. En quince temporadas sólo ha faltado a 38 partidos por dolencias menores. Algún episodio mediano de tobillo, pero nunca un problema muscular ni de rodilla. Es sanísimo. Los números lo certifican: ha jugado 42, 41, 52, 52, 48, 51, 51, 51 y 44 encuentros en las últimas nueve temporadas. Fantástico. Y en esta podría superar los 60. Semejante regularidad habla también de una conducta en la vida privada.

No obstante su momento estelar, el 30 de junio vence el contrato del Faraón y el Liverpool no ha movido ficha. Hay un silencio extraño de parte del club y el atacante se siente “decepcionado”. El 25 de noviembre reconoció a los medios: «Estoy más fuera que dentro, no te voy a mentir. Estamos casi en diciembre y aún no he recibido ninguna oferta para seguir en el club. Todos saben cuánto tiempo llevo aquí. No hay otro club como este, pero hasta ahora no ha habido ninguna propuesta de renovación”. También enfatizó su amor por el Liverpool y los aficionados: «He estado muchos años aquí. Amo a los fans, y ellos me aman. Pero esto no está en mis manos ni en las de ellos. Solo trato de dar lo mejor de mí porque así soy».

Quienes tienen temores de que termine marchándose son los hinchas. Y pretendientes le sobrarían. El 30 de diciembre, Mohamed volvió a hablar con la prensa, que insiste con preguntarle por su continuidad. Dijo que “están muy lejos” en las conversaciones. Es lógico que, por su edad, pretenda firmar un último supercontrato. Ya está en condiciones de negociar por su cuenta con otro club. Arabia Saudita le ofrecería una fortuna. Y el fútbol inglés perdería un intérprete irremplazable. Pese a ello, ha dicho que está totalmente enfocado en ganar la Premier. La última noticia es que en los despachos de Anfield estarían preparando una oferta fuerte para que siga 2 ó 3 años más.

Ni Vinicius ni Raphinha ni Lamine Yamal ni Lewandowski ni Harry Kane, ni Bellingham ni Haaland ni Mbappé tienen una actualidad siquiera parecida a la de Salah. En números o en juego. Su fabulosa media temporada la realza el equipo. Liverpool es puntero holgadísimo en Champions y en Premier, semifinalista en la Copa de la Liga Inglesa y con todas las posibilidades en la FA Cup. Con el andar arrasador que le ha impreso Arne Slot podría dar un cuatriplete de fábula.

Si esto sucede y al Real Madrid no le parece un escándalo, es un candidato excelente al Balón de Oro. Pasa que no tiene una prensa egipcia bombardeando al mundo con su postulación. Pero está en modo Balón de Oro. Tampoco el Liverpool se dedica todo el día a promocionarlo. Juega muy bien y ya. Sería el segundo africano en lograrlo. El primero fue, en 1995, George Weah, aquella pantera liberiana del Mónaco, el PSG y el Milan, delantero de punta que, con el máximo respeto, no llegaba al nivel de Salah. No obstante, el Faraón sería el primero del área musulmana (Benzema profesa esa religión, pero es francés).

Nadie sabe cómo será su segundo semestre, sí que está jugando para Balón de Oro. Y que lo merece.

(01/01/2025)

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Más espinas que rosas

Jorge Barraza, columnista de La Razón

/ 30 de diciembre de 2024 / 00:19

No fue “el” año futbolísticamente. Arrancó con partidos emocionantes (casi siempre a cargo de la Premier League) y luego decayó hasta terminar en menos que discreto. Hubo una lánguida Copa América y una Eurocopa apenas un pelo mejor. Ni la Champions ni la Libertadores despertaron pasiones. España y Argentina, las selecciones más fuertes del mundo, volvieron a imponerse. La aparición de Lamine Yamal y los alemanes Musiala y Wirtz sí son un soplo de esperanza que da el 2024. No obstante, fueron más espinas que rosas. Será un año que olvidaremos pronto.

* Bombazo. “Botafogo, equipo pipoqueiro”, se burlaron en Brasil durante medio siglo. ¿Qué es pipoqueiro…? Que, cuando lo aprietan, revienta como la pipoca, la palomita de maíz. Que juega grandes partidos cuando los partidos no son grandes. Y que arruga en las finales. “O único time grande que nunca ganhou a Libertadores”, se mofaban sus rivales. En ocho días conquistó la Libertadores y el Brasileirao, un doblete histórico. Y en la final de la Copa, quedó con 10 hombres a los 29 segundos de juego. Jugó 104 minutos con uno menos y ganó 3 a 1.

* Insólito. Lo de Rodri refleja a la perfección al madridismo: indignación nacional en España porque le dieron el Balón de Oro a un español y no a un brasileño (Vinicius), sólo porque el español no juega en el Real Madrid y el brasileño sí. Por cierto, perfectamente elegido Rodri, un Balón de Oro por mérito, no por marketing o presión mediática.

* Freno. De Ricardo Gareca a los periodistas chilenos que intentaban darle un curso de táctica en la rueda de prensa: “Yo soy técnico y ustedes periodistas, no pueden opinar como entrenadores porque no lo son”. Bien.

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Un milagro llamado cholismo

* Inolvidable. Lo del Bayer Leverkusen. Nunca había sido campeón alemán, pero en una campaña para el recuerdo ganó la Bundesliga, la Copa de Alemania y llegó a la final de la Europa League. Jugó 50 partidos en la temporada, se mantuvo invicto en los primeros 49 y cayó en el último, ante el Atalanta 3 a 0. Una sola derrota cortó lo que hubiese sido un suceso único en 153 años de fútbol. Igual, sorprendió al mundo. Xabi Alonso fue el arquitecto de un equipo que entusiasmó por su juego, por sus goles y por un joven prometedor: Florian Wirtz.

* Adiós. A dos leyendas de la redonda: Franz Beckenbauer y César Luis Menotti. El Káiser fue la perfección técnica, el liderazgo, la distinción y un apellido para toda la historia del fútbol. El Flaco, el verbo, la personalidad, la prédica de un estilo basado en la estética y la ofensiva.

* Marca. La del Cholo Simeone: el 23 de diciembre cumplió 13 años y 707 partidos como DT del Atlético de Madrid. Un milagro de permanencia en el alto nivel. Logró 8 títulos y el 67% de rendimiento en todo ese tiempo, en un equipo habituado a las derrotas. El cholismo le cambió la vida al Aleti, le devolvió la grandeza. Con él se da un caso singular: que el máximo ídolo de un club sea un técnico y no un jugador.

* Milagro. Que no se produjera una tragedia de magnitudes antes de la final de la Copa América. La desorganización hizo que decenas de miles de personas estuvieran por horas apretujadas contra los muros del estadio, en Miami, sin poder ingresar teniendo entradas (carísimas, por cierto). Centenares se metieron por los ductos de aire. En medio del caos, finalmente alguien tuvo la atinada idea de que abrieran los portones y entraran, con o sin boleto, pero descomprimieran una situación que era una bomba. Dios quería ver la final.

* Pasajes. Puede decirse que ya los tienen para el Mundial 2026 seis selecciones sudamericanas: Argentina, Uruguay, Ecuador, Colombia, Brasil y Paraguay. Se han despegado del resto, están firmes. Paraguay tuvo un repunte sensacional de la mano de Gustavo Alfaro: ganó 12 puntos sobre 18 y va invicto desde la asunción del entrenador en la séptima fecha.

* Solvencia. Argentina volvió a ganar la Copa América, encabeza con holgura la tabla de la Eliminatoria y terminó el año como líder del Ránking Mundial de la FIFA. Ponderable porque es complicado mantener el apetito de gloria después de haber alcanzado la cima. Sostuvo su esquema de juego y el carácter de equipo difícil de vencer en un momento en que se le fue Di María, sufrió lesionados y le aflojaron varias individualidades como Enzo Fernández, Mac Allister, De Paul y Julián Álvarez. Que ahora volvieron a levantar en sus clubes.

* ¿The Best…? Tras el escándalo mayúsculo que armó el Real Madrid por la no entrega del Balón de Oro a Vinicius, finalmente el brasileño recibió el The Best de la FIFA, imponiéndose por brevísimo margen a Rodri. Éste, no obstante, fue primero para los entrenadores y los periodistas. Vinicius se impuso entre los capitanes de selecciones y el voto popular por Internet. A Vinicius le va muy bien en el Real Madrid y muy mal en Brasil. Decir que es el mejor jugador del mundo suena a demasiado.

* Sobrevaloración. “La diferencia hoy la marcan los entrenadores, y eso no es bueno”. Lo dijo en 2021 Marco Van Basten, ahora comentarista. Fue visionario. No hay estrellas que decidan partidos o campeonatos. Hay futbolistas sobresalientes, no extraordinarios. Tampoco son estables, tienen momentos. Haaland es gol, no otra cosa, y lleva ocho partidos sin marcar. Lo mejor de los jugadores son los precios. El top cinco de las cotizaciones al finalizar el año, según Transfermarkt, es este: 1) Haaland (200 millones de euros), 2) Vinicius (también 200 M€), 3) Lamine Yamal (180 M€), 4) Bellingham (180 M€) y 5) Mbappé (160 M€).

* Acertar. Por eso, lo más importante es encontrar “al” técnico. El que la pega, llega al éxito. Scaloni es una prueba, Lorenzo otra, Alfaro en Paraguay una más. Ni hablar de Botafogo con el portugués Artur Jorge. En Europa, España con De la Fuente. El Liverpool reemplazó magníficamente a Jürgen Klopp con Arne Slot. Desde luego, el Real Madrid dio en la tecla hace tiempo con Ancelotti, lo mismo que el Atalanta con Gasperini y el Inter con Simone Inzaghi.

* Baja. El que se cayó del podio en el mercado es Mbappé, cuya valuación era de 180 M€ y ahora está en 160. Transfermarkt lo explica así: “Su traspaso generó grandes expectativas que aún no ha podido cumplir. Para un jugador de su talla se podría haber esperado una adaptación más rápida, aunque sus números pueden calificarse de aceptables. A pesar de esto, parece carecer de confianza en sí mismo y se le ve algo insatisfecho”. Lleva 14 goles en 24 partidos, ninguno que se llame golazo, varios de penal o de empujada bajo el arco. Cumplió 26 años, su juego no evolucionó un centímetro. Cuando apareció era potencia, carrera y remate, nueve años después es potencia, carrera y remate.

* Enamoró. La Selección Colombia dejó un recuerdo magnífico de su juego en la Copa América. Le tocó un camino durísimo: enfrentar a Brasil y Uruguay. Eso le costó llegar menguado a la final con Argentina y jugó un partido opaco ante un rival muy astuto, que sabe manejar los tiempos, las situaciones que plantean los partidos y no perdona titubeos. Pero fue una imagen impecable del fútbol colombiano.

* Cupos. La sexta coronación consecutiva de un equipo brasileño en la Libertadores reavivó la polémica sobre si las plazas en la Copa están bien repartidas. Una gran mayoría del continente pide que se le quiten lugares a Brasil y Argentina. “Ganan porque tienen demasiados equipos”. No, ganan porque son buenos. Encaran la competencia buscando el título, no los premios. Hasta 1999, cuando clasificaban dos por país, también prevalecían brasileños y argentinos. La cantidad de cupos no determina la calidad.

(30/12/2024)

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