El contraataque chileno: ‘La demanda toca el Tratado de 1904’
Al principio, el canciller de Chile, Heraldo Muñoz, dijo que la demanda no tenía nada que ver con el Tratado de 1904. Ahora el Gobierno chileno se empeña en reiterar que el objetivo boliviano es este Tratado.
De los errores cometidos por los jefes de Estado chilenos con respecto a la reivindicación marítima boliviana no debe haber muchos como el del expresidente Ricardo Lagos: “Cuando Bolivia nació a la vida independiente eran más de dos millones de kilómetros cuadrados de territorio. Hoy tiene la mitad. Solo el 10% de lo que ha perdido Bolivia está en poder de Chile. El otro 90% es parte de Brasil, Perú, Paraguay y Argentina hoy. En consecuencia colocar el enfoque exclusivamente en Chile no me parece”.
Lagos visitó a todos los presidentes en La Paz, Hugo Banzer, Jorge Quiroga, Gonzalo Sánchez de Lozada, Carlos Mesa y Evo Morales, recuerda el diplomático e historiador Ramiro Prudencio; por esto, le extraña mucho su declaración. En realidad, acaso se trate del nuevo estado de ánimo posdemanda en Chile. “Una persona que estaba tan ligada al país, ahora está resentida, eso es lo malo; está molesta y por eso ha hecho una declaración muy poco feliz”.
Para la investigadora en derecho internacional Karen Longaric, en cambio, las expresiones de Lagos no son otra cosa que la persistencia de un hábito arraigado en Chile: “El reconocimiento que hace Lagos, en el fondo expresa el espíritu expansionista de Chile, que se ha sellado con la firma, bajo coacción y presión del Tratado de 1904. Es mentira que Bolivia hubiese solicitado firmar el Tratado, hubo mucha presión para que Bolivia firme el Tratado reconociendo la apropiación de territorio boliviano por parte de Chile”.
El tema es que mal que bien la demanda marítima boliviana presentada ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) al parecer ha logrado alinear a muchos sectores políticos y sociales tras la posición dura de no tocar el tema del mar en tanto esté en La Haya, coinciden los analistas.
Lo peor de esto es que con este ambiente enrarecido, insiste Prudencio, “difícil que luego haya un proceso de negociación entre ambos países; de modo que lo mejor es callar, que el litigio con Chile esté en La Haya y sacarlo de la agenda mediática”.
Y es que el actual alineamiento chileno tiene mucho que ver con la “hipersensibilidad”, apunta el excanciller Armando Loaiza, que en ese país se tiene sobre el Tratado de 1904, sobre su intangibilidad. “Eso está en el ADN de los chilenos; Chile ha hecho la santidad de los tratados, tanto con Perú como con Bolivia, es la base de su actual estructura territorial; de ninguna manera van a admitir que se pueda mover; es casi una paranoia”. Ahora, esto no impide que el Gobierno chileno se contradiga.
Después de una reunión con el agente chileno en La Haya, Felipe Bulnes, y el coagente Claudio Grossman, el 13 de marzo, el canciller Heraldo Muñoz declaró enfático: “La posición de Chile es muy clara: esta demanda no tiene nada que ver con cuestiones de límites, esta demanda tiene diferencias sustantivas con la de Perú (litigio por límites marítimos) (…). Aquí no está en juego el desconocimiento de tratados (en referencia al Tratado de 1904), aquí lo que está en juego es una demanda que plantea la obligación que pretendería Bolivia de que Chile negocie una salida soberana de Bolivia al Pacífico”, señaló Muñoz.
Pero una vez que el presidente Evo Morales, el 15 de abril presentó la memoria ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya en Holanda, la cual, según reglamento, derivó inmediatamente el documento al Gobierno chileno, fue evidente el giro del discurso de sus autoridades.
“Sin duda, ha quedado clara la intangibilidad del Tratado de 1904”, fue uno de los primeros anuncios de la presidenta Michelle Bachelet el 14 de mayo, luego de reunirse con los expresidentes Patricio Aylwin, Eduardo Frei, Ricardo Lagos y Sebastián Piñera. Reiteró este punto de vista en su última rendición de cuentas anual ante el Congreso chileno (21 de mayo): “Debo señalar que la política exterior del país continuará basándose en el respeto del derecho internacional, y que para Chile el Tratado de 1904, que definió las fronteras chileno-bolivianas, debe ser respetado”.
Este aspecto asoma ser uno de los nudos de la controversia entre Bolivia y Chile sobre la demanda. En el inicio de sus actividades como delegado internacional para la causa marítima, el expresidente Carlos Mesa Gisbert explicó la posición boliviana al exmandatario brasileño Luiz Inacio Lula da Silva.
“Bolivia no está planteando, ni directa ni indirectamente, ni en lo central ni en lo adjetivo, nada referido a poner en cuestión el Tratado de 1904, y lo digo porque las autoridades de Chile en los últimos días han puesto como referente la idea de que Bolivia estaría cuestionando el Tratado y poniendo en cuestión el Tratado de 1904, sino la arquitectura internacional de respeto a los tratados, lo cual puede llevar a equívocos”.
Sin duda, será el próximo debate: en qué medida la actual demanda en La Haya se orienta hacia el Tratado de Paz y Amistad de 1904.
Chile razona que si bien la demanda marítima no alude directamente al Tratado de 1904, sí deriva en el mismo: en una entrevista con La Tercera, el 17 de abril, el canciller Muñoz explicaba el argumento chileno: “Bolivia confunde su aspiración marítima con derechos que supuestamente obligarían a Chile a otorgarle acceso soberano al mar, producto de los diálogos que ambos países han sostenido al respecto. Un derecho así de relevante y trascendente, que afecta ni más ni menos que la integridad territorial de un país, no puede inferirse a partir de supuestos y expectativas. De ser cierta la tesis boliviana, ningún país podría entrar en tratativas con otro por el temor a que las fórmulas que se barajen, si fracasan, se conviertan posteriormente en obligaciones para dicho Estado. En definitiva, en las relaciones entre los Estados, lo que vale son los tratados y el de 1904 fijó las fronteras entre ambos países y las condiciones de acceso de Bolivia al mar. Eso es lo que cabe respetar, pues los tratados de límites corresponde cumplirlos”.
Con respecto a la idea de que la demanda deriva hacia el Tratado de 1904, el delegado Mesa destacó el jueves 22 de mayo: “Estamos hablando de una vocación pacífica del país, que lo que le pide a la Corte Internacional de Justicia de La Haya es un fallo que obligue a Chile a negociar en la medida, en el contexto de un diálogo de buena fe; un diálogo para buscar una solución a nuestra mediterraneidad en función de nuestra soberanía”.
En el artículo 31 del texto presentado en La Haya, en la sección “IV. Bases legales sobre las que la demanda se encuentra fundamentada”, Bolivia alega: “31. Los hechos relatados líneas arriba muestran que, más allá de sus obligaciones generales conforme al derecho internacional, Chile se ha comprometido más específicamente, a través de acuerdos, práctica diplomática y una serie de declaraciones de sus más altos representantes, a negociar una salida soberana al mar para Bolivia. Chile no ha cumplido esta obligación y, lo que es más, al presente Chile niega la misma existencia de su obligación”.
En lo relativo a la insistencia de las autoridades chilenas sobre que la demanda marítima boliviana de todos modos derivará en la revisión del Tratado de 1904, el excanciller Armando Loaiza hace notar que la primera referencia de negociación de algo entre Bolivia y Chile no es el Tratado de 1904, sino un hecho más cercano en la historia: Charaña.
“En la negociación de Charaña (1975 entre Hugo Banzer y Augusto Pinochet) no se negoció el Tratado, se negoció otra hipótesis que es la salida al mar por un corredor al norte de la ciudad de Arica; la única viable en mi concepto, para que no se divida el territorio chileno; y eso no implicaba exactamente negociar el Tratado de 1904; y allí hubo una actitud mucho más amplia de Pinochet, que se anima a negociar, otorgar soberanía a Bolivia contra la prestación de un canje territorial; antes no se había llegado tan lejos”.
Desde la perspectiva académica, Karen Longaric insiste en que al no aludir al Tratado de 1904, la demanda marítima más bien “toma como referentes fundamentales las negociaciones realizadas entre Bolivia y Chile los años 1895, 1950, 1975, 1983 y 1987 atribuyendo valor jurídico al accionar de Chile en esos contextos históricos”. Lo que va a analizar la Corte —recuerda Longaric— es si en la demanda y en la memoria bolivianas el petitorio está relacionado directamente con el Tratado de 1904, “y si no es así, pues la Corte va a tomar conocimiento del juicio; en ese sentido, lo que venga después, ya se analizará; si Bolivia y Chile llegaran a retomar las negociaciones sobre una salida al mar, el Tratado de 1904 perfectamente puede modificarse si ambas partes del Tratado así lo decidieren; los tratados no son intangibles; aquí es necesario que haya voluntad política, lo que nunca precisamente ha tenido Chile”.
Los expresidentes chilenos que hace dos semanas se reunieron con Bachelet también aconsejaron a la Mandataria que Chile impugne la competencia de la Corte Internacional de Justicia de La Haya. La base de ello está en la supuesta falta de fundamento jurídico de la demanda: “Yo estoy convencido de que la demanda boliviana no tiene fundamentos ni jurídicos ni de hechos, y por eso pienso que la Corte no tiene competencia jurídica para este caso”, aseguró entonces el expresidente Sebastián Piñera, según reporte del diario chileno La Tercera.
El viernes 23, este mismo medio chileno informó que el grupo de asesores jurídicos extranjeros de Chile aconsejó a Bachelet no presentar la impugnación de la competencia de La Haya en el primer plazo que tiene ese país, hasta el 15 de julio, sino hacerlo hasta febrero de 2015, junto con la presentación de la contramemoria. “Aunque hubo distintas opiniones, la mayoría de los expertos internacionales y los representantes chilenos concluyeron la inconveniencia de esgrimir la excepción de jurisdicción del tribunal en forma separada al tema de fondo del caso”, describió la situación La Tercera.
Para Mesa, en declaraciones a Cadena A el jueves 22, luego de reunirse con Lula, afirma que la CIJ es competente porque este es el máximo tribunal de la Organización de Naciones Unidas, que se lo reconoce solo por ser país miembro del ente internacional. “En términos generales, ese tipo de pedidos (de incompetencia) ha sido de carácter parcial sobre algunos aspectos específicos del juicio, pero no suele hacerse una excepción de incompetencia sobre todo el juicio; Chile ha de tener que pensarlo dos veces antes de resolver ir a la excepción de incompetencia; aunque esto no ha ocurrido todavía”, destacó el exmandatario boliviano.
Lo del Pacto de Bogotá está fuera de discusión: Carlos Mesa, delegado para la demanda
Los elementos (históricos) que Bolivia colocó en la demanda son antecedentes anteriores a 1948 y dos o tres compromisos concretos más varios convenios e inicios de negociación posteriores a 1948; por lo tanto, no es evidente que Bolivia esté planteando algo (como el Tratado de 1904) anterior al Pacto de Bogotá; el punto de partida que le da competencia a la Corte es éste.
Chile es un país poco integracionista: Karen Longaric, experta en derecho internacional
Chile es un país poco integracionista; no está en la comunidad andina, nunca ha pretendido ser miembro permanente del Mercosur (Mercado Común del Sur); no es un país que se distinga por un espíritu integracionista o solidario; entonces, sus políticos, de izquierda y de derecha, tienen el mismo discurso en función de intereses recalcitrantemente nacionalistas.
Tampoco descuidar la agenda bilateral: Armando Loaiza, excanciller de Bolivia
Si hay alguna agenda bilateral con amplios contenidos de gestión, es la que tiene Bolivia con Chile; y la mayoría de los temas interesan a Bolivia, al usuario del comercio y tránsito. En el tiempo de Evo Morales curiosamente se ha quintuplicado el comercio de exportación e importación por el puerto de Arica; una realidad económica que supera las situaciones políticas.
Lo malo es que crece el mutuo resentimiento: Ramiro Prudencio, diplomático e historiador
En este momento hay un enfriamiento muy grande, además que hay políticas muy agresivas de los dos gobiernos, uno más que el otro, y eso no conduce a nada positivo, más para nuestras aspiraciones para llegar al mar, porque nunca vamos a poder negociar con Chile; esto es negativo también porque crea resentimientos en los pueblos, esa es la parte más peligrosa.
Pese a la tensión, se espera normalidad: Michelle Bachelet, presidenta de Chile
Respecto de la demanda contra Chile que ha interpuesto Bolivia ante la Corte Internacional de Justicia, esperamos que nuestros países sean capaces de mantener la normalidad en el resto de los ámbitos de la relación bilateral. La política exterior del país continuará basándose en el respeto del derecho internacional, que para Chile el Tratado de 1904 debe ser respetado. AFP
El Tratado de 1904 fue a pedido de Bolivia: Ricardo Lagos, expresidente de Chile
La razón, el derecho, están de nuestra parte y también los esfuerzos que hemos hecho a lo largo de nuestra historia para que Bolivia pueda tener un resultado favorable. Hay que entender que el Tratado de 1904 se hizo a petición de Bolivia. Ese Tratado no fue impuesto, fue a solicitud de Bolivia y eso hay que hacerlo ver en la comunidad internacional. La Tercera