Fausto Reinaga, vigente porque el ‘tema del indio’ aún no fue resuelto
La próxima edición de las Obras Completas de Fausto Reinaga hace necesaria una reflexión sobre la actualidad de su pensamiento. Sin duda, el ideólogo del indianismo está lejos de agotarse.
La escritura de Fausto Reinaga (José Félix Reinaga Chavarría, 27 de marzo de 1906-19 de agosto de 1994) tiene mucho que decir. Su actualidad más apremiante está relacionada a que los conflictos que identifica del Estado y la sociedad respecto de lo indígena no han sido saldados. Si bien desde hace décadas ya no se habla de lo indígena como un “problema”, muchos aspectos de la realidad indígena que Reinaga muestra de modo descarnado aún persisten.
La Vicepresidencia del Estado encara la edición de las Obras Completas de Fausto Reinaga en 32 volúmenes, lo que es otro signo de la actualidad de este escritor. Adicionalmente, la lectura de Reinaga resulta vigente en momentos en que se ha puesto en cuestión el carácter “indígena” del Gobierno, entre otras cosas, después del conflicto por el Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro-Sécure (TIPNIS), que provocó la ruptura definitiva del Pacto de Unidad, saliéndose de éste una importante parte de sus miembros indígenas…
OBRA. Al describir la obra de Reinaga, los lectores especializados consultados —Pedro Portugal, investigador social; Carlos Macusaya, sociólogo; y Jorge Viaña, docente de la UMSA— coinciden en que la existencia de varios periodos en la trayectoria intelectual y política de Fausto Reinaga, si bien varía la nomenclatura: tuvo un momento nacionalista, marxista, indianista y otro pachamamista o amáutico. Cada una de dichas etapas, sin embargo, no son estáticas y muchas veces dan lugar a tensiones, incluso contradicciones, entre las ideas del autor.
Así, a grandes rasgos, puede describirse cada una de las etapas de la siguiente manera: una nacionalista, cuando participó de la Asamblea Constituyente de 1946; una indianista, en la que pone al indio como sujeto nacional; y otra posterior, que unos llaman pachamamista, otros, postindianista, y otros, amáutica, en la que se ve a un Fausto Reinaga que busca la revolución a través del pensamiento.
ACTUALIDAD. Reinaga seguirá vigente mientras los problemas que identifica en su etapa indianista no sean resueltos, “va a seguir siendo una fuente de inspiración para los que busquen resolverlos”, dice el investigador de la obra reinaguista, Pedro Portugal. ¿Qué problemas quedan irresueltos? “A mi modo de ver, la descolonización, cómo eliminar las dos Bolivias que él veía y construir una sola en la que el pueblo indígena tenga acceso pleno al poder”.
En Revolución India, Reinaga escribe: “En el Kollasuyu de los inkas, desde 1825, hay dos Bolivias: Bolivia europea y Bolivia india. La Bolivia india tiene 4 millones de habitantes, y medio millón la Bolivia europea. Y, sin embargo, ésta es una nación opresora; esclaviza y explota a la nación india. La nación india no tiene Estado. El Estado es de la Bolivia mestiza; y asume la autoridad de las dos Bolivias. Toma sin su consentimiento la personería de cuatro millones de indios. El Estado boliviano suplanta la voluntad de la nación india.” Mientras no se realice esta descolonización en todos los niveles, van a seguir surgiendo problemas y el Reinaga indianista seguirá inspirando, señala Portugal.
SUJETO POLÍTICO. El sociólogo Carlos Macusaya coincide y señala que Reinaga nos dice que el indígena debe ser un sujeto político. Cuestiona que se folklorice lo indígena, en lugar de encarar una “verdadera descolonización”. “El indianismo nos enseñó que desde las circunstancias de una diferencia racial nos proyectemos como sujetos políticos. Hoy no veo eso y por eso sigue siendo importante la obra de Reinaga”. Si Portugal traía a colación el tema de la descolonización como concepto que da actualidad a Reinaga, Macusaya insiste en el carácter pionero del escritor indianista.
Un aspecto novedoso es que Reinaga aborda el rechazo a la condición colonial desde lo racial en un contexto no solamente boliviano. Así, cuando la izquierda en el país no era capaz siquiera de identificar la condición colonial interna, este escritor ya la ponía en la perspectiva de luchas similares que se daban en el mundo y eran estudiadas, por ejemplo, por Frantz Fanon (Argelia) o Stokely Carmichael (“poder negro” en los Estados Unidos), subraya Macusaya y añade que esos procesos tenían que ver con superar los rasgos coloniales desde lo racial.
Estas luchas racializadas contra la condición colonial interna y externa pasaron desapercibidas para la izquierda boliviana; luego, a partir de Reinaga en Bolivia tuvieron su expresión en el katarismo, con el que en determinado momento del pasado, el mismo vicepresidente Álvaro García Linera estuvo identificado (fue militante del Ejército Guerrillero Túpac Katari, EGTK, en las décadas de los 80 y 90).
En cuanto a esta lucha racializada, Reinaga escribiría: “¡El líder indio tiene que ser indio; y no un mestizo; porque el mestizo siempre es un asesino del indio!” o “La Revolución india, no es otra que la Revolución del Kollasuyu inka, y comprende por igual a los trabajadores tupi-guaraníes del oriente: siringueros, colectores de almendra, cazadores, cañeros de zafra, petroleros; como a los mineros y fabriles keswas y aymaras del valle y el altiplano…”. Estas citas hay que matizarlas con otras que reitera el ideólogo en diferentes oportunidades y en las que explica que “lo indio” no se determina por el color de la piel, sino por “el color de la idea”.
Asimismo, Macusaya afirma que el indianismo es una interpelación directa a la juventud indígena, “hoy se quiere restringir lo indígena al sabio anciano, cuando el indianismo se forjó entre nuevas generaciones”. Portugal señala que lo que hoy nos dice Reinaga se puede inferir de un hilo conductor que atraviesa todos sus periodos: la permanencia de un conflicto con lo indígena. A partir de esto, concluye que la vigencia de su pensamiento tiene que ver con ese problema irresuelto en dos ejes: “la supeditación de lo indígena a un esquema nacional del que el indio es excluido y la contrariedad nacional que eso provoca. Mientras no se enfrente adecuadamente lo indígena, va a haber un perjuicio mutuo, para el indígena y el no indígena”.
Pionero del rechazo de la condición colonial, Reinaga supo ver algo que escapaba a las certezas de la izquierda tradicional de su época: el colonialismo interno. Hoy, el Estado ha planteado la política de la descolonización, si bien ésta ha tenido una serie de críticas, es claro que Reinaga la supo ver esto hace décadas.
ANÁLISIS. Jorge Viaña aborda analíticamente la obra de Reinaga. Observa una tensión “extraña y compleja” con el marxismo. Si bien plantea muchas veces dejar de lado a Marx, en realidad “su modelo es a momentos leninista, bordeando el marxismo”.
En efecto —propone— en determinados momentos Reinaga rechazará de plano al marxismo acusándolo de ser una copia: “El Comunismo inka engendra la utopía (…), determina un Certamen en Francia (en referencia a la Comuna de París); Marx arranca un principio de su teoría y sueña su ‘comunismo’; y la China roja, gracias a la ‘comunidad india’, quiere meter el Callpulli en la conciencia de su Revolución cultural…; mientras que aquí en Iberoamérica, en la Bolivia europea, las ratas mestizas nacionalistas y comunistas se enloquecen por encajarnos un ‘comunismo’ copiado, calcado del ‘comunismo’ europeo. Marx y Engels copiaron nuestro comunismo inka; ahora los marxoides mestizos de Bolivia copian a Marx y Engels, a Mao y Castro. El ‘comunismo boli’ es una segunda copia. El ‘comunismo boliviano’ es copia de copia”. (Revolución India)
La relación tensa de Reinaga con el marxismo —interpreta Viaña— contempla los temas de clase marxista, pero también comprende el problema de la condición colonial y del coloniaje interno. “Reinaga fue pionero —con todas sus paradojas, tensiones, ambigüedades y extravíos— de esta posición”.
Este académico resume el recorrido ideológico de Reinaga: primero viene de una vertiente nacionalista en los 40, pasa a posiciones marxistas y viaja a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), luego surge su posición indianista a fines de los años 60, para a fines de los 70 empezar un periodo amáutico.
Esta complejidad también tiene ecos en la complejidad de su indianismo, que en realidad comprende a más de uno. “Los indianismos de Reinaga según él define su obra se-rían tres. Primero, el de la trilogía anterior a sus textos más citados; un segundo con textos como Revolución India y Tesis India; y uno tercero con la Revolución Amáutica y Pensamiento Amáutico.”
De hecho, continúa el docente universitario, Pensamiento Amáutico y Revolución Amáutica crean un conflicto “muy grande” para las posiciones más indianistas, “que basan su visión en la radicalidad de la recuperación de la raza y culturas indígenas como valor étnico-histórico, entonces, hay muchos Reinagas. El de la última época no basa su análisis en la centralidad de la raza, sino en la manera de construir la subjetividad. En ese periodo dirá que cualquiera puede ser indígena, más allá de su origen”. De esto último ya se mostraban atisbos provenientes de su etapa indianista más radical, cuando decía que lo indio se determinaba por el color de las ideas.
Los textos de los años 50 tenían para él “un valor menor”. La parte más importante es la segunda etapa, la indianista. “Ahí hay una reivindicación étnica que es muy compleja, porque también llega a plantear que el proletariado es la dirección de la revolución india”, señala poniendo sobre la mesa otro claro ejemplo de la tensión con el marxismo del que se habla en líneas anteriores. A puertas de la reedición de sus Obras Completas, la relectura de Reinaga se hace necesaria, en un momento en que corre el riesgo de convertirse en un “clásico” en un sentido negativo: ser un autor del que todos hablan, pero al que pocos leen.
Reinaga desnaturaliza la realidad; es su virtud: Carlos Macusaya, sociólogo
Fausto Reinaga, más que darnos respuestas, desnaturaliza la realidad. Ésa es una virtud de Reinaga. Nos permite ver lo indígena fuera de lo mítico, fuera del afiche del folklore. Su obra cuestiona y reinterpreta la historia oficial para formar una conciencia política, desestructurando las certezas políticas, sobre todo del nacionalismo revolucionario, proyectando al indio como sujeto nacional.
La riqueza de su obra: los ‘muchos reinagas’: Jorge Viaña, investigador del CIS
La riqueza de Reinaga es que con todas las paradojas, tensiones, ambigüedades y contradicciones, siempre hay presente un debate muy complicado entre temas étnicos, nacionales, clasistas; una denuncia de algo que el marxismo no comprendió en su tiempo que es el colonialismo interno. Hay muchos reinagas anclados cada uno en sus determinados periodos históricos.
Reinaga se adelantó en ver la descolonización: Pedro Portugal, investigador
El Gobierno ha invertido mucho en lo que entiende por descolonización, sin embargo, hoy el indígena se mueve en otros canales, pues son indígenas los cooperativistas mineros y los cocaleros. Éstos están lejos de sus esquemas culturales y están en una acumulación económica desenfrenada. Reinaga da respuestas a las contrariedades que eso está provocando.