Votación enredada en Cochabamba
La designación del candidato oficialista a la Alcaldía de Cochabamba reveló que los mecanismos de preselección de los postulantes no funcionan correctamente o son inexistentes; la decisión de Evo Morales se impuso sobre las opiniones tanto de los militantes orgánicos como de las organizaciones sociales del departamento.
El Movimiento Al Socialismo (MAS) ganó ampliamente las elecciones departamentales en Cochabamba, también obtuvo victorias contundentes en la gran mayoría de las alcaldías provinciales; sin embargo, las fuerzas opositoras triunfaron en los municipios estratégicos del Cercado y Quillacollo. Veamos pues algunos contornos de esta votación que mezcló la victoria con la derrota.
Voto-castigo en el Cercado. La novedad más importante de las recientes elecciones, una “sorpresa” para muchos, fue la victoria en la ciudad capital de José María Leyes, candidato del Movimiento Demócrata Social (MDS); el candidato opositor obtuvo el 56,49%, que corresponde a 206.583 votos de un total de 365.677 válidos, lo que le asegura una clara mayoría en el Concejo. El candidato oficialista, Lucio Gonzales, logró solamente el 36%; el MAS perdió muchos votos en el Cercado pues en 2010 había logrado el 40%. Jaime de Ugarte (Unico) y Marianela Montenegro (MNR), respectivamente, tuvieron una votación inferior al 4%.
CASTIGO. Estos resultados pueden explicarse fácilmente por un factor determinante: el “voto castigo”. Según los cientistas políticos, este comportamiento electoral es una forma de sanción retrospectiva a los representantes o autoridades por una mala gestión de gobierno. Una actitud colectiva de rechazo que se manifiesta en el voto nulo o blanco, pero que también se traduce, como ahora, en el respaldo a un candidato opositor, siempre que éste logre encarnar la insatisfacción de los ciudadanos.
La explicación de fondo de la derrota del MAS en la Alcaldía del Cercado radica en la insatisfacción y el descontento explícito de los cochabambinos por la mala calidad de la gestión presidida por Edwin Castellanos (2010-2015). Los estrategas del partido oficialista no lograron interpretar correctamente ese dato esencial y cometieron un error fatal al nominar como candidato al alcalde saliente, expresión viva de ese desastre. En ese momento, algunos dirigentes de organizaciones sociales, integrantes de la Coordinadora Departamental para el Cambio, señalaron que insistir en la reelección del Cholango era “darle en bandeja de plata la victoria a cualquier opositor”.
A pesar de lo evidente, el presidente Evo Morales oficializó la postulación de Castellanos a la reelección, pero las primeras encuestas de intención de voto mostraron que el alcalde saliente era un candidato perdedor. A último momento, el Presidente intentó corregir su error y nombró como nuevo postulante a Lucio Gonzales, exrector de la Universidad Mayor de San Simón. Fue una decisión fallida: la mayoría de los votantes amalgamó de inmediato la figura de Gonzales con la mala gestión de su predecesor.
Sea como fuese, la designación del aspirante oficialista a la Alcaldía del Cercado reveló que los mecanismos de preselección de los postulantes (en general de la democracia interna de esa organización) no funcionan correctamente o son inexistentes; de hecho, la decisión del líder se impuso sobre las opiniones tanto de los militantes orgánicos como de las organizaciones sociales del departamento. Esta es para el MAS una de las lecciones de esa derrota electoral.
Un efecto inesperado. La inhabilitación electoral de Rebeca Delgado, avalada por el Tribunal Electoral Departamental, tuvo efectos inesperados en el escenario electoral. Según las primeras encuestas, Delgado era la favorita para ganar la elección municipal. Por una parte, esta decisión contribuyó a reforzar el sentimiento antimasista de los ciudadanos porque fue percibida como una “jugada” del MAS para inclinar la cancha a su favor. Pero, por otra parte, potenció la candidatura de José María Leyes, quien logró posicionarse como el candidato opositor más fuerte. El círculo se cerró cuando, días antes de la elección, Rebeca Delgado llamó a sus electores a votar por Leyes. Valga una conjetura: la competencia entre Delgado y Leyes probablemente hubiera beneficiado al postulante del oficialismo.
DEMÓCRATAS. La victoria de José María Leyes. El postulante de los “Demócratas” tuvo la habilidad de convertir los errores de sus adversarios en virtudes propias. José María Leyes ganó primero la pulseta entre las fuerzas opositoras y luego encarnó el sentimiento antioficialista de los cochabambinos. Su campaña electoral fue efectiva, desplegó grandes recursos y estrategias de comunicación política; su frase más repetida: “Hagamos bien las cosas”, a pesar de su vaguedad, remarcó justamente la mala calidad de la gestión de Edwin Castellanos. Pero más que su programa de gobierno (una versión paródica del programa del MAS) pesó decisivamente su trayectoria política, radicalmente opositora al MAS, asociada imaginariamente a la figura de Manfred Reyes Villa, fue la clave de su triunfo; los electores de las clases medias urbanas se sintieron representados tanto por su posición política como por su condición económica y social.
Poder territorial del MAS. Muy distintos fueron los resultados en las elecciones departamentales. Iván Canelas, el candidato del MAS, ganó contundentemente con el 60,3% de los votos; aunque este resultado es ligeramente inferior al de 2010 (62%), garantiza el control de dos tercios de los representantes en la Asamblea Legislativa Departamental. A gran distancia de Canelas, Henry Paredes (MDS) y Alejando Almaraz (Unico) solo lograron obtener el 22,4% y el 10,3%, respectivamente.
Canelas también obtuvo un votación importante en el Cercado, hecho que puso en evidencia un voto cruzado; es decir, un número considerable de votantes apoyó a Leyes para la Alcaldía pero votó por el MAS para la Gobernación. Esta diferencia podría explicarse por la confianza del elector urbano en la trayectoria política de Canelas, sin marcados anticuerpos, conciliador y cercano al Presidente. Pero también puede haber pesado el programa de gobierno, basado en una larga lista de megaproyectos (entre ellos Misicuni, la revitalización del río Rocha y el tren metropolitano de dos vías), cuya realización tendría como condición la confianza política entre el Presidente y el gobernador; este fue el mensaje más importante de la campaña del MAS.
Sin embargo, la clave de la victoria de Iván Canelas radica en el poder territorial que el MAS ha logrado conservar desde 2005 en las provincias de Cochabamba. No es casual que todos los asambleístas por territorio sean de esta organización y tampoco es un azar que haya ganado en casi todas las alcaldías provinciales. El “voto duro” del partido oficialista es un rasgo estructural del campo político boliviano y se explica por la influencia política determinante de los sindicatos campesinos en las provincias de Cochabamba, articulada orgánicamente con el “instrumento político” y con los poderes municipales locales.
El voto en las alcaldías provinciales. El MAS logró triunfar en 42 de los 47 municipios de departamento de Cochabamba, en la mayoría con más del 50%; en Morochata, Sacabamba, Villa Tunari, Totora, Puerto Villarroel, Vila Vila, Tacachi y Tiraque, lugares donde fue el único partido que presentó candidatos, ganó con el 100% de los votos. La victoria en Sacaba, con el 61,17%, es particularmente importante no solo por su densidad poblacional, sino también porque este municipio es uno de los ejes del área metropolitana.
En cambio, la fuerzas opositoras ganaron en Pasorapa (Pueblo Unido ganó con 48,2%; en Cliza, Cambio y Renovación logró 54,51%; el Frente para la Victoria (FPV) ganó en Quillacollo con 46,68%; Unico venció en San Benito con 39,27%. La victoria opositora en Quillacollo, gran municipio metropolitano, tiene notables similitudes con el voto-castigo del Cercado; es decir, fue un voto contra la gestión del alcalde saliente Charles Becerra (candidato que intentó la re-elección), plagada de denuncias de corrupción y transfugio político.