Monday 4 Nov 2024 | Actualizado a 21:10 PM

La ‘entrevista’ de Sean Penn a ‘El Chapo’, acto de periodismo?

Desde lo formal hasta lo ético, la entrevista de Sean Penn a Joaquín Guzmán Loera, ‘El Chapo’, deja varios aspectos para el debate en torno a qué es un acto de periodismo.

/ 25 de enero de 2016 / 04:22

Son 1.366 días de impunidad por el asesinato impune de la periodista Regina Martínez de la prestigiosa revista Proceso. Hasta hoy no existen culpables. “El crimen abonó el ambiente de hostilidad y aun de acoso en el que la prensa independiente se ve obligada a cumplir sus funciones”, dice una nota de protesta del semanario describiendo cómo los periodistas en México se encuentran en un fuego cruzado entre las balas de los diferentes gobiernos de turno y las del crimen organizado.

México tiene el sexto lugar en asesinatos a periodistas en todo el mundo, el primero en América Latina; en el ranking mundial de libertad de prensa ocupa el puesto 148 de 180, según Reporteros Sin Fronteras; de acuerdo con Freedom House, está en el último lugar de la década. Entre 2000 y 2014 hubo 82 periodistas asesinados, de ellos 14 mujeres.

Los casos como el de Martínez no son una excepción en México. Puede costar la vida si el área al que un periodista se aboca es el de seguridad. Gran contraste. Una estrella de cine, Sean Penn, solo con solicitarlo a través de una serie de contactos logra un encuentro con el hombre más buscado del mundo tras la muerte de Osama bin Laden: Joaquín Guzmán Loera, alias El Chapo; mientras que otros periodistas mexicanos son asesinados, desaparecidos o secuestrados por una línea que no gustó a un miembro de rango o subalterno del crimen organizado.

Esto plantea un cuestionamiento ético sobre la entrevista de Penn titulada El Chapo habla, considerando que su organización está relacionada con muchos de los asesinatos y desa- pariciones de periodistas o atentados a medios y amenazas (sin dejar excluidos los miles de asesinatos de no periodistas) que han derivado en la autocensura en algunos casos y en otros la decisión editorial de no cubrir temas de narcotráfico. Este vacío que ha provocado la creación de plataformas en redes sociales (como por ejemplo Valor Por Tamaulipas), en la que los usuarios informan sobre balaceras, desaparecidos, atentados y otros delitos relacionados con el crimen organizado no sin consecuencias funestas, ya que los administradores de estas páginas también han sufrido la persecución y la muerte.

En defensa de Penn hay que admitir que deben ser inexistentes los periodistas mexicanos que no quisieran hacerle un puñado de preguntas al El Chapo Guzmán.  Posiblemente Penn, abocado solo en su objetivo de promover un debate en torno a la legalización, olvidó preguntar sobre este contexto no adverso sino fatal para el trabajo de los periodistas mexicanos y la vida de cientos de miles de personas.

¿Así como Penn admitió que su texto sea sometido al visto bueno de El Chapo, lo que en periodismo no es aceptable, tal vez haya concedido la labor fiscalizadora del entrevistado sobre qué se pregunta y qué no?  Penn hace preguntas sobre la infancia de Guzmán, periodo de su vida ampliamente conocido a través de cientos de narcocorridos que en temas biográficos y de confrontaciones entre bandos opuestos o contra agencias armadas del Gobierno son fuentes en general fiables.

De hecho, la autocensura del periodismo ha derivado en que se sepa más de los narcotraficantes por este género musical que a través de medios de comunicación. Los artistas narran sus vidas y el fracaso de algún operativos militares o simplemente la carrera de algún narco o sicario.

Volviendo al cuestionamiento al producto de Penn, tampoco debe llegarse a la condena absoluta de este miembro de la farándula hollywoodense y activista de línea política más bien errática. Yendo por partes, hay que adentrarse en su texto.

No se puede dejar de notar que en su texto existe una enorme asimetría entre el abundante enunciado en primera del narrador-personaje (el actor Penn) y el discurso de El Chapo. Considerando que el texto titula El Chapo habla, los limitantes físicos de una publicación impresa, en este caso, no son un justificativo, dado que el texto de Penn ocupa más de 60.000 caracteres; así que el espacio no era una restricción. ¿Tal vez lo fueron las sintéticas respuestas del narcotraficante? El texto es presentado como una entrevista, sin embargo, el periodista Rafael Archondo considera que no es sino una crónica sobre cómo se logró pactar un encuentro.

“A lo que más le pone su esfuerzo es a la narración de cómo llega a encontrarse con El Chapo. Cuando llega a la conversación con Guzmán, el interés decae, porque lo que Guzmán dice no son cosas realmente nuevas, excepto aquella frase en que confiesa que es un narcotraficante”. Entonces, para Archondo, Penn hace de cronista de una entrevista que no se llega a realizar y llega solo en forma de video, donde se ve al narcotraficante responder a una lista de preguntas.

De hecho, en sus dos anteriores interrogatorios, tras sus correspondientes arrestos, El Chapo aseguró que era “agricultor”. Respecto a la falta de novedad en lo que dice Guzmán, es imposible no comparar la entrevista de Penn con la de Julio Scherer García (uno de los periodistas más importantes que ha dado Latinoamérica), El Mayo Zambada (Proceso, En la guarida de ‘El Mayo’ Zambada, 3 de abril de 2010).

La entrevista de Scherer, que deja con ganas de que sea más extensa, también da una parte importante al relato previo al encuentro. Se sabe que fue El Mayo —de quien se dice que es la verdadera cabeza del cártel de Sinaloa— quien buscó a Scherer. En el texto se puede conocer algunos aspectos al narcotraficante, su forma de pensar: “El monte es mi casa, mi familia, mi protección, mi tierra, el agua que bebo. La tierra siempre es buena, el cielo no. […] A veces el cielo niega la lluvia”, en esa respuesta se tiene a un Zambada hasta poético y entraña algo humano que nunca habríamos conocido de un narcotraficante, quien declara al periodista que es “agricultor”, a diferencia de El Chapo, quien dijo eso de sí mismo solo en interrogatorios judiciales.

Es evidente que Guzmán leyó con detenimiento la entrevista de Scherer a su compadre El Mayo. Tan evidente, que incluso responde lo que dijera Zambada en 2010: “Un día decido entregarme al Gobierno para que me fusile. Mi caso debe ser ejemplar, un escarmiento para todos. Me fusilan y estalla la euforia. Pero al cabo de los días vamos sabiendo que nada cambió. […] El problema del narco envuelve a millones. ¿Cómo dominarlos? En cuanto a los capos, encerrados, muertos o extraditados, sus reemplazos ya andan por ahí.”

Algo similar manifestó Guzmán a Penn: “El narcotráfico no depende de una persona, sino de muchas”, y añadió que no tiene el control de éstas. El periodista Carlos Soria Galvarro es conclusivo y considera que la entrevista no es un producto periodístico de calidad.

“Resultan asuntos éticos: se trata de un personaje responsable de miles de crímenes con miles de víctimas, entre ellos periodistas sometidos a un régimen de terror y obligados a la autocensura”. Si realmente quiere cubrir y “saber lo que es canela”, que escriba en un periódico en México.

“Penn se lanza a una aventura que no tiene un resultado muy fructífero, relata su propio ego y la entrevista misma es floja y da el control de su producto a su entrevistado. La autocensura. Periodísticamente, no es un producto de calidad, que aporte. En este caso se agrava con una tendencia morbosa de satisfacer una curiosidad”, sostiene Soria.

Sobre el aspecto ético, para Archondo, no existe ningún reparo. “No hay ninguna contravención. Además, la entrevista sale después de la captura de El Chapo, ya no es un prófugo”.  Siguiendo con las preguntas de Penn, ¿eran las más pertinentes? ¿Tal vez se habría esperado que existan interrogantes sobre sus fugas de prisión y la relación con la colusión, secreto a voces, con miembros de cada sexenio y funcionarios de Estado mexicano?

Archondo no cree que haya falencia en este punto, ya que Penn en un momento dice que no quiere juzgar a El Chapo. “Penn tiene una postura sobre la lucha contra las drogas que la hace explícita en su crónica, ese enfoque de enfrentar el problema es calificado de inútil. En ese sentido, no está adscrito a la posición prohibicionista. Entonces dice que son culpables tanto los que producen y trafican como los que la consumen y demandan. Eso explica las preguntas que formula y que a muchos puede no gustar porque lo hace desde su perspectiva antiprohibicionista”.

No obstante, también considera que el resultado es “mecánico” sin posibilidad de réplica o contrapreguntas ya que se contesta a un cuestionario: “No tiene el sentido que debe tener una entrevista periodística”, cuestiona Archondo.

Para Soria Galvarro, el debate toca asuntos más profundos, como “la tragedia” que está pasando en México. “Es algo que tiene que llamarnos la atención. Muestra que la guerra contra el narcotráfico ha fracasado. Se impone un debate para encontrar una salida distinta, ya que la ilegalidad hace crecer al crimen organizado. Tal vez lo de Uruguay sea una vía”. En Uruguay se legalizó el cultivo y consumo de marihuana. “Los bolivianos tenemos que mirarnos en el espejo de México, no estamos inmunes siendo un país que produce droga y por el cual la droga transita”, afirma el periodista.

La entrevista de Penn ha causado repercusiones en el mundo, muchas de ellas en contra, como la de Javier Garza Ramos, que dijo que en ese diálogo hubo un falso heroísmo. Es que para nadie en México y en el mundo ha sido fácil abordar al hombre más buscado de los últimos meses. Sin embargo, más de uno, a juzgar en las redes nacionales en Bolivia, quiso ser Penn, aunque con otro cuestionario para el capo del narcotráfico

La entrevista a Roberto Suárez en RTP

Así como la entrevista de Sean Penn a Joaquín Guzmán Loera, del cártel de Sinaloa, causó polémica y una discusión en torno a ese acto de periodismo, también lo hizo la entrevista realizada por conductores de Radio Televisión Popular (RTP) a Roberto Suárez, el Rey de la Cocaína, en 1988.

Antes, el escándalo del narcovideo en que tres personajes del partido del dictador Banzer (Alfredo Arce Carpio, general Mario Vargas y los hermanos Alvéstegui Alexander) aparecían conversando con el Rey de la Cocaína culminó con un segundo escándalo: la entrevista a Suárez. El gobierno de Víctor Paz lo vio como “dar pantalla a personaje de tamaña calaña”, cuenta el periodista Carlos Soria Galvarro.

Por una decisión administrativa y sin juicio de ningún tipo se clausuró por un año RTP. “Esto catapultó a la política a Carlos Palenque”. Así como Soria Galvarro piensa que la entrevista de Penn no fue un producto de calidad, la entrevista a Suárez tampoco: “El entrevistador quedó perplejo ante el control de la entrevista que tomó el hijo de Suárez, no la adecuó y prácticamente les dio pantalla libre”. El periodista Rafael Archondo recuerda que la figura utilizada por la Dirección General de Telecomunicaciones fue “apología del delito”.

“Fue un hecho injusto. Primero porque afectó a radio Metropolitana, que no difundió la conversación. Segundo, porque no fue el periodista, sino el entrevistado, quien pudo haber elogiado su actividad ilegal. La razón de fondo era otra. El entonces ministro de Transportes y Comunicaciones, Andrés Petricevic, era socio cercano de un canal de la competencia. Es posible que haya primado el interés de eliminar al rival comercial”, apunta.

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Crisis e implosión en el MAS

Una conversación con el politólogo, comunicador y escritor José Luis Exeni sobre la ruptura interna en el partido de gobierno y sus implicaciones para la política nacional.

/ 2 de noviembre de 2024 / 23:43

El Movimiento al Socialismo (MAS), el partido dominante en Bolivia desde su ascenso al poder al romper el Siglo XXI, atraviesa una crisis interna con implicaciones para el conjunto de la sociedad. Más aun, el hilo de conflictos amenaza con debilitar al bloque popular e indígena y desmoronar la base de su poder. La pugna entre sus líderes, el presidente Luis Arce y el expresidente Evo Morales, ha fracturado al partido y generado divisiones profundas en las organizaciones sociales que lo sostienen.

Según el politólogo, comunicador y escritor, José Luis Exeni, esta disputa ha llevado al MAS a un “escenario de muerte cruzada” que compromete su unidad. Pero la cuestión no se agota ahí, dado que Bolivia no cuenta con una alternativa política sólida, con las oposiciones siguen sin un proyecto de país claro y cohesionado.

En una entrevista exclusiva con Animal Político, de La Razón, Exeni brinda una visión detallada de cómo esta fractura interna ha develado y desencadenado una serie de problemas estructurales. Los mismos que, tarde o temprano, tendrán consecuencias para el país y el proyecto político plurinacional que el MAS encarnaba.

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Crisis e implosión en el MAS

Crisis e implosión en el MAS

Disputa interna en el MAS

Para Exeni, el MAS «ha ordenado y organizado el campo político boliviano durante las últimas dos décadas», estableciendo una hegemonía sin precedentes. No obstante, hoy enfrenta un «escenario de muerte cruzada» entre sus dos principales líderes: Arce y Morales. Este enfrentamiento ha quebrado no solo la unidad del partido, sino también ha fragmentado a las organizaciones sociales que históricamente han sido su base de apoyo.

“Debemos situar lo que ya es una implosión en el MAS-IPSP, que empezó como un desencuentro entre el presidente electo de 2020, Luis Arce, y quien asumió la presidencia del partido, Evo Morales. Estos desencuentros se referían a políticas, visiones, protagonismo y reconocimiento. La situación se fue quebrando hasta llegar al momento actual, donde se ha fracturado prácticamente la estructura política”, explica Exeni.

Complementa diciendo que «todo eso ha contaminado el campo político, ha contaminado el funcionamiento de la Asamblea Legislativa Plurinacional, ha contaminado la gestión pública» y, por supuesto, está afectando la gobernabilidad del país.

“Continuamos en un contexto de polarización que no es solo político-discursiva, y que hoy se agrava con un escenario de fragmentación. Esta fragmentación seguramente se expresará en el próximo ciclo electoral y en el próximo ciclo político del país”, asevera Exeni.

Añade que “el sentimiento predominante es de incertidumbre. El último estudio que realizamos muestra claramente que la incertidumbre es la sensación predominante, aunque también aparece cada vez más fuerte una sensación de rabia y molestia ante lo que está sucediendo en el país”.

El bloque social del MAS

El bloque plurinacional, que constituye la columna vertebral del Movimiento al Socialismo (MAS), se enfrenta a una desintegración que podría redefinir la política en Bolivia. Este bloque, integrado por las principales organizaciones sociales e indígenas del país, como la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB), el Consejo Nacional de Ayllus y Markas del Qullasuyu (CONAMAQ), las “Bartolinas” y los Interculturales, fue clave en la creación del Estado plurinacional y en la consolidación de derechos colectivos en la Constitución de 2009. Sin embargo, según Exeni, la crisis actual del MAS ha dejado a estas organizaciones “fracturadas, divididas, cooptadas o condicionadas”.

Esta fractura interna no se limita a una lucha entre caudillos, sino que impacta en la esencia misma del bloque popular e indígena. “No hay, hoy mismo, un bloque plurinacional que tenga un proyecto de poder como el que hubo en torno al MAS-IPSP”, sostiene el politólogo. La ausencia de un liderazgo unificado ha generado divisiones inéditas que afectan a las bases, las cuales se encuentran “huérfanas” de dirección y representación política clara.

Causas

Pero, ¿qué ha desencadenado todo esto por qué las cosas han llegado a donde están actualmente? ¿Por qué ha ocurrido esto? Exeni explica que “el MAS estaba asentado en una estructura decisoria donde una sola persona, Evo Morales, concentraba la decisión como presidente del Estado, presidente del partido, núcleo de la bancada parlamentaria (que además tenía una mayoría especial de dos tercios) y enlace de las organizaciones sociales. Eso se quebró a partir de 2020 y no ha sido sustituido por ningún otro modelo decisorio”.

“El núcleo conflictivo radica en que en los últimos cuatro años no ha habido una estructura decisoria dentro del partido de gobierno que defina el rumbo de la política y la gestión pública. El efecto es el que tenemos hoy: una estructura política fracturada, un gobierno débil con problemas de gobernabilidad, hoy minoritario, que no tiene la bancada mayoritaria de la Asamblea y por lo tanto está bloqueado en todas sus iniciativas”.

“Esta disputa no es por políticas públicas, no es por razones ideológicas, no es por el horizonte del país: es por el control del partido y, sobre todo, por la candidatura presidencial de 2025”, puntualiza el analista.

El vacío decisorio ha resultado en un estancamiento político y una debilitación de la cohesión del bloque plurinacional.

Escenarios

La pregunta que surge es si este bloque plurinacional podrá o no reconstruirse fuera del MAS. “El MAS es una construcción desde el bloque popular indígena campesino… Todo eso se está quebrando en este momento”, enfatiza Exeni. A su juicio, las organizaciones matrices que sustentaban al MAS podrían optar por reorganizarse en torno a nuevos liderazgos y así preservar el proyecto plurinacional. No obstante, el experto advierte que “la gran incertidumbre y la gran duda es en qué medida estos sujetos… van a ser capaces de reconstruir el proyecto plurinacional popular más allá del instrumento político, más allá del MAS”.

En este contexto, el futuro del bloque dependerá de su capacidad para superar las divisiones actuales y mantener sus conquistas. Exeni sugiere que el país podría estar entrando en una fase de “resistencia” más que de avances: “Viene un tiempo de resistencia donde habrá que preservar lo que se ha ganado”, afirma.

Pérdida de horizonte político

La fragmentación del MAS también ha provocado un «vaciamiento del campo político», según Exeni, dejando sin contenidos sustanciales al debate político en general. En la actualidad, «pareciera que nadie está haciendo política y están haciendo cualquier otra cosa», asevera, refiriéndose a cómo el discurso público ha perdido su enfoque en proyectos colectivos y objetivos a largo plazo. Este vacío ha llevado a una creciente polarización y desconfianza, donde las instituciones estatales, los líderes políticos y hasta la sociedad civil son vistos con escepticismo.

Para Exeni, el MAS era el protagonista principal en un «sistema con partido predominante» que no necesitaba pactar con otras fuerzas debido a su mayoría parlamentaria. Sin embargo, ahora la idea de pactar se ha convertido en «mala palabra», y el partido enfrenta la paradoja de necesitar alianzas para gobernar, pero sin la capacidad de establecerlas. Esta falta de acuerdos obstaculiza la gobernabilidad y el funcionamiento del gobierno de Arce, quien, siguiendo con el polítólogo, «no tiene la bancada mayoritaria de la Asamblea y, por lo tanto, está bloqueado en todas sus iniciativas».

La cuestión plurinacional

Una de las grandes preocupaciones de Exeni es el impacto de esta crisis en el proyecto plurinacional, que no solo es un logro político del MAS, sino un avance significativo para la sociedad boliviana en su conjunto. La Constitución de 2009 estableció bases para un Estado plurinacional, con la inclusión de derechos colectivos, interculturalidad y pluralismo jurídico. No obstante, como él indica, desde entonces se ha producido un proceso de «desconstitucionalización», en el cual estos ideales han sido gradualmente olvidados o subordinados a intereses partidistas.

“He planteado que ni Evo Morales ni Luis Arce, si fuesen a las elecciones, tienen posibilidad de ganar en primera vuelta y menos en segunda vuelta. Habrá que ver cómo se recompone desde la oposición, y en qué condiciones y con qué alcance, este proyecto plurinacional popular”, señala el también comunicador y escritor.

Recuerda que “recientemente, en una mesa de la Coordinadora de la Mujer sobre participación política y democratización del poder, una compañera de Tarija relataba una reunión de las dirigencias de base donde decían: ‘aquí no queremos ni evistas ni arcistas. Queremos a las mujeres, a los compañeros sindicalistas que nos van a defender como proyecto político’».

Oposiciones y ausencias

La implosión interna del Movimiento al Socialismo (MAS) en Bolivia ha evidenciado un vacío de poder que podría haber sido una oportunidad para que la oposición consolidara una alternativa real. Sin embargo, la oposición boliviana enfrenta grandes limitaciones: carece de una visión cohesionada y de un proyecto político que logre conectar con la mayoría de la población, particularmente con las bases indígenas y populares.

En palabras de Exeni, “la oposición no ha logrado entender el profundo cambio que se ha producido en el país”. Este desconocimiento, sumado a la falta de una narrativa articulada, deja a quienes confrontan con el MAS en una posición de reactividad frente a los acontecimientos, sin ofrecer una solución viable.

En criterio de Exeni, uno de los problemas fundamentales es que la oposición es que “no ha terminado de entender el proceso de transformación” que Bolivia ha experimentado en las últimas dos décadas. Durante este período, el MAS consolidó una serie de reformas políticas y sociales que respondieron a las demandas de inclusión y derechos de la mayoría indígena y campesina, sectores que la oposición ha ignorado o, en algunos casos, desdeñado. “Hay una mirada señorial que no solo no comprende a las mayorías del país, sino las desprecia”, afirma Exeni.

Fragmentaciones dentro y fuera del MAS

La oposición política en Bolivia se presenta, además, como una entidad fragmentada y múltiple, con distintas facciones que representan intereses regionales, mediáticos, religiosos y tradicionales. Exeni describe a la oposición boliviana como “oposiciones en plural”, diferenciando entre la “oposición política tradicional”, proveniente de los partidos de derecha previos a la crisis de 2003, y una nueva oposición emergente que ha intentado posicionarse en el discurso público, aunque sin éxito. La oposición tradicional, representada por figuras políticas como Jorge Quiroga, Samuel Doria Medina y Carlos Mesa, no ha logrado renovarse ni en sus propuestas ni en su liderazgo. Advierte que estos actores “no tienen capacidad de renovación ni en su liderazgo, ni en su estructura, ni en su proyecto programático, ni en su visión de país”.

Por otro lado, las expresiones emergentes de oposición carecen de recorrido, es decir, de una presencia real en las movilizaciones sociales y un respaldo popular. Para Exeni, “es una oposición que no tiene calle”, cuyo activismo se limita a la presencia en redes sociales y medios de comunicación sin propuestas concretas que respondan a las necesidades de la mayoría. Este déficit estructural lleva a que Bolivia enfrente el próximo ciclo electoral sin una oposición que realmente represente una alternativa sólida, y que “tampoco logra entender o conectarse con el cambio profundo” que la sociedad boliviana demanda.

Escenarios futuros

La crisis del MAS y la ausencia de una oposición consolidada plantean escenarios complejos para Bolivia en el corto y mediano plazo. Exeni prevé un próximo ciclo político caracterizado por una «suma de derrotados y de minorías» que se verán obligados a pactar en un contexto de fragmentación. Además, anticipa una «crisis económica muy severa» que requerirá medidas drásticas y que pondrá a prueba la capacidad de la clase política para gobernar de manera efectiva.

Exeni también apunta que este momento crítico debería llevar a la sociedad boliviana a reflexionar sobre «cuál es el proyecto posconstituyente y qué es lo que vamos a preservar de eso que ha sido el proceso constituyente». Esta discusión es esencial para garantizar que los logros alcanzados en los últimos años no se pierdan y que el país pueda construir un futuro más equitativo y cohesionado.

Así, la crisis interna del MAS no solo revela problemas profundos dentro de uno de los partidos históricamente más trascendentales de Bolivia, sino también expone las debilidades de un sistema político en el cual tanto el oficialismo como la oposición carecen actualmente de visión y cohesión.

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Política enferma, riesgo de contagio

El autor reflexiona sobre la crisis política e institucional por la que atraviesa el país y los desafíos que plantea.

/ 2 de noviembre de 2024 / 23:33

La crisis está inscrita en el ADN de la política boliviana. Los períodos de estabilidad parecen ser la excepción en nuestra historia y las crisis ser la constante sobre la que se construyó nuestro sistema político, nuestra economía y nuestra relativamente joven estatalidad.

La crisis que hoy enfrentamos, sin duda, tiene rasgos similares a los de otros momentos de nuestra historia política, pero ante las preguntas de ¿cuán profunda es? y ¿dónde podemos hallar las soluciones?, pareciera que las respuestas son, o deben ser, muy diferentes a las que el sistema político encontró en crisis anteriores.

La crisis que se expande

La crisis del MAS es, simultáneamente, la crisis del sistema político y la crisis del Estado boliviano. Su centralidad, hegemonía y profunda imbricación con el tejido social hacen que cualquier cambio sustancial en su dinámica interna genere olas en diferentes dimensiones de la vida nacional.

Durante años el MAS se preciaba de contar con todo aquello que le faltaba a la oposición: estructura organizativa identificable, sostenible y funcional, a pesar de sus borrosos contornos. Contaba con bases sociales organizadas y elevada conciencia reivindicativa. Había desarrollado una propuesta integral de país, aún hoy aceptada por grandes segmentos de la población, y sus liderazgos eran electoralmente exitosos.

Con todos estos elementos, de los que aún carece la oposición, se constituyó en el indiscutible eje del sistema político boliviano. Era tan elevada su densidad política que la oposición boliviana solo atinó a desarrollar su identidad alrededor de ella, definiéndose finalmente sólo como antimasista o antievista, al carecer de propuestas, estructuras, bases organizadas o liderazgos agregadores. Aún hoy es una oposición sin vocación de poder y con vocación de minoría.

Pero la reciente implosión definitiva del MAS ha generado un fenómeno de crisis identitaria a ambos lados del río. Si este partido ya no es lo que era, sus detractores tampoco pueden seguir siendo lo que eran.

Dado que la misma dirigencia del MAS y de las organizaciones sociales se han dedicado frenéticamente a destruir al partido, quitándole esa tarea a la oposición, esta última queda carente de razón de ser, y sus tibias críticas al modelo económico, sin una propuesta alternativa, no alcanzan a dotarle de una nueva razón de ser. Un MAS irreconocible e irreconciliable y una oposición confundida dejan un vacío enorme en el sistema político.

Pero la pérdida del eje ordenador y la crisis de identidad de los actores, no son los únicos problemas del sistema político. Existe un progresivo distanciamiento de éste con la sociedad y sus necesidades.

Cercado por un entorno geopolítico internacional que refleja una conmoción de dimensiones históricas y por la irracional resistencia del sector evista a aceptar el cambio interno dentro del MAS, el gobierno de Luis Arce transformó la simple supervivencia en su principal tarea política.

Para lograrlo, escogió rutas ya recorridas por el MAS de Evo. La secundarización del primer órgano del Estado (la Asamblea Legislativa), la instrumentalización de la Justicia, la discrecionalidad y relativización en la interpretación de las normas (comenzando por la propia Constitución), la corporativización del aparato estatal y la tolerancia de las republiquetas en territorios clave del país siguen siendo prácticas políticas comunes.

Estas rutas no sólo distanciaron más al sistema político de la sociedad sino que debilitaron al siempre frágil Estado boliviano y a su institucionalidad y aunque este proceso no es invención del gobierno de Arce, sí se ha visto profundizado en los pasados cuatro años.

Concluyo entonces que las debilidades e inercias del sistema político ya le están pasando factura al Estado, simultáneamente están incrementando el descontento social e incluso estarían afectando al mismo tejido social que ya da signos de parecerse a los políticos: solo impera la ley del más fuerte y el respeto a las normas de convivencia social se torna optativo.

En busca de oxígeno

Un sistema político así de enfermo y una estatalidad carente de la fuerza necesaria para ordenar la vida social han ocasionado que surjan voces públicas que piden la reforma y la transformación de la política. Algunos agoreros adelantan que fenómenos tipo Bukele o Milei podrían darse en nuestro país si no cambia el sistema político. Esta posibilidad no aparece aún en el horizonte, pero no debiéramos descartarla.

Lo que sí queda claro es que el sistema político, sus representantes y dirigentes no dan señales de querer o poder avanzar en una necesaria renovación.

Ante un escenario de imposibilidad de reinvención desde dentro del mismo sistema político, las miradas se vuelven hacia afuera, hacia la sociedad. Es en ella donde están, aún de manera latente, las posibilidades de recuperación del dinamismo del bloque nacional-popular, de renovación del sistema político y de preservación de los avances del Estado Plurinacional.

La primera alternativa para este tránsito es, obviamente, que el sector social que protagonizó la primera etapa del Proceso de Cambio, el movimiento indígena-originario-campesino, abandone la inercia en la que entró, sea capaz de revisar las prácticas que le quitaron autonomía y centralidad, y asuma como tarea prioritaria la renovación de la política como ejercicio de construcción de lo común. Pero a estas alturas de la historia es justo considerar a muchas de sus organizaciones como parte del sistema político en crisis.

Por otro lado, debemos recordar que la sociedad boliviana se ha transformado de manera radical los pasados quince años y se ha generado una verdadera ruptura histórica con la Bolivia republicana, dando origen a nuevos actores sociales con potencialidad política. Es el caso de los jóvenes.

Estamos ante la generación más educada de nuestra historia (se han quintuplicado los egresados universitarios). Es la generación que parece haber resignificado su comprensión del racismo (en gran medida sólo conocieron un presidente: uno indígena). Es la que gozó de uno de los períodos más largos de bonanza económica y tranquilidad social, lo que le permitió a su vez romper, vía tecnología y cierta holgura económica, con el histórico aislamiento geográfico, mental y espiritual que siempre signó a Bolivia.

Actores

Ciertamente es una juventud que reniega de la política (la mala experiencia del 2019 y la decepción con el actual sistema político son razones válidas), pero es también portadora de una visión diferente del mundo. Es, sin duda, la mejor herencia de los pasados quince años de Proceso de Cambio.

Hoy los jóvenes pueden ofrecerle más al país, pero no por su intrínseca vitalidad, sino porque son cualitativamente diferentes a las generaciones anteriores.

Otro actor político novedoso y potente son los colectivos de mujeres, feministas o no. La mayor presencia de las mujeres en todos los espacios de la vida pública y la esfera política, señalan una vía de superación paulatina de una sociedad machista.

Pero más importante aún es la existencia entre sus organizaciones de un discurso interpelador a la sociedad por su carácter patriarcal. Este discurso ya no es solo antimachista o pro equidad de género, sino que propone cambios en la economía, la política, la cultura y la familia, por decir lo menos. Es potencialmente una visión alternativa de la sociedad.

Existen otras corrientes y actores sociales que surgieron la pasada década alrededor de causas específicas, como el medio ambiente, que tienen la capacidad de oxigenar el sistema político tanto con visiones, propuestas y liderazgos.

Un sistema político que se resiste a salir de su zona de confort representa un riesgo para las conquistas sociales y económicas logradas los pasados quince años, pues termina siendo un incentivo para las tendencias regresivas que existen en el país. Y en la actualidad, el futuro es demasiado incierto y peligroso como para dejarlo exclusivamente en manos de los políticos.

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El periodismo bajo el reinado de la monofuente

El periodismo boliviano enfrenta enormes desafíos en medio de una creciente polarización, transformaciones tecnológicas, además de presiones políticas y económicas.

/ 2 de noviembre de 2024 / 23:22

La norma básica del periodismo exige que toda nota que se precie de ser rigurosa debe, al menos, tener dos fuentes de respaldo: las clásicas parte y contraparte; aún mejor, una pluralidad de voces que le brinden respaldo y seriedad. Sin embargo, en el ejercicio actual del periodismo en Bolivia reinan las notas con una sola fuente, lo que evidentemente, en medio de la polarización, se ha convertido en un arma política.

La más reciente encuesta Delphi-FES (Friedrich-Ebert-Stiftung) de octubre de este año establece que ante la pregunta «¿En general, los medios de comunicación en Bolivia…?», los encuestados respondieron: informan con veracidad (4,6%), informan en función de su propia agenda e intereses (72,6%), desinforman y generan noticias falsas (14,7%), otro (7,3%), no sabe (2,8%). Estos resultados son más que interesantes porque presentan una radiografía casi precisa sobre el rol que cumplen los medios de comunicación, conclusión por demás alarmante, porque implica que la mayoría cree que estos responden a su propia agenda e intereses, que, traducido a la realidad del país, significa que el ciudadano consume una «postura editorial politizada», en un contexto altamente polarizado que toleramos desde la primera gestión de Evo Morales.

Datos sobre medios y periodismo

En la misma encuesta, encontramos que ante la pregunta «¿Por qué medios se entera principalmente de las noticias y el mundo?»: televisión (24,8%), radio (17,4%), periódicos (22,0%), medios digitales (61,1%), redes sociales (34,9%), grupos WhatsApp (8,3%), otro (0,0%) y no me interesan las noticias (0,9%). Las respuestas dejan ver que los medios digitales han tomado el liderazgo como fuentes de información.

En este contexto, los nuevos modelos informativos han cambiado el escenario, lo que se evidencia más a partir del predominio de lo que se ha venido a llamar «periodismo deliberativo», una opción «premasticada» del consumo informativo, que desplaza al ejercicio del periodismo como estrictamente fue concebido, donde la opinión del «redactor/editor» se basaba en la búsqueda rigurosa de los hechos que conforman una noticia, con una pluralidad de fuentes. Hoy esa búsqueda es considerada anticuada; las «nuevas tendencias» quieren/exigen todo cavilado, evitan que el lector procese el contenido informativo y que llegue a su propia conclusión. Si un lector busca llegar a la verdad de una noticia, o por lo menos aproximarse, tiene que buscar varias fuentes, mismas que tienen diferentes enfoques, compararlas, cotejarlas y así llegar a una conclusión que le permita asumir una posición propia y no impuesta por la agenda.

Hacer periodismo

La práctica periodística actual en los medios nos condiciona a consumir la información como si de grageas se tratara: solo una parte del hecho noticioso, que además fue «condimentada» en su «cocción» con la postura del medio de comunicación, dejando totalmente de lado la búsqueda de fuentes. La pluralidad queda desplazada por la instantaneidad del proceso informativo, por un lado, pero lo más evidente es que quienes elaboran esa información están concentrados en disgregar el contenido de manera que puedan cautivar a las audiencias, mutilando en el proceso todo sentido periodístico estricto, que es informar. Mostrar solo una parte de un hecho noticioso de manera tendenciosa es lo mismo que no contar la noticia.

No es que incomode la libertad de expresión informativa, hoy irrestricta como nunca antes se ha visto; lo que preocupa es la calidad de la información que es emitida. Y se torna preocupante porque quien tenga un celular puede transmitir un evento que considere importante, pero esto no lo hace periodista bajo ningún aspecto, porque solo está enviando un «en vivo», que carece de tratamiento periodístico, lo que a veces se convierte en un peligro porque puede tergiversar un hecho y causar daños irreparables.

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Ocurre entonces que esta forma de informar, pese a su falta de rigurosidad y tratamiento informativo, se ha impuesto en los medios de comunicación. Celular en mano, el periodista desde donde está activa su transmisión en vivo considerando solo una fuente. El actuar es igual en todos los medios: una sola fuente de información e, inmediatamente después, una conclusión. En muchos casos, se busca una reacción altamente emocional en la audiencia, quitando toda posibilidad de reflexión. De esta forma, se vulnera el principio fundamental periodístico: el de intentar llegar a una aproximación cercana a la realidad.

Hoy, quienes dirigen los medios olvidaron intencionalmente los principios periodísticos informativos, al optar por preservar sus intereses políticos/empresariales y al elevar los niveles de consumidores/ventas con base en la exacerbación de la polarización política que vive el país desde que «esa otra Bolivia» decidió ser parte de la toma de decisiones sobre lo que debería ser la nación. En medio de esa conflictividad, también han surgido los tonos grises que en la coyuntura actual han enardecido mucho más las posturas políticas, convirtiendo a los medios de comunicación en verdaderos actores políticos al estilo de «dime qué consumes y te diré qué crees».

Las audiencias tienen hoy, más que antes, una percepción distinta del medio periodístico y también del periodismo, porque su consumo informativo ya no se circunscribe al medio de comunicación tradicional, sino al virtual; por tanto, su realidad informativa puede llegar a ser radicalmente distinta al medio de comunicación, cualquiera que fuese. Es decir, las audiencias tienen información previa, la que no necesariamente es de calidad, emitida sea por una «transmisión en vivo» o el «relato del informador de plataforma», que desde su oficio «tiktokero» (quienes no tienen obligación alguna de cumplir con los códigos formales del quehacer periodístico), puesto que su oficio es difundir emociones para ser consumido.

Cambios tecnológicos y periodismo

Entonces, ocurre un fenómeno de contrastación entre lo que vio a través de su celular y lo que le muestra el medio de comunicación: la directa/real y la mediática/procesada. De no coincidir ambas, generan rechazo, no hacia lo que vio a través de su celular, porque tiene la visión de que eso es real y de allí que se perciba que los periodistas de los medios de comunicación tradicionales ocultan la verdad. Quizá esta sea una respuesta a las agresiones que sufren hoy los periodistas.

Es entonces el consumidor quien manda y decide; el medio está dejando de ser el «medio» porque, ante la percepción general, como se vio en los resultados de la encuesta, ya no cumple con su labor periodística de manera rigurosa; al contrario, en la lógica actual, consumista y publicitaria, informa a medias, manipula la noticia según su propio interés o, mejor dicho, según el interés de los propietarios, de sus empleadores.

No podemos dejar de lado el tema de la pauta publicitaria que, siendo en nuestro país escasa, convierte al Estado en el principal cliente, que aunque pague mal y tarde, es el único pilar de la subsistencia de los medios de comunicación, salvadas excepciones. ¿Qué pasa con el sector empresarial? A partir de la irrupción de las diversas plataformas digitales, ya no necesariamente busca tener presencia en los canales tradicionales; simplemente una cuenta en TikTok, Facebook o Instagram y contratar a un equipo de productores de contenidos para redes.

¿Qué queda entonces? Lo político, la confrontación, la polarización como único factor para contrarrestar esta falta publicitaria. Vale señalar que en Bolivia no todos los medios han caído en esta malsana coerción, que todavía existen medios que apuestan por el consumo «sano» de un buen periodismo, que, luchando contra la marea, le han dicho no a la narrativa impuesta y se han rebelado heroicamente al dominio de la «monofuente».

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¿Han dejado de ser útiles las Naciones Unidas?

A sus 79 años, la ONU evidencia su obsolescencia ante los conflictos globales actuales, lastrada por un Consejo de Seguridad poco representativo y un poder de veto que paraliza su efectividad.

/ 2 de noviembre de 2024 / 23:10

Las Naciones Unidas, establecidas en 1945 al final de la Segunda Guerra Mundial, lamentablemente han dejado de ser útiles al conmemorar su 79° aniversario debido a su fracaso en reformarse y adaptarse al nuevo orden mundial tras el colapso de la Unión Soviética, que es significativamente diferente de cuando se estableció la ONU.

La misión de las Naciones Unidas, que es promover la paz y la estabilidad, ha fracasado una y otra vez, como lo demuestran claramente muchos de los conflictos violentos actuales, especialmente la guerra de Ucrania y el conflicto israelí-palestino.

Como bien lo expresó el presidente ucraniano, Volodymyr Zelenskyy, cuando preguntó durante su discurso ante el Consejo de Seguridad en 2022: “¿Dónde está la seguridad que el Consejo de Seguridad necesita garantizar? ¿Dónde está la paz?”.

A lo largo de los años, académicos y centros de estudios han propuesto ideas reformistas para que la ONU sea más adaptable y responda mejor al cambiante orden mundial. Han fracasado principalmente debido a la forma en que se estructuró la ONU y a la oposición de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (CSNU) –Estados Unidos, Rusia, China, Gran Bretaña y Francia– a cualquier reforma significativa que pudiera disminuir su poder.

Sin duda, proponer reformas integrales a las Naciones Unidas queda fuera del alcance de esta columna. Sin embargo, hay algunas reformas limitadas que el Consejo de Seguridad puede llevar a cabo, sin un cambio fundamental en su estructura, para mejorar su eficacia en el mantenimiento de la paz mundial.

Antes de ello, es fundamental señalar algunas de las deficiencias de la ONU para poner en contexto las limitadas reformas que se pueden emprender.

La estructura del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas

La estructura del Consejo de Seguridad de la ONU, en particular el poder de veto de sus cinco miembros permanentes, suele conducir a la inacción. Este poder permite a cualquiera de estos países bloquear resoluciones, incluso si existe un amplio apoyo internacional. Esto ha dado lugar a estancamientos en cuestiones críticas como la guerra civil siria, la guerra en Ucrania y el conflicto entre Israel y Palestina.

Las matanzas de civiles y la destrucción de ciudades y pueblos, en particular por parte de Israel y Rusia, son devastadoras y continúan sin cesar, incluso a través de las Naciones Unidas y sus organismos humanitarios. La Corte Penal Internacional y los expertos en derechos humanos de la ONU han pedido reiteradamente al Consejo de Seguridad que actúe. En estos casos, las relaciones adversas entre Estados Unidos y Rusia les impidieron alcanzar soluciones para mitigar estos conflictos.

La composición del Consejo de Seguridad no refleja la dinámica mundial actual, lo que plantea interrogantes sobre su legitimidad y eficacia. Los llamamientos en favor de una reforma han sido persistentes, pero en gran medida no han sido atendidos debido a la renuencia de los actuales miembros permanentes a modificar un sistema que los beneficia.

Sólo una cuarta parte de la población mundial está representada en el Consejo de Seguridad. Bloques de países, entre ellos Estados musulmanes, naciones africanas, países sudamericanos y la India, con más de 1.300 millones de habitantes, no están representados en el CS.

Limitaciones del mantenimiento de la paz

Las misiones de mantenimiento de la paz de las Naciones Unidas suelen ser criticadas por sus mandatos y recursos limitados. Las fuerzas de paz suelen desplegarse en zonas donde no hay paz que mantener, como Chipre, Kosovo y el Sáhara Occidental. Por lo general, no están adecuadamente equipadas ni tienen autoridad para emprender operaciones violentas.

Esta limitación es claramente evidente en regiones asoladas por el terrorismo y el extremismo violento, como la región del Sahel en África, la República Democrática del Congo y la República Centroafricana, donde las fuerzas de mantenimiento de la paz luchan por estabilizar las situaciones sin el apoyo adecuado de las naciones poderosas. Además, a menudo hay una desconexión entre los mandatos de las Naciones Unidas y las realidades locales, lo que complica las iniciativas de mantenimiento de la paz.

Es posible que las fuerzas de paz no estén adecuadamente capacitadas o preparadas para manejar dinámicas regionales complejas, lo que lleva a intervenciones ineficaces.

Falta de mecanismos de cumplimiento

Las Naciones Unidas carecen a menudo de mecanismos eficaces para hacer cumplir sus resoluciones. Si bien el Consejo de Seguridad puede, en teoría, imponer sanciones o autorizar acciones militares, el poder de veto y las consideraciones políticas impiden con frecuencia la adopción de medidas decisivas. Esto permite que los países que cometen crímenes contra la humanidad o que participan en crímenes de guerra puedan escapar impunemente a cualquier medida punitiva, incluso cuando las impone el Consejo de Seguridad.

Los intereses nacionales por encima de la paz mundial

Los intereses de los Estados miembros poderosos suelen anteponerse a los objetivos colectivos de seguridad global. Las principales naciones exportadoras de armas también son miembros permanentes del Consejo de Seguridad, lo que crea conflictos de intereses que socavan los esfuerzos por resolver las disputas en las que esas naciones tienen intereses estratégicos.

Esto es muy evidente en las guerras entre Israel y Hamás y entre Rusia y Ucrania, en las que Estados Unidos, en particular, está brindando un apoyo militar masivo. En este contexto, las rivalidades geopolíticas entre las principales potencias impiden el consenso sobre cuestiones críticas. Por ejemplo, China y Rusia suelen alinearse contra los países occidentales en diversos asuntos internacionales, lo que conduce a un estancamiento en la resolución eficaz de los conflictos.

Ineficiencias burocráticas de Naciones Unidas

La lentitud de los procesos burocráticos y la mala gestión suelen obstaculizar las operaciones de las Naciones Unidas. Estas ineficiencias pueden retrasar la ayuda humanitaria crítica y otras intervenciones necesarias para mantener la paz. Para abordar estas cuestiones se necesitarían reformas sustanciales, en particular en el Consejo de Seguridad, junto con un compromiso de los Estados miembros de dar prioridad a la paz mundial por encima de los intereses nacionales.

Reformas que pueden mejorar la eficacia de las operaciones de las Naciones Unidas

Sin embargo, dadas las insuperables dificultades que supone emprender reformas integrales de la ONU, todavía es posible reformar el Consejo de Seguridad para mejorar su eficacia en el mantenimiento de la paz mundial, lo que supone abordar varias cuestiones clave. A continuación, se presentan varias reformas viables que podrían rectificar algunos de los problemas.

Las propuestas de reforma incluyen limitar el uso del veto, en particular en casos de atrocidades masivas o violaciones del derecho internacional. Esto podría incluir exigir una supermayoría para que el veto sea efectivo o exigir que se celebren debates en la Asamblea General después de un veto.

Representación de naciones

Es fundamental garantizar el equilibrio geográfico y la representación de diversas culturas y civilizaciones, lo que podría implicar la creación de escaños regionales que rotaran entre los países de una región, mejorando así la representación sin aumentar significativamente el número de escaños permanentes.

Fortalecimiento del papel de la Asamblea General

El fortalecimiento del papel de la Asamblea General en cuestiones de paz y seguridad podría contrarrestar la parálisis del Consejo de Seguridad. Iniciativas como la resolución “Unidos por la paz” permiten a la Asamblea General actuar cuando el Consejo de Seguridad se encuentra en un punto muerto. Habida cuenta de los diferentes intereses nacionales y las consideraciones geopolíticas, todavía se puede lograr un consenso sin comprometer necesariamente los intereses nacionales.

Reformas que no implican enmiendas

La reinterpretación de las disposiciones vigentes de la Carta de las Naciones Unidas puede permitir respuestas más flexibles a las crisis mundiales sin necesidad de modificaciones formales. Esas reformas podrían facultar a otros órganos de las Naciones Unidas para actuar cuando el Consejo de Seguridad no pueda hacerlo.

Equilibrar la dinámica del poder

Para ampliar el número de miembros y al mismo tiempo gestionar el poder de veto es necesario negociar cuidadosamente para garantizar que los nuevos miembros no agraven la situación de estancamiento. También existe la preocupación de mantener la eficacia del consejo con un mayor número de miembros.

Ampliación de la membresía

La ampliación del número de miembros permanentes y no permanentes es una reforma ampliamente debatida. Esta ampliación podría incluir la incorporación de nuevos miembros permanentes sin poder de veto, como países de regiones subrepresentadas como África, América Latina y Asia. Los países del G4 (Brasil, Alemania, India y Japón) y los países africanos han sido candidatos destacados para ocupar puestos permanentes.

Aunque existe un amplio consenso sobre la necesidad de reformar el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, para lograrlo es necesario poner a prueba escenarios geopolíticos multifacéticos y equilibrar diversos intereses nacionales. Dicho esto, los cambios graduales, especialmente aquellos que no requieren modificaciones formales de la Carta de las Naciones Unidas, pueden ofrecer un camino viable para avanzar.

Si el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas no adopta algunas de estas reformas, la ONU prácticamente dejará de ser útil, especialmente en el área de resolución de conflictos, donde la horrible muerte y destrucción que ocurren diariamente en todo el mundo dan testimonio de sus lamentables fracasos.

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Polarización y división en Estados Unidos

La economía está en el centro del debate en las próximas elecciones presidenciales estadounidenses del 5 de noviembre próximo.

/ 26 de octubre de 2024 / 19:30

Las elecciones presidenciales de 2024 en Estados Unidos presentan un panorama excepcionalmente polarizado y reñido. Los contendientes principales, el expresidente republicano Donald Trump y la actual vicepresidenta demócrata Kamala Harris, disputan el poder en un entorno electoral extremadamente complejo. Encuestas recientes de Gallup y el mercado de predicciones Polymarket destacan que ambos candidatos tienen niveles de popularidad moderados, pero polarizantes.

En ese marco, los resultados en los estados oscilantes (swing states) serán decisivos para decidir la votación, según explica el politólogo e internacionalista John Mearsheimer.

Una carrera polarizada

La encuestadora Gallup revela que tanto Trump como Harris se encuentran en el extremo inferior de popularidad para los candidatos presidenciales desde 1956. Con un 47% de calificación favorable para Trump y un 48% para Harris, las cifras reflejan la «polarización intensa» que enfrenta el electorado estadounidense. La histórica herramienta del «escalómetro», usada por Gallup, indica que ambos candidatos cuentan con fuertes opiniones positivas y negativas de sus respectivos partidarios y opositores. Un 31% de los encuestados califica a Trump como «muy favorable», mientras que un 37% lo considera «muy desfavorable». Para Harris, el 30% la valora muy positivamente y un 34% tiene una opinión extremadamente negativa de ella.

Polymarket, un mercado de predicciones que permite realizar apuestas sobre eventos futuros, refleja en sus estimaciones que los resultados siguen siendo inciertos y cambiantes. De acuerdo con sus datos, ambos candidatos presentan probabilidades semejantes en varios estados clave. Esto refuerza la idea de que los estados oscilantes determinarán el resultado, con el reto para ambos partidos de maximizar la movilización de votantes y asegurar una fuerte presencia en estos lugares el día de la elección. En palabras del politólogo John Mearsheimer, «el electorado está prácticamente dividido en dos… predecir quién ganará esta elección es extremadamente difícil», señaló en una entrevista reciente.

Economía de Estados Unidos

La situación de la economía estadounidense es un factor decisivo para los votantes en las elecciones de 2024, particularmente para la población latina y afroamericana. Estas comunidades, que históricamente han mostrado mayor afinidad con el Partido Demócrata, se encuentran ahora en una posición receptiva hacia el discurso económico de Trump. Según encuestas recientes, la economía es el tema más citado por los votantes latinos y afroamericanos como el factor decisivo para su voto. El aumento en el costo de vida, la inflación y los efectos post-pandemia han generado insatisfacción en muchos ciudadanos, lo que ha impulsado una reconsideración de los ideales económicos que tradicionalmente identificaban con los demócratas.

Trump, con su enfoque de «América Primero», proyecta una imagen de estabilidad económica recordada por muchos como un periodo de mayor prosperidad y bajos niveles de desempleo, en contraste con las dificultades actuales. Su retórica nacionalista y de apoyo a la clase trabajadora ha captado la atención de estos votantes, que buscan políticas que prioricen sus intereses económicos inmediatos, incluyendo la reducción de impuestos y una mayor independencia económica de Estados Unidos. La narrativa populista de Trump, orientada a proteger empleos locales y reducir la dependencia de importaciones, resulta atractiva para quienes han sido particularmente afectados por la globalización y los desafíos económicos recientes.

Latinos y afroamericanos en Estados Unidos

Entre los votantes latinos y afroamericanos, esta receptividad hacia Trump también está ligada a factores culturales y pragmáticos. La población de estas comunidades es diversa y tiene un amplio espectro de opiniones políticas. Sin embargo, según encuestas del New York Times y Siena College, una porción significativa de las mismas valora el enfoque directo de Trump y su capacidad de comunicar una «autenticidad» que algunos interpretan como favorable para los negocios y el trabajo. Este aspecto es especialmente relevante para los hombres jóvenes afroamericanos y latinos, quienes se muestran más inclinados a la estabilidad económica y a cuestionar la efectividad de las políticas económicas demócratas.

La percepción de que la economía estaba en mejor estado bajo la administración de Trump, sumada a la percepción de que el Partido Demócrata no ha cumplido plenamente con sus promesas, ha erosionado parte del apoyo al Gobierno de Biden y Harris.

Consecuentemente, la economía estadounidense es un eje central que está definiendo el comportamiento electoral de votantes afroamericanos y latinos en 2024. Aunque no es una mayoría, el apoyo hacia Trump en estos grupos refleja un cambio notable. La campaña republicana ha aprovechado esta oportunidad para ganar terreno, mostrando a Trump como una alternativa capaz de ofrecer resultados económicos. El permanente cuestionamiento a Harris, cuando ofrecer mejorar la economía, es por qué no lo hizo hasta ahora siendo la vicepresidenta.

Análisis

El profesor John Mearsheimer subraya que la clave de esta elección estará en la movilización de votantes en media docena de estados críticos. Según él, «no es evidente que alguno de los bandos tenga ventaja en ese aspecto», pues tanto los demócratas como los republicanos están realizando intensos esfuerzos para asegurar una alta participación electoral. Sin embargo, el politólogo advierte que la situación no es particularmente favorable para Harris, quien parece «estancada alrededor del 49%», mientras que Trump muestra un leve impulso en la recta final de la campaña.

En el último tramo de la campaña Harris tuvo varias intervenciones en la prensa que fueron tildadas de desacertadas por comentaristas de todos los lados del espectro político. El posible avance de Trump estaría respaldado por los votantes indecisos y por aquellos que, según Mearsheimer, podrían ocultar su apoyo a Trump en las encuestas por razones de corrección política o temor a represalias sociales.

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Mundo

El experto también destaca que el próximo presidente de Estados Unidos jugará un rol crucial en la arena internacional, dado el complejo contexto geopolítico que incluye tensiones en Oriente Medio, el conflicto en Europa del Este y la rivalidad comercial con China.

En relación con Oriente Medio, el experto menciona que tanto Harris como Trump enfrentarán un entorno crítico, especialmente por el papel de Estados Unidos en la estabilidad de la región. Mearsheimer señala que, aunque ambos candidatos pueden coincidir en ciertas estrategias de apoyo a Israel, Trump probablemente adoptaría una postura más firme de “América Primero” en el manejo de conflictos internacionales. En tanto que Harris podría ser más partidaria de mantener el enfoque actual del gobierno de Biden de operar en conjunto con sus aliados.

Estados Unidos y las guerras

La situación en Europa del Este también es delicada, con una guerra en curso en Ucrania y el riesgo de expansión del conflicto. El experto considera que Trump podría buscar un acercamiento más pragmático con Rusia, en comparación con Harris, quien mantendría la línea dura de la administración actual. «Trump parece dispuesto a suavizar las tensiones con Rusia, lo que podría reducir el apoyo militar estadounidense a Ucrania», explica Mearsheimer. Esto no solo afectaría a Europa, sino también a la relación de Washington con la OTAN y otras alianzas estratégicas.

La rivalidad con China es otro eje fundamental en el análisis de Mearsheimer. Si bien existe consenso bipartidista sobre la necesidad de contener el avance de China, Trump y Harris tienen enfoques distintos en cuanto a la competencia económica y tecnológica. La administración de Harris probablemente buscaría fortalecer alianzas comerciales con aliados tradicionales, mientras que Trump podría preferir una estrategia de «mano dura», con aranceles y políticas proteccionistas para limitar la influencia china en la economía estadounidense.

Implicaciones globales

El impacto de estas elecciones no se limita a Estados Unidos. Para India, por ejemplo, Mearsheimer indica que, aunque existe un consenso bipartidista en la relación con Nueva Delhi, la personalidad del presidente influirá en el enfoque de la política exterior. Según él, «el gobierno de Narendra Modi está ideológicamente más alineado con Trump que con Harris», pero la relación estratégica con India se mantendrá independientemente de quién gane, dada la necesidad de Estados Unidos de contrarrestar la influencia de China en Asia.

Por otro lado, la relación entre Estados Unidos y Arabia Saudita también podría verse afectada dependiendo del resultado electoral. Mearsheimer compara la relación con India con la de Arabia Saudita, explicando que, aunque existen tensiones, «Estados Unidos no puede permitirse alienar a estos aliados clave debido a sus intereses estratégicos». Esto es especialmente relevante en el caso de Arabia Saudita, dado el rol de este país en el suministro de petróleo y en la estabilidad de Oriente Medio.

El resultado de las elecciones también repercutirá en las alianzas de Estados Unidos en el área del Indo-Pacífico, especialmente en su relación con Japón, Corea del Sur y Australia. China ha estado aumentando su influencia en la región, y la administración entrante deberá decidir hasta qué punto pretende fortalecer sus lazos con estos países para contener el avance chino. Harris, con su enfoque multilateral, probablemente busque fortalecer estas alianzas mediante tratados y acuerdos de defensa mutua, mientras que Trump podría adoptar un enfoque más transaccional, esperando beneficios económicos claros para Estados Unidos en cada colaboración.

Trascendencia

En este contexto, las elecciones de 2024 se perfilan como uno de los eventos más trascendentales en la historia reciente de Estados Unidos y del mundo. La intensa polarización y el enfoque en los estados oscilantes reflejan un país profundamente dividido, en el que cada voto podría determinar el rumbo de su política interior y exterior. Las encuestas de Gallup y el mercado de predicciones Polymarket destacan que esta contienda no solo es una lucha de propuestas, sino también una batalla entre visiones radicalmente diferentes de lo que Estados Unidos representa tanto para sus ciudadanos como para el mundo.

Mearsheimer resume el sentimiento de gran parte de la audiencia internacional al decir que «India, Beijing, Moscú y Londres observan con atención», conscientes de que el próximo presidente estadounidense definirá el enfoque que tomará el país en conflictos geopolíticos claves y en su rivalidad comercial con China. A nivel doméstico, tanto Trump como Harris deben superar la apatía y el descontento económico de los votantes, quienes se encuentran divididos entre los beneficios prometidos de una economía proteccionista y la estabilidad que una administración comprometida con las alianzas internacionales podría ofrecer.

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