¿Por qué volvió el manfredismo?
Preocupa el retorno de Reyes Villa porque la fractura social que hoy hay en Cochabamba fue propiciada por él

DIBUJO LIBRE
Desde 2005, con la presencia predominante del Movimiento Al Socialismo (MAS) en el escenario político, la tendencia electoral en la ciudad de Cochabamba para la Alcaldía se caracterizó por un “voto dividido” territorialmente. Mientras la zona Sur y la periferia forman parte del voto masista, en la zona Norte, asentada por la clase media, el voto es antimasista. Entonces, la victoria de Manfred Reyes Villa, inclusive en algunos distritos municipales de la zona Sur, rompe con este rasgo de la trayectoria electoral en Cochabamba. En lo que sigue, se ensayarán algunas razones para el comportamiento electoral cochabambino.
La gestión edilicia de Humberto Coronel Rivas, en los años setenta, configuró un imaginario urbano en la ciudad que se asentaba en una idea: “roba, pero hace”. Esta idea instrumental de desarrollo fue retomada en las gestiones municipales de Reyes Villa en la década de los noventa, que se erigió en un sello distintivo de su gestión, posibilitando un desarrollo urbano en la ciudad, pero a costa de un manejo discrecional de los recursos económicos. Posteriormente, esta lógica Reyes Villa la trasladó al manejo de la entonces prefectura de Cochabamba, lo que le abrió un abanico de denuncias de corrupción que obligó al reciente electo alcalde irse a Estados Unidos. Hoy esas denuncias sirvieron como puntas de lanza de sus rivales para inhabilitarlo. Ese imaginario del “progreso” que anida en la memoria de los cochabambinos fue reactivado en la campaña de Reyes Villa (su agrupación Súmate usó electoralmente los mismos colores: lila y rojo, que asocian a la extinta Nueva Fuerza Republicana, NFR). Quizás, lo pésimo de las últimas gestiones edilicias que condenaron a la ciudad a un estancamiento urbano hizo que el exburgomaestre fortaleciera en su campaña electoral la idea de eficiencia en la gestión edilicia, a pesar de las denuncias de corrupción en su haber.
Esas denuncias, desempolvadas por sus contrincantes, no prosperaron por dos razones: la primera, asociada a las disputas internas al interior del MAS departamental. Las fricciones entre la gobernadora de Cochabamba y los dirigentes del MAS que apoyaban al candidato Nelson Cox, exrepresentante del Defensor del Pueblo, imposibilitaron hacer los trámites oportunos desde el departamento legal de la Gobernación para activar los procesos administrativos y penales contra Reyes Villa. Y la segunda razón, articulada a las decisiones contradictorias entre el Tribunal Electoral Departamental (TED) y el Tribunal Supremo Electoral (TSE) con relación a las diferentes denuncias de inhabilitación del candidato de Súmate. El efecto político: la victimización de Reyes Villa.
Una vieja estrategia usada por el manfredismo fue el prebendalismo y clientelismo con relación a dirigentes gremiales, transportistas y vecinales, factor decisivo para perforar el “voto duro” del MAS en la zona Sur (ya en la anterior elección municipal de 2015, José María Leyes logró penetrar en algunos distritos “masistas”).
La candidatura de Reyes Villa fue resultado de la crisis política de octubre y noviembre de 2019. En rigor, el retorno del exprefecto cochabambino a Bolivia, después de diez años de ausencia, se da en el gobierno transitorio de Jeanine Áñez. O sea, si no hubiera ocurrido esa crisis política que obligó a postergar no solo las elecciones nacionales, sino también las subnacionales, Reyes Villa no se hubiera presentado a los comicios por el gobierno edil inicialmente programados para 2020. La presencia del exburgomaestre en el ruedo electoral posibilitó encauzar el “voto antimasista” histórico de la clase media cochabambina, azuzado en el contexto de la crisis política.
Ese contexto polarizado que signó las elecciones presidenciales y parlamentarias en octubre de 2020 posibilitó que el “voto duro” de la zona Sur cierre líneas para la victoria del MAS. Resulta llamativo que, a diferencia de la campaña electoral del año pasado, cuando el MAS no podía hacer campaña en territorio antimasista, en el proceso proselitista de las elecciones municipales sí pudo hacerlo. ¿Qué significa este cambio? Desde Súmate apostaron a una campaña “más tranquila” y sin agresiones a la del MAS, quizás con el objetivo de aminorar la tensión, a sabiendas de que históricamente el éxito electoral del MAS se dio en contextos polarizados, donde la distinción entre amigo y enemigo era nítida.
Por su parte, la campaña de Cox se caracterizó por ser errática y contradictoria, ya que en su afán de conquistar a la clase media que, entre otras cosas, le tenía animadversión por haber defendido a sectores populares e indígenas, no hizo énfasis en la imagen de “Defensor del Pueblo” de Cox y se descuidó consolidar el “voto duro” del MAS asentado en la periferia urbana y la zona Sur.
El retorno del manfredismo al poder municipal, más allá de las variables políticas que explican su victoria electoral, despierta susceptibilidad sobre el tema de la corrupción, a sabiendas de las denuncias que arrastra Reyes Villa. Además, estos temores aumentan porque ahora tendrá controlado el Concejo Municipal, razón que disminuye la posibilidad de fiscalizar el manejo de los recursos públicos. Y la otra preocupación es de índole sociológica, ya que la fractura social que hay en la ciudad fue propiciada por Reyes Villa, lo que derivó en el enfrentamiento racial entre cochabambinos el 11 de enero de 2007, con heridos y muertos.
Las secuelas luctuosas de ese hecho dramático se siguen arrastrando hasta hoy a fin de que los cochabambinos, como diría el historiador Gustavo Rodríguez, “vivan divididos”. Esperemos que esta sombra del pasado de Reyes Villa no sea una espada de Damocles sobre las cabezas de los cochabambinos, para que no se repitan episodios violentos como del 11 de enero de 2007 u octubre/noviembre de 2019.
(*) Yuri F. Tórrez es sociólogo