Almagro y la fractura de la OEA
La reelección del uruguayo como secretario general de la OEA fue por voto dividido; hoy, esta tensión persiste
EL PUNTO SOBRE LA I
Esta semana, en una declaración conjunta, los presidentes de Bolivia y México, Luis Arce Catacora y Andrés Manuel López Obrador, reclamaron de la Organización de Estados Americanos (OEA) una misión electoral sobre todo técnica y una actuación no intervencionista en los asuntos internos de los países por parte de su actual Secretaría General (o sea, de Luis Almagro Lemes). No es poco lo que demandan los mandatarios en su comunicado.
Coinciden en la importancia, dicen, que tiene para el continente “promover el carácter exclusivamente técnico, objetivo e imparcial de las misiones de observación electoral de la OEA”; y si algún rol político que estas misiones deban desarrollar, insisten, es el empeño por el diálogo y la concertación: “deben ceñirse a los principios de no intervención, el respeto a la autodeterminación, el diálogo, la negociación, la búsqueda de consensos y la solución pacífica de controversias”, afirma la declaración.
Luego, aunque sin nombrar al actual secretario general (Luis Almagro Lemes), los mandatarios le señalan directamente: existe la “necesidad”, reclaman de que “la Secretaría General de la OEA se limite a actuar dentro de su propio marco institucional y (deba) abstenerse de intervenir en los asuntos internos de los Estados miembros”. Tras recordar que el Gobierno mexicano “exhortó a la OEA a respetar la voluntad del pueblo boliviano y la democracia”, ambos jefes de Estado coinciden —advierten— “en no tolerar injerencias en asuntos internos de los países”.
JUICIO. Hay que recordar que el 16 de marzo el ministro de Justicia, Iván Lima, anunció que el Gobierno boliviano analiza el encausar judicialmente al secretario Almagro, tanto por sus acciones que considera injerencistas en asuntos internos de Bolivia, como por el incumplimiento en 2019 de lo convenido entre el Estado boliviano y la OEA en lo relativo a la auditoría “Análisis de Integridad Electoral de las elecciones generales del 20 de octubre de 2019”.
El distanciamiento entre los dos Estados parte (Bolivia y México) y la actual Secretaría General de la OEA, con todo, no es nuevo: la propia reelección de Almagro en el cargo fue dividida; en vez de aminorar esta confrontación, la misma persiste.
Pese a que Luis Almagro alcanzó a ser elegido secretario general de la OEA con 33 votos a favor, una abstención y ningún voto en contra, el 18 de marzo de 2015, en su reelección (ocurrida el 20 de marzo de 2020) no logró repetir el respaldo de hace cinco años. Como no sucedía antes, su reelección el año pasado tuvo como principal característica la votación dividida de los países miembros: de 33 asistentes, 23 lo hicieron a su favor y 10 por su contrincante, la excanciller de Ecuador María Fernanda Espinosa Garcés.
La votación, que es secreta, se realizó pese al pedido de postergación planteado por México y la Comunidad del Caribe (Caricom) dada la emergencia sanitaria por el coronavirus que empezaba a galopar en la región a principios de 2020.
Mientras que la candidatura de Espinosa había sido respaldada por Antigua y Barbuda, San Vicente y las Granadinas —naciones caribeñas cercanas al presidente venezolano Nicolás Maduro—, además de México y Argentina, la de Almagro contó con el respaldo de Estados Unidos. El propio exsecretario de Estado de ese país, Mike Pompeo, había discursado en la OEA, en enero de ese año, apoyando la reelección del uruguayo.
Si bien se trató de un triunfo por una mayoría que superaba incluso los dos tercios de los países electores, rompió con la tradición de las anteriores reelecciones, cuando el Secretario General que asumía por segunda vez el cargo era reelecto con el apoyo unánime o casi unánime de los países miembros. Como se puede apreciar en el cuadro adjunto, la mayor parte de los secretarios generales de la OEA habían cumplido las dos gestiones continuas.
Tal era el contexto de la victoria de Almagro en 2020, lo que ya dejaba entrever la división persistente y futura en la OEA con el excanciller uruguayo dirigiendo el organismo.
DIFERENCIAS. Venezuela fue una de las cuestiones que mayor división produjo en el organismo interamericano. Fue el 27 de abril de 2017 que el gobierno de Nicolás Maduro anunció que se retiraba del foro regional a causa de que se convocó una reunión de cancilleres para tratar, precisamente, la situación en Venezuela, cita con la que el país de Bolívar no estaba de acuerdo; por procedimiento, esta salida debía durar dos años, la cual concluyó el 27 de abril de 2019. Según registros de ese momento de la prensa internacional, el 10 de abril de ese mismo año, el Consejo Permanente de la OEA (la reunión de los representantes de los 34 países miembros) decidió admitir como delegado de Venezuela al funcionario enviado por la Asamblea Nacional venezolana (su Parlamento), entonces controlada por la oposición a Maduro, “hasta que haya elecciones en ese país”. La resolución fue aprobada por 18 de los 34 representantes, 9 votaron en contra, 6 se abstuvieron y uno estuvo ausente.
En el “caso boliviano”, como se conoce a la tensión que ya había por la “cuestión venezolana” entre la Secretaría General de la OEA y el gobierno del Movimiento Al Socialismo (MAS), luego se vino a sumar el rol de la Misión de Observación Electoral del organismo y el secretario Almagro en las elecciones del 20 de octubre de 2019 y la posterior crisis política que terminó con la salida del gobierno del expresidente Evo Morales, el papel que jugó la auditoría de la OEA sobre dichos comicios, que luego fueron anulados.
Luego de que al menos ocho informes de instituciones de investigación pusieran en duda los documentos de la OEA (que señalaban “irregularidades” y “manipulación dolosa” del proceso electoral de 2019), empezaron a surgir los cuestionamientos desde los estados mismos.
Entre julio y septiembre de 2020, congresistas de Estados Unidos exigieron a su gobierno (en manos del republicano Donald Trump por entonces) informes acerca del papel de la OEA en las elecciones bolivianas fallidas de 2019. Una de las mayores manifestaciones en este sentido fue la del 22 de septiembre de 2020, cuando el senador Bernie Sanders y una veintena de congresistas demandaron al Departamento de Estado que el trabajo de observación electoral de la OEA en Bolivia sea evaluado de forma independiente, tras la polémica por el rol del organismo en los anulados comicios de 2019.
En enero de 2021, dos organismos parlamentarios, el Parlamento del Mercosur, Parlasur (que reúne a legisladores de Argentina, Bolivia, Brasil, Paraguay, Uruguay y Venezuela) y el Parlamento Andino (que integran parlamentarios de Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador y Perú) anunciaron pedir cuentas de lo hecho por la OEA en la elección de 2019 y su rol en la crisis política poselectoral.
Mientras el Parlasur, en voz de su presidente, el legislador argentino Óscar Laborde, anunció que llevará adelante una investigación sobre el informe de la Misión de Observación Electoral de la OEA y el rol del Secretario General en la narrativa del “fraude electoral”, el Parlamento Andino, a fines de noviembre de 2020, resolvió “solicitar la realización de una auditoría del informe de la OEA sobre las elecciones de octubre de 2019 y exhortar a las representaciones diplomáticas de los países miembros del Parlamento Andino en la Organización de Estados Americanos (OEA) a motivar su tratamiento”, informó a este medio su actual presidente, el diputado supranacional boliviano Adolfo Mendoza.
Al respecto, en un último contacto con Animal Político, el viernes 26, el diputado Mendoza informó que hasta la semana pasada (luego de tres meses y medio) la Secretaría General de la OEA aún no había respondido a la solicitud hecha por los parlamentarios andinos. “Inicialmente, no nos contestaron; la anterior semana hemos reiterado nuestro pedido, con oficio ante la OEA”.
Pero la solicitud ya no es solo del Parlamento Andino, reveló Mendoza: “ya tenemos a diez países que han pedido que dé respuesta inmediata el señor Almagro”. Si bien no se puede indicar qué países están demandando el referido informe sobre la auditoría de la OEA, “porque es algo interno del organismo”, señaló Mendoza, “lo que sí puedo decir es que entre los petición antes está incluido el Senado de Estados Unidos”.
Una vez que la presión sobre Almagro aumenta, en sentido de revisar la auditoría que el organismo hizo de los comicios bolivianos, Mendoza adelantó que se espera alguna respuesta por parte de la Secretaría General “máximo hasta principios del siguiente mes” (abril).
PROCESO. Al momento de anunciar que se analiza la mejor vía de abrir una causa judicial contra Almagro, el ministro de Justicia, Iván Lima, mencionó que una posibilidad es sumarse a la denuncia que ya presentaron el 15 de octubre de 2020 la Asociación de Madres de Plaza de Mayo, la Liga Argentina por los Derechos Humanos y el premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel, ante el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, hoy día presidida por la expresidenta de Chile, Michele Bachelet.
Se trata de una denuncia formulada “contra el Secretario General de la OEA, Luis Almagro Lemes, la Misión de Observadores Electorales de la OEA, encabezada por Manuel González, y los auditores y responsables de la suscripción de los informes preliminares e informe final de dicho organismo sobre las elecciones generales de 2019 en Bolivia, por haber cometido acciones de intervencionismo contra la soberanía de Bolivia que aluden a un supuesto fraude electoral, el cual no han podido probar”, según detalla la organización en su sitio web.
Asimismo, destacan, piden al Alto Comisionado de Naciones Unidas que se forme “un grupo de expertos para que lleve a cabo una investigación independiente y transparente sobre los informes de la Secretaría General de la OEA y los graves hechos que han causado muerte, persecución, cárcel y exilio en el Estado Plurinacional de Bolivia”.
Para las elecciones del 18 de octubre de 2020, cuando el MAS ganó con 55,1%, arribó al país la Misión de Observación Electoral de la OEA presidida por la misma autoridad que lo había hecho en 2019, el excanciller de Costa Rica Manuel González.
En su informe preliminar, hecho público el 21 de octubre de 2020, la MOE/OEA “felicita a la ciudadanía y a las autoridades por la celebración de unos comicios exitosos que transcurrieron de manera pacífica. La Misión felicita, asimismo, al presidente electo Luis Arce y al vicepresidente electo David Choquehuanca Peña por su triunfo en las urnas”.
El 7 de marzo, día de las elecciones subnacionales, fue notoria la ausencia del presidente Luis Arce en el acto de inauguración del sufragio. Horas después, luego de emitir su voto, el mandatario dejó en claro no solo por qué no asistió al acto protocolar, sino cuál aún es el distanciamiento de su gobierno con la OEA: “Mientras esté la OEA, nosotros no vamos a acudir a ninguna invitación del Órgano Electoral”, señaló el Jefe de Estado. Cuando se le preguntó sobre el motivo de esta decisión, Arce, escueto dijo: “por razones obvias, ustedes saben el papel nefasto que tuvo la OEA en las elecciones de 2019; no hay credibilidad en la OEA”.
(*) Iván Bustillos es periodista de La Razón