Bolivia se recupera
La economía mejorará cuando las nuevas variantes del COVID-19 no la ralenticen y la mayoría de los bolivianos se vacune.
DIBUJO LIBRE
La economía boliviana en 2021 resurge como el ave fénix después de un periodo aproximado de doce meses de incertidumbre y expectativas negativas, me refiero al periodo de noviembre de 2019 a octubre de 2020, cuando los principales indicadores macroeconómicos mostraban una profunda implosión en la producción, empleo, generación de ingresos, con cifras fiscales negativas, además de la duda sobre la dirección de la política económica y sus posibilidades reales de lograr una sostenida recuperación económica para los bolivianos.
La producción agregada de la economía nacional ya registraba un bajón súbito el primer trimestre de 2020, cuando generó una tasa de variación acumulada cercana a cero, el desempleo empezaba a aumentar, y lo preocupante de toda esta descripción es que aún la pandemia del COVID- 19 no era la fuente principal de la explicación de estos malos resultados, pues no se había extendido el coronavirus en Bolivia, lo que demuestra que la economía boliviana no tenía una dirección certera ni un norte definido.
Estos resultados negativos fueron la manifestación de la aplicación de medidas ortodoxas, basadas en el fundamentalismo del mercado, que privilegiaban la actuación de la empresa privada y las exportaciones como motores esenciales para el buen desempeño de la economía, a la vez que desechaban el papel de las empresas estatales y la participación de la inversión pública: cuatro errores clave en las decisiones de política económica adoptadas en los cinco primeros meses del gobierno de Jeanine Áñez.
Esos errores fueron los que dinamitaron la base productiva del país, como era el funcionamiento de las empresas públicas y la dinámica de la inversión pública; lo apropiado hubiese sido no quemar las naves y sustituirlas una vez que hayan comprobado que la retórica de los mercados libres daba el resultado deseado; sin embargo, apostaron por un reemplazo basado en principios ideológicos y una lógica ortodoxa. Los resultados son claros y provocaron una implosión económica no vista en varias décadas en la historia económica del país.
El escenario previsto para lo restante del año 2020 era de recesión, pero no en condiciones extremas, como terminó dicha gestión; lo que nadie previó y que fue un shock para toda la economía en el planeta fue la difusión del virus SARS-CoV-2, que complicó mucho más la ya maltrecha situación de la economía nacional, al primer trimestre de 2020.
El COVID-19 apareció en Bolivia a mediados de marzo de 2020 y se propagó en los meses siguientes. La respuesta de las autoridades de ese momento fue declarar cuarentena rígida por más de 40 días, una decisión que condenó a nuestra economía a una segura recesión, pues no se consideró la paralización de la mayoría de las actividades económicas por más de un mes y medio, con el antecedente de que a esa fecha la economía ya no crecía.
La presencia del COVID-19 a partir del segundo trimestre de 2020 fue la mejor coartada de las autoridades del área económica del gobierno de Áñez para justificar la intensa recesión que vivió el país en la mayor parte del año pasado; sin embargo, la tendencia del primer trimestre de 2020 mostraba signos de caída libre de la economía, sin coronavirus, es decir que ya se dirigía al valle de la recesión y el desempleo masivo por errores fatales de política económica, que muchos analistas elogiaron como adecuadas al inicio de esa gestión.
Hoy, la situación es diferente: la economía ha vuelto a crecer, el ingreso y el empleo han vuelto a aumentar y la tendencia va en la dirección correcta, se van recuperando los principales indicadores macroeconómicos; es cierto que en 2021 no lograremos aún alcanzar los niveles prepandemia, pero sí existe un avance sustancial, se espera terminar con una tasa de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) real mayor a 5%; asimismo, oportunamente manifestamos que este nivel de actividad económica real similar o mayor a 2019 lo alcanzaremos en el lapso de dos años aproximadamente.
La tasa de desempleo disminuyó de forma importante, de niveles cercanos a 12% en julio de 2020 a octubre de 2021 está en un orden de 5,2%, y el mercado laboral registra la generación de más de 1,1 millones de nuevos puestos de trabajo, adicionalmente el desempleo en jóvenes bajó de 19,2% a 7,5%, en ese mismo periodo de tiempo.
El balance fiscal global (diferencia entre ingresos y egresos del sector público), que en la pasada gestión fue negativo en un orden del -12,2%, lo que también se conoce como déficit fiscal global, para 2021 registrará un porcentaje menor en un dígito, pues se estima alcanzar 8,5%.
La balanza comercial, que en octubre de 2020 mostraba un déficit cercano a $us 159 millones, para octubre de 2021 registra $us 1.584 millones. Se destaca el repunte de los volúmenes exportados en un escenario de aumento similar en varios precios de commodities.
La mayoría de estos resultados positivos se asocia a las medidas sanitarias aplicadas para luchar contra el COVID-19 en 2021 y las medidas de política económica.
Con relación a la estrategia de la lucha contra el COVID-19, es relevante la provisión de más de 4 millones de pruebas de detección masiva y de 21,5 millones de vacunas, medicamentos para terapia intensiva y plantas de oxígeno.
En el ámbito económico, las medidas de política económica de oferta y demanda aplicadas en este año lograron un impacto significativo y nos referimos a la constitución del Fideicomiso SÍ-Bolivia, que otorga créditos productivos a una tasa de 0,5% para sustitución de importaciones, en un ambiente en el que el comercio internacional está sujeto a vulnerabilidades en la provisión de bienes e insumos.
El SÍ-Bolivia se complementa con un fondo de garantía (FOGADIN), que otorga 50% de la garantía exigida en un crédito productivo, la reducción de la tasa del Impuesto al Valor Agregado (IVA) a importaciones y del IVA del mercado interno a cero para la formación de bienes de capital para el sector de la construcción, minero, industrial y agropecuario.
Se suma la constitución de los fideicomisos FARIP y FOCIPP para la reactivación de las economías regionales, la otorgación del Bono contra el Hambre por Bs 1.000 para más de cuatro millones de beneficiarios, el reintegro en efectivo del IVA que ya benefició a más de 45 mil personas y devolvió más de Bs 24 millones, entre otras medidas adoptadas.
La reactivación de las empresas estatales y el impulso de la inversión pública van dinamizando la actividad económica del país en términos de empleo y generación de ingresos, muchas de las empresas públicas al mes de octubre ya registran utilidades y margen operativo positivo.
Las expectativas sobre la situación futura que publica el Banco Central de Bolivia (BCB), entre febrero y octubre de este año, registran un aumento significativo de mejora y van aparejadas con las previsiones para los principales indicadores económicos de Bolivia para el año 2022, señalados en el documento del Presupuesto General del Estado (PGE), que establecen una tasa de crecimiento del PIB de 5,1%, un flujo de inversión pública de $us 5.015 millones, una tasa de inflación anual de 3,4% y un déficit fiscal de 8%.
En resumen, avizoramos un panorama alentador y positivo para la gestión 2022, con una mejora continua de los sectores de la economía nacional; ello será posible en la medida en que las nuevas variantes del COVID-19 no ralenticen el funcionamiento de la economía nacional y mundial, y la mayoría de los bolivianos en edad de vacunación acceda a las vacunas, que son gratuitas; en la medida que esto ocurra, la economía nacional recuperará una mayor dinámica en un formato de nueva normalidad.
(*)Marcelo Montenegro es economista, actual Ministro de Economía.