Monday 27 Mar 2023 | Actualizado a 16:39 PM

Urge dialogar la igualdad que deseamos como país

El punto es que en la tarea de superar las desigualdades tienen que estar todos: Estado, liderazgos políticos y la misma ciudadanía

/ 15 de enero de 2023 / 10:06

Oxfam trabaja a escala global de desde la perspectiva de la igualdad/desigualdad. En el Informe Bolivia que está a punto de presentar, anuncia no pocos debates

Raza Política

El miércoles 18, en La Paz, se presenta el Informe de Oxfam La igualdad posible. Alternativas para imaginar la próxima milla en Bolivia. Se trata de un esfuerzo que reúne dos años de investigación y que plantea, como dice el texto, “repensar la trayectoria del cambio social hacia un futuro con igualdad”, de cómo tras un periodo de “gran redistribución” de la riqueza (2006 a 2019) y el advenimiento de la crisis política de 2019-2020 y la inesperada crisis sanitaria por COVID-19, el país está en su lucha por disminuir las desigualdades económicas, sociales y culturales. La coordinadora del Informe, la economista Verónica Paz Arauco, adelanta el debate que propone el texto: discutir la agenda nacional de lucha por las igualdades en el país.

—El tema es, señala el texto, repensar la trayectoria de la pelea contra las desigualdades.

—Hay tres figuras  que nos ayudan a sintetizar lo que estamos diciendo en el Informe. La primera es la que llamaría la de la gran redistribución, que en el Informe se llama la ‘Igualdad como horizonte’, el momento de un gran salto en la redistribución. A partir de 2006 empieza un proceso de redistribución muy fuerte, impulsada por una acción intencionada del Estado, resultante de una fuerte movilización social y de las organizaciones por la reivindicación de sus derechos. Llegamos a 2019 con grandes logros; pero en medio de eso, ya desde 2015 empezaban a identificarse como desafíos a esa gran redistribución. Hasta 2015, dos cosas ocurren al mismo tiempo: redistribuimos, redujimos la pobreza, pero además, la gente siente cierto optimismo de que estábamos en una sociedad en que se gobernaba más para el pueblo que para algunos poderosos, que había una mayor satisfacción sobre la distribución de la riqueza; pero a partir de 2015, esto empieza a tambalear. La redistribución ya no es tan fácil, el Estado ya no tiene tantos recursos, nuestras políticas públicas, si bien son buenas, ya no son tan renovadas e innovadoras, y empieza a percibirse cierto malestar social.

—Se llega con lo justo; pero sobreviene la crisis.

—Esa es la segunda figura. Ya antes de la crisis de 2019, una de las paradojas de la transformación social que habíamos vivido, era que si bien había grandes avances en redistribución, no todos avanzaban con la misma aceleración, y no todos nos beneficiábamos de la misma manera. Los datos de pobreza, educación y empleo e ingresos, mostraban que en esa trayectoria había brechas persistentes entre la población urbana y rural. Y eso es lo que se agudiza con la crisis. Llegamos  ya desiguales, con algunos logros, pero todavía desiguales, y con la crisis viene un golpe muy fuerte por el que todas estas desigualdades se profundizan y emergen nuevas formas de desigualdad. Entonces, no sólo volvemos a ver que son las mujeres las más rápidamente expulsadas del mercado laboral, que la población informal empieza a perder activos y vender sus bienes para salir de la crisis, sino que además surgen nuevas desigualdades; y éstas son parte de las próximas millas que tenemos que recorrer.

—La crisis desnudó varias desigualdades.

—En educación, por ejemplo, en el Informe mostramos que hay muchas brechas en la calidad del aprendizaje de los niños según el área de residencia; peor si miramos colegios privados y públicos; esta brecha se agudiza por el acceso desigual a las tecnologías de información y comunicación, que aparecen como una nueva causa de profundización de la desigualdad: las próximas millas deberán mirar esta calidad del aprendizaje diferenciado y ver las políticas públicas que resuelvan la ‘brecha digital’, que es algo nuevo.

—Las mujeres fueron las grandes perdedoras…

—Lo propio sucede con las brechas de género. Antes de la pandemia llegábamos con una mayor participación laboral de las mujeres, aunque con brechas todavía muy grandes entre hombres y mujeres, y con la pandemia sale muy fuerte y de manera descarnada la brecha del tiempo que dedicamos mujeres y hombres al trabajo doméstico y de cuidado. Estas brechas han sido tan fuertes que han implicado que las mujeres no accedan con la misma oportunidad a hacer frente al shock que tuvieron en la crisis, y tuvieron que dedicarse de una manera mucho más intensa al cuidado del hogar, de la familia, al trabajo doméstico, rezagando una vez más sus oportunidades de generación de ingresos; esta es una nueva desigualdad que deberíamos ver y es parte de la agenda de las próximas millas.

—¿Retroceso en todo lo logrado?

—Cambió la tendencia. Cuando uno mira los datos de pobreza y  desigualdad, de 2020, claramente la pobreza aumenta, la desigualdad entre ricos y pobres aumenta; las mujeres empiezan a engrosar la población económicamente inactiva, o sea que ni buscan empleo ni trabajan. Pero, a diferencia de otros países, lo que ha ocurrido en Bolivia es que después de la crisis hubo una ligera señal de recuperación; caemos, pero ya los datos de 2021 te muestran una señal de esperanza, de que estuviéramos volviendo al lugar donde estábamos antes de la crisis.

—Ahora, ustedes miden no sólo la desigualdad fáctica, la objetiva, sino también la percepción de la desigualdad, que no es menos. 

—Esa es la tercera figura, la primera es del gran salto, la segunda de las millas y la tercera  son las causas y los sujetos de la indignación. Uno de los datos fuertes es que la desigualdad socioeconómica es lo que más se ha sentido; esta desigualdad está en el imaginario como la principal, pero también aparecen las desigualdades entre grupos, que son dos clivajes que Bolivia tiene como una deuda histórica con la igualdad, son el clivaje de género y el clivaje étnico cultural. En ambos casos se perciben como menores a la socioeconómica, pero cuando indagamos un poco más, encontramos que mucho de la explicación radica en lo que para la gente significa. Para la gente, la desigualdad de género se representa como la violencia, como una violencia machista en distintos ámbitos; en lo étnico cultural, la gente cree que hemos avanzado mucho en el reconocimiento, pero que esta no sería la desigualdad más fuerte, pero también aparece la fuerte persistencia de la discriminación.

—Ahora, la desigualdad y su percepción, cómo la siente la gente apunta directamente a lo político, es discutir lo político.

—Una de las ideas principales del Informe es: reconozcamos la Bolivia que emerge de estos cambios y aceptemos todas estas diferencias en lo que percibimos y en cómo hemos avanzado, y a partir de ese reconocimiento, de mirar lo que está ocurriendo, podemos tratar de construir una sociedad con mayor igualdad, con un horizonte común. Hay como tres protagonistas en esta historia. Este informe no trata de hablarle sólo al Estado, o sólo a los actores políticos o sólo a los ciudadanos. Creemos que este Informe le habla a esos tres actores, al Estado con sus políticas e instituciones más o menos justas y los desafíos que tienen, a los distintos niveles del Estado, central, local, departamental. Le habla también a la ciudadanía, en sus propias percepciones, valores y expectativas sobre qué sociedad, qué igualdad queremos y cómo es la igualdad que soñamos; ¿queremos una igualdad solamente entre ricos y pobres, y no nos importa la igualdad étnico–cultural? ¿Podemos realmente concretar algo con esas diferencias o deberíamos buscar algo más? Pero también le habla a los líderes políticos, y no sólo a los de los partidos sino también a quienes ejercen un liderazgo político, e interpela sus intereses, sus formas de representación, y el agotamiento que puede tener la ciudadanía con una cierta forma de liderazgo. Los cambios que impulsamos y a los que quisiéramos acompañar son los cambios en esas tres dimensiones, en las políticas e instituciones, en los imaginarios y actitudes que tenemos los bolivianos, que tienen que ver con la discriminación y con nuestros valores sobre la igualdad, y también cambios en los liderazgos políticos, en términos de revisar sus intereses y sus agendas particulares.

—Pensar en el poder.

—Es la idea de que la ciudadanía va sentir un mayor bienestar en la medida en que reconozca que los líderes políticos están gobernando en beneficio de todos, esa es la idea de redistribuir el poder, porque eso también incluye igualdad, pero además redistribuirlo a partir de un reconocimiento de que los líderes y el poder político debe estar no concentrado, y que si los procesos de transformación han logrado una cierta redistribución del poder, hoy día puede estar volviéndose a reconcentrar en otros espacios.

—Hay una suerte de agenda por la igualdad que proponen. 

—Marcamos como una posible agenda, y decimos que para salir de esta suerte de parálisis, es necesario repensar esa agenda. Entonces, el primer mensaje es: afiancemos la redistribución que hemos logrado, pero hagámoslo con imaginación, pensemos que los bonos y las transferencias fueron exitosas, pero quizás hay que repensar cómo lograr ahora llegar con otras políticas, por ejemplo, en mujeres, con el tema de cuidado; la acumulación de activos para los sectores informales u otras políticas para que el Estado recaude más recursos, como el impuesto a la riqueza. Segundo, pensemos en las próximas millas, en las exclusiones persistentes; si nosotros no atendemos de manera particular a estas poblaciones que se han rezagado en el proceso de transformación, si no identificamos los retos de una reforma del saneamiento y redistribución de la tierra, es posible que no tengamos un próximo salto; si no logramos políticas específicas para las comunidades rurales indígenas que alcancen a cerrar la brecha que hoy día se mantiene en 50 % pobres rurales frente a 30 % de urbanos, es difícil que cerremos esa brecha. Y el tercer mensaje es: pensemos que los cambios no solamente requieren instituciones clásicas más justas, como pueden ser las políticas públicas o cambios en las normas y políticas novedosas, como la calidad del aprendizaje o el cierre de la brecha digital, sino que también se requieren cambios de actitudes y valores en la población. No vamos a construir una sociedad con igualdad si persisten el racismo y la discriminación. Este es un mensaje alentador, porque sí hay alternativas, opciones, una salida para lograr afianzar ese nuevo camino.

—¿El futuro? 

—Este es un  momento crítico, cuando tenemos que hacer un pequeño cambio de dirección, o afinar la sintonía, de manera que lo que suceda en los próximos años nos devuelva a esa trayectoria de avance hacia la igualdad. No es una agenda fácil, requiere mucha imaginación en nuevos diseños de política, mucha innovación, mucha lectura de lo que está ocurriendo y de cómo lo está viviendo la gente, pero también mucha voluntad política, de pactos renovados, de discutir la Bolivia que queremos y que proyectamos al futuro y la igualdad que deseamos.

(*)Iván Bustillos es periodista de La Razón

‘Fracaso’ Cruceño del MAS, efecto de 2021

El verdadero origen de la tendencia ‘renovadora’ en el MAS es el desencuentro partido-organizaciones

IX Congreso departamental del MAS en Santa Cruz.

/ 26 de marzo de 2023 / 08:23

El punto sobre la i

Entre el sábado 18 y domingo 19 de marzo, el Movimiento Al Socialismo (MAS) “fracasó” por segunda vez consecutiva en la conformación de la directiva departamental del partido en Santa Cruz. “Fracasó” en el sentido de que la directiva electa nuevamente fue desconocida por la dirección nacional del partido. La primera vez de este traspié ocurrió en el congreso departamental de diciembre de 2020, en San Julián. Tanto en el encuentro de hace poco más de dos años, como en el de la semana pasada, hubo dos hechos que se repitieron: el presidente departamental del MAS electo fue Marco Fernández López, representante de los interculturales; y, en las dos ocasiones fue ungido “por aclamación”.

En cualquier caso, por más de dos años, la dirección departamental “no reconocida” del MAS pervivió como tal cabeza del partido, sin que la dirección nacional pudiera convocar otro congreso para quitarla de en medio.

El IX congreso departamental masista, el efectuado en Yapacaní el 18 y 19 de marzo de este año, que en su inauguración incluso contó con la presencia conjunta de los presidentes del Estado, Luis Arce Catacora, y del MAS, Evo Morales Ayma, fracasó, apunta el vicepresidente del partido, Gerardo García, por “los malabares” que hizo Marco Fernández para ser reelecto.

Con Fernández intercultural, García apunta hacia lo que parece uno de los principales factores de la división del MAS en el departamento cruceño: la rivalidad entre los interculturales y los campesinos de la “Única”, Federación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Santa Cruz.

“Vamos a volver a convocar al congreso; va a ser en otro lugar, seguramente; me estaban sugiriendo en los valles, en Vallegrande, o en la Chiquitanía. Tomaremos una decisión coordinando con los de la Única, porque hacia el lado de Vallegrande la mayoría son de la Federación Única de Campesinos de Santa Cruz”.

FALLIDO.

La dirección nacional del MAS ya formalizó el pedido al Tribunal Supremo Electoral (TSE) de anular el congreso del 18 y 19. Su principal argumento es que la proclamación de Fernández se la hizo sin instalar el congreso con el debido procedimiento. “Ha sido fallido por capricho de Marco Fernández, porque no se ha hecho ninguna comisión, no se ha elegido (un presidium) como corresponde, por eso se ha anulado”.  

Al partido de gobierno, de las nueve organizaciones departamentales que hay en el país, le faltan tres que lleven adelante su congreso y elijan a su nuevo directorio, La Paz, Santa Cruz y Tarija.

Aunque todavía no hay fechas, en La Paz y Tarija la dirección nacional está a la espera de próximas convocatorias a los congresos departamentales. Hoy día hay el apuro de “cerrar” con la realización de los congresos departamentales porque solo una vez superada esa etapa, se podrá convocar al congreso nacional ordinario y elegir al nuevo directorio.

Y es que tanto el MAS como el resto de los partidos políticos (nacionales, departamentales y municipales) están bajo la presión de resolver la elección de su dirección nacional porque tienen hasta la primera quincena de abril para concluir esta renovación, aunque esta disposición aplica solo para las directivas que han superado el periodo de su mandato, según dispuso el TSE. Esta renovación pendiente de la directiva nacional es precisamente el caso del MAS, aunque solo sea para ratificar, como se ha hecho hasta ahora, la presidencia indiscutible de Evo Morales.

Los plazos del TSE tienen su razón de ser: se originan en la Resolución administrativa 0128/2022 del 29 de marzo de 2022, de “Renovación de directivas de organizaciones políticas”. En la misma, básicamente se establece que las organizaciones en todos sus procesos deben ejercer la democracia interna y que deben hacerlo en función de sus propios estatutos, los cuales están registrados en el Órgano Electoral; y que una de las funciones de la autoridad electoral es “regular y fiscalizar el funcionamiento de las organizaciones políticas” de cualquier nivel, nacional, departamental y municipal. Pues bien, en ese marzo de 2022, el TSE dio 180 días para que los partidos que corresponda concluyan con la renovación dirigencial; cerca de cumplirse el plazo, en octubre, a pedido de algunas organizaciones que no habían podido cumplir, el TSE emitió una “ampliación de plazo”, mediante la Resolución 0356/ 2022 del 11 de octubre de 2022, dando otros “180 días calendario”, los cuales precisamente acaban en la primera quincena de abril, en tres semanas.

PAUTA.

Al respecto, García ya dio la pauta de lo que viene, por lo menos para el MAS: “Hemos impugnado. Es que eso es (la) toma de decisiones dentro de cada uno de los partidos políticos; el tribunal no tiene la tuición de que nos pueda obligar a aquello, cuándo renovamos; el problema interno de cada uno de los partidos, toma la decisión cada uno de los partidos: hemos hecho la representación ante el Tribunal, no hemos tenido respuesta todavía, pero yo pienso que esto va a salir de alguna manera positivo a nuestra petición”, destacó el dirigente.

Ahora, lo nuevo de este segundo intento fallido de constituir una directiva departamental reconocida por la nacional, es que se da en medio de la pugna entre evistas y arcistas, entre “radicales” y “renovadores”.

No por nada, el presidente de la Cámara de Diputados, Jerges Mercado, afirmó en el programa Piedra, papel y tinta, de La Razón, que “lo cierto es que el compañero Marco Fernández ha ganado las elecciones y la dirección nacional debería reconocer aquello”; Fernández se identifica con los “renovadores” del MAS

Ahora, ¿cuál es el origen del segundo fracaso en Santa Cruz?

Para el sociólogo Fernando Mayorga, el problema tiene que ver con la definición de las candidaturas para las elecciones subnacionales de 2021. “En muchos distritos se produjeron reyertas entre las organizaciones sindicales y la Dirección Nacional del partido exponiendo las debilidades de su mapa de poder organizativo. En ese sentido, ¿en qué medida influyeron las pugnas entre la Dirección Nacional del partido      —bajo el mando de Evo Morales— y las organizaciones sindicales para el desempeño electoral del MAS-IPSP? Es evidente que incidieron de manera determinante, puesto que este venció solamente en un tercio de las gobernaciones y perdió en las alcaldías más importantes”, destaca Mayorga en su estudio Resistir y retornar. Avatares del proceso decisional en el MAS-IPSP (2019-2021) (FES-Bolivia, La Paz, noviembre de 2022); una de las investigaciones que más de cerca indaga la, si vale, vida íntima del partido de gobierno.

Si bien el MAS ganó la elección de gobernador en Cochabamba, Oruro y Potosí, no teniendo problemas en la selección de candidatos en los dos primeros, fue en Potosí donde hubo la primera señal —apunta Mayorga— de cuestionamiento del liderazgo de Evo Morales, “poniendo en evidencia la rutinización de su carisma”. (p. 141)

Fue cuando tras un ampliado en Betanzos, Evo tuvo que salir disfrazado del lugar (tras estar oculto varias horas) luego de que hubo el descontento con el candidato a gobernador propuesto por él y se desató la pelea en torno a esta decisión, habiendo otro candidato por parte de otro sector fuerte.

Las pugnas internas en relación con la selección de los candidatos también se dieron en Beni, Pando, Chuquisaca, La Paz y Tarija, “donde el MAS-IPSP fue derrotado”, recuerda Mayorga.

En Beni, lo más significativo fueron los problemas que se dieron respecto a la candidatura a la Alcaldía de Trinidad. “Christian Cámara había sido elegido por consenso como candidato en un ampliado departamental con participación de la Central Obrera Departamental y otras organizaciones sociales”. Sin embargo, —hace notar Mayorga— “la Dirección Nacional del partido optó por postular a otra persona que apenas obtuvo el tercer lugar”. Cámara postuló por el Movimiento Tercer Sistema (MTS).

En Pando, el candidato a gobernador Regis Richter, disidente del MAS que fue a la elección por el MTS, le ganó al MAS en segunda vuelta. “Esa derrota se explica como una reacción de las bases a una decisión de la Dirección Nacional del partido que desconoció las resoluciones de un ampliado del Pacto de Unidad que, precisamente, había elegido a Regis Richter como candidato ‘con la presencia de más de ochenta organizaciones sociales’”, relató a La Razón el 13 de diciembre de 2020, la presidenta departamental del MAS, Aliana Guzmán. Un hecho que exacerbó los ánimos —recuerda Mayorga— es que Evo comunicara la decisión contraria a las determinaciones de las organizaciones sociales, “en un tuit” (p. 142).

DEDAZO.

Fue aquí cuando se empezó a hablar del “dedazo”: “No vamos a permitir más intromisiones ni dedazo”, había declarado entonces el secretario ejecutivo de la Federación de Campesinos de Pando, refiere el sociólogo.

“Los casos de Chuquisaca y La Paz presentan rasgos diferentes pero son análogos. El MAS-IPSP fue derrotado por fuerzas locales articuladas en torno a candidatos con trayectorias disímiles pero sin vínculos con la oposición tradicional. Por una parte, Damián Condori, por Chuquisaca Somos Todos (CST) —un disidente de antaño—; por otra, Santos Quispe, por la agrupación Juntos al Llamado de los Pueblos (Jallalla) que enarbolaba posiciones críticas al MAS-IPSP” (p. 143).

En el caso de las alcaldías, el sociólogo Mayorga recuerda que si bien el MAS ganó en 240 de 336 municipios, “sin embargo, perdió en siete capitales departamentales     —excepto en Oruro y Sucre— y en El Alto”.

Aquí, sobresalen dos mujeres disidentes que le ganaron al MAS: Ana Lucia Reis, alcaldesa electa de Cobija, y Eva Copa, que ganó la Alcaldía de El Alto.

Una vez que Reis decidió postular por el MAS, la Dirección Nacional del MAS descartó su candidatura            —apunta Mayorga— reproduciendo un significativo testimonio que la alcaldesa cobijeña dio a La Razón Radio, programa por internet de La Razón, el 8 de marzo de 2021: “En diciembre me reuní con el expresidente Evo Morales, justamente hablamos de las candidaturas, donde me dijo que las organizaciones sociales no me apoyaban y que era mejor que me invite para que trabaje en alguna institución [pero yo] le dije que no, que tenía que ser candidata, que era un compromiso con el pueblo y entonces me deseó suerte (La Razón Radio, 08/03/2021)” (p. 146). Reis, con la sigla del MST, ganó con 45%  de los votos y una diferencia de 20 puntos sobre el candidato del MAS, hace notar Mayorga.

Pero si hubo una derrota contundente para el MAS en las elecciones subnacionales, esa fue ante la exsenadora masista Eva Copa, que con la sigla de Jallalla venció la elección con 67% del sufragio.

Al margen de la mayor o menor intervención de Evo Morales en la no-candidatura de Copa por el MAS (siempre se dijo que los que la apartaron fueron los dirigentes masistas alteños), su triunfo es significativo de cómo la votación del MAS en El Alto se volcó hacia la candidatura, en vez de seguir la línea partidaria.

“Eva Copa venció con más de dos tercios de la votación, un resultado que muestra, de manera nítida, que el voto en apoyo al MAS-IPSP en las elecciones generales de 2020 se centró en una figura disidente puesto que su principal rival —aquel seleccionado por la Dirección Regional del partido— obtuvo menos del 20% de la votación”, destaca el texto de Mayorga (p. 149)

Con respecto al “dedazo” de Evo, en declaración a Animal Político, el vicepresidente del MAS, Gerardo García, entiende lo contrario: que Evo más bien respetó las decisiones de las organizaciones sociales locales y que si hay alguna responsabilidad por algo mal hecho es de alguna de esas dirigencias locales: “No he tenido yo el conocimiento (de) que el hermano Evo haya digitado o haya dicho ‘este va a ser y listo’. Más bien dijo que traten de organizar o de elegir lo mejor posible”.

De la degeneración, hay culpables concretos, afirma: “Lamentablemente, en las subnacionales ha habido dirigentes que han sido pagados, coimeados, por algunos candidatos, y el resultado de eso es que ahora no están respetando la disciplina política, y es que no son militantes del MAS. No se ha respetado la decisión política de cada una de las circunscripciones; a pesar de que había compañeros elegidos orgánicamente, algunos dirigentes (regionales o locales) por plata o por capricho, han puesto a otra gente. Resultado de todo eso ahora es el problema de los ‘renovadores’; eliminar la personería jurídica del MAS para renovar con otro partido; eso es en el fondo la palabra ‘renovadores’”.

Y he aquí que el estudioso plantea un punto de enorme urgencia hoy día, la inusitada fortaleza que ha adquirido la corriente “renovadora” en el MAS: “En suma, los resultados negativos en las elecciones subnacionales 2021 expusieron, de manera severa, las disyunciones entre los actores estratégicos del MAS-IPSP cuyas divergencias se manifestaron en un debate en torno a la renovación en las filas del partido”. (p. 148)

A partir de las derrotas en las elecciones subnacionales, apunta, “se inició un debate sobre las razones del débil desempeño electoral del partido de gobierno y algunas críticas se enfocaron en el papel de la dirigencia partidista bajo el mando de Evo Morales como presidente y jefe de campaña” (p. 149). Aunque mucha de esta crítica, precisa, no era directamente a Evo, sino a su “entorno”; o sea, si se planteaba renovar en lo principal era cambiar las dirigencias, sin tocar al líder máximo.

GUTIÉRREZ.

El sociólogo destaca una excepción, la del dirigente minero Orlando Gutiérrez, “una destacada figura en el periodo de resistencia al gobierno de Áñez y en la conducción de los bloqueos de caminos en agosto de 2020”.

En una grabación, difundida en redes sociales —rescata Mayorga— se relata un encuentro con Evo Morales,  “una reunión en la que todos guardaban silencio, que adquirió ribetes de discusión. En esa oportunidad, Evo Morales interrumpe al dirigente minero y le reclama: ‘Cuando hablamos de nuevos liderazgos, ¿dónde quedo yo?’. La respuesta de Gutiérrez fue tajante: No se trata de que a vos te echemos al olvido, se trata de partir; ya has marcado historia, vas a ser el líder indiscutible, ya has marcado huella, pero el tiempo no pasa en vano, hasta el fierro se desgasta. Si no formas liderazgos vas a tener a Bolivia, igual que en octubre y noviembre, sin liderazgo, sin dirección” (p. 149).

Sobre la propuesta de renovación, apunta el sociólogo, Evo Morales siempre fue tajante: esa demanda “era una excusa para propiciar la división en su partido y, sobre todo, estaba dirigida contra su liderazgo. Ante la pregunta de un periodista: ‘¿Qué significa el MAS sin Evo Morales al frente de la organización?’, su respuesta fue: “Usted está apuntando a dividir al MAS-IPSP con esa pregunta, que no voy a responder (…) Renovación viene de la derecha, enfrentarnos entre viejitos y jovencitos. La verdadera renovación [es] de programas, de ideas”  (p. 152).

(*) Iván Bustillos es periodista de La Razón

Temas Relacionados

Comparte y opina:

Polarización Identitaria

La polarización impide pensar el país en el mediano y largo plazo.

/ 26 de marzo de 2023 / 08:02

CARA Y SELLO

La Primera Encuesta Nacional sobre Polarización en Bolivia es de gran relevancia para el estudio de este fenómeno social global y sus manifestaciones en el país. La política en el mundo se ha transformado significativamente y la política de las identidades va constituyendo una nueva normalidad.

En el marco de la política de las identidades, el concepto mismo de polarización está siendo resignificado. La noción clásica de Giovanni Sartori la sitúa como el distanciamiento ideológico entre las organizaciones políticas en pugna.

Si bien la polarización continúa siendo impulsada por las dirigencias políticas, la apelación a los sistemas de creencias colectivos hace que las movilizaciones identitarias del presente puedan prescindir, al menos formalmente, del despliegue partidario.

Suprimir la diferencia. Francis Fukuyama observa que “en algún momento, en medio de la segunda década del siglo XXI, la política cambió dramáticamente en el mundo” y mudó hacia las demandas en clave identitaria. Varios pensadores reflexionan al respecto desde todos los colores del espectro político.

La académica Jennifer McCoy advierte que las polarizaciones actuales tienen como principal rasgo “su naturaleza inherentemente relacional y política. Suprimen las múltiples y transversales diferencias intergrupales en una sola diferencia que se carga negativamente y se utiliza para definir al Otro”.

La supresión de la diferencia refuerza la apelación a las creencias, que no se discuten: se imponen. Esto imposibilita la acción colectiva en torno a objetivos propositivos de mediano y largo plazo.

El filósofo coreano Byung Chul-Han señala que “la nueva masa es el enjambre digital”. Apunta que “los individuos que se unen en un enjambre digital no desarrollan ningún nosotros”. Más aún, esta formación, “por contraposición a la masa, no es coherente en sí”.

Enjambre cruceño. Estas reflexiones son pertinentes para entender lo ocurrido en Santa Cruz con el paro de 36 días a fines del año pasado. La sociedad cruceña, particularmente en la capital, se polarizó al extremo. Y se impuso una consigna: Censo en 2023, acatada casi de manera religiosa por una porción determinante de la sociedad.

Fukuyama señala acertadamente que la actual política de las identidades es sostenida por “los guardianes, quienes están típicamente enojados y se asemejan a los perros bravos, que son despiadados con los extraños y leales a sus amos”.

Este es otro rasgo de la actual polarización. El enjambre no necesariamente es la parte mayoritaria de una sociedad, pero está fuertemente motivada y dispuesta a recurrir a la violencia. Fue así que, en el caso cruceño, un grupo reducido logró imponer su voluntad frente al resto.

Pese a toda la potencia que esta forma de organización muestra en su despliegue, es de carácter esporádico y sin la proyección que Chul-Han echa de menos en comparación con la masa tradicional.

El aporte de la FES con el Foro de Análisis Político sobre el estudio realizado es de gran relevancia, porque permite entender el fenómeno de la polarización, que va siendo parte de la política boliviana contemporánea.

(*)Pablo Deheza es periodista. Santa Cruz

Comparte y opina:

El problema de la polarización

Polarización: problema que se come otros problemas, monstruo que nos convence de que los monstruos somos nosotros

/ 26 de marzo de 2023 / 07:48

CARA Y SELLO

Esa cena de Navidad fue horrible. Terminó con un montón de gritos entre mi esposo, mis cuñados y sus papás. Les pedimos mil veces que se tranquilizaran, pero no nos hacían caso. Lo único que los escarmentó fue escuchar a las wawas llorar asustadas de tanto grito. Una prima de mi esposo se fue a llorar sola a un cuarto mientras su hija de 13 años la consolaba. ¡13 años! ¿Te imaginas? Una cosa horrible. Desde entonces hablar de política está totalmente prohibido en la familia”. Esta historia me la contó una amiga después de ver los resultados de la encuesta que habíamos hecho: 19% de las y los bolivianos admite haber tenido que cortar lazos por completo con un familiar, amigo o colega por peleas relacionadas con el conflicto de 2019-2020. “Cortar lazos así del todo… no, no lo hemos hecho. Pero la verdad es que las cosas nunca volvieron a ser iguales. Hay una cosa que se ha roto que no sé cómo irán a repararla”.

Autocensura, miedos. Entre noviembre y diciembre de 2022 tuvo lugar la “Primera Encuesta Nacional de Polarización”, realizada por la Fundación ARU a solicitud del proyecto Unámonos, ejecutado por las oficinas en Bolivia de la Fundación Friedrich Ebert (FES) y la Fundación Konrad Adenauer (KAS). Su objetivo es contribuir a mitigar los efectos de la polarización política en el país.

De hecho, el caso de mi amiga encaja mejor con otro dato: 51% afirma que prefiere no hablar de política para evitar peleas con amigos o familiares. Mitad del país autocensurado. También tenemos a más de la mitad del país con miedo: 63% afirma que la crisis de 2019 le ha causado miedo o nervios; 41% tiene miedo a lo que les pueda pasar por los altos niveles de racismo y/o intolerancia política; y 48% cree que, dados los últimos acontecimientos políticos, Bolivia corre el riesgo de dividirse.

Polarización, ese monstruo. La periodista mexicano-estadounidense Mónica Guzmán, que dedica su vida profesional a luchar contra la polarización política, la define como “el problema que se come otros problemas, el monstruo que nos convence de que los monstruos somos nosotros”. La encuesta parece dar pistas de que esto es cierto.

Cuando preguntamos sobre identidades, 36% afirmó que se identifica con su región y 59% dijo que lo hace con algún pueblo indígena; pero cuando les pedimos que pongan sus identidades en orden de importancia, 83% dice que la más importante es la identidad nacional. Solo 9% pone a su identidad regional y 8% a su identidad étnica como las más importantes. ¡El monstruo que nos convence de que el monstruo somos nosotros! Tanto nos han dicho que la polarización se debe a que nuestras identidades regionales o étnicas son incompatibles y resulta que solo 17% de la población antepone su región o su etnicidad a su identidad nacional.

Esto no significa, por ningún motivo, que en Bolivia no exista racismo o regionalismo. Sería absurdo afirmar tal cosa. Significa algo mucho más preocupante: nuestras diferencias y enorme riqueza cultural están siendo utilizadas como un arma para apuntarnos a nosotros mismos. Y aquí es donde “el problema que se come otros problemas” cobra más sentido. La polarización toma los problemas estructurales del país, el racismo prevalente y el centralismo crónico, y los convierte en problema de hinchadas políticas. Usa estos problemas para hacerse más fuerte, no para resolverlos.

También puede leer: Hegemonía lingüística de los tribunales internacionales

Parece que nuestra polarización se caracteriza, entonces, por una minoría ruidosa y una mayoría autosilenciada. Digo “minoría ruidosa” porque solamente 20% admitió que le gusta entrar a redes sociales para pelearse con quienes no piensan como ellos y 24% admite haber insultado o haber sido insultado en redes por temas políticos.

Elogio de la diversidad. La polarización se parece al proceso de convertir un diverso y colorido bosque, lleno de vida de todo tipo y cantidad de especies diferentes, en un monocultivo donde solo puede existir una especie de árboles, lo que reseca el suelo y nos convierte en alimento de grandes incendios forestales. De la misma forma, la polarización toma un ecosistema social diverso, con numerosas ideas, identidades y cosmovisiones, y lo convierte en un espacio donde solo pueden existir dos formas de vida: “nosotros” y “los otros”. Entonces viene el fuego —una crisis económica, una elección muy reñida o una pandemia— y se incendia todo.

Los bosques que aún mantienen su biodiversidad también sufren incendios, pero su capacidad de recuperarse es mucho más alta gracias a su diversidad, que le ofrece múltiples estrategias para recuperar la vida; en cambio, cuando un incendio arrasa con un monocultivo, deja un suelo desértico e improductivo, donde alguna vez había reinado la vida. Es por eso que, como gran conclusión de este estudio, defendemos un hecho fundamental: nuestra fortaleza es nuestra diversidad. Que no nos la quiten bajo la premisa de que hay un “nosotros” que debe defenderse de “los otros”.

(*)Ana Velasco es coordinadora del proyecto Unámonos

Temas Relacionados

Comparte y opina:

Trabajadores migrantes y la frontera con Chile

La militarización de la frontera norte de Chile afecta básicamente a migrantes bolivianos.

Un grupo de migrantes en la frontera con Chile.

Por Alfonso hinojosa

/ 26 de marzo de 2023 / 07:30

DIBUJO LIBRE

A fines de febrero, cuando todavía el Carnaval era celebrado en el país, la ministra del Interior de Chile anunció desde Colchane la militarización de la frontera norte con Bolivia y Perú, con el objetivo de frenar la inmigración irregular, para lo cual se dieron atribuciones especiales a los militares, como controlar la identidad, el registro de equipajes o detener a personas para ser trasladadas a la Policía de Investigaciones de Chile (PDI) o a Carabineros. El despliegue del ejército, junto a la dotación de tecnología e infraestructura, no son las únicas medidas adoptadas para este fin; se está montando, además, un “sistema de información fronterizo” a través de módulos de observación de última tecnología (cámaras térmicas de visión nocturna, sistema de comunicación satelital, etc.) para controlar la circulación fronteriza en pasos no autorizados, así como sistemas de análisis biométricos en frontera para empadronar y registrar a migrantes. El laboratorio para todas estas medidas, que serán replicadas luego en otras geografías fronterizas, es la localidad de Colchane, frontera con Bolivia. Hace diez días, el 15 de marzo, el presidente Boric visitó Colchane y volvió a emitir un duro discurso contra la “inmigración y la criminalidad”, además de señalar a Bolivia como entorpecedora de la expulsión de migrantes irregulares.

Las medidas antes señaladas, siendo extremas, no son novedosas. Desde 2018, el país vecino ha desarrollado una serie de planes y acciones de orden militar, policial y administrativo en Colchane para impedir el ingreso de ciudadanos extranjeros, sobre todo venezolanos, colombianos y haitianos, en lo que denominan “crisis migratoria”. A estas alturas, para nadie es desconocido que Chile, desde hace más de dos décadas, es el destino migratorio regional por excelencia. Las cifras indican que la presencia de ciudadanos provenientes de Sudamérica aumentó en 80% en los últimos años. Sin duda, buena parte de esos migrantes ingresaron a Chile vía Bolivia, primero entrando al país por Desaguadero desde Perú, para luego de atravesar La Paz y Oruro, dirigirse a Chile por la frontera de Pisiga. De ahí que ahora somos también un “país de tránsito”.

De manera paralela a esta vorágine migratoria regional a Chile, la presencia boliviana en ese destino también ha crecido significativamente. Como muchas dinámicas migratorias en Bolivia, ésta se desarrolló y desarrolla en silencio, al margen del Estado, incluso al margen de la sociedad y su vida pública e institucional. Desde inicios del presente siglo existía ya una colectividad boliviana importante en el norte chileno, no solo en el tradicional puerto comercial de Arica, sino, de igual forma, en Iquique, Calama y Antofagasta, donde mayormente se empleaban en servicios, cuidados, comercio (sobre todo mujeres), construcción, minería, agricultura y otros. Hoy en día, esa presencia en el norte chileno está plenamente consolidada y en franca expansión. De acuerdo al censo chileno de 2019, los bolivianos residentes en ese país son 119.401. Es claro que en esta cifra no figuran aquellos cuyo ingreso a Chile fue irregular, es decir, por pasos no autorizados.

Una característica muy importante de esta población boliviana en Chile son sus dinámicas de movilidad, ya que ellas responden a una lógica de circulación o circularidad en el espacio; es decir, los migrantes bolivianos se mueven en temporadas de dos a cuatro meses aproximadamente, yendo y viniendo con mucha fluidez y rapidez y de manera repetitiva. Vinculada a esta dinámica en el norte chileno, en la última década la migración laboral boliviana ha ido avanzando de manera acelerada hacia el centro y sur, empleándose sobre todo en la cosecha agrícola de diversas frutas cuya demanda de trabajadores es significativa a lo largo del año. Este rubro laboral es el que hoy día jala la mayor cantidad de trabajadores bolivianos y donde se reproducen, también, las modalidades de circulación temporarias y cortas, además de concentrar la mayoría de los tránsitos por pasos no habilitados, es decir, de entradas irregulares. La importancia de la migración boliviana a Chile se corrobora cuando analizamos las remesas económicas llegadas al país. Según datos proporcionados por el Banco Central de Bolivia, en 2022 hubo un récord en la recepción de remesas, ya que superaron los 1.437 millones de dólares y, por primera vez, Chile ocupó el puesto número dos, luego de España y por delante de Estados Unidos. 

Estas intensas movilidades poblacionales hacia Chile, tanto de bolivianos como de ciudadanos de otros países de la región y más allá (Haití), se han dado vía las fronteras de Pisiga (Bolivia) y Colchane (Chile). Las transformaciones que esta frontera ha experimentado en los últimos años, producto del denominado “corredor andino” de migraciones (Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia), son profundas, más aún si consideramos todo lo vivido y experimentado durante y después de la pandemia con el cierre de fronteras, cuyos impactos fueron asumidos por los migrantes y por las regiones fronterizas.

También puede leer: La Ley de Ausencia Temporal que aún está en entredicho

En el marco de lo señalado, llama significativamente la atención que en menos de un mes la Ministra del Interior y el presidente Boric visiten la frontera de Colchane acompañando el despliegue militar. En los discursos de ambas autoridades se hizo hincapié en frenar la inmigración de ciudadanos venezolanos que entran a Chile, llegando incluso el presidente Boric a vincular muy arriesgadamente la irregularidad con la criminalidad, y deslizar que “le haría la vida imposible” a las personas migrantes en condición de irregularidad. Sin embargo, desde hace más de medio año, la circulación de ciudadanos venezolanos por Bolivia hacia Chile ha disminuido drásticamente y en la actualidad, de diez personas que pasan por Pisiga con destino a Colchane, siete u ocho son bolivianas. Desde hace tiempo, la región asiste a un reflujo o migración de retorno de venezolanos desde Chile, que ahora vuelven sobre sus pasos a lo largo del subcontinente, dato que no es desconocido para las autoridades chilenas e incluso es motivo de cuestionamiento de la prensa, por el destiempo de algunas medidas. Esto nos lleva a sostener que la actual militarización de la frontera norte afecta básicamente a migrantes bolivianos.

Lo que se atisba en el horizonte de corto y mediano plazo, no es la disminución o desaparición de estas dinámicas migratorias que se originan en la demanda de mano de obra en determinados rubros laborales, sino su mayor clandestinización y vulneración, obligándolas a buscar rutas de mayor riesgo (muchas de ellas activas para el narcotráfico y el contrabando). Frente a ello, el silencio y bajo perfil de nuestras autoridades expresa el statu quo que desde hace mucho tiempo caracteriza al accionar público nacional sobre el hecho migratorio en el país.

(*) Investigador del Instituto de Investigaciones Sociológicas (IDIS-UMSA) donde actualmente desarrolla la investigación “Circuitos migratorios laborales de bolivianos en Chile: Movilidad, fronteras y políticas”. Coordinador del Observatorio de Migración Transnacional (OMT) de Bolivia.

(*)Alfonso hinojosa es sociólogo (*)

Comparte y opina:

Polarización y Bolivianidad

Lo peor es cuando la polarización destruye lo común entre los adversarios

/ 26 de marzo de 2023 / 06:42

CARA Y SELLO

La polarización no es un fenómeno totalmente negativo, pues podría ayudar a fortalecer los procesos de tránsito de un ciclo político a otro, dependiendo del grado en el que se encuentra. Las crisis sociales, políticas o económicas, son los escenarios favorables a la polarización, porque agudizan y normalizan conductas de confrontación que se han ido camuflando en un proceso de acumulación de problemas estructurales no resueltos.

Por eso la crisis política de 2019 no es la causa del actual contexto polarizado, sino el resultado de conflictos vinculados con aspectos histórico-sociales que se han ido arrastrando hasta ese ciclo, como el racismo y la desconfianza en instituciones del Estado.

El tercio polarizado. La encuesta sobre polarización de la FES y la KAS, en el ámbito del proyecto Unámonos, muestra que hay un grupo polarizado en Bolivia, alrededor de 30%, el cual se distribuye entre oficialistas y opositores. Éstos tienen una percepción mutua muy desfavorable; incluso podrían votar por candidatos que no les gusta, solo con tal de ver perder a su “adversario”.

Lo importante de estos datos no necesariamente es la cantidad de gente polarizada, sino cuánta capacidad tienen de poder arrinconar hacia su bando a la población que no se identifica con ellos. Y aquí quiero pasar de la causa al momento del “cultivo” de la polarización. Como dije, este fenómeno es natural en la sociedad, pero puede ser peligroso si interfieren grupos interesados en agudizar la confrontación.

El proceso puede reforzar los discursos de polarización con frases simples como “fue golpe” o “fue fraude”, para que la gente se apropie de ellas. Es importante entender también que los “polarizadores” agravan los conflictos sociales para trasladarlos a escenarios donde el consenso no sea una alternativa y se priorice la confrontación contra el otro bando. Por ello, la suspensión del Censo de Población generó antagonismos más que acuerdos. Se apela a lo emocional desde un lenguaje de enfrentamiento. En Bolivia ello puede ser reforzado por el regionalismo o el nacionalismo.

Del cultivo a la crispación. Esta capacidad de arrinconar a la población no depende solo de la habilidad de convencer y persuadir a partir del discurso, medios de información y redes sociales, sino también de la capacidad de movilización, que incluye pagarle a bloqueadores o manifestantes y también crear grupos de choque.

Del “cultivo” podemos pasar a la “crispación”, que es la cúspide de la polarización, en la cual los ciudadanos adoptan la identidad que construyeron los “polarizadores” y se vuelven propagandistas de su bando, para anular el debate y la reflexión, ya que no encuentran una identidad común con su adversario.

Afortunadamente, la encuesta arroja un dato interesante: a pesar de las diferencias identitarias étnicas y regionales, se prioriza la identidad boliviana como la más importante (83%). Esto me motiva a pensar que el país no está todavía en la cúspide más alta de la confrontación y son los dos bandos políticos los que crean ese imaginario, pero la etapa electoral definirá mejor el panorama.

(*) Quya Reyna es comunicadora. El Alto

Temas Relacionados

Comparte y opina:

Últimas Noticias