Friday 10 Mar 2023 | Actualizado a 12:06 PM

‘Reforma de la justicia’, ese proceso

Bolivia reforma su justicia desde hace al menos 30 años; por supuesto con avances y retrocesos; el punto hoy día es continuar, acelerar.

/ 5 de febrero de 2023 / 08:22

La reforma de la justicia no se reduce a un cambio de la Constitución, ni a una ‘cumbre’; es un proceso de nunca acabar.

El punto sobre la i

En relación al referendo de reforma parcial de la Constitución que “juristas independientes” intentan que haya antes de las elecciones y que a la fecha está en su fase de recolección de firmas, existe la polémica sobre si este proceso concluirá a tiempo para modificar la forma de selección de los candidatos a la elección de octubre- noviembre de 2023. Se viene instalando en los medios que si no se logra esto, la “reforma de la justicia” será postergada hasta las próximas elecciones judiciales, en 2029.

No es cierto. Como se verá en las siguientes líneas, la reforma de la justicia no es tal o cual evento, cumbre o reforma parcial de la Constitución; ante todo es un proceso que empezó hace más de 30 años, que, claro está, no ha sido lineal y progresivo, sino complejo, de altas y bajas, de avances y retrocesos. Y el futuro de la reforma, no cabe duda, seguirá siendo así, mal que bien, paso a paso.

Desde el año pasado se vienen llevando a cabo los llamados “Diálogos plurales para la transformación de la justicia en Bolivia”, un esfuerzo entre la Vicepresidencia del Estado, el Ministerio de Justicia y la representación del Sistema de Naciones Unidas en el país (en el primero también estuvo la Fundación Friedrich Ebert, FES-Bolivia). En 2022 se efectuaron cuatro de estos diálogos; para 2023 se proyectan al menos cuatro. No deja de ser oportuno lo debatido allí. Va, entonces, una síntesis con base tanto en el texto Justicia, la reforma impostergable que publicó FES-Bolivia en agosto sobre el primer encuentro, como el resumen de los cuatro diálogos que gentilmente la representación de Naciones Unidas proporcionó a Animal Político.

Como cierre, va un “derecho a la defensa” del Tribunal Supremo de Justicia.

¿NADA? El primer llamado de atención que hacen los Diálogos es que de una vez hay que desechar la idea de que en el país no se ha hecho nada en la reforma de la justicia. “Se advierten coincidencias en sentido de que Bolivia desde hace 30 años inició un proceso de reforma del sistema de justicia, y si bien se identifican avances importantes, es necesario generar un proceso de autocrítica constructiva”, apunta el Resumen de Naciones Unidas.

Al respecto, el oficial de la Fundación para el debido proceso, Ramiro Orías Arredondo, en el primer encuentro (julio de 2022) observaba que “en un primer momento se focalizó el esfuerzo a cambiar su diseño organizacional, luego se intentó mejorar la gestión judicial; también se ha buscado reformar sus procedimientos e incluso se han experimentado los más diversos modelos de nombramiento de sus máximas autoridades. (…) Se han promovido reformas procesales, se han aprobado nuevos códigos, nuevas instituciones, reformas legislativas inacabadas, mecanismos de acceso a la justicia… Parece que hemos intentado de todo, pero nada ha funcionado de manera satisfactoria y para todos”.

Con mayores o menores avances en esta serie de transformaciones, Orías Arredondo acusa directamente al sistema político: “Lo que ocurre es que en este tiempo no se ha enfrentado con decisión la agenda de independencia, transparencia, probidad e integridad judicial. Sin esto cualquier iniciativa de reforma no será sostenible ni duradera en el largo plazo. Así, la reforma judicial no solo es impostergable, sino que constituye tal vez la deuda pendiente que tiene el sistema político con la democracia boliviana”.

En coincidencia, el ministro de Justicia, Iván Lima, enfatiza en el carácter incremental de las reformas: “Yo estoy convencido de que lo que hemos hecho en el país es acumulativo. Los últimos 30 años hemos hecho reformas y estamos en una mejor situación”. El ministro cuenta que cuando él empezó su carrera, en 1997, había prisión por deudas, una persona podía quedarse en las celdas policiales más de 30 días, y la gente en verdad no tenía certeza de que sus procesos algún día terminarían. “Entonces, decir que estamos tan mal y que estamos en el peor momento de la historia no es decirle la verdad al pueblo boliviano”, sentencia el ministro.

INDEPENDENCIA. En lo relativo a la independencia judicial, que para muchos es el problema, Lima plantea no mitificar el hecho como un eterno inalcanzable: “Cuando dicen que hay un discurso de independencia judicial y que no hay independencia judicial en el país, están diciendo algo que no es real. Cada juez es el que construye su independencia, y eso se lo van a decir todos los tratados de derecho judicial. Entonces, creo que la independencia de la justicia se va construyendo con la actitud de todos y cada uno de los que quieren ir a hacer esa transformación de la justicia, no con discursos de café”.

Con respecto a la falta de independencia judicial, el expresidente de la otrora Corte Suprema de Justicia Eduardo Rodríguez Veltzé fustigó el rol que tuvo, por ejemplo, la Fiscalía en la crisis de 2019; “Si habíamos tenido estos episodios de vulneración del orden constitucional, ¿dónde estaba la autoridad llamada a impugnarlos?, ¿dónde estaba el titular de la acción penal pública, el señor Fiscal General del Estado? Al contrario, no lo hizo, se puso a perseguir a otras autoridades y exautoridades y esos jueces también procesaron a los ciudadanos. Hace pocos días, en Argentina, nuestro Presidente reclamaba y decía: ‘Pero si son los mismos jueces y fiscales que nos juzgan’. Ese es el problema, esa fue una manifestación de falta de independencia”.

El tema del segundo diálogo fue la “Asignación presupuestaria del Órgano Judicial y su administración”.

Como era natural, de entrada se afirma la baja asignación de recursos al sistema judicial en relación al Presupuesto General del Estado (PGE).

“El presupuesto asignado al Órgano Judicial por parte del TGN en los últimos cinco años osciló entre 0,24% y 0,35%, es decir, que no alcanzó ni el 1% del PGE, ese monto solo representa casi 40%, mientras que el restante 60% proviene de recursos propios; no obstante, en los últimos años se advirtió que estos recursos llegan a una ejecución promedio de 90%; el Órgano Judicial solo tiene presencia en 49% de los municipios, lo cual implica que en el restante 51% la ciudadanía no cuenta con un acceso directo a la justicia ordinaria; por otra parte, 62% de los juzgados y tribunales se encuentran en ciudades capitales y 38% en provincias, por lo cual, la posibilidad de incrementar el presupuesto debería estar destinado a ampliar el derecho de acceso a la justicia de la ciudadanía”, apunte el Resumen de la ONU.

Al respecto, el ministro Lima cuestiona. Desde 2006, dice, el presupuesto del Órgano Judicial “se ha incrementado de 200 millones a más de mil millones de bolivianos”; con todo, si bien reconoce la baja asignación en relación al presupuesto total, no deja de cuestionar a la administración judicial: “Asignamos el 0,5% del presupuesto, de verdad. Piden el 3%. ¿En qué se va a gastar ese presupuesto?, ¿cómo vamos a ir construyendo ese presupuesto para que nos garantice acceso a la justicia?”.

Un aspecto que destaca el Resumen de Naciones Unidas es la demanda de los participantes de “introducir la perspectiva de género con un enfoque interseccional en la planificación y programación del presupuesto, lo cual implica no solo medidas en resguardo de mujeres que requieren acceder al sistema de justicia sino también en remover todas las barreras para que una población diferenciada pueda acceder a la justicia desde sus diferencias; de acuerdo a estándares internacionales y las recomendaciones efectuadas por organismos internacionales de derechos humanos”.

PRESUPUESTO.

Un punto intermedio inmediato para encarar la limitación presupuestaria, se sugirió en el encuentro, puede ser “asignar un presupuesto fijo para todas las entidades del sector justicia, eso implica el Órgano Judicial, Ministerio Público y Defensa Pública”. Un porcentaje fijo que no pueda ser reducido y que deba ser asignado “aun en tiempos en que el Estado está afrontando restricciones presupuestarias, circunstancia que solo se podría garantizar a partir de normas que fijen esos presupuestos”.

El tercer conversatorio fue vinculado al fortalecimiento de la Justicia Indígena Originaria Campesina (JIOC). No deja de ser importante el planteamiento del tema: “Identificar el estado de situación de la JIOC, su reconocimiento, institucionalidad, su relación con la justicia ordinaria y los mecanismos de cooperación y coordinación”.

En la cita, destaca el apunte ONU, se recordó que el proceso constituyente dio al menos tres mandatos: “que para la jurisprudencia constitucional deberían ser esenciales: la restitución territorial para los pueblos indígenas; la reconstitución de sus instituciones, lo que implica el ejercicio pleno de sus sistemas jurídicos y políticos; y, generar procesos de igualación, porque se tienen históricas relaciones de asimetría, especialmente en relación a pueblos indígenas y mujeres indígenas”.

Y he aquí la insistencia que hubo al primordial rol que en este punto debiera tener el Tribunal Constitucional Plurinacional (TCP). Aparte de mantener su “composición plural” (representación indígena, pero también “de una lógica de paridad y complementariedad del chacha warmi”), en la resolución de controversias que le lleguen acerca de la relación justicia ordinaria versus justicia indígena, el TCP debería “sostener una línea jurisprudencial que respete los estándares más altos en pluralismo jurídico de tipo igualitario, materializando la Constitución, dejando de lado interpretaciones formalistas y ritualismos extremos que niegan el acceso a la justicia constitucional a los pueblos indígenas”. (Resumen de ONU)

También se le recomienda al TCP fortalecer los procedimientos de consulta de las autoridades de las naciones y pueblos indígenas en relación a la aplicación de sus normas, “tomando como premisa que, de acuerdo al modelo constitucional, la ley ya no es la única fuente directa de derecho, que lo son también las normas, procedimientos, principios y valores de los pueblos indígenas”; además de “fortalecer los mecanismos de interacción entre la jurisdicción indígena, ordinaria y agroambiental, a través de los diálogos interjurisdiccionales”; y, algo capital, recursos: “Se requiere que el Estado invierta en la institucionalización de la JIOC, destinando presupuesto para la administración de la jurisdicción indígena, dotando de infraestructura o casas de justicia a nivel nacional, introduciendo los principios y valores de la justicia indígena en la formación y capacitación de los operadores del sistema de justicia”.

Pero también hubo miradas críticas a las propias comunidades indígenas: prevenir el “latente peligro de la politización de la jurisdicción indígena originaria campesina, y que se asimile las taras de la administración de la justicia ordinaria”. Problema para la justicia indígena también es, apunta el Resumen, el que hay una “resistencia al cambio judicial por parte de las propias bases indígenas, que siguen demandando sus pleitos directamente en la justicia ordinaria”, restando validez a las formas originarias de resolver tale o cuales conflictos.

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ACCESO. Finalmente, el cuarto encuentro en 2022, que abordó el “Acceso a la Justicia priorizando grupos en situación de vulnerabilidad”. La virtud de esta mesa fue mostrar que el esfuerzo “para transformar el sistema de justicia no puede seguir enfocándose solo en el diseño o en la modificación de leyes o códigos, sino que también se debe enfocar en los procesos de implementación de la norma, de una gestión por resultados, lo cual implica el uso de información a través de los sistemas informáticos que sirvan para la toma de decisiones para mejorar el servicio; generar procesos de evaluación sobre la implementación de diferentes diseños normativos a fin de promover adecuaciones prontas y pertinentes”.

Interesa prestar especial atención, se insistió, en “identificar cuáles deberían ser las potenciales rutas críticas en materia de acceso a la justicia por parte de población en situación de vulnerabilidad: mujeres, niños, indígenas, personas con discapacidad, población LGBT, personas privadas de libertad, víctimas de violencia basada en género, entre otros”.

En 2023, informó el viceministro de Justicia, César Siles, se prevé continuar con encuentros sobre independencia judicial, la elección de las máximas autoridades, la carrera judicial y, para cerrar, una revisión de la estructura misma del Órgano Judicial, “a partir de posibles modificaciones a la Ley del Órgano Judicial, que incluso el propio Tribunal Supremo de Justicia ya presentó un proyecto de ley a la Asamblea Legislativa”.

DEFENSA. En el ya habitual Informe de Gestión 2022 e Inauguración del Año Judicial 2023, que cada año publica el Tribunal Supremo de Justicia, es de mucha utilidad el Informe de la Presidencia.

En su discurso de inauguración del Año Judicial, el presidente del TSJ, Ricardo Torres Echalar, de entrada reclama que “lo pertinente no es hablar de la crisis del Órgano Judicial, sino de la crisis del Sistema de Justicia de Bolivia”, implicando esta crisis por lo menos al Ministerio Público, a la Policía Nacional y al Régimen Penitenciario, además del Órgano Judicial.

En cuanto a la retardación de justicia, que simplemente es, dice, no tramitar los procesos judiciales dentro los plazos establecidos por la ley, un problema de fondo es la carga procesal, destaca: por ejemplo, en Santa Cruz, hay un juez para 22.603 habitantes, para 24.483 en Pando, para 15.774 en Cochabamba, cuando la recomendación internacional es que “por cada 10.000 habitantes haya un juez”.

En lo relativo a la independencia judicial, el magistrado Torres Echalar aún lamenta que “de los 1.098 jueces de la Jurisdicción Ordinaria, 489 jueces no son de carrera, lo que, sin lugar a dudas afecta directamente a la independencia judicial”.

En cuanto a la modernización del sistema con la incorporación de nuevas tecnologías, el magistrado apunta a que pese a que ya se cuenta con un Sistema de Registro de Causas (Sirej) y varios programas informáticos que ayudan en dar mayor celeridad a los trámites, “sin embargo, todo esto es insuficiente, no tenemos aún un Sistema de Gestión de Causas como Órgano Judicial, que nos permita interoperar con otros entes, e incorporar en todas las materias, la firma digital, la ciudadanía digital, herramientas que sin lugar a dudas generarán mayor transparencia en la labor judicial”.

Y, para encarar la mora judicial, Torres Echalar, relieva que lo que pudo hacer el TSJ fue refuncionalizar, ampliar o reasignar competencias a 147 jueces (14% del total de jueces ordinarios), con lo que se logró:

– “Hasta antes del 18 de agosto de 2022, no existía ningún Juez Instructor especializado en Violencia hacia la Mujer; ahora existen 10 nuevos jueces”.

– “Hasta antes de la referida fecha, no existía ni un solo juez de instrucción anticorrupción; ahora existen cuatro jueces”.

– “Hasta antes que se implemente esta iniciativa, a nivel nacional existían 70 jueces de Sentencia Penal; ahora existen 86”.

– “Antes existían 2 jueces de Sentencia Anticorrupción y Contra la Violencia hacia la Mujer; ahora existen 9, y, desde el punto de vista de la especialidad, antes no existía ni un solo Juez de Sentencia que atienda únicamente violencia hacia la mujer; ahora existen 15 nuevos jueces de Sentencia”.

 (*)Iván Bustillos es periodista de La Razón

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Primarias en el MAS, ¿falta de consenso?

Teóricamente, las primarias son democracia interna. Tal como está el MAS, ¿se cumplirá esta premisa?

Elecciones primarias de enero de 2019; en lo principal fueron votaciones ratificatorias de un solo binomio, en todos los partidos

/ 5 de marzo de 2023 / 08:27

El punto sobre la i

En una entrevista en el programa televisivo y por internet de La Razón, Piedra, papel y tinta, el exvicepresidente Álvaro García Linera decía que hoy día él propone una tregua ante el cada vez más duro enfrentamiento entre evistas y arcistas; una tregua que significaría “que se deje de estigmatizar, de dejar de dar obras a los que están con el presidente Evo, y que los compañeros que están con Evo, dejen gobernar a esta nueva generación, porque son los que han sido elegidos”. Pero he aquí lo peculiar de lo dicho por García Linera: una tregua “hasta el 2024”, un año antes de las elecciones generales de octubre-noviembre de 2025. 2024, cuando se tendrá que encontrar, dijo, “el mecanismo para elegir quiénes serán los candidatos; encontrar una candidatura que garantice la unidad del proceso, la continuidad y nuevas reformas”.

Pues bien, al margen de cualquier otra forma de elección o designación interna, el mecanismo legal no es otro que las “elecciones primarias de candidaturas del binomio presidencial”, establecidas en el artículo 29 de la Ley 1096 de Organizaciones Políticas, del 1 de septiembre de 2018.

Pero he aquí el significado especial que tendrán las primarias para el MAS. Como apunta el economista especializado en análisis electoral Armando Ortuño: llegar a las primarias con dos o tres binomios candidatos, solo estará diciendo que en el MAS no fue posible el consenso y, para peor, cabe la posibilidad, quién sabe qué hará el perdedor de las primarias.

Las elecciones primarias son obligatorias: “La Ley 1096 dispone que los partidos políticos, por lo menos de alcance nacional, que pretendan presentar candidatos a elecciones nacionales, tengan que pasar, como parte de su democracia interna, por unas elecciones primarias”, recordó a este medio la vocal del Tribunal Supremo Electoral (TSE) Dina Chuquimia.

 BINOMIO. No está demás insistir en que se trata de la elección de un binomio presidencial entre varios que se puedan presentar a la elección, la misma que debe ser “con participación exclusiva de la militancia de la organización política”. “Las primarias se efectuarán 120 días (cuatro meses) antes de la emisión de la convocatoria para las elecciones generales”. (Art. 29 de la Ley 1096)

Los cuadros adjuntos corresponden a las primarias efectuadas el 27 de enero de 2019. Participaron nueve organizaciones políticas; en todos los casos hubo una sola candidatura, de modo que lo único que hubo fue una ratificación del binomio. Algunos frentes incluso llamaron a no votar. En cualquier caso, el primer dato son los bajos porcentajes de participación. Solo el MAS llegó a 45,5% de participación de sus militantes; en el resto, los porcentajes no pasan de 9%. Un hecho llamativo es ilustrado en el segundo cuadro: el alto porcentaje de los votos blancos y nulos en algunos partidos y alianzas, lo que se puede leer como el voto de descontento con el binomio postulante: 45% de sus nulos y blancos en el caso de FPV, 44% en el PDC y en PAN-BOL, 34% en el MTS, 33% en UCS.

 ACUERDO. A raíz de las declaraciones del exvicepresidente García Linera, de tratar de encontrar el mecanismo más idóneo para elegir a los candidatos presidenciales en 2025, tanto la diputada arcista Daisy Choque, como el senador evista Luis Adolfo Flores, coincidieron en señalar que las primarias serán decisivas para resolver la actual crisis en el MAS.

“Tenemos claro que la unidad es importante, y en ese marco son importantes las primarias, que van a definir quién va a ir a la cabeza del MAS como candidato”, afirmó la legisladora Choque. Con el candidato que gane “cerraremos filas y todos apuntaremos” al binomio que elija el partido para 2025, prometió.

Para Choque, el MAS es una estructura “bastante grande” y que pese a la división interna, hay una “línea clara” que se debe seguir.

El senador Flores, por su lado, instó a terminar con la división entre las alas “evistas” y de “renovadores”, pues al final todos los integrantes del MAS “se someterán a la decisión de los militantes sobre las candidaturas” en las primarias, previstas para fines de 2024, principios de 2025.

Incluso, en declaración a Animal Político, el vicepresidente del MAS, Gerardo García, se mostró partidario de que de una vez los problemas se resuelvan en las primarias. “Pueden presentarse como candidatos Choquehuanca, Lucho, Evo; no sé quiénes más se presentarán en las primarias, y en estas se tomará la decisión de acuerdo (con) nuestras organizaciones sociales; las bases tomarán una decisión por cuál de ellos se va (a elegir) como candidato presidencial”. 

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También García apunta hacia la unidad tras estas elecciones, sea cual fuere el binomio ganador. “Ahí se va a definir; el pueblo va a decir quién es quién, y a partir de ese momento, empieza la campaña”, sentenció el vicepresidente del MAS García. 

OBLIGATORIAS. Con respecto a la inevitabilidad de las primarias, el exministro Reimy Ferreira remarcó el carácter imperativo de las primarias y, algo de suma importancia, es que las primarias tendrían que servir para fortalecer al partido, no para dividirlo (cosa que también es posible). 

“Son obligatorias, no son una alternativa. La ley lo establece, no hay que modificar nada. Lo único que hay que hacer es lograr un consenso para que todos se comprometan a respetar la ley; lo contrario (que no se respete el resultado de la elección) es peligroso, significará la fragmentación, lo que afectaría la calidad democrática”, expresa su inquietud el exministro de Defensa (2015-2018).

No hay que tener de menos un hecho objetivo, insiste Ferreira. “Un factor de estabilidad de este país es el MAS, el único partido organizado a nivel nacional; lo que hay después del MAS son grupos, comparsas, fraternidades, sectores regionales, hay de todo, pero un partido en serio, el único es el MAS. Y si el único partido se fragmenta, en lugar de ir a unas primarias para salir unidos, no sufre la gente del MAS, sufre principalmente el país”.

Siempre se ha dicho del MAS, y lo repitió el expresidente García Linera en la entrevista en Piedra, papel y tinta: “que es un instrumento de organizaciones sociales más que de militancia partidaria”. Acerca de si este enorme peso específico que tienen las organizaciones sociales en el MAS, sea más un perjuicio que una ventaja para las primarias, Ferreira opina que “al final, es una ventaja, porque habiendo un militante que además de adherir al MAS sea parte de una organización más disciplinada, más orgánica, eso facilita la concertación interna; eso le da fuerza organizativa para un proceso electoral, pero también le da fuerza interna”.  

Desde otro lado, el economista Armando Ortuño apunta que en la actual “pugna de liderazgos”, que en términos concretos es saber quién finalmente va a ser el candidato en 2025, hay dos formas de resolver el problema: o logra elegir a sus candidatos por consenso orgánico, o tendrá que llegar a la disputa de binomios en las primarias.  “Lo primero es un proceso de acuerdos internos, por los cuales se pueda concertar un binomio a partir del diálogo de los actores y una lectura de sus fuerzas; es la posibilidad del consenso interno”, prevé.

 VOTACIÓN.

Pero, “si eso no fuera posible, efectivamente, el único mecanismo que le quedaría al MAS, que no fuera su división, son básicamente las primarias; porque éstas significan que ante la ausencia de un consenso dirigencial o de una parte importante del partido, se designe una candidatura en términos del voto de los militantes”. 

Ahora, provoca el economista, dados los niveles de enfrentamiento a los que están llegando en estos días los evistas versus los arcistas, debido al abierto encono entre ciertos niveles dirigenciales, el único camino viable para lograr candidatos son las primarias. “Las primarias parecen ser la única opción en un escenario de tanta dificultad para encontrar diálogo y acuerdo”; la otra opción es el consenso. Sin embargo, remata Ortuño, también hay la opción por el desastre: la división pura y simple.

Ahora, si se va a las primarias, tampoco se debe dejar de lado —como también insiste Ferreira— que el resultado tendría que ser sagrado, que se lo respeta o se o lo respeta: “(Si) yo voy al voto de los militantes, asumo que también estoy dispuesto a aceptar el veredicto de los militantes”, destaca Ortuño. 

Tampoco se debe dejar de lado que llevar adelante primarias es un requisito obligatorio para acceder a la candidatura en las elecciones generales.

Además, tal como están las fracturas en el MAS, las primarias de fines de 2024-principios de 2025- serían las primeras auténticas en la historia del país, de competencia entre dos tendencias (arcistas y evistas); en este sentido, no se puede contar como propiamente primaria la que tuvo lugar en enero de 2019. 

Ortuño aún llama la atención sobre algo que no se ha analizado todavía: “¿Cuál va a ser el comportamiento electoral de los militantes?” Finalmente, ¿cómo es la militancia del MAS?; y eso que es un padrón electoral de casi un millón de militantes.

“Es un millón en el cual hay una gran cantidad de gente que se ha afiliado a partir de su pertenencia a organizaciones sociales; luego tienes otro porcentaje importante de gente ligada al aparato público; luego tienes montón de gente que se ha afiliado en campañas”, destaca Ortuño.

Ahora, las primarias, una forma de elección, en sí mismas tienen sus problemas; el economista plantea su preocupación: ¿Qué pasará si el binomio ganador triunfa con 50,6%, y el perdedor retiene sus 49,4%?

“De todas maneras, el resultado de la primaria exige al partido una negociación interna, para decir, ‘tenemos que sanar heridas, repartirnos nuevamente el poder’”, el perdedor también debe tener su participación en el poder. 

Cuando en el MAS varios legisladores cada vez más hablan de las primarias como el escenario mejor para resolver las actuales disputas sobre la candidatura en 2025, Ortuño hace notar que eso exactamente está revelando que los masistas no han podido llegar a acuerdos, que no concertan, y prefieren la salida peleada: las primarias.

(*)Iván Bustillos es periodista de La Razón

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El golpe, Evo y la continuidad del proceso

La renuncia a la Presidencia fue un acto necesario, políticamente correcto. No existía alternativa viable.

/ 5 de marzo de 2023 / 07:33

DIBUJO LIBRE

Después del golpe de Estado de noviembre de 2019, desde distintos flancos se viene utilizando como arma arrojadiza las circunstancias tanto de la renuncia a la Presidencia como de la salida de Evo Morales del país. Se habla de “huida” o de haber renunciado a la consigna de “Patria o muerte” o de abandonar a la militancia en medio de la arremetida golpista. En estas líneas, intentaremos hacer un análisis histórico-político objetivo sobre las circunstancias de la renuncia y la salida, y las compararemos con otros hechos históricos similares.

Los sucesos de octubre y noviembre de 2019 estuvieron marcados por el quiebre de la institucionalidad estatal boliviana. Si, como señala Max Weber, el Estado es en esencia el administrador del ejercicio de la coerción, es decir, de la posibilidad del uso legal y legítimo de la fuerza, el éxito de un golpe de Estado depende de arrebatar el control de las Fuerzas Armadas y de la Policía a quienes gobiernen.

En el caso de 2019, se tenía a policías amotinados y a militares pidiendo la renuncia del Presidente constitucional. Si a eso se suma la movilización en varias ciudades, la presencia de grupos paramilitares, el arropamiento de ciertos medios de comunicación y la complicidad de la OEA, entonces, es posible explicar la contundencia del golpe.

¿Hubiese podido Evo Morales gobernar sin la Policía o las FFAA? ¿Tenía él alguna alternativa? ¿A qué costo? No contaba con la obediencia de las Fuerzas Armadas ni de la Policía, le quitaron el control sobre el avión presidencial, aviones de la Fuerza Aérea sobrevolaban distintas regiones sin autorización del Capitán General de las FFAA, que era el Presidente. Se quemaba las casas y se perseguía a autoridades, militantes del MAS, alcaldes y alcaldesas, gobernadores y dirigentes sindicales. A este panorama se sumaba la posibilidad de que las organizaciones sociales se dirigiesen a la sede de gobierno para intentar retomar el control del centro del poder político; con seguridad, la respuesta de militares y policías hubiese provocado una masacre que la derecha, los medios y la OEA hubiesen responsabilizado al gobierno de Evo.

Entonces, la renuncia a la Presidencia fue un acto necesario y fue políticamente correcto. No existía alternativa viable. Pero, ¿qué de la salida del país?, ¿debió Evo entregarse a los golpistas que ya tenían una orden de aprehensión en su contra?, ¿debió inmolarse?, ¿qué era lo que convenía al movimiento popular boliviano?.

Una de las comparaciones más frecuentes es la que se realiza con la muerte del presidente Salvador Allende en la Casa de la Moneda, el 11 de septiembre de 1973. Allende solía decir: “ Ellos creen que eliminando a un hombre, a un político, a un dirigente, el proceso social va a desaparecer. Ese es un error, podrá demorarse, podrá prolongarse, pero a la postre no podrán detenerlo”.

Nada puede reprocharse a Salvador Allende: símbolo de la dignidad y la consecuencia. Sin embargo, la historia demuestra una y otra vez que, por lo menos en América Latina, muchos procesos históricos quedaron truncos producto de la desaparición de ciertos líderes que encarnaron el sentir de un pueblo y dirigieron el curso de la historia.

Otro hubiese sido el destino de la Patria Grande de haber sobrevivido Bolívar a la enfermedad o Sucre a la bala asesina. ¿Cuánto retrasaron los procesos sociales las muertes de Belzu, Alfaro, Willka, Zapata, Villa, Sandino, Gaitán, Roldos o del propio Allende?

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Pienso que, por supuesto, otro hubiese sido el destino de Chile de haber sobrevivido Salvador Allende.

Después de su muerte, ese hermano país vive medio siglo de neoliberalismo, con una Constitución escrita por el dictador y un sector de la izquierda o del progresismo domesticado por los poderes del capital.

Asimismo, otro hecho histórico comparable es el asesinato del dirigente político colombiano Jorge Eliécer Gaitán. Su muerte, provocada hace más de 70 años, es una herida que aún no ha sido cerrada y la guerra que todavía sufre Colombia es una de sus consecuencias.

Cuando decimos “Patria o muerte”, no lo hacemos porque buscamos la muerte, no estamos enamorados de ella, estamos enamorados de la vida, de una vida que está dispuesta a quemarse por lo que creemos que es justo, una vida para entregarla a nuestra Patria, sin rehuir a los riesgos de esta entrega, sin descartar nunca que podemos morir en ese propósito.

El Che Guevara vino a Bolivia para luchar por la liberación del continente, estaba dispuesto a entregar la vida, pero no buscaba la muerte. Su asesinato fue una enorme pérdida para los revolucionarios del mundo. Del mismo modo, por el valor de su liderazgo, la CIA intentó asesinar a Fidel Castro en más de 600 ocasiones.

Durante el golpe de Estado contra el comandante Chávez, en abril de 2002, en una crucial llamada telefónica, Fidel le dijo a Chávez: “Pon las condiciones de un trato honorable y digno, y preserva la vida de los hombres que tienes, que son los hombres más leales. No los sacrifiques, ni te sacrifiques tú…¡no te inmoles!”. La sabiduría de Fidel comprendía que en ese momento la suerte de la Revolución Bolivariana estaba atada a la vida del Comandante Chávez.

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Fidel relata esas circunstancias que parecen describir la situación boliviana de noviembre de 2019: “Chávez tenía tres alternativas: atrincherarse en Miraflores y resistir hasta la muerte; salir del Palacio e intentar reunirse con el pueblo para desencadenar una resistencia nacional, con ínfimas posibilidades de éxito en aquellas circunstancias; o salir del país sin renunciar ni dimitir para reanudar la lucha con perspectivas reales y rápidas de éxito. Nosotros sugerimos la tercera”.

Evo salvó la vida producto de una decisión política correcta y gracias a la movilización social en el trópico cochabambino y la enorme solidaridad mexicana, argentina, venezolana y cubana. Así las cosas, vale la pena hacerse las siguientes preguntas: ¿se hubiese garantizado la unidad del movimiento popular sin la conducción de Evo desde el exilio?, ¿acaso hemos olvidado las imágenes de algunos dirigentes sociales muy abrazados de los ministros del gobierno de facto?, ¿hubiésemos consolidado el mismo binomio de haber muerto Evo? y, ¿habríamos ganado las elecciones sin Evo como organizador, articulador y jefe de esa campaña electoral?

En medio de los ataques contra Evo, una cosa es clara: su liderazgo es un obstáculo para quienes buscan la destrucción del MAS-IPSP, la división del movimiento popular, la defensa de intereses mezquinos y la restauración del orden neoliberal.

(*)Sacha Llorenti S. es abogado, exministro de Evo Morales

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Defender la estabilidad cambiaria

Mantener el tipo de cambio estable fue una decisión acertada, dado el contexto de una alta volatilidad cambiaria internacional.

/ 5 de marzo de 2023 / 07:20

DIBUJO LIBRE

Las reservas internacionales son activos financieros líquidos de libre disponibilidad por el Banco Central para financiar las operaciones de comercio exterior y realizar transacciones financieras por encargo de los residentes de un país. Están compuestas por divisas, que son monedas de alta aceptación como dólares y euros, por oro de alta pureza convertido en lingotes, monedas u otros, y por los Derechos Especiales de Giro (DEG). Los DEG son una unidad de cuenta mediante la cual el Fondo Monetario Internacional (FMI) contabiliza todas sus operaciones financieras y los otorga en determinadas cantidades a los países miembros, con relación a su participación accionaria en el organismo internacional.

Las reservas internacionales han permitido que la economía boliviana goce de estabilidad cambiaria por más de una década. La estabilidad cambiaria quiere decir que, con relación al boliviano, el precio del dólar estadounidense se ha mantenido fijo. Un dólar es equivalente a 6,96 bolivianos. La estabilidad cambiaria ha dado certidumbre a las transacciones comerciales y financieras de nuestra economía, permitiendo que los importadores tengan certeza del costo de sus importaciones y los exportadores puedan mantener ingresos estables en bolivianos una vez convertido sus dólares en moneda nacional.

El uso de reservas internacionales ha evitado que la alta volatilidad financiera internacional se traslade al interior de la economía doméstica. Varios países de la región como Chile, Colombia y Argentina han sufrido fuertes oscilaciones de su moneda frente al dólar. En un artículo anterior hice referencia a que el fortalecimiento del dólar derivado de la subida de tasas de interés de la Reserva Federal de los Estados Unidos había encarecido su valor frente a otras monedas consideradas también como refugio internacional de valor y sobre las monedas de países emergentes y en desarrollo. Como resultado de ello, se produjo una recomposición de activos internacionales que elevó la demanda de dólares en el mundo, explicada por la mayor rentabilidad de los instrumentos de renta fija en esa economía.

Para América Latina, este fenómeno implicó salidas de capitales y disminución de reservas internacionales. Los bancos centrales de la región estuvieron obligados a devaluar sus monedas para contener las presiones financieras externas. La economía boliviana no se vio forzada a romper la paridad cambiaria, en contraposición, sin embargo, sufrió un nuevo año de caída de reservas internacionales para financiar los desequilibrios originados en el sector externo. En ese contexto, mantener el tipo de cambio estable fue una decisión acertada, dado el contexto de una alta volatilidad cambiaria internacional.

La estabilidad cambiaria también ha contribuido a la estabilidad de precios. Al mantenerse el tipo de cambio, se preserva el poder adquisitivo del boliviano y evita que los precios que están indexados a las importaciones suban de forma injustificada. Como resultado, los precios domésticos no mostraron fuertes fluctuaciones en los últimos años. Destaca la gestión 2022, cuando la tasa de inflación boliviana llegó a 3,12%, situándose como una de las más bajas, cuando en el mundo los precios ascendieron en promedio en 8,8%; por esto la estabilidad económica boliviana fue altamente destacada por organismos internacionales.

La estabilidad económica también estuvo soportada por la política fiscal, lo que para 2022 representó más de $us 1.700 millones de dólares. El Estado mantuvo por más de dos décadas la subvención a la compra de combustibles, por considerarlos productos muy sensibles de la canasta básica de los hogares bolivianos. El aumento del precio del petróleo elevó el costo de su importación en 2022, que llegó a representar cerca de un tercio de todas las compras en el extranjero. Empero, de no haberse dado continuidad a la política de subvenciones a los carburantes, la inflación en el país se habría disparado como ocurrió en muchas economías vecinas. En ese sentido, parte del costo de la estabilidad de precios se vio reflejada en la caída de las reservas internacionales.

La disminución de reservas internacionales también obedece a la recuperación cíclica de la economía. Un indicador que es señal de la recuperación económica son las importaciones. Cuando una economía crece, aumentan las necesidades de importar. Bolivia es un importador de bienes de capital y suministros industriales y como tal requiere realizar compras al extranjero para producir más bienes y servicios domésticos. Después de la inédita recesión económica en 2020, de -8,7% y su recuperación de 6,1% en 2021 y 4,2% al tercer trimestre de 2022, es natural que la demanda por importaciones se haya incrementado fuertemente. El Instituto Nacional de Estadísticas (INE) reportó un nivel récord de importaciones en la pasada gestión: más de $us 13.000 millones, de los cuales 80% son por bienes de capital e insumos industriales. En consecuencia, la recuperación de la economía también demandó un mayor uso de divisas.

Ahora bien, frente a la caída continua de las reservas internacionales de los últimos años, el Gobierno anunció en días recientes varias medidas que buscan corregir su tendencia negativa y fortalecerlas. Entre estas medias están el proyecto de “Ley de compra de oro destinado al fortalecimiento de las reservas internacionales” y el tipo de cambio diferenciado para exportadores.

La ‘Ley del Oro’ tiene como fin que una parte de las exportaciones auríferas, que rondan los $us 3.000 millones, se queden en el país para fortificar las reservas internacionales. Apostar por una mayor acumulación de reservas en oro es una estrategia que podría dar estabilidad a las reservas en el largo plazo, porque se trata de un activo que actúa como refugio en situaciones de incertidumbre internacional y su precio tiene una tendencia siempre creciente y menores oscilaciones que otras divisas. El otro objetivo de la ley tiene que ver con dotar al BCB de una gestión de tesorería e inversiones mucho más ágil, para que el ente emisor pueda realizar distintas operaciones con el oro, como los hacen otros bancos centrales. De esa manera, se busca despolitizar la administración de las reservas, ya que, actualmente, su efectivización debe ser autorizada por la Asamblea Legislativa Plurinacional.

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El “contrato sobre política de incentivo a las exportaciones”, firmado entre el BCB y el Banco Unión (de mayoría accionaria estatal), faculta al BCB a comprar dólares en el mercado cambiario a través del Banco Unión y otorgar a los exportadores un tipo de cambio superior a Bs 6,95 por dólar, lo que hoy reciben del sistema financiero. Esta medida busca dar mayor estabilidad al ingreso en bolivianos de los exportadores, por la venta de sus dólares, lo que suele fluctuar en función de la liquidez del sistema financiero de quienes compran usualmente sus divisas. Otra característica de la medida es que las liquidaciones de las transacciones se realizan en menor tiempo que el promedio de operaciones en el sistema financiero. Esta operación también está exenta de cualquier otro gasto para el exportador, como los costos por comisiones de transferencia que usualmente cobran los bancos privados.

Al fortalecerse las reservas internacionales, se garantiza la estabilidad cambiara. La estabilidad económica es un bien común de todos los bolivianos desde hace más una década, es deber de todos los bolivianos defenderla.

(*)Omar Velasco P. es Economista

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Periodistas de Perú y Bolivia, uníos…

No hay evidencia de una coordinación entre periodistas peruanos y bolivianos, pero sus acciones fueron muy parecidas.

/ 5 de marzo de 2023 / 07:11

DIBUJO LIBRE

En febrero de 1970, las políticas a favor de los periodistas de Perú y Bolivia, al parecer, marchaban a los acordes de un mismo tambor. En lucha contra los empresarios de los medios, los trabajadores de la prensa exigieron a sus gobiernos sancionar normas para hacer cumplir sus derechos. A los regímenes militares no les quedó otra que lanzar osadas medidas, que aún hoy generan polémica.

Las leyes que conquistaron los obreros de la información en ambos países fueron resultado de una toma de conciencia colectiva, de la unidad, de las querellas y de arduas negociaciones. Los gobiernos nacionalistas —presididos por los generales Juan Velasco, en Perú (1968-1975), y Alfredo Ovando, en Bolivia (1969- 1970)— tenían sed de respaldo social. En ese marco, hicieron concesiones a los periodistas, quienes, a su vez, estaban en pie de combate contra la explotación y la censura.

Esa particular convergencia de intereses entre militares y trabajadores de la prensa fue vista, primero, con preocupación y, luego, con odio por los tradicionales grupos de poder peruanos y bolivianos. Los editoriales y las informaciones direccionadas por sus medios son la prueba de lo que ocurrió en esa coyuntura. Los “oligarcas”, en el marco de la Guerra Fría, contaban con el respaldo de las élites de Estados Unidos y sus agencias internacionales de noticias, que no tardaron en estereotipar a los nacionalistas como “comunistas”.

PERÚ.

Osmar Gonzales, en el libro Apogeo y crisis de la izquierda peruana, reconoció que el “reformismo velasquista” —que repetía que no estaba “ni con el capitalismo ni el comunismo”— tuvo logros: 1) se rodeó de “selectos intelectuales progresistas”; 2) propició el surgimiento de una “nueva izquierda”; 3) arrancó a la oligarquía del poder y la “pulverizó”; 4) debilitó las “excusas mentales de las superioridades de castas”; 5) propicio una “nueva mirada” nacional, donde “todos pertenecían a una misma comunidad”, y 6) vigorizó el poder de las organizaciones de la sociedad.

“Ese modelo apostaba por Organizaciones Permanentes de Base puestas en marcha por el mismo proceso revolucionario y cubría dos niveles: 1) el de las instituciones sociales de base sujetas al control real de quienes la forman y 2) la acción de masas o la influencia popular en momentos de rebelión”, agregó, en La revolución peruana, 1968-1975, Juan Martín Sánchez.

Es bajo esa visión que el régimen de Velasco aprobó dos normas que pusieron en jaque al bloque mediático: El Estatuto de Libertad de Prensa, el 30 de diciembre de 1969, y la “Ley del Periodista”, el 6 de febrero de 1970.

LEY.

En el Estatuto se ordenó a los dueños de los medios a: 1) liquidar sus vínculos económicos con capitales extranjeros y provenientes de otros negocios; 2) reconocer a la población el uso del “Derecho de Aclaración o Rectificación”, y 3) publicar, dos veces al año, “la nómina de sus accionistas y directorio, el monto de su capital, la participación accionaria de cada uno de sus socios, cargos que desempeñan y la relación con acreedores hipotecarios (…)”.

35 días después, tras ponderar la actividad de los asalariados de la información, la Ley del Periodista declaró ilegal todo “contrato a plazo fijo”: Los trabajadores al servicio de cualquier empresa mediática “gozan de estabilidad en su empleo”; “sólo procederá la rescisión de contrato por falta grave (…) o motivo justificado” (artículos 1 y 2).

En el artículo 3 se obligó a las “empresas periodísticas” —y otras relacionadas con el sector— a cumplir con: 1) el pago de horas extra; 2) la remuneración adicional por jornada nocturna; y, 3) el pago doble por domingos y feriados, “independientemente del día de descanso sustitutorio”.

LIBERTAD.

Como si todo lo anterior fuera poco, el gobierno de Velasco aprobó una medida “insólita” para los empresarios, que ese mismo mes también fue establecida en Bolivia. Obligó a las empresas periodísticas a difundir un contra-editorial elaborado por los obreros de la prensa.

“Artículo 4. Los periodistas tienen derecho a publicar o propalar, en los órganos de información escrita, hablada o televisada donde laboren, artículos de opinión de interés general o nacional, bajo su responsabilidad”.

Para el cumplimiento de lo dispuesto, los medios debían “ceder” en cada edición una columna en la página editorial o su equivalente en tiempo en la radio y la televisión: “Si el Director (…) se niega a publicar un artículo de opinión, el Juez lo sancionará”.

UNIDAD.

No existe evidencia sobre una coordinación entre asalariados de la información peruanos y bolivianos para exigir y hacer aprobar dichas normas. Sin embargo, las acciones periodístico-sindicales fueron muy parecidas.

En Bolivia, el 17 de febrero de 1970, el Sindicato de Trabajadores de la Prensa de La Paz (STPLP) envió una carta al ministro de Informaciones, Alberto Bailey, planteándole: 1) un decreto que “prohíba” la circulación de todos los periódicos los lunes, a fin de publicar su propio semanario; 2) el “alquiler” de la imprenta del ex-periódico La Nación; 3) la “concesión” del 50 por ciento de las páginas editoriales a los periodistas asalariados; 4) la “inamovilidad” de los obreros de la prensa por razones de discrepancias ideológico- políticas, y 5) la creación de un “impuesto” del 1% sobre el avisaje, con destino a los Comités Sindicales de los periódicos.

También puede leer: ¡Bolivia, escucha, estamos en adopción!

Ante ello, el gobierno de Ovando aprobó el Decreto Supremo 09113, el 19 de febrero. La disposición legal concedió a los sindicalizados un espacio equivalente a un editorial para que puedan expresar libremente sus opiniones; otorgó el descanso dominical, que permitió a los periodistas editar semanarios que circulen, de modo exclusivo, los lunes, y prohibió a las empresas periodísticas sancionar a sus dependientes a causa de la emisión de sus opiniones.

La unidad tuvo sus frutos.

CÓNDOR.

Así surgió la Columna Sindical, que aún es legal en el país. Esas regulaciones sancionadas en Perú y Bolivia tensionaron las relaciones entre el gobierno, los obreros de la información y los “magnates” de los medios, que eran formidables aparatos de guerra ideológica.

En 1971, los periodistas buscaron ampliar la unidad sectorial y empezaron a construir una organización sindical regional. Empero, el Plan Cóndor, dirigido por militares liberales, cortó de raíz ese intento y derogó las normas que estaban a favor de los asalariados de la prensa.

(*)Miguel Pinto P. es Periodista

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El reglamento de preselección, partir de lo ya hecho

El salto que se dio en el reglamento de 2017 fue la participación de la Universidad en la evaluación.

Imagen de las elecciones judiciales de 2017. Pese a todo, la evaluación y calificación de los postulantes en el Legislativo fue mejor que en 2011

Por Iván Bustillos

/ 26 de febrero de 2023 / 08:33

El punto sobre la i

El verdadero arranque de las elecciones judiciales, proceso que tendrá su momento culminante en octubre de 2023, sin duda es la elaboración y aprobación del “Reglamento de preselección de candidatas y candidatos para la conformación del Tribunal Constitucional Plurinacional, Tribunal Supremo de Justicia, Tribunal Agroambiental y Consejo de la Magistratura”. Un trabajo que está en manos de la Asamblea Legislativa Plurinacional.

Hasta el cierre de la presente entrega todavía no se conocía el nuevo reglamento, pese a que autoridades del Legislativo, como el presidente de la Comisión de Justicia Plural del Senado, Luis Adolfo Flores, anunciaron que dicho texto debe estar listo para “la primera quincena de marzo”.

Flores dijo que en la etapa de preselección “hay varios temas que deben corregirse”, y esto se logrará solo con un buen reglamento de preselección.

Aparte de convocar a la Universidad y a los colegios de abogados, el senador Flores (MAS) adelantó que se considera la realización de pruebas orales y escritas a los postulantes; “el conocimiento jurisdiccional va a ser muy importante, hay debate entre nosotros (los asambleístas) por si se debe tomar examen oral y escrito de sentencia práctica”, afirmó.

Pero no se está partiendo de cero, habrá que señalar; lo mismo pasaron los legisladores que tuvieron que atender las elecciones judiciales de 2011 y de 2017; por eso vale la pena, se propone en este suplemento, revisar los reglamentos de cada elección.

En ambos reglamentos, de 2011 y 2017, por ejemplo, hay la sección de “requisitos comunes” para todos los postulantes a cualquiera de las cuatro instancias judiciales.

Aparte de las obvias exigencias, como la nacionalidad boliviana, no tener cuentas pendientes con la Justicia o estar inscrito en el padrón electoral, el reglamento de 2011 tiene la peculiaridad de exigir (lo que no hace el de 2017) “hablar al menos dos idiomas oficiales” del país, aunque, al mismo tiempo, se hace bastante flexible cuando establece que la no militancia en un partido político sea hasta tan solo un año antes de la postulación. En el reglamento de 2017, este requisito es ampliado a cinco años.

IDIOMAS.

Aquí hay que añadir, sin embargo, que en el mismo reglamento de 2011, en las “Disposiciones transitorias”, directamente se dice que por ser la primera elección judicial en la historia, “de manera excepcional, no se aplicará el requisito de hablar dos idiomas oficiales en la preselección”, aunque, si de todos modos el candidato insiste en mostrar su capacidad bilingüe, esto “será considerado como mérito para los criterios de evaluación”.

Hay dos “requisitos comunes” nuevos en 2017: el no estar con procesos de violencia intrafamiliar en contra y el “no tener parentesco hasta el cuarto grado de consaguinidad y segundo de afinidad” con el Presidente, el Vicepresidente, senadores y diputados.

En ambos reglamentos se mantiene el “no haber sido dirigente o candidato de alguna organización política en los últimos cinco años”.

El tema de hablar al menos dos idiomas, el reglamento de 2017 lo resuelve disponiendo que este requisito se cumpla mediante la presentación de un certificado antes de asumir el cargo el candidato ya electo, ganador, en la votación ciudadana.

En lo relativo a los requisitos para postular a cada una de las cuatro instancias judiciales (los tribunales Constitucional Plurinacional, Supremo de Justicia y Agroambiental, y el Consejo de la Magistratura), lo distintivo es que las exigencias prácticamente se repiten en todos los casos, mismo orden y misma redacción, con algunos añadidos en el reglamento de 2017.

Así, son las mismas las edades mínimas de los postulantes: 35 años para el aspirante al Tribunal Constitucional, y 30 para las otras tres instancias.

En todos los casos también se exige al menos ocho años de experiencia en el área específica del tribunal en cuestión, pudiendo ser en el ejercicio de la judicatura como en la docencia universitaria.

Un requisito explícito en todas las instancias judiciales es el de “no haber participado de la conformación de gobiernos dictatoriales”.

Aparte de advertir que no se debe tener “sanción de destitución por el Consejo de la Magistratura” y no haber sido castigado disciplinariamente por faltas graves o gravísimas, se reiteran las prohibiciones:

– No haber integrado el directorio o gerencia de una sociedad comercial cuya quiebra hubiese sido declarada fraudulenta.

– No haber patrocinado a personas que resultaren culpables de la comisión de delitos contra la unidad del Estado.

– No haber patrocinado procesos de entrega o enajenación de recursos naturales o del patrimonio nacional.

– No haber patrocinado sistemáticamente a personas que hayan sido condenadas con sentencia ejecutoriada por narcotráfico, con excepción de los defensores públicos.

Por el ámbito especializado que debe atender el Tribunal Agroambiental, éste tiene requisitos específicos: – No haber sido declarado autor, cómplice o encubridor de delitos, faltas o infracciones contra el medioambiente y la biodiversidad.

– Si ha sido autoridad en el ámbito agroambiental, no haber sido sancionado, ni administrativa ni judicialmente por incumplimiento de deberes.

– “No haber sido miembro del Consejo Nacional de Reforma Agraria, en calidad de jueza, juez, vocal o funcionaria o funcionario del Instituto Nacional de Colonización, o funcionaria o funcionario de la Intervención Nacional al Consejo Nacional de Reforma Agraria y el Instituto Nacional de Colonización, mientras dure y concluya el proceso de saneamiento de la propiedad agraria”.

– “No haber sido o ser propietaria o propietario o representante de un predio agrario al momento en que se hubiere verificado la existencia de relaciones de servidumbre en el mismo”.

– “No ser propietaria o propietario, o socia o socio, de manera directa o por intermedio de otra persona o cónyuge, de empresas o sociedades dedicadas al uso o aprovechamiento comercial de recursos naturales o de biodiversidad”.

En el caso del Consejo de la Magistratura, es peculiar la advertencia de “no haber sido suspendida o suspendido ni sancionada o sancionado en juicio de responsabilidades”.

En cuanto al trabajo que llevarán adelante las comisiones legislativas encargadas del proceso, ambos reglamentos disponen una distribución de las tareas: “La Comisión Mixta de Constitución, Derechos Humanos, Legislación y Sistema Electoral se encargará de la habilitación y evaluación de las postulaciones al Tribunal Constitucional Plurinacional y al Tribunal Supremo Justicia; y la Comisión Mixta de Justicia Plural, Ministerio Público y Defensa Legal del Estado se encargará de la habilitación y evaluación de las postulaciones al Consejo de la Magistratura y al Tribunal Agroambiental”.

Si bien con distinta redacción y en artículos diferentes, ambos reglamentos disponen que las postulaciones se las puede hacer tanto de manera individual, por sí mismo el aspirante, como el ser “propuestos a través de organizaciones de la sociedad civil o de naciones o pueblos indígena originario campesinos, por universidades públicas o privadas, asociaciones profesionales e instituciones civiles debidamente reconocidas”.

El reglamento de 2017, en su artículo 4, sobre “publicidad y transparencia” (aspecto que no está en el reglamento de 2011) añade una disposición sugerente: “II. Las Comisiones Mixtas podrán invitar formalmente a organismos internacionales como veedores del proceso de preselección”.

Ahora, si hay una diferencia sustancial entre los reglamentos de 2011 y 2017, es la incorporación, a la evaluación del conocimiento y las aptitudes de los postulantes, de la Universidad boliviana: “El Sistema de la Universidad Boliviana participará en las fases de evaluación curricular y escrita a través de profesionales académicos y especialistas”, destaca el parágrafo V del artículo 2 del reglamento de 2017.

En el reglamento de 2011, el examen de los postulantes consiste en “una evaluación de méritos y una entrevista” (artículo 15); para ambos momentos se insiste en su máxima publicidad, además de la difusión en vivo por medios tradicionales, el archivo de las entrevistas in extenso en la plataforma de internet de la Asamblea.

MÉRITOS.

La evaluación de méritos comprende tres ámbitos: la formación académica, la producción intelectual y la experiencia. Aquí lo peculiar son los “criterios” o parámetros que se establecen para medir dichas capacidades: “estudios o cursos de posgrado” para la formación académica; publicación de libros, artículos o investigaciones “en revistas especializadas en el área de postulación” para la producción intelectual; y, para el criterio experiencia, se valora dos cosas: uno, el quehacer profesional en sí en el área de postulación, y , dos, “la experiencia en el ejercicio de cargos de autoridad indígena originario campesina”.

También puede leer: El juicio de responsabilidades se aleja del debido proceso

El reglamento exige que los evaluadores sean minuciosos en detallar las pruebas, las “fuentes de verificación” de lo que el postulante diga que es o ha hecho: originales de los títulos académicos, los libros o revistas mismas en que escribió, y las certificaciones originales del lugar de trabajo y de la comunidad campesina.

En la entrevista, que en realidad es un examen oral, como se puede apreciar en el cuadro adjunto, el “pénsum” de materias exige tres cosas: el dominio de la Constitución, la solvencia en el área específica del cargo a que se postula y, lo peculiar, los “retos” que el postulante cree que tiene el sector de la justicia en el que le tocará desempeñarse. En la entrevista habrá 2 preguntas a responder en 20 minutos.

ESPECIALISTAS.

Y he aquí un dato clave: son las comisiones que en sesión reservada elaboran las preguntas, teniendo la posibilidad de invitar a especialistas. En el reglamento de 2017 se añade el examen escrito; consiste esta fase en la “evaluación curricular, evaluación escrita y entrevista”, estableciéndose un plazo a las comisiones para cada una: 7 días para la evaluación curricular, 2 para la escrita y 9 para las entrevistas.

Siendo 100 el puntaje total, la asignación para cada evaluación es: 40 puntos para la curricular, 30 para la escrita y 30 para la entrevista.

La evaluación curricular considera el nivel de especialización ( formación académica y producción intelectual) del postulante y su experiencia, sin faltar el “crédito” que significa el haber ejercido algún cargo como autoridad indígena. La dura es la evaluación escrita: un examen de 60 preguntas por sorteo de una batería de 720 interrogantes elaborada por el Comité Ejecutivo de la Universidad Boliviana-CEUB. Esta vez, el “pénsum” (como se puede apreciar en el cuadro adjunto) es más específico en las materias que el aspirante debe dominar (Jurisprudencia Constitucional, Derechos Humanos y Control de Convencionalidad; Derecho Laboral, Civil, Familiar, Administrativo y Penal; Derecho Agrario, Forestal y Ambiental; y, Sistemas de Administración y Control Gubernamental, por ejemplo). Dejando de lado aquello de los “retos” del reglamento de 2011, en 2017 hay la importante incorporación de la exigencia a todos los aspirantes del dominio del “derecho constitucional”, y del “derecho procesal constitucional”.

La entrevista consistirá en responder 3 preguntas en 15 minutos. No se dejan de lado las “preguntas de criterio”: qué conoce del área, de su gestión y las propuestas que haría. Una peculiaridad es que el postulante no pasa a la entrevista si es que no consigue el mínimo aceptable en la suma de las evaluaciones de currículo y de examen escrito.

(*)Iván Bustillos es periodista de La Razón

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