Bolivia camina tras un nuevo lugar en el mundo
Imagen: RODWY CAZÓN
Un diálogo con el ministro de Relaciones Exteriores, Rogelio Mayta, sobre el camino recorrido por Bolivia en 198 años de historia, su presente y porvenir.
Imagen: RODWY CAZÓN
Una conversación con el ministro de Relaciones Exteriores, Rogelio Mayta, sobre la historia, el presente y el porvenir del país.
El punto sobre la i
Bolivia cumple hoy 198 años de historia. La independencia del país se inscribe en el contexto de las guerras emancipatorias de las entonces colonias españolas. Esas luchas son el resultado del debilitamiento y crisis de la monarquía. A inicios del Siglo XIX el mundo se estremecía.
Recapitulemos brevemente. La Revolución Francesa sucede en 1789. Napoleón Bonaparte es nombrado cónsul vitalicio en 1802 y emperador de los franceses en 1804. La batalla de Trafalgar ocurre en 1805, ahí la Armada española sufre una derrota catastrófica que disminuye sensiblemente su poder militar naval y afecta directamente su dominio sobre las colonias en América. En 1808 se da la invasión napoleónica a la península ibérica y con ello José Bonaparte es impuesto como rey en tierras españolas. Comienza la guerra de la independencia de España y Portugal, que se extenderá por seis años. Esos son los acontecimientos y el contexto en el que se dan las luchas independentistas en América Latina. Cuando Bolivia finalmente logra establecerse, en 1825, el país atraviesa una profunda crisis económica y carga con el peso de los muchos muertos en las campañas emancipatorias. Con todo, el nacimiento del país se inscribe en ese particular momento de la modernidad en el cual los Estados, como los conocemos hoy en día, están en proceso de conformación.
Desde ese precario inicio, casi agónico, pero no por ello menos épico, mucho ha transcurrido. Conversamos con el ministro de Relaciones Exteriores, Rogelio Mayta, sobre cómo está actualmente el mundo y el lugar que ocupa Bolivia en el gran concierto. Sin ninguna duda que, en todo lo vivido como país, hay grandes avances y persistentes desafíos en el horizonte futuro.
Ministro, ¿cómo está Bolivia a dos años del bicentenario?
Bueno, a dos años del bicentenario, las bolivianas y los bolivianos estamos trabajando arduamente por consolidar la libertad y la soberanía que reivindicamos en 1825. Pero la soberanía y la libertad en estos tiempos tiene otra forma de verse. En 1825 era la lucha por desvincularse de la Corona española, de dejar de ser una de sus colonias. Hoy en día la lucha es por la libertad y nuestra soberanía, lo que implica el desarrollo de nuestra economía, nuestro proceso de industrialización, nuestro proceso de tecnificación, el luchar por no ser una colonia tecnológica, por tener soberanía alimentaria y por construir todos los días en ese marco de reivindicación. Intentamos ser una sociedad más justa y equitativa. con una distribución equitativa de nuestra riqueza nacional.
Estamos en un contextto muy diferente, evidentemente. ¿Cómo está el mundo hoy en día?
Es un tiempo complejo en el mundo. Se dice que el futuro es incierto, pero este tiempo es particularmente incierto, porque estamos enfrentando un cambio de época, prácticamente. Hasta ahora habíamos vivido los últimos 30 años un momento de una hegemonía de los Estados Unidos, en un orden mundial. Concebido después de la Segunda Guerra Mundial. Un orden internacional en que determinados países pesaban más que otros y donde la economía, en términos globales, tenía algunos actores específicos. Con la caída de la URSS y de todo su bloque pasamos de la Guerra Fría y la bipolaridad a un momento de hegemonía. En ese entonces, por ejemplo, Francis Fukuyama decía que era el fin de la historia, porque ya no había otro modelo, ya no había otras formas. Algunas variaciones probablemente, pero el modelo final de civilización como que ya estaba definido. Ahora estamos en un momento en que todo ese mundo que conocíamos, este orden internacional que había salido de la Segunda Guerra Mundial, está en cuestionamiento.
Hay una potencia que está que se está consolidando y que va a disputar la hegemonía, o está en plena disputa, y es China. Además, tenemos otro elemento que está presente, al margen de las intencionalidades del ser humano, que es el cambio climático. Estos elementos conforman el escenario donde se va a desarrollar este cambio de época, del orden mundial. Históricamente tenemos que estos momentos de cambio, de disputa hegemónica, siempre se han dado entre grandes tensiones, que algunas veces han llegado hasta la guerra económica y comercial y en otras ocasiones se han manifestado como conflagración bélica. Ese es el tiempo que nos toca vivir.
En este momento, o ya durante el gobierno de Donald Trump, se ha dado una tensión entre Estados Unidos y China que ha repercutido en el mundo con una guerra comercial de aranceles, inicialmente, y que ha ido generando un escenario de tensión creciente. En el último tiempo, además, se ha dado lo que desde Rusia se denomina como operación militar especial y que en Occidente ven como la guerra en Ucrania. Esto está mostrando que en el mundo existe un riesgo de construcción de bloques y de una potencial bipolaridad. Esto es muy significativo, porque la última vez que ha habido bipolaridad en el mundo, el mundo no lo ha pasado bien y en particular Latinoamérica. En el tiempo de la Guerra Fría, Estados Unidos que nos tenía como parte de su esfera de su influencia para evitar lo que se denominaba la amenaza comunista, implementó dictaduras militares. No les importó los derechos humanos. Durante las dictaduras militares se ha asesinado, se ha desaparecido personas, torturado, todo, en aras de lo que constituía su doctrina de seguridad nacional de ese entonces.
Es un mundo peligroso por eso, porque el dólar se lo ha estado militarizando y utilizando como un arma de guerra, prácticamente. Así, imponiendo sanciones unilaterales desde Estados Unidos y tratando que los impongan los países que son sus aliados, la Unión Europea, para ser concretos. Y eso nos da un escenario muy complejo. Obviamente, la construcción de un nuevo orden mundial puede significar que todos esos factores cambien, varíen. Pero el riesgo está ahí, en que pueda haber bloques con bipolaridad tecnológica, económica, financiera, de todo tipo. También, en ese camino, estamos enfrentando un proceso de desglobalización. No olvidemos que neoliberalismo y globalización había sido la receta del tiempo de la hegemonía de los Estados Unidos y de repente esos pilares son cuestionados y hasta abandonados.
Y todo eso con el cambio climático de por medio.
Ese es otro factor importante. Si bien hay países, fundamentalmente europeos, que al menos discursivamente hablan de trabajar para detener el cambio climático, para asumir medidas que nos permitan enfrentar a los países en desarrollo la crisis climática, no pasan de ello. Y está claro que todavía en este tiempo, más allá de las palabras, la actividad de estos países desarrollados eventualmente puede seguir teniendo una incidencia negativa en el clima.
Es un escenario complejo, porque aparte del discurso para poder limitar o detener el cambio climático y sobrellevar la crisis climática que está generando, las acciones parecen ir en sentido contrario. Y eso nos genera, todos estos factores nos generan una gran incertidumbre hacia el futuro.
¿Cómo gestionamos en el país esa incertidumbre?
Todo parte un poco de la visión propia de Bolivia, de vernos hacia adentro. Nuestro plan, el plan del presidente Luis Arce, ha sido industrialización con sustitución de importaciones para fortalecer nuestra economía nacional lo más que podamos, para blindarlos lo más posible en perspectiva a lo que pudiera ocurrir en este mundo lleno de incertidumbre. Creo que eso es importante relevarlo. Se ha estado trabajando para poder tener mayor productividad en áreas como la agropecuaria, precisamente buscando resguardar la soberanía alimentaria.
¿Soberanía y economía van de la mano?
Lo que nosotros como Bolivia vemos que deberíamos hacer y que hemos venido haciendo es sostener la posición de abrirnos a la comunidad internacional, de tener relaciones con todos los países de la comunidad internacional bajo la premisa de que se respete nuestra soberanía y nuestra autodeterminación, de acuerdo a lo que expresa nuestra Constitución Política del Estado. Tenemos una economía en la que concurre de manera protagónica la iniciativa estatal, pero no únicamente, sino que se articula a la iniciativa privada en diversas facetas, que van desde la economía comunitaria, cooperativa, social. Buscamos que se respete nuestro deseo de que no querer ser simplemente exportadores de materias primas. Queremos entrar en un proceso de darle valor agregado a nuestros bienes, en un proceso de industrialización. Estamos en la disposición de compartir nuestra riqueza de materias primas, nuestras capacidades productivas con la comunidad internacional.
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más allá inclusive de bloques o en la intención de que no exista esa estructuración del mundo en bloques bipolares. Una muestra de ese trabajo es nuestro desenvolvimiento en diferentes instancias de articulación internacional. Hemos tenido una participación activa en esa línea en los escenarios de articulación que tiene nuestra región. hemos trabajado en el ámbito de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y hemos tenido un rol protagónico. En el Mercosur y la Comunidad Andina de Naciones (CAN) también, donde estamos procurando fortalecer siempre nuestra participación.
Estamos asumiendo la Presidencia Pro Témpore de la CAN.
Más allá de nuestra región hemos procurado también no cerrar las opciones sino por el contrario abrirlos. Por eso ha sido nuestra participación en la reunión cumbre entre la Unión Europea y la CELAC, en la que nuestro presidente tuvo una participación destacada, con un mensaje muy claro en la forma de relacionamiento que queremos tener y que estamos dispuestos a tener con la Unión Europea. En sentido de trabajar, de tener una relación de complementariedad. Nosotros tenemos materias primas, tenemos capacidades productivas, nos hace falta transferencia tecnológica, capitales, pero podemos generar sinergias que sean positivas para los países de ambas regiones y en particular para Bolivia. Eso es lo que se ha manifestado ahí, se ha abierto la puerta y queda el futuro para concretar las mejores alternativas para nuestros países.
¿Y los BRICS?
Hemos venido trabajando y explorando las posibilidades de acercarnos a los BRICS, a este bloque de países emergentes conformado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, que en este momento es un actor fundamental en el mundo.
Los BRICS son básicamente un bloque de países en función de vocación económica. Eso hay que dejarlo claro. Por el contrario, la Organización de Países del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) es una articulación de defensa militar. Los BRICS son una articulación económica y nosotros lo que queremos es articularnos a iniciativas esta. En este momento, representan más del 30% del PIB global y contienen alrededor del 40% de la población del mundo. Los datos en este caso nos muestran unos BRICS que van en una curva ascendente que ya se ha intersecado con la curva del G7, que eran las siete economías más grandes del mundo, donde están Estados Unidos, Japón y algunos países europeos. Entonces, la preponderancia de los BRICS en la economía del mundo va a ser progresivamente mayor. Nos interesa entonces ese bloque. Tenemos comunidad de visiones en algunos temas políticos y oportunidades y comprensiones en lo económico. Hemos abogado por un mundo multipolar. hemos reivindicado y expresado que vamos a trabajar y trabajamos intensamente por preservar y fortalecer los escenarios multilaterales para que no sean secuestrados o destruidos en medio de esta conflagración hegemónica. En lo político tenemos esa mirada, además, como países en desarrollo. porque en lo económico podamos tener iniciativas complementarias. Advertimos que los BRICS han tenido un proceso en el que han avanzado desde sus capacidades productivas o simplemente como exportadores de materias primas también hacia procesos de industrialización acelerados, ricos, potentes. que han llevado algunos de esos países a ser vanguardia tecnológica. Y creemos que eso coincide con nuestra mirada de Bolivia, de un país con recursos naturales y grandes potencialidades de industrialización para poderse articular así en la economía mundial.
Es mucho lo recorrido desde 1825.
Veo que hemos inaugurado hace algunos años atrás el tiempo de una diplomacia, de una política exterior, soberana. Bolivia nació a la vida independiente en 1825 con aspiraciones y con sueños propios. Había sido el asiento de la Real Audiencia de Charcas. Teníamos una de las primeras universidades creadas en América. Progresivamente Bolivia fue perdiendo esa capacidad soberana de expresión de sus políticas exterior y ha tenido un largo periodo en el que su política exterior ha estado subordinada. Eran los tiempos que nos tocó vivir con las limitaciones que teníamos. No nos olvidemos que, en ese tiempo de subordinación, para un político boliviano era poco menos que la muerte civil no tener visa a los Estados Unidos, por cualquier razón que fuera. Era una política exterior que se alineaba fundamentalmente al hegemón con quien compartimos el continente. Esa ha sido nuestra realidad. También está el hecho de que hemos sido, durante un largo periodo de nuestra historia, fundamentalmente exportadores de materias primas sin valor agregado. En este último tiempo hemos recobrado nuestras capacidades soberanas en nuestro país, lo que se refleja en nuestra política exterior. que además se nutre de nuestro pensamiento, de la forma de pensar, de la cosmovisión de nuestra gente, que por un tiempo había sido menospreciada, relegada. Hemos vivido mucho tiempo la preeminencia de lo europeo, de lo occidental, pero en lo que va de algo más de una década ha habido el resurgimiento y el potenciamiento de estas visiones nuestras. Y así, en política exterior se ha tenido una serie de propuesta nuevas para la comunidad internacional, profundamente humanas. Por ejemplo, el hecho de proponer una declaración del agua como un derecho humano. Bolivia lo ha propuesto, Bolivia tiene la capacidad de articularlo y se ha logrado en Naciones Unidas. Eso es parte de una política exterior soberana con identidad. Y de igual forma se ha hecho al momento de declarar los derechos de la Madre Tierra, digamos, que parte de una cosmovisión, pero que luego en su esencia también es compartida por la comunidad internacional.
(*)Pablo Deheza es editor de Animal Político