Entre la ruptura forzosa o una convivencia azarosa
Imagen: LA RAZÓN-ARCHIVO
Adriana salvatierra considera necesario recomponer los espacios de encuentro al interior del partido de gobierno
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La exsenadora Adriana Salvatierra habla sobre el conflicto al interior del MAS, sus causas, evolución y perspectivas.
El punto sobre la i
El partido de gobierno enfrenta una crisis interna de gran magnitud, tensionando la relación entre la estructura partidaria, la gestión pública y las organizaciones sociales que lo conforman. Más aún, el conflicto reverbera por fuera, enviando ondas de choque que afectan incluso a la oposición, que se ve desplazada, cuando menos discursivamente, por la confrontación que se libra entre autodenominados evistas y arcistas.
La exsenadora Adriana Salvatierra tiene una perspectiva próxima e informada sobre lo que viene ocurriendo al interior del Movimiento al Socialismo (MAS). Conversamos con ella para conocer sus puntos de vista sobre la situación actual y perspectivas del oficialismo nacional.
– ¿Cuáles son los intereses en conflicto en la pugna interna del MAS?
– Ya no es una cuestión de intereses contrapuestos, ya no se resume solamente a eso. Hay visiones de país que son absolutamente distintas. Sostener la nacionalización, para mí, no es ningún mérito. Sostener un modelo de democratización de la riqueza, tampoco, si no se profundiza. Yo creo que ya no estamos hablando de diferencias dentro del MAS que sean por un malentendido, por el exceso de un servidor público, por una mala interpretación de un discurso público o por un descuido quizás protocolar. No es que no invitaron a Evo Morales a la inauguración de una obra, no es que omitieron parte de la historia circunstancialmente en un discurso. Cuando se ve que la Policía intervino en el congreso de la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos y desalojó a los congresistas, que se eligió después una directiva de un bando más próximo al presidente Luis Arce, y luego nos enteramos, por los medios de comunicación, que el reconocido por el primer mandatario terminó teniendo militancia en la UCS y no en el MAS, eso es un problema mucho más profundo.
Cuando se intenta utilizar la justicia para tratar de dirimir la discusión política interna, como lo hace a todas luces el ministro Iván Lima, anunciando y presionando en sus conferencias de prensa y en sus entrevistas al Tribunal Constitucional Plurinacional, para que apliquen una opinión consultiva que signifique la eventual inhabilitación a una postulación de Evo Morales a la presidencia, eso es, cuando menos, cuestionable. Igualmente lo es que a la Asamblea Legislativa Plurinacional se le mutilen las atribuciones fiscalizadoras, entre ellas las de la interpelación a ministros del Estado.
– ¿Cómo se llega a este nivel de enfrentamiento?
– Hubo inicialmente excesos de algunas autoridades del Estado. Iniciativas que no necesariamente correspondían a la voluntad del presidente, al principio. Pero hoy hay servidores públicos, a nivel ministerial, que utilizan la fuerza del Estado para dirimir una interna política que, al mismo tiempo, es su interna personal. Hoy tenemos ministros que encarnan una interna personal con Evo Morales y que la llevan a la gestión pública. Hemos llegado a ese punto.
Si esto estuviera acompañado de una realidad económica estable, con expectativas, sería distinto. Lamentablemente, las condiciones objetivas y materiales en términos económicos no acompañan eso. Se habla de una inflación baja, pero esa inflación, cuando se toma en términos desagregados la canasta familiar, probablemente esté duplicada. Esa información, por ejemplo, la proporcionaba el exvicepresidente, Álvaro García. Uno la puede apreciar cuando hace las compras en el mercado, en estos conflictos que están ocurriendo en el abastecimiento de gasolina y de diésel, que van a incidir en los siguientes meses en un elevamiento de los precios.
Y no es que uno desee la crisis económica del país, por supuesto que no. Jamás yo quisiera que la gente sufra hambre para dirimir una interna política. No se trata de eso. Se trata de que tienen que hacerse ajustes necesarios para finalmente lograr no solamente la propia reproducción del proyecto político de Luis Arce, sino esencialmente el bienestar del país. Entonces, creo que las proyecciones económicas en este momento no están acompañando la forma en la que el presidente está encarando la gestión y el Gobierno nacional ha optado por una agenda política.
Me parece que la apuesta política del presidente Luis Arce, de su equipo, que trata de dirimir también una interna política de carácter personal, tiene como planteamiento para el país en 2024 el intentar generar un cambio de agenda política en lugar de mecanismos de diálogo que busquen saldar los conflictos y debatir la interna del MAS.
– ¿Hay alguna relación entre lo que está pasando ahora y lo que ocurrió dentro del propio MAS entre 2019 y 2020?
– El golpe de Estado se dio tanto a nivel de del Gobierno nacional y el Legislativo. Además, Helena Argirakis hizo un estudio que muestra que dentro de los anillos de poder también se habían visto dañadas las representaciones en los niveles subnacionales. Es decir, en las Alcaldías y Gobernaciones. A diferencia de otros golpes de Estado, siempre, en cada proceso, cada país también tiene sus aportes, sus particularidades, en el caso de Bolivia en 2019, el golpe de estado no sólo se quedó a nivel nacional, no solamente fue por la renuncia de Evo Morales y de toda la línea de sucesión. Recordábamos a Luis Fernando Camacho buscando que renuncie todo el Parlamento, que renuncie todo el Órgano Ejecutivo, que renuncie todo el Órgano Electoral y que quede la conducción, primero, en manos de magistrados del Tribunal Supremo de Justicia. Todos los Órganos del Estado fueron afectados y también los niveles subnacionales. Argirakis habla de cómo se dieron también estos golpes subnacionales, cómo se forzó autoridades a nivel departamental y municipal a renunciar. En Santa Cruz forzaron la renuncia de forma violenta contra Mario Cronenbold, alcalde de Warnes; contra los alcaldes de Cabezas, Camiri, Samaipata, Montero, y así, en muchos otros lugares.
Pero lo que no está todavía analizado y creo que es un tema pendiente, es cómo afectó el golpe de Estado a las dirigencias sindicales también. Cómo algunas de éstas lograron restituirse y cómo otras resistieron durante al Gobierno de Janine Añez y después pasaron a un segundo plano. Pero, sin lugar a dudas, creo que es un capítulo pendiente el análisis, el impacto en las estructuras sindicales y partidarias. No olvidemos que Gerardo García, vicepresidente del MAS, fue detenido y privado de su libertad. En Potosí, no solamente agredieron al hermano Víctor Borda, sino secuestraron a la hija del secretario general de la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos y muchos otros compañeros dirigentes. Además, en esos días de noviembre llamaban a Evo Morales diciendo que estaban siendo amenazados, amedrentados en sus domicilios, etcétera. Entonces, el golpe fue en todos los niveles. Creo que es una es una primera conclusión.
Después de eso, por supuesto que el poder no queda vacío y en todos los niveles empezó también un proceso de reestructuración. Una muestra, por ejemplo, a nivel organizativo, fue precisamente la emergencia muy temporal en ese momento de crisis de los famosos autoconvocados. Además, en territorios donde había una fuerte presencia del MAS, pero probablemente una dirigencia que fue observada por no manifestarse en esas circunstancias de forma oportuna. Entonces emergieron también liderazgos en los momentos de crisis en todos los niveles: en los niveles sociales, en los niveles subnacionales y por supuesto también en el ámbito nacional. El problema es cuando, claro, la crisis interrumpe un proceso que debió darse en su debido momento, armoniosamente. Todo lo que se pensaba que sería como la continuidad de un proyecto político, de pronto se encontró disputando el poder político y fue construyendo un relato que justifique su presencia en el poder, desplazando a otros tanto a nivel dirigencial, tanto a nivel de liderazgo político, etcétera. Creo que a partir de eso se construyó el relato de la renovación.
Compañeros que antes tenían unas tareas, probablemente en el nivel de la función pública o el nivel dirigencial, de pronto se encontraron asumiendo otro tipo de tareas. Aquí no incorporo al presidente Luis Arce y el vicepresidente David Choquehuanca, porque ellos son elegidos con el voto cupular, pero sí la crisis produjo eso. La renovación, en algunas bocas, fue la explicación de cómo algunos compañeros o compañeras tuvieron roles de mayor relevancia, pero, para otros, significó literalmente que nadie cercano a Evo Morales iba a ser siquiera portero en la administración del estado. Entonces, en el fondo lo que queda hoy, para efectos prácticos es lo segundo: el desplazamiento de todos aquellos que acompañaron la gestión de Evo Morales en el marco de una disputa por el poder político y la reproducción del poder.
– ¿Hacia dónde va el conflicto?
– Creo que Bolivia no va a escapar de la lista de países en los que se dan casos de lawfare, es decir, de la instrumentalización de la ley con fines políticos. El país no va a evitar estar en esa lista triste de quienes que han utilizado la norma para dirimir la política. En Bolivia, a diferencia de Brasil o Argentina, que fue esencialmente penal, o Ecuador, donde fue penal, pero además electoral, la vía para activar el lawfare va a ser la constitucional. Estamos viendo esto primero en las salas constitucionales, cuando se paraliza, en primera instancia, el proceso de preselección de autoridades judiciales de la Asamblea Legislativa Plurinacional. Ahí se presenta un conflicto, porque una acción de amparo se realiza sobre hechos, no sobre normas. Quien debe observar o no la constitucionalidad de una norma es el Tribunal Constitucional Plurinacional. En nuestro caso, una sala constitucional paralizó el trabajo de todo el Órgano Legislativo. Luego vimos que una sala constitucional fue la que suspendió las interpelaciones en el Congreso. Esto fue anunciado con dos meses de anticipación por el propio ministro de Justicia, Iván Lima.
Nuevamente, es la vía constitucional la que intenta activarse cuando se habla de un eventual impedimento de la postulación de Evo Morales, asumiendo un criterio cuando menos cuestionable de lo que es la reelección, porque la reelección impide la permanencia indefinida de quien busca perpetuarse en el poder, pero para perpetuarte tienes primero que estar. Entonces, esa interpretación forzada de la reelección de una persona que no está en el cargo es la que están buscando para para inviabilizar una eventual postulación del expresidente. Es la vía constitucional, también, la que va a impedir las elecciones judiciales. Entonces, todos estos hechos van sumando a cuentagotas el nuevo capítulo del lawfare en América Latina. Hay que ver si la suerte del congreso del MAS, de su sigla y su eventual participación en un proceso electoral no está atado al lawfare por la vía constitucional. Es decir, que un amparo o, en última instancia, el propio Tribunal Supremo Electoral, termine inhabilitando la participación electoral del MAS.
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Todo esto es una puerta abierta, porque lamentablemente se está utilizando la justicia para dirimir la interna política y eso no es democrático. Lo democrático es competir, participar. El congreso del MAS tendría que haber sido ese espacio en el cual se deje una estructura de representación dirigencial que haga funcionar la participación del MAS en el siguiente proceso electoral. Yo no sé quién pretendía que el presidente que dirija al MAS no sea Evo Morales. ¿Quién con mayor legitimidad dentro del MAS para dirigirlo que no sea Evo Morales? Si la discusión está en torno a presentarse o no en los comicios de 2025, vamos a primarias, que elija nuestra militancia quién será nuestro mejor representante. Pero, sacrificar la participación del partido y ponerla en riesgo con un objetivo político electoral es un exceso.
– ¿Es todavía posible una convivencia democrática o definitivamente el camino es inexorablemente la ruptura?
– Yo creo que hubo un momento en el que los principios nos unieron. Catorce años, Evo Morales, Luis Arce, David Choquehuanca y muchos otros compañeros, fuimos parte del mismo equipo porque teníamos ideas comunes. Yo creo que esas mismas ideas, esos puntos e ideas comunes se pueden volver a articular. Lo dije antes, creo que sin la unidad no hay victoria, pero con la unidad no basta, a estas alturas. Argentina nos demostró que no es suficiente, que la unidad debe estar nutrida de ideas, de proyectos, de puntos en común y fundamentalmente de ideas legitimadas en la sociedad. Si nosotros seguimos en esta discusión interna, y esto ya es parte de la autocrítica, que se mueve en torno a su propio eje y se alimenta de sí misma, no vamos a lograr finalmente el respaldo de la población. Mientras el MAS discute su interna personal, la gente está teniendo problemas para llegar a fin de mes.
Espero que en 2024 sea cuando estas discusiones, que son en el fondo también ideológicas, puedan ser transmitidas como un planteamiento a la sociedad; que pasemos a la disputa por los sentidos comunes, a hablarle a las personas, a defender las grandes banderas y aquello que conquistamos hasta el 2019, que fueron los principios que mantuvieron la unidad. Yo creo que tenemos que volver nuevamente a esos principios. La unidad, para mí, no es una cuestión de una suma aritmética de estructuras.
– Si se toma el conflicto como un síntoma, ¿qué está expresando esto sobre la democracia interna en el MAS?
– Yo creo que la democracia lo primero que debe encontrar son espacios comunes de encuentro y en este momento no hay estos espacios de encuentro. Se han dinamitado los espacios que antes propiciaban un encuentro entre el presidente del partido, el líder de este proceso, y el presidente del Estado. Esos encuentros no se dinamitaron por ausencia de voluntad de Evo Morales, se fueron suspendiendo y finalmente ya no se realizaron más. No es un problema de la democracia interna del MAS, que puede funcionar mejor o a veces no funcionar, pero necesita esencialmente espacios de encuentro y éstos no se están produciendo. Cuando se tiene un mecanismo de democracia interna, lo primero que se hace, como en cualquier familia, cualquier partido, cualquier espacio colectivo donde hay ideas comunes, es discutir esos elementos. Pareciera que los espacios en este momento no se están gestionando y la interna está saltando directamente a dirimirse en el ámbito público. Pero la democracia necesita esencialmente puntos de encuentro y espacios comunes, no solamente ideas comunes. Y esos escenarios, esos espacios, esos puntos comunes creo que tienen que ser nuevamente construidos. Evo Morales lanzó el desafío de las primarias, es la norma, pero no es la práctica con la que normalmente el MAS definió estas cosas. Lo hemos visto en muchos otros congresos, donde se tiene espacios abiertos de discusión interna, generación de consensos. Creo que esos espacios no pueden tampoco ser desplazados a nombre de un mecanismo electoral. Pienso que en última instancia eso puede dirimir, pero tenemos otros escenarios antes.
(*)Pablo Deheza es editor de Animal Político