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El orgasmo es un ‘macguffin’

El mayor pecado de la cinta es la falta de ritmo y narración. ‘Las malcogidas’ parte con una buena idea pero se queda ahí.

/ 8 de octubre de 2017 / 04:00

La campaña mediática previa al estreno de Las malcogidas jugó en contra de la película de Denisse Arancibia Flores. Suele pasar: crear una expectativa alta sobre una comedia con “humor ácido e inteligente”, sobre un “escándalo” (desde el título) no es lo más recomendable cuando sabes que tienes entre manos una comedia errática. ¿Es Las malcogidas una comedia? ¿Es un musical? ¿Es un drama pesimista con la marcha fuera del país de un homosexual víctima de palizas en la ciudad? ¿Es el filme más pretencioso que se haya estrenado en nuestras salas en años al hablarnos de manera elevada del cuestionamiento de roles sexuales y el lugar de la mujer boliviana en nuestra sociedad? No se sabe. Las malcogidas es una “Bridget Jones” a la paceña: está la gorda que se enamora del lindo flaco, falta todo lo demás.

Foto: Las malcogidas

El mayor pecado de Las malcogidas es la falta de ritmo y narración. Las malcogidas parte con una buena idea pero se queda ahí (la historia da para un cortometraje, lo demás está inflado). La dirección de actores brilla por su ausencia, los diálogos no están bien trabajados y el guion amaga pero no da. Las malcogidas tiene aparentemente un final feliz predecible desde el minuto uno pero acaba mal. La historia paralela de Karmen con K (Bernardo Arancibia Flores es lo único rescatable de un metraje excesivamente largo) se come poco a poco la trama principal sin que la directora, la actriz principal y el guion se den cuenta. Las malcogidas es un drama mal contado que no tiene final feliz; es una huida hacia adelante y el orgasmo anhelado y logrado, un “macguffin” (que por supuesto no es ningún combo de McDonald’s).

El tratamiento del sexo (otra vez mojigato), el retrato estereotipado y forzado del transexual buena onda y artista, la apuesta por lo grotesco y “almodovariano” para supuestamente escandalizar y la pésima elección del elenco (hay personajes que simplemente dan vergüenza ajena como la actriz Scarlet Bolívar que “interpreta” a la chica del rockerito) coloca a Las malcogidas en esa larga lista de películas caracterizadas por los males que trajo el facilismo digital. ¿Tenemos actores y actrices de cine en Bolivia? ¿Es lo mismo hacer teatro que cine? ¿Alcanza con el buenismo? Más preguntas reiterativas de la última década que no encuentran aún respuestas.

Foto: Las malcogidas

¿Algo rescatable? Sí, tres, a pesar de los pesares. El buen trabajo de Bernardo Arancibia (el único que se tomó en serio esta película de risa), la música y banda sonora de Juan Andrés Palacios y las apariciones de una veterana entrañable como doña Rosa Ríos, haciendo de doña Rosa Ríos.

¿De verdad creemos que “comedias” como ésta y otras que se han estrenado con indudable “éxito” de público están devolviendo nuestra confianza y apuesta por nuestro cine boliviano? ¿No son acaso intentos burdos de aterrizar con sello boliviano la gastada fórmula de las comedias de mucha pipoca y poco seso “made in Hollywood” para el gran público? Denisse Arancibia ya intentó en su “ópera prima” tratar de trasladar el éxito taquillero de las películas de terror y suspenso gringas a nuestra “realidad”. Ahora llega la “comedia” musical, otro género a explorar y explotar (mal).

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El punto (y el corazon) que se necesita

Ricardo Bajo

Por Ricardo Bajo H. - periodista

/ 25 de abril de 2024 / 07:04

Introducción: el grupo C de la Libertadores no era “a priori” el “de la muerte”.  Pero lo es. El rival más “débil”, según los “expertos”, era Huachipato de Chile.

Los resultados en la primera rueda han sorprendido: la victoria chilena ante Gremio en Porto Alegre y los tres puntos rescatados por los brasileños en La Plata. ¿Bastará con que el Tigre gane todo de local para avanzar? ¿o necesitará algún punto fuera de casa? ¿Es Chile el terreno/hado propicio?

El “eleven” stronguista suena así (de raro): Viscarra; Caire, Aimar, Jusino y Lino; López-Ursino; Amoroso-Arrascaita-Sotomayor; y Miranda. Un onceno “Frankenstein”. Jugadores, otrora titulares como Ortega, Triverio, Ramallo, Wayar y Quiroga, aparecen en la banca. ¿Prioriza el argentino el torneo local?

Nudo: a los diez minutos (por lesión de Arrascaita que estaba de enganche con Amoroso y Sotomayor por los extremos) entra… Rojas, Daniel. Sin comentarios, capítulo uno. Lavallén, al de diez minutos, cambia a línea de cinco: tres centrales con Rojas de carrilero por derecha y Lino, por el otro costado.

La improvisación, al poder.  ¿Un ejemplo más? El mexicano Leo López no es el mixto, es el volante de contención. Sin comentarios, capítulo dos. ¿Cuántas veces jugó ahí? Ninguna.

Los “acereros” del sur de Chile crearán ocasiones pero fallarán con la puntería descalibrada (abusando con el centro a la olla, con poco fútbol). En la única llegada del Tigre, gracias a una trepada al contragolpe de Amoroso por derecha, aparece como centro delantero….Jusino. Sin comentarios, capítulo tres. El yungueño define como central.

Desenlace: el entrenador local Javier Sanguinetti mete un delantero centro más. Lavallén mantiene a Ortega y Triverio en la banca. Sin comentarios, capítulo cuatro.

El partido no cambia demasiado, el Tigre sigue metido atrás (con 5-4-1), como manda Lavallén. Sobre el final, se anima a montar “contras”, buscando el milagro. Las piernas frescas de Ramallo y Angulo así lo permiten. Los chilenos, imprecisos y con más ímpetu que juego, arrinconan la valla de Viscarra. Tendrán el punto de mira desviado toda la noche. Con la entrada de Rojas por Quiroga, Lavallén vuelve a línea de cuatro. Sin comentarios, capítulo cinco.

Post-scriptum:  Chile era el hado/territorio propicio para arañar/arrancar ese puntito de visita que sirva para el pase a octavos. Nadie se acordará del planteamiento ultraconservador de Lavallén ni de su improvisación a ultranza.

Se llama resultadismo. Los dos siguientes/consecutivos partidos en el Siles (ante Estudiantes y Huachipato) marcarán el destino del equipo gualdinegro, que a falta de fútbol es puro coraje, puro corazón. Gremio es último en la tabla.

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El oficio del Tigre (y de Viscarra)

Ricardo Bajo

Por Ricardo Bajo H. - periodista

/ 20 de abril de 2024 / 21:40

Introducción: el Tigre no se fía de F.C. Universitario (después de la sorpresa de San Antonio Bulo Bulo) y Lavallén coloca el equipo titular. Los laterales siguen siendo una lotería: esta vez toca Osorio (sub 20) y Quaglio (sub 23).

El resto son los que jugarán (probablemente) en Chile por Copa Libertadores: Caire y Jusino, de centrales; Wayar y Ursino; Amoroso-Ortega-Arrascaita; y Triverio. El “Capriles” se viste -otra vez- de oro y negro. ¿Por qué tiene más apoyo el Tigre de visita que en el Siles? El técnico de los “manzaneros”, el paraguayo Pablo Godoy, deja afuera a su mejor hombre, “Maxi” Núnez.

Nudo: el partido arranca con un extraño dominio gualdinegro. Durante diez minutos, Lavallén deja de ser Lavallén y ataca de inicio. Espejismo, nomás. Todo cambia en el minuto treinta: comienza el recital (innecesario) del “referee” de apellido Revollo, de nombre, Javier. Expulsa injustamente al mejor hombre del Tigre, Amoroso.

Los árbitros en Bolivia no favorecen a los grandes o perjudican a los chicos.  O al revés. No, todo es mucho más sencillo: son muy malos. No tienen la capacidad para dirigir un fútbol dizque profesional. Así de sencillo. La solución pasa por su profesionalización y por elevar su nivel con capacitación constante.

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Con uno menos, Lavallén vuelve a ser el Lavallén que todos conocemos. Saca a Ortega de la cancha. ¿Por qué siempre es el sacrificado? ¿Porque no corre, no defiende? Todos sabemos que el poco fútbol que tiene el Tigre aparece cuando aparece el “Mago”. Enoumba entra para ocupar el lateral derecho (por un lesionado Osorio) y el juvenil riberalteño Fernando Kuqui ocupa el lugar del colombiano.

Desenlace: en la segunda parte, con un hombre más, los de Godoy son incapaces de entrar en la doble línea de cuatro que coloca Lavallén. El partido se convertirá en un “blooper”, en una vergüenza. Apenas se juega. Somos una de las ligas del mundo donde menos minutos de juego disputamos. De fútbol, vemos poco. Domina la lucha libre, el rugby, las simulaciones, las protestas, los golpes, los errores groseros de los árbitros (no se salva ni uno) y el mal llamado teatro. Un penal convertido por Ursino coloca un cero a uno. El “score” quedará así porque Viscarra así lo quiere. El arquero del Tigre es de otro torneo, de otro país. No te merecemos, Billy.

Post-scriptum: el Tigre gana la ida de la semifinal con oficio, con la camiseta; a la heroica, jugando al final con dos menos. Se volverá a hablar de todo menos de fútbol, nos pasaremos días discutiendo mucho de los árbitros y poco del paupérrimo espectáculo futbolístico que ofrecen nuestros equipos. Por eso, la gente ha dejado de ir a la cancha.

(20/04/2024)

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Acá está San Antonio Bulo Bulo

Ricardo Bajo

Por Ricardo Bajo H. - periodista

/ 18 de abril de 2024 / 23:01

Introducción: el presidente Claure -siempre desde la lejanía y desde la impunidad de las redes sociales- calienta el partido después de la derrota de su equipo en el Chapare.

“El jueves los vemos”. Esas palabras desafiantes hacia un equipo recién ascendido son gasolina para los hombres de San Antonio. Robatto coloca otra vez un onceno con jugadores fuera de lugar: José Sagredo no es central y Algarañaz no es extremo.

Leitao va a ganar la partida de ajedrez a Robatto: el brasileño es más/mejor técnico que el argentino. Leerá mejor el “match” y Bolívar caerá en su inteligente trampa. El movimiento ciudadano Bunker/Tercera República inunda de propaganda política la Preferencia.

Nudo: el partido es trabado. Los dos equipos patean. San Antonio defiende con las líneas apretadas, es un equipo solidario/comprometido; todos marcan/meten. Así van a eliminar a la “Academia”, desde la fortaleza mental.

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Los celestes no saben como entrar y desaprovechan las bandas. Solo Ramiro Vaca intenta hacer algo diferente. Luego desaparecerá “asustado” por la pierna fuerte de la visita.

San Antonio no solo se defiende con uñas y dientes, también juega (mejor) al fútbol. Leitao coloca un atrevido dibujo ofensivo (4-3-3): pone a dos extremos (Preciado y Ribera) para hacer atacar a a los laterales de Bolívar. Ordena presión alta porque sabe que el hándicap celeste es su defensa. Así llega el cero a uno con Orihuela dormido, con el arquero Lampe pensando en Babia. Luego Preciado perdona un mano a mano con el arquero local. Aparecen los primeros pitos.

Desenlace: Bolívar asedia pero sigue equivocando el camino. Insiste en meterse por el medio donde el “General” Leitao -expulsado por salir tarde su equipo después del descanso- puebla con sus soldados un terreno minado. Se juega a lo que ha planificado San Antonio que no renuncia jamás a los contragolpes.

Los cambios de Robatto son incomprensibles: Saavedra (fuera de forma) entra de lateral derecho; un individualista Henry Vaca por un desaparecido Algarañaz; y Uzeda por Ramiro. Sobre el final, entra un chico de 17 años, Bruno Méndez. ¿Y “Papu”? Bien, gracias.

Los cuatro cambios al hilo de Leitao refrescan al equipo y solo sobre en el minuto 45 -de pelota parada- empata la “Academia”. Ya no se escuchan los pitos, solo un silencio ensordecedor.

Post-scriptum: Leitao, que ha sufrido la segunda parte pegado a la malla de la Preferencia, tuitea nada más termina el partido. Arroba a Claure y dice: “¡Acá estoy!”. Acá está San Antonio, la gran revelación de este torneo, un equipo intenso, trabajador, humilde que también juega bien al fútbol con un entrenador valiente que sabe leer (y también escribir).

(18/04/2024)

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El Tigre no cambia

Ricardo Bajo

Por Ricardo Bajo H. - periodista

/ 17 de abril de 2024 / 23:14

Introducción: la Banda Intergaláctica Poopó (con 17 músicos) estrena la morenada “La garra del Tigre”. Lo hace frente a la curva sur media hora antes de que inicie el partido mientras la hinchada hace largas colas para entrar al estadio. Sin comentarios.

El presidente Ronald Crespo, que reniega del escaso apoyo del público gualdinegro en el Siles, verá todo el partido desde la cancha, cerca del acceso de la puerta cinco. Lavallén pone a Enoumbá de central haciendo pareja con un intocable del argentino, Caire.

En los laterales, están Bustos y Lino. En el doble cinco, Quiroga con un Ursino en estado dulce; el mexicano López es el sustituto de Ortega para abrir el juego con Amoroso y Sotomayor por los costados. El nueve es el ecuatoriano “Cuco” Angulo.

En la banca esperan titulares como Jusino, Wayar, Arrascaita, Triverio. GV San José no dará por perdida la eliminatoria y va a tener más la pelota que el local. Sin comentarios, capítulo dos.

Nudo: el Tigre arranca bien con una sociedad que ilusiona. Son Ursino y Amoroso. Es un espejismo. El gol de la apertura llega a la salida de un “corner” gracias a un bello testarazo de Enoumbá.

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Luego, los de Lavallén se quedarán poco a poco para convertir en figura -otra vez- a Viscarra. Solo tendrán ocasiones de gol cuando jueguen al contragolpe, cuando aparezcan espacios para que corra mucho y bien Joel Amoroso.

El empate de un ex atigrado como Percy Loza no cambia el partido: la cancha sigue inclinada sobre el arco de Viscarra. Da igual el rival y el ”score”, a Lavallén le gusta meterse atrás.

Sin hacer presión alta, sin salir -apenas- al contragolpe. Lo peor de todo es que el plantel tiene jugadores para ofrecer un mejor fútbol, para brindar otra cara, más ofensiva.

Desenlace: la segunda arranca igualita. La pelota es orureña. Y la paciencia, stronguista, a media máquina siempre. Entonces Lavallén hace un cambio marca de la casa. Saca de la cancha a… Ursino y Amoroso. Sin comentarios, capítulo tres.

La entrada de Víctor Cuéllar sirve para jugar con un doble cinco defensivo (junto a Quiroga) frente un rival sumamente limitado. Sobre el final se va un decepcionante Sotomayor para que juegue por afuera otro que está en deuda, Bruno Miranda. Sobre el final, otro “corner” trae el segundo tanto gualdinegro, esta vez de Cuéllar. Otra vez la pelota parada escondiendo la falta de fútbol, de ideas.

Post-scriptum: el Tigre clasifica a semifinales y eso es lo único que cuenta. Parece. Lavallén “cumple”, el Tigre no cambia. El rival será Universitario de Vinto y la ida será este sábado en Cochabamba. Otra vez las velas serán puestas en los tres santos de la iglesia stronguista: san Billy, San Michael y San Quique.

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Es el Tigre más práctico

Ricardo Bajo

Por Ricardo Bajo H. - periodista

/ 14 de abril de 2024 / 23:10

Introducción: el grito que más se va a escuchar en el Jesús Bermúdez de Oruro es el grito de los stronguistas: “y ya lo ve y ya lo ve, somos locales otra vez”. Hay 25.000 hinchas en la cancha y la mayoría son gualdinegros. El argentino Rolando Adrián Carlen coloca a cinco ex “tigres” en su onceno: Banegas, Torres, Loza, Melgar y Ronaldo. Su compatriota, Pablo Hernán Lavallén, deja a Triverio (medio resfriado) en la banca para colocar de nueve a Bruno Miranda. ¿Por qué no apuesta por el ecuatoriano “Cuco” Angulo, bigoleador en el último partido? No entiendo a Lavallén. De “wing” derecho va Amoroso que va camino de quitarle el puesto a Ramallo.

Nudo: la primera parte es aburrida. GV San José quiere pero no puede. Tiene la posesión de la pelota y llega con peligro al arco de Billy Viscarra. Perdón, San Billy Viscarra, para ser más exactos. El arquero cruceño va a regalar otro partidazo, ahogando el grito de gol en dos y hasta tres ocasiones diáfanas de los hombres de la “V” azulada. Cuando se lesione Sanguinetti, se acabará el fútbol de los locales. GV San José es un equipo corto y limitado.

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Y el Tigre de Lavallén, un equipo rácano, ratonero a más no poder. Tiene jugadores para regalar mejor fútbol pero Lavallén prefiere el orden, la paciencia, el miedo. ¿Será por eso que Ortega desaparece y camina, camina y desaparece? El colombiano necesita la posesión de la pelota, Lavallén no la necesita, no la quiere. Sin el diez y sin Triverio en cancha, el gualdinegro es la vulgaridad con patas.

Desenlace: la segunda arranca igualita que la primera. Hasta que GV se rinde sin ideas, hasta que el Tigre comienza a jugar su mini partido sobre el último tercio del “match”. Entonces Lavallén mete un cambio incomprensible. Saca a Ortega cuando decide ir a por el partido y la pelota y mete un volante de contención como Víctor Cuéllar. También saca a un inoperante Miranda para meter a un delantero de verdad como Triverio. Antes había entrado, tras el descanso, el “Pito” Sotomayor (por un improductivo Arrascaita).

No entiendo a Lavallén. Pero en la primera que toca Cuéllar, llega el penal. Y sobre el final, la sentencia con un gol de Sotomayor (que pide más minutos) tras una trepada (de las pocas) de Lino por banda izquierda.

Post-scriptum: dirán los resultadistas que el Tigre manejó bien los tiempos del partido, que esperó el cansancio de los orureños, que Lavallén acertó en los cambios (lo que es totalmente cierto), que leyó bien lo que pedía/necesitaba el partido. Es verdad. El Tigre jugó esperando la vuelta y se encontró, sin querer queriendo, con una llave solucionada de antemano. Es el Tigre más práctico y eficaz; el que le gusta a Lavallén.

(14/04/2024)

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