Alfabetización digital
Otras formas de analfabetismo acechan. El Gobierno tendrá que considerarlas
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Antes, nuestros padres nos decían que no saber inglés sería, en el futuro, sinónimo de analfabetismo. En cierto modo, tenían razón: el mundo moderno, dominado por la profesionalización y, dentro de ésta, por la especialización, reduce cada vez más los márgenes de sueño y promueve las ambiciones de crecimiento a través de una continua capacitación, en una competencia sin tregua entre los seres humanos.
Actualmente ocurre lo mismo, pero con la informática y la internet. El joven que no tiene la posibilidad de acceder a una computadora y a la información que circula por la red mundial de comunicación, es decir, el que no se beneficia con la tecnología cibernética, corre el riesgo de ser considerado un analfabeto digital.
El gobierno de Evo Morales lleva adelante programas de alfabetización que consisten en la enseñanza de la lectura y la escritura, dentro de un objetivo general que prevé la afirmación de la identidad cultural y lingüística de los bolivianos en su propio medio. Con mucho esfuerzo de capacitadores y capacitados, en tres años de trabajo, el país se constituyó en el tercero de América Latina, después de Cuba (1961) y Venezuela (2005), en declarar la erradicación del analfabetismo.
Luego, se encaró una segunda etapa, de postalfabetización, denominada «Yo sí puedo seguir», con el propósito de fortalecer los conocimientos de los alfabetizados acreditándoles con educación primaria hasta sexto curso. Hoy se lanzará la cuarta fase de esa cruzada, para incorporar a 50.000 personas de todo el país y pensar en la meta de cerrar el año con 225.000 beneficiarios.
El de Bolivia continúa siendo un ejemplo a seguir y, a la vez, un extraño caso de país con altos índices de pobreza y baja tasa de iletrados. Cabe recordar que el Gobierno hizo una apuesta grande con este proceso al considerar que la educación es un instrumento vinculado al desarrollo nacional y que, en consecuencia, la alfabetización permitiría reducir los niveles de pobreza.
El compromiso y los resultados alcanzados son encomiables. Pero el mundo no descansa, en materia educativa todavía estamos muy atrasados y los objetivos deben ser renovados para no perder más terreno.
Otras formas de analfabetismo acechan y, en pos de una educación moderna e integral, el Gobierno tendrá que considerar la manera de encarar la alfabetización, también, desde el punto de vista digital.