El gas nuestro…
Es increíble que se haya permitido que vehículos funcionen con el combustible de una garrafa de gas
Bolivia, con todo su potencial que en algún momento sirvió para especular en que podría constituirse en el corazón energético del Cono Sur, no ha podido cubrir siquiera las necesidades mínimas de gas que tiene su propia gente. Ningún gobierno ha sabido aprovechar esta riqueza en su plenitud y compartirla para beneficio de todos, especialmente de los más pobres. Y a esto se suma la dependencia de carburantes importados como el diesel y el GLP…
Ante la oportunidad de concretar negocios con los países vecinos, fruto de un permanente condicionamiento de la economía nacional, rezagada en el contexto regional, los gobiernos, durante décadas, optaron por cumplir dándoles a los bolivianos lo justo y lo necesario (y a veces ni eso) en materia de gas. La lógica —razonable pero no excluyente de lo otro— era, por lo menos hasta antes de que se cortaran los envíos a Cuiabá, que ahora vuelven: no se puede descuidar los contratos con los compradores extranjeros.
¿Qué es lo justo y lo necesario? Para algunos, tal vez, la provisión regular de una garrafa de GLP —que, dicho sea de paso, no siempre se cumple con normalidad, en muchos casos por culpa de YPFB y en otros por los especuladores. Lo digno en un país de cuyas entrañas se desentierra este energético a raudales sería una conexión de gas natural en cada vivienda, ya sea de la ciudad o del campo.
No se aprovecha mejor el gas por falta de industrialización; la misma que se vio postergada por el escándalo de corrupción en el que se vio envuelto el entonces presidente de YPFB, Santos Ramírez. La misma que se intenta reanimar ahora, a fuerza de críticas por la demora. Por lo pronto, se carece de datos exactos de las reservas de gas natural y esto complica cualquier proyección.
En cuanto a la reconversión gratuita de motorizados a gas natural vehicular (GNV), los resultados escasean y la instrucción salió en julio del 2008. Por el nuevo decreto, dentro de 90 días ya no tendrían que circular más vehículos a GLP; resulta increíble que, pese a las reiteradas alertas de peligro, éste y los anteriores gobiernos hayan permitido que un buen porcentaje del parque automotor funcione con el combustible de una garrafa de gas. Se encamina la política de cambio de la matriz energética vehicular, pero todavía queda mucho por hacer en el proceso global de aprovechamiento del gas para los bolivianos.