Importancia de la cordura
Lo que se discute realmente en este juicio es si el acusado (Anders Breivik) está loco o cuerdo
Debido al tráfago de marchas, emparedamientos, crucifixiones y bloqueos alrededor de mi casa, he decidido por mi sanidad mental escribir esta semana sobre un juicio que tiene lugar a miles de kilómetros de distancia.
Es un juicio inusual, porque no está en discusión si el acusado es culpable o inocente. El acusado (el noruego Anders Breivik) se declara responsable por la muerte de 77 personas a las que asesinó de frente, mirándolas a los ojos, con balazos certeros en la cabeza. El acusado dice también, sin pestañear, que lo haría de nuevo. Que sus acciones estuvieron basadas en la necesidad de defender su patria contra la inmigración y el multiculturalismo; que los asesinatos son “un pequeño acto de barbarie que irá a prevenir una barbarie mayor”.
Lo que se discute realmente en este juicio es si el acusado está loco, o cuerdo. Si lo declaran cuerdo irá a una prisión modelo del modelo de país que es Noruega, por un término máximo de 21 años. Si lo declaran loco irá a un hospital psiquiátrico, también modelo, pero no es posible saber por cuánto tiempo.
Es una situación difícil. Si se declara loco a Anders Breivik, sus acciones quedan justificadas por el ataque psicótico que las provocó; mientras sus ideas ultranacionalistas quedan descalificadas como delirios sin fundamento. Si se lo declara cuerdo, sus acciones serán castigadas en toda su real dimensión, pero sus peligrosas ideas quedan reivindicadas como válidas. Breivik, por supuesto, prefiere ser declarado cuerdo.
¿Está loco o cuerdo quien mata por una idea, por una nación, por un odio o por un principio? Si se declara loco a Breivik, se está declarando loco también a todo soldado que es aleccionado para cometer pequeñas barbaries que evitan barbaries mayores; que es entrenado para matar defendiendo su patria de un enemigo que (casi siempre) es tan aleatorio y conveniente como podrían ser “la inmigración” y “el multiculturalismo”.
Si lo declaran cuerdo, estarán abriendo las puertas para que desde prisión siga siendo un héroe y un mártir. Además, el sistema penal noruego es muy benevolente con los criminales, dándoles no sólo libertad de comunicación con el exterior sino facilidades para ello. Esas leyes no pueden cambiarse sólo por un individuo. Breivik tendrá total libertad para seguir expresando sus ideas de odio durante los 21 años que dure su presidio. ¿Loco o cuerdo? ¿Cuál es el veredicto más justo? Ni leyendo en coca lo sabremos.