Muertes ¿sirviendo a la patria?
Al menos cinco conscriptos han muerto este año, ninguno de ellos por prestar un servicio a la patria
En las últimas horas se registró otra muerte en recintos militares. Esta vez ocurrió en Oruro y la víctima fue un conscripto de 19 años que, según versión de sus superiores, habría fallecido al caer en una poza cuando hacía guardia. Otro joven que pierde la vida ¿sirviendo a la patria?
“El Servicio Militar Obligatorio constituye una sublime e ineludible obligación de toda la juventud boliviana para con la patria, tal cual se estipula en los Art. 108 y 249 de la Constitución Política del Estado Plurinacional de Bolivia”, se lee en el documento Bases Generales para el Servicio Militar Obligatorio, elaborado por el Ministerio de Defensa.
Agrega que: “La presencia de hombres capaces de ofrendar sus vidas en pos de la seguridad y el bienestar común enriquecen la historia en hechos que demuestran excesivo valor y una desinteresada entrega del más excelso don otorgado por el Divino Creador, cual es la vida”.
Pero el conscripto Jorge Ortega no murió defendiendo a la patria ni mucho menos, falleció haciendo guardia para su regimiento. Tampoco defendía a la patria el alférez Emmanuel Cusi cuando el 22 de octubre se ahogó en las aguas del lago Titicaca. Lo que intentaba era salvar su vida cuando algo salió mal en una práctica de buceo que realizó sin equipo adecuado.
Cuando 15 días después encontraron su cuerpo, vestía zapatos deportivos. Catorce días luego de este rescate, otro conscripto, Alan Álvarez, murió también ahogado, pero esta vez en el río Quirpinchaca de Chuquisaca, cuando junto al cadete de segundo año Luis Espire intentaba rescatar el vehículo de uno de sus superiores. La patria tampoco nada tuvo que ver en este lamentable suceso.
Según información acumulada por la Defensoría del Pueblo, dos meses antes, entre el 2 y 3 de septiembre, el conscripto Freddy Rodríguez murió en el puesto militar de Atocha después de haber sido golpeado por un sargento y otros conscriptos, es decir en manos de sus propios camaradas que cumplían con el “sublime e ineludible servicio a la patria”.
Pocos días antes, el 29 agosto (también según datos de la Defensoría) el soldado Carlos Loza murió en Puerto Suárez cuando ayudaba a trasladar enseres de uno de sus superiores, un teniente encargado hacer cumplir el servicio a la patria.
Al menos cinco casos de muertes de conscriptos se han registrado este año, ni uno de ellos vinculado al servicio de la patria, argumento que a estas alturas suena a excusa antes que a una necesidad.
Y este recuento no incluye casos como los de los subtenientes Gróver Poma y Ceooly Espinal, quienes al igual que el conscripto Rodríguez en Atocha murieron, según señalan las denuncias en ambos casos, a manos de sus camaradas.
Así como están las cosas, se termina cargando a la patria una cantidad de muertes en las que nada tiene que ver. Peor aún, muertes que en algunos casos son responsabilidad de uniformados encargados de precautelar su integridad.
Ya la Asamblea Constituyente había discutido la posibilidad de que el servicio militar sea opcional y no obligatorio como lo es en la actualidad, pero la idea no prosperó debido al lobby de las FFAA.
Con lo que actualmente ocurre en los cuarteles y tomando en cuenta que Bolivia es un país pacifista por disposición constitucional, se debería rediscutir la necesidad de mantener la obligatoriedad del servicio militar o al menos cambiar su sentido a un servicio de tipo social que reditúe beneficios reales a la patria. No se le puede pedir a los padres de familia que continúen enviado a sus hijos a un servicio obligatorio en el que no existen garantías para que sus hijos retornen con vida. No es justo con ellos, ni con la patria.