Analfabetismo digital
No basta con tener acceso al instrumento si no se enseña el modo de usarlo
En círculos académicos se usa la expresión analfabeto digital para referirse a la persona que, aun sabiendo los rudimentos del uso de computadores, no puede emplearlos correctamente por falta de conocimiento de su sistema operativo, aplicaciones y programas. En Bolivia, la educación pública todavía no ha integrado plenamente la Computación a su currículo.
En efecto, semanas atrás, una movilización de organizaciones de padres de familia en El Alto puso el tema nuevamente sobre la mesa, y se reveló que madres y padres de familia deben abonar una suma anual por cada uno de sus hijos para garantizar la presencia de una maestra o maestro de Computación en el salón de clases. La propuesta del Ministerio de Educación ha sido acomodar la carga horaria de esa materia en otras.
En algunos colegios donde se aceptó la propuesta —averiguó este diario— las niñas y niños no están recibiendo formación en esta imprescindible habilidad. Allí donde las clases siguen impartiéndose, los padres y madres siguen pagando el ítem del maestro o maestra.
Paralelamente a este debate, es necesario prestar atención a otros dos factores que deben ser resueltos si de verdad se desea integrar la formación en ciencias de la educación en la formación inicial. Uno es la necesidad de laboratorios y equipos con los que las y los estudiantes puedan desarrollar su aprendizaje y hacer prácticas. El otro es la ausencia de una planificación de la asignatura y sus contenidos.
En el primer caso, lo normal parece ser que cada unidad educativa cuenta con un precario laboratorio de Computación, habitualmente dotado de computadores de desecho de empresas e instituciones y por tanto desactualizados. El costo de adquirir equipos nuevos y darles mantenimiento no parece haber sido presupuestado en ningún nivel. Es posible, sin embargo, que la pronta puesta en marcha de la planta ensambladora de computadores en Kallutaka, logre resolver este problema cuando la producción comience a ser distribuida entre las y los estudiantes.
Sin embargo, como ya se ha señalado, no basta con tener acceso al instrumento si no se enseña el modo de usarlo. Padres y madres lo saben, y por ello hacen pagos extralegales que aseguran la presencia de un docente. Incluso así no se resuelve el problema del contenido y calidad de esa formación, pues no está claro cuáles deben ser los contenidos mínimos y los objetivos de aprendizaje de la materia.
Hay un sinnúmero de aspectos que deben ser observados a la hora de decidir si la educación que el Estado ofrece a sus nuevas generaciones integra o no esta dimensión vital de la formación, y dado que la decisión solo puede ser positiva, cómo asegurar que todas las condiciones se cumplen. Seguir postergando este tema y proponiendo soluciones transitorias condena a las y los niños a ser analfabetos digitales.