‘Viernes negro’
Urge iniciar cuanto antes la añorada y ahora necesaria diversificación industrial
La jornada de ayer, conocida en otros países como “viernes negro”, además de los grandes descuentos en tiendas y boutiques, resaltó por el comportamiento altamente errático de los precios de los minerales y del petróleo, con una indeseable y preocupante caída generalizada en la cotización internacional de las materias primas de exportación bolivianas.
Según la agencia financiera de noticias Bloomberg, los precios de los metales preciosos como el oro, plata y platino tuvieron una baja en los mercados de contado y futuro. El mismo comportamiento negativo se registró en los mercados de los metales industriales (el zinc, cobre, aluminio y estaño cerraron con pérdidas). Finalmente el precio del barril de petróleo se contrajo hasta $us 66 dólares. La tabla de cotizaciones marcaba solo números rojos.
Ante esta inquietante situación, que ojalá sea únicamente efecto de un momento coyuntural por cambio de temporada en el hemisferio norte y fruto del frenesí consumista característico de la jornada posterior al Día de Acción de Gracias, resulta necesaria una reacción más proactiva de parte de las autoridades nacionales en materia económica orientada a amortiguar los posibles efectos perversos que conlleva la baja cotización de las materias primas, base de los ingresos nacionales.
Con esta situación queda en evidencia la vulnerabilidad que tiene la economía nacional ante shocks negativos de esta naturaleza, acontecidos en los mercados internacionales de productos primarios. Sin embargo, el sentido común induce a pensar que sí fue un shock positivo de precios el que impulsó la economía nacional, entonces un shock negativo lógicamente significaría a lo menos un menor crecimiento.
Cabe preguntar, de nueva cuenta, si la economía nacional tiene las suficientes salvaguardas para hacer frente a un temporal de bajos precios y contracción de la demanda por materias primas. Esperemos que sí, porque las señales de alerta se dieron con la debida anticipación, y resultaría inaceptable que después se brinden explicaciones sobre la “leche derramada” cuando se tuvo el tiempo suficiente para generar mecanismos que mitiguen cualquier turbulencia de origen externo.
Aún se tiene el espacio para tomar medidas de prudencia y contención que no implique asumir medidas ortodoxas como la contracción de gastos sociales y reducción de inversión pública, a la vieja usanza de los organismos internacionales como el FMI o el Banco Mundial, pero sí es prudente tomar recaudos e iniciar lo antes posible la añorada y ahora necesaria diversificación industrial, que en buenas cuentas puede ser el único ámbito económico que demuestre solvencia al momento de hacer frente a una crisis. Como diría el poeta, ojalá “todo esté fríamente calculado”, para no llegar al “¡oh!, y ahora… ¿quién podrá ayudarnos?”.