Bolivia, 190 años
La sociedad civil y los gobernantes necesitan encontrar mecanismos efectivos de diálogo
Hoy se cumplen 190 años de la creación de la República de Bolivia, hoy convertida en Estado Plurinacional, y así como el futuro parece promisorio en boca de los gobernantes, o desesperado en la de opositores, también vale la pena considerar lo que la sociedad debe tener en cuenta a la hora de valorar lo que se ha logrado y, sobre todo, lo que queda por hacer.
En efecto, muy a menudo las personas tienden a reducir la complejidad de la vida pública a lo que hace y deja de hacer el Gobierno. Peor, pese a que ya son seis años de la existencia de un sistema de gobierno autonómico, una gran mayoría de la población sigue esperando que sea el Gobierno central el que resuelva sus problemas. En este aspecto, es justo reconocerlo, no solo interviene esta visión “centralista” tan fuertemente posicionada en la mente de la ciudadanía, sino también, por un lado, gobiernos departamentales y locales que no han sabido desempeñar a cabalidad el papel que la Constitución Política del Estado les asigna en términos de resolver las necesidades de la población dentro de sus jurisdicciones y, sobre todo, de acercar el poder a las personas.
Por el otro, el Presidente del Estado se preocupa por llevar obras a todos los rincones del país, lo cual está bien cuando son tantas las necesidades insatisfechas, pero también tiene el perverso efecto de demostrar que es a él a quien hay que pedirle obras e inversión. El largo y penoso conflicto del Gobierno con los cívicos de Potosí es buen ejemplo de lo señalado, pues en el curso del diálogo se demostró que la mayor parte de las demandas eran competencia o de la Gobernación o de los gobiernos municipales. La sociedad debe, pues, demandar más de sus gobiernos locales y departamentales.
Asimismo, es mucho lo que los gobernantes pueden destacar cuando se habla de inversión pública, infraestructura y desarrollo, pero por alguna razón la pobreza humana sigue siendo dolorosamente visible, especialmente en las ciudades principales. Es probable, entonces, que parte de la inversión, que sin duda está transformando al país, esté mal dirigida, pues no basta con las obras vistosas de hoy, sino que debe considerarse las muchas tareas necesarias para el desarrollo humano del mañana. La sociedad civil y los gobernantes necesitan encontrar mecanismos efectivos de diálogo, que posibiliten una visión compartida del futuro y de los caminos para llegar allí, sobre todo considerando las ambiciosas metas de la Agenda Patriótica 2025.
Bolivia, pues, se encamina a su segundo centenario con un impulso transformador como tal vez no se haya visto nunca antes, pero también víctima de las contradicciones que parecen inherentes a su historia. Más claridad de parte de los gobernantes y gobernados respecto de ese esquivo concepto llamado bien común es lo que debiera buscarse hoy, al celebrar el aniversario de la patria.