Problemas de peso
La comida chatarra es adictiva, lo que a la postre se traduce en problemas de obesidad
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En no pocos países de América Latina los nuevos hábitos alimenticios están provocando el aumento de enfermedades no transmisibles como diabetes, insuficiencia renal, obesidad o hipertensión arterial, otrora problemas exclusivos de las sociedades desarrolladas. Y como es de suponer, lamentablemente Bolivia no constituye una excepción dentro de este mal de la modernidad.
En efecto, de acuerdo con un reciente estudio elaborado por la Organización Mundial de la Salud (OPS), en los últimos años el expendio de comida rápida, también conocida como chatarra, se ha incrementado en un 100% en el país, con los consecuentes impactos negativos que este mal hábito alimenticio supone para la salud de la población. Y lo propio ha ocurrido en otras naciones de la región como Perú, Chile, Colombia y Costa Rica.
Según explica el asesor de Nutrición y Actividad Física de la OPS, Enrique Jacoby, los alimentos procesados no están diseñados para satisfacer las necesidades nutricionales de la población, sino para que perduren en el tiempo y sean fáciles de consumir. Para tal efecto son elaborados con conservantes y otras sustancias químicas que deterioran la salud de las personas. Además, contienen grandes cantidades de sal, cuyo consumo en exceso puede generar enfermedades tan graves como presión arterial alta, infartos, problemas en los riñones y cáncer de estómago. Por si todo lo anterior no fuese suficiente, la comida chatarra es adictiva, lo que a la postre se traduce en problemas de sobrepeso y obesidad, a tiempo de sustituir el consumo de alimentos frescos y naturales, que son la base de una dieta natural rica en nutrientes.
Se trata, pues, de un nuevo paradigma de consumo que se adquiere en la infancia y se refuerza diariamente con la publicidad y los modelos de comportamiento ligados al ámbito laboral, en los que la gente tiene cada vez menos tiempo para comer bien y para disfrutar de actividades de esparcimiento al aire libre. Asimismo, cada vez son más quienes excluyen a las frutas, verduras y hortalizas de su menú. En contraste, los embutidos, las hamburguesas, las comidas de paquete, los refrescos azucarados y las golosinas han ido ganando terreno.
Como se puede observar, no es poco lo que está en juego. De hecho, tan serio es este asunto que los sistemas de salud de varios países desarrollados han empezado a sobrecargarse por la demanda creciente de atención a dolencias crónicas relacionadas con la obesidad como la diabetes tipo 2, enfermedades coronarias, hipertensión arterial y diversos tipos de cáncer. Urge, en este sentido, atacar la raíz del problema, que se encuentra en la mala educación sobre hábitos alimentarios que la población recibe desde la niñez. Y esto pasa necesariamente por romper esquemas e inculcar desde el hogar la importancia de tener una dieta sana, que vaya acompañada por ejercicio físico y una vida activa.