Apostar al desastre
En Bolivia los opositores al Gobierno centran sus esperanzas en que la economía se desmorone
Cualquiera pensaría que la labor de la oposición es dar alternativas y salidas diferentes a las del oficialismo y esperar que sea el voto el que decida si las vías propuestas son mejores que las que se están implementando.
Sin embargo, en Bolivia los opositores al Gobierno centran sus esperanzas en que la economía boliviana se desmorone, para así poder derrotar al masismo. En otras palabras, apuestan por el desastre, por el sufrimiento de los bolivianos, por el hambre. Y esto es criminal. Ninguna persona de bien debería alegrarse de la crisis que estamos viviendo, pues en el fondo ésta lo que trae es más pobreza para los pobres. Pretender reducir lo que ocurre en Bolivia tan solo a las fluctuaciones del mercado internacional, a las subidas o bajadas del precio del petróleo es un reduccionismo bastante tonto.
En realidad Bolivia encabeza un proceso que se está dando en otros países: después de la caída del neoliberalismo como opción de desarrollo, el péndulo giró a la izquierda. No solo estaba en juego la pobreza que trajo consigo el neoliberalismo, el saqueo impune de los recursos naturales y de las empresas, sino el propio desmoronamiento de un tipo de sociedad, la basada en la absurda creencia de que el mercado puede ser libre sin que ello conduzca a una mayor concentración de la riqueza.
Esta ola de renovación se dio primero en países como Bolivia, Argentina, Brasil, etcétera, y hoy se reproduce por ejemplo en Inglaterra, donde un izquierdista, Jeremy Corbyn, acaba de ganar la dirección del Partido Laborista. Después de décadas, nuevamente un socialista se hace cargo de esta organización política. Además, Corbyn se postulará como candidato a primer ministro y tiene posibilidades de ganar y, atención, su propuesta está basada en un pilar firme: nacionalización. Margaret Thatcher debe estar revolcándose en su tumba. Ojalá.
Y Estados Unidos no es la excepción. Otro hombre proclamado socialista, crítico de las grandes transnacionales, le está dando pelea a Hillary Clinton. Se trata de Bernie Sanders, senador demócrata por Vermont, un antiguo político que renueva viejas ideas y que en varios estados es el favorito. Aunque Sanders no gane, queda claro que una parte del electorado norteamericano coquetea con la izquierda.
Volvamos a Bolivia, para los agoreros de la economía, la mala noticia es que con $us 13.000 millones en el Banco Central hay grasa para aguantar los malos tiempos y salir bien librados, especialmente porque todo parece indicar que la crisis durará un par de años más y que concluirá antes de 2019, el año que no deja dormir a los opositores.