Un viaje épico
La principal motivación de este proyecto fue impulsar las energías limpias y renovables.
El martes, luego de un año y cuatro meses de viaje, el avión Impulse II llegó a Abu Dabi, completando una vuelta al mundo utilizando al Sol como única fuente de energía; una hazaña asombrosa que pone en evidencia que las energías renovables no solo son más baratas y abundantes que las que hoy se usan de manera masiva, sino también aplicables a las necesidades cotidianas.
En efecto, esta extraordinaria aeronave, construida con fibra de carbono y tripulada por los suizos Bertrand Piccard y André Borschberg, recorrió 40.000 kilómetros, sobrevolando el mar de Arabia, India, Myanmar, China, los océanos Pacífico y Atlántico, Estados Unidos, el sur de Europa y el norte de África sin una gota de combustibles fósiles; e incluso logró lo que nunca antes habían hecho aeronaves similares, volar durante toda la noche, gracias a la energía almacenada durante el día por las más de 17.200 células solares que carga en las alas.
Como se mencionó anteriormente, la principal motivación de este proyecto fue la de impulsar las energías limpias y renovables, como la solar y la eólica, frente a otras opciones que hoy dominan el mercado, como los combustibles fósiles, las plantas nucleares y las usinas hidroeléctricas; fuentes de energía que además de generar impactos negativos contra el medio ambiente o bien han alcanzado sus límites, o bien se van a agotar a largo plazo por no ser renovables.
Sin embargo, a pesar de estas ventajas y de los compromisos gubernamentales para reducir la emisión de gases de efecto invernadero (los principales responsables del calentamiento global, provenientes en gran medida de la combustión de carburantes), hoy por hoy las energías limpias aún no gozan del suficiente apoyo como para sustituir efectivamente a las fuentes de energía tradicionales. Por caso, la subvención de combustibles fósiles en el mundo es cinco veces mayor a la de las energías de renovables, según la Agencia Internacional de la Energía. Además, la tecnología y la financiación tienen que madurar hasta que la producción de electricidad limpia, de aviones y de otros vehículos solares o eléctricos sea asequible para todos, sin subvenciones públicas onerosas.
De allí la importancia de proyectos como el avión Solar Impulse II, que buscan promover la construcción de vehículos impulsados con energías renovables, pero también y sobre todo de inculcar entre propios y extraños una mayor conciencia respecto a que el mundo va en la dirección equivocada, ya que “estamos destruyendo el planeta, la naturaleza y los recursos naturales; y al mismo tiempo envenenamos a miles de niños que respiran un aire que no deberían”, y que por tanto urge tomar decisiones para hacer las cosas de manera diferente, como bien advirtió Bertrand Piccard luego de dar la vuelta al mundo pilotando una extraordinaria aeronave que no necesitó contaminar el medio ambiente para impulsarse.