Siniestro
Es inaceptable que estos siniestros se repitan porque las partes incumplen sus deberes
A poco más de siete meses del incendio que causó gran conmoción e importantes pérdidas a las y los comerciantes de la calle Uyustus, entre el jueves y el viernes un nuevo siniestro ha llevado la atención a esa zona donde se concentra el mayor comercio minorista de la ciudad. El incendio de un edificio de depósitos de mercadería nuevamente mostró precariedad.
En efecto, un edificio llamado Casa Azul, empleado como depósito, ardió durante más de ocho horas, pese al denodado esfuerzo del cuerpo de Bomberos (que una vez más demostró su gran valor e importancia para la seguridad ciudadana), además del apoyo del personal municipal, que tuvo que improvisar soluciones cuando la fuerza del fuego, sumada a la mala actitud de algunos vecinos, se impuso a los todavía limitados recursos.
Las vendedoras de carne de cerdo que venden su producto en la calle Incachaca fueron nombradas como las responsables de impedir el paso de los carros bomberos cuando necesitaron reabastecerse de agua. Esta actitud, que no es exclusiva de estas vendedoras, revela falta de solidaridad y de ciudadanía, que es el conocimiento de los derechos, pero también de las obligaciones y la voluntad de cumplirlas.
Los hidrantes de la zona una vez más se mostraron insuficientes, sobre todo por la distancia entre ellas y el siniestro, pero la Empresa Pública Social de Agua y Saneamiento (EPSAS) insiste en la imposibilidad de instalar más. A cambio, la recomendación, ya emitida cuando ocurrió el incendio de Año Nuevo en la Uyustus, fue dotar de extinguidores a cada comercio, cosa que al parecer no se ha hecho.
Las medidas de seguridad, mínimas y elementales, como disponer de extinguidores en todos los comercios y depósitos o de instalar puertas de emergencia no fueron cumplidas. En parte porque la cultura dominante entre los comerciantes de la zona es invertir lo menos posible, pero buscar la mayor ganancia; lo que implica que un extinguidor, una alarma contra humo o contra incendios son gastos innecesarios. Pero también en parte porque todavía no hay una ley municipal que regule el uso de depósitos y las condiciones para su funcionamiento. El Presidente del Concejo Municipal anunció que se trabaja en un proyecto normativo al respecto. Si toda esa precariedad material e institucional que pone en riesgo a los comerciantes tanto como a sus vecinos no es suficiente, considérese que las más de ocho horas de incendio incrementaron en 25% la contaminación ambiental de la ciudad y se recomienda usar barbijos en la zona.
Es, pues, inaceptable que este tipo de siniestros sigan ocurriendo y teniendo devastadores efectos porque las partes incumplen sus deberes. Los unos dotando de medidas de seguridad a sus negocios y depósitos, los otros obligando a que esto ocurra, por el bien y seguridad de la colectividad.