Ganadería sostenible
Se deben tomar medidas para garantizar la sostenibilidad de la ganadería en el país.
El ganadero ha sido uno de los sectores que más se ha visto afectado por la sequía que actualmente atraviesan varias regiones del país. Según la Federación de Ganaderos de Santa Cruz, aproximadamente 500.000 cabezas se encuentran en riesgo y las pérdidas superan los $us 270 millones; mientras que en el Chaco al menos 5.000 reses ya han muerto por falta de agua y de forraje.
Esta crisis ganadera, que puede volverse recurrente debido al calentamiento global, debería ser vista como una oportunidad para impulsar cambios estructurales que garanticen la sostenibilidad de este sector, así como también mejores prácticas medioambientales. Para tal efecto, los expertos aconsejan impulsar la ganadería exclusivamente en lugares apropiados para esta actividad: que no tengan vocación agrícola, que no hayan sido deforestados y que tengan agua en abundancia.
De acuerdo con el ingeniero agrónomo Wolf Rolón Roth (La Razón: 08.05.2013), los Llanos de Moxos (10 millones de ha) y el Pantanal (3 millones de ha) cumplen a cabalidad estas condiciones, ya que se trata de “praderas naturales con gran biodiversidad de forraje”. En estos lugares, el drenaje deficiente de los suelos impide el desarrollo de bosques y cultivos agrícolas, pero da lugar a la acumulación de extensos humedales, que han sido declarados sitios Ramsar debido a su riqueza biológica e importancia internacional. Y estos grandes reservorios naturales de agua, junto al forraje que allí se encuentra de manera abundante, pueden y de hecho están siendo utilizados para la cría de ganado.
Sin embargo, según explica Rolón, no están siendo aprovechados en toda su dimensión, ya que actualmente pastean por allí cerca 3,5 millones de cabezas de ganado, pero su número podría triplicarse, lo que permitiría concentrar la producción total del ganado nacional (7 millones de reses). Empero, para hacerlo de manera sostenible hacen falta sistemas agroforestales o silvopastoriles, que a diferencia de la tradición moderna de deforestar completamente áreas boscosas para la ganadería o la siembra de monocultivos, buscan aprovechar de manera equilibrada las bondades de la naturaleza sin perturbarla.
Habida cuenta del elevado nivel de vulnerabilidad del actual sistema de ganadería en el país, así como del tremendo impacto medioambiental que éste provoca (sobreexplotación de los suelos y de agua —se necesitan 7.000 litros del vital elemento para producir un filete de ternera, mientras que para cultivar un kilo de arroz, entre 1.000 y 2.000 litros—, amén de ser responsable del 30% de las emisiones anuales detrás del calentamiento global), constituye un imperativo que desde el Estado se promueva una ganadería sustentable en ecosistemas adecuados y no alterados, como los mencionados, de tal manera que se garantice no solo la seguridad alimentaria, sino también la conservación de los recursos hídricos y las áreas forestales del país.