Finanzas y desarrollo
La provisión a larga escala de servicios de microfinanzas a sectores pobres es sostenible
La Autoridad de Supervisión del Sistema Financiero (Asfi) acaba de otorgar licencias de funcionamiento a siete instituciones financieras de desarrollo (IFD). De esta manera se completa el ciclo de un grupo de entidades que proporcionaban créditos y otros servicios financieros con mucha propiedad, pero sin el pleno reconocimiento formal del Estado boliviano y sus instituciones.
Crecer, Diakonia, Fondeco, Cidre, Fubode, Impro, Cidre son siglas que tal vez sean desconocidas por muchos; sin embargo, son instituciones que en su mayoría tienen más de 15 años de vida institucional, proporcionando microcréditos y otros servicios financieros en regiones alejadas, en las que en muchos casos no existen otras opciones de acceso a un préstamo.
Estos organismos han puesto en evidencia que la provisión a larga escala de servicios de microfinanzas a sectores pobres pero económicamente activos es sostenible sin la necesidad de subsidios. Asimismo, han demostrado que con innovación y una gestión eficiente se pueden replicar productos financieros para la población otrora marginada del sistema bancario por no calificar según los criterios tradicionales.
Cabe destacar el doble rol que estas instituciones mantienen vigentes en sus visiones institucionales, complementando los servicios financieros que ofrecen con programas de educación, salud y asistencia técnica en favor de sus clientes. Y ahora, tras un largo proceso de más de 10 años en los que lograron demostrar sostenibilidad financiera, capacidad en la gestión de riesgos, eficiencia administrativa y rentabilidad, la Asfi ha reconocido su labor y contribución, otorgándoles licencias de funcionamiento.
El hecho de que las IFD concentren cerca del 25% del total de clientes del sistema financiero nacional pone en relieve su elevado potencial, que todavía puede ampliarse. Pero para ello tendrían que ampliar y mejorar su agenda de operaciones en al menos tres elementos fundamentales. En primer lugar, necesitan capitalizarse, incorporando accionistas que comulguen con una perspectiva socialmente responsable hacia los clientes. En segundo lugar, necesitan incorporar tecnología de la información que les permita gestionar con eficiencia a una mayor clientela, reduciendo los costos de los servicios que prestan, principalmente la tasa de interés. Por último, dado el mandato social que las caracteriza, podrían convertirse en el estandarte de una acelerada inclusión financiera que trascienda el ultraísmo, con acciones que generen una cultura financiera que se materialice en un uso adecuado de las finanzas personales.
Las IFD inician un nuevo camino con desafíos y oportunidades propias del mandato social que los caracteriza, y sin duda pueden llegar a constituirse en organizaciones relevantes del sistema financiero boliviano, capaces de trascender y dar valor a sus clientes por mucho más tiempo.