Sí a la paz
‘Si gana el No, la posibilidad de regresar de inmediato a la confrontación es enorme’.
El pueblo colombiano acude hoy a las urnas para votar por el que sin duda será recordado como el más importante proceso de su historia contemporánea: la aprobación del acuerdo de paz firmado días atrás por el gobierno de Santos y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) luego de cuatro años de negociaciones. El proceso, sin embargo, ha polarizado a esa sociedad.
En efecto, el plebiscito que se realiza hoy viene precedido no solo de las emocionantes escenas del final de las negociaciones en La Habana, Cuba, y la firma del acuerdo de paz (con emblemáticos “balígrafos”) el lunes último, sino también de una intensa campaña a favor de ambas opciones para la votación, lo cual, pese a que las encuestas favorecen al Sí, polariza la opinión a niveles indeseables, sobre todo considerando que lo que se busca es acabar con una cultura orientada (en el peor de sus extremos) a la eliminación del adversario.
En entrevista con el New York Times, Humberto de la Calle, jefe negociador del Gobierno colombiano en las conversaciones con las FARC, expresó su desazón porque “hay una confrontación muy dura, una división de la sociedad que no esperábamos”; y ha agregado que de no haber una respuesta contundente a favor del Sí, “la polarización se va a prolongar”, lo cual, en su opinión, significa que “si gana el No, la posibilidad de regresar de inmediato a la confrontación es enorme”.
En los hechos, el acuerdo de paz firmado el 26 de septiembre plantea, entre otros aspectos, que los miembros de las FARC se comprometen a deponer la lucha armada e incorporarse al sistema político y a la legalidad; a entregar sus armas a personal de las Naciones Unidas; revelar la naturaleza de su participación en el conflicto ante un tribunal especial; y a acabar con su participación en el tráfico de drogas, actividad que potenció el conflicto. Asimismo el documento incluye el acuerdo de hacer reformas estructurales e inversiones sociales, así como una reforma agraria integral.
A su vez, el exmandatario Álvaro Uribe, líder de la opción por el No (y cuya popularidad en Colombia es superior a la del propio presidente Juan Manuel Santos), explica su posición afirmando que “este acuerdo premia a los criminales, y cuando se premia a los criminales, se dan motivos para no respetar la ley”, refiriéndose a la posibilidad de que los excombatientes reciban amnistía o penas muy leves por los crímenes cometidos, incluyendo secuestros, ejecuciones sumarias y tráfico de drogas.
Así, desde una óptica exclusivamente principista, el acuerdo de paz puede ser cuestionado en sus alcances; sin embargo, significa una verdadera oportunidad para que Colombia abandone definitivamente la cultura de violencia que ha marcado su historia reciente. El negociador del acuerdo lo resume muy bien: “si ya hemos ensayado la guerra 52 años, ¿no será hora de ensayar la paz?”.