Gobierno electrónico
Se pretende mejorar la relación con la ciudadanía asegurando a la vez la soberanía tecnológica.
La intención de hacer más eficiente al Estado usando computadoras para crear registros administrativos públicos se viene desarrollando desde hace algo más de cuatro décadas en el país. Y se ha logrado algunos avances en ese cometido: tenemos sistemas como el de Gestión Pública (Sigep) y el de Impuestos Internos que logran concentrar la información de algunas actividades del Estado con la ciudadanía, aunque a veces resultan engorrosas. Tenemos información abierta a todos los interesados en el Sistema de Contrataciones Estatales de Bolivia (Sicoes) acerca de contrataciones mayores a Bs 20.000 que hace el Estado; y también hay esfuerzos de algunas alcaldías para proveer información de servicios a la ciudadanía.
Las iniciativas de este tipo están marcadas por el objetivo de incrementar la eficiencia del Estado en el trato con la ciudadanía, a través del ejercicio del control. Es un objetivo pragmático. En Bolivia se está gestando un énfasis diferente en este tema, se pretende mejorar la relación con la ciudadanía asegurando al mismo tiempo la soberanía tecnológica.
Es común escuchar en reuniones de los varios países que están implementando un “gobierno electrónico” la cantidad de pasos y días que han logrado reducir en los trámites, o mencionar que la burocracia se ha digitalizado, lo que reduce el uso de papel para las entidades públicas así como para la ciudadanía. De hecho uno de los índices más mencionados que miden estos tiempos y costos es el de Competitividad de las Empresas del Banco Mundial, conocido más coloquialmente como Doing Business, y que ha mostrado a Bolivia en el puesto 157 de 189 países en el mundo.
En el país estos indicadores también son importantes, pero se busca algo más: ser dueños y creadores de nuestra propia tecnología. Esto implica aprender a desarrollar la tecnología; y claro, como cualquier aprendizaje, este proceso toma tiempo, es engorroso y está plagado de errores y algunos aciertos, pero al final se gana algo extra: el producto que se desea y además el aprendizaje para volverlo a desarrollar y enseñar a otros a hacerlo.
Esto también implica el cambio de varios aspectos en la gestión misma del Gobierno (ya no solamente el electrónico). Por ejemplo, una costumbre de estudiar y leer para aprender cómo se hacen las cosas, hacerlas y mejorarlas. Por tanto, se necesita tener laboratorios y espacios de estudio donde los funcionarios puedan aprender y experimentar.
Para que algo así funcione por supuesto que se requiere un cambio en las culturas organizacionales de las entidades públicas, para que sean más abiertas, meritocráticas, menos dadas al control y más a la innovación. El reto es generar este cambio y se están dando algunos pasos iniciales.