Debate irresuelto
La opinión pública sobre el TIPNIS va más allá de las causas ambientalistas e indigenistas.
La aprobación en el Senado, el miércoles, de la Ley que levanta la “intangibilidad” del Territorio y Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS) ha reavivado el debate entre quienes se oponen a la construcción de una carretera que atraviese dicho territorio y quienes promueven la idea del desarrollo asociado a dicho proyecto carretero; pero falta sinceridad en los argumentos.
En rigor, el debate se inició con las declaraciones del Presidente del Estado anunciando de manera indirecta que la carretera de la discordia sería construida tarde o temprano; inmediatamente después comenzó el tratamiento de la Ley 266, de Protección, Desarrollo Integral y Sustentable del Territorio Indígena Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS), que deroga la Ley 180, de intangibilidad de esa región, cuya promulgación está prevista para hoy.
A simple vista, la preocupación de las y los ciudadanos que sin ser “ambientalistas” reclaman por la necesidad de preservar un territorio selvático supuestamente virgen es ciertamente legítima y deseable, pues se trata de proteger el medio ambiente y el hábitat de las poblaciones indígenas que viven en la zona.
Sin embargo, también puede percibirse que en esos discursos (que gracias a las redes sociales se propagan con sorprendente rapidez, inspirando reacciones de apoyo, siquiera verbal) se está diciendo que en nombre de un presunto derecho de los pueblos indígenas a vivir en estado de naturaleza, privados no de la más moderna tecnología de información y comunicación, sino de esenciales servicios de salud, es mejor no intervenir en ese territorio.
En medio de esa multitud de personas de buenas intenciones y sincera preocupación por el medio ambiente y su conservación, hay muchos que están conscientes de que se trata menos de la defensa de la naturaleza o de los pueblos indígenas que en ella viven que de emplear un poderoso significante para galvanizar las posiciones antagónicas al Gobierno.
Quienes realmente creen que se puede salvar el mundo un bosque a la vez probablemente no sean la mayoría, y eso es un elemento que ayudaría a explicar el porqué causa indignación generalizada el proyecto de carretera que pretende unir Cochabamba con Beni a través del TIPNIS y no así las muchas tragedias ambientales que con tanta frecuencia se suceden en el país, como los recientes incendios forestales en Cochabamba y Tarija; por qué los patrones de consumo poco o nada sostenibles en las ciudades no se modifican, sino que parecen profundizarse; o por último, por qué no parece preocupar la expansión de la frontera agrícola a costa de causar más deforestación.
Es, pues, mucho más que las causas ambientalista e indigenista lo que inspira el actual clima de opinión. Hará bien el Gobierno en comprender esto para contrarrestar la creciente oposición no con amenazas o imposiciones, sino con información amplia, suficiente y confiable que demuestre la importancia de su proyecto.