Huracán Irma
Es de esperar que el devastador poder de Irma sirva para cambiar la percepción del cambio climático.
El huracán Irma, calificado como el más fuerte registrado hasta ahora en el Atlántico, ha causado al menos 40 muertos y daños materiales en Estados Unidos y el Caribe valorados en al menos $us 100.000 millones. Cientos de miles de familias han visto cómo el viento y el agua se llevaron literalmente sus hogares, vehículos y negocios; y ahora deben luchar para recuperarse.
Primero fueron las islas de las Antillas menores (Antigua y Barbuda, San Martín, San Bartolomé, Islas Vírgenes británicas y estadounidenses) las que sufrieron la embestida de este colosal ciclón, dejando a su paso ciudades devastadas y la muerte de al menos 25 personas. Luego arrasó parte de Puerto Rico, República Dominicana, Haití, Cuba (donde provocó al menos 10 fallecidos) y las Bahamas. Después de azolar el Caribe, Irma llegó a Los Cayos y a la península de Florida, regiones densamente pobladas, provocando daños materiales de gran magnitud y al menos cinco muertos.
Si bien las imágenes permiten vislumbrar el poder devastador de este huracán, retratan tan solo un pequeño porcentaje del drama que viven actualmente millones de personas que han visto cómo el esfuerzo de toda una vida se convirtió en escombros en pocas horas. Y junto con las pérdidas materiales, miles de familias, especialmente en las islas del Caribe, viven hoy una situación desesperante, pues las inundaciones han mermado su capacidad de reacción, sus cultivos y las escasas reservas alimentarias que tenían para enfrentar este colapso.
Frente a este desolador panorama, el calentamiento global ha vuelto a cobrar relevancia en la opinión pública. Por ejemplo, Kevin Trenberth, director de Análisis Climático del Centro Nacional para la Investigación Atmosférica de EEUU, ha señalado que los efectos del huracán Irma han sido entre “un 5 y un 10% más fuertes de lo que cabría esperar de una tormenta de estas características” por el cambio climático.
Ello porque la temperatura de los océanos es hoy mayor, y por tanto, más agua alimenta a las tormentas, las olas son más grandes y la lluvia es más fuerte. En términos globales, este porcentaje adicional puede parecer bajo. Sin embargo, Trenberth explica que en realidad es tremendamente significativo, porque suele ser “la gota que colma el vaso y que hace que las consecuencias puedan ser devastadoras”.
Es de esperar que el devastador poder de Irma sirva al menos para que las autoridades del planeta en general y los republicanos en particular, con Trump a la cabeza, se den cuenta de los riesgos que implica negar el origen antropogénico del cambio climático; que resulta un pésimo negocio posponer la lucha contra este fenómeno (pues sus impactos son cada vez mayores con costos multimillonarios crecientes); y que puede llegar un punto en el que el calentamiento global produzca cambios cualitativos insostenibles en la naturaleza.