Comunicación política hoy
Para las nuevas generaciones, hablar de esta especialidad comunicacional es sinónimo de hablar de democracia.
Hace un par de semanas tuvo lugar en la Ciudad de México la XII Cumbre Mundial de Comunicación Política. El evento reúne a expertos de la comunicación y de las ciencias políticas y busca establecer escenarios de relacionamiento en esta industria y de actualización temática en torno a la comunicación política como tal. Este espacio lleva cerca de cinco años desarrollándose y ha tenido lugar en varias capitales de América Latina en los pasados años. Su organización ha estado a cargo de profesionales que trabajan el tema, principalmente de México y Argentina; pero también varios expertos, de España principalmente, y en menor medida de otros países, acuden para dar cuenta de sus experiencias y recoger las de sus colegas.
La comunicación política se ha trabajado académicamente con mayor énfasis desde la comunicación, y ello ha hecho que sean pocos los programas de enseñanza especializados en esta área. Hasta hace poco la importancia de la comunicación y su incidencia en la democracia constituían un sentido común para quienes se acercaban a esta área de especialización, pero que, como tal, no había permeado a la ciudadanía de manera tan evidente.
Como consecuencia de la constante emergencia de nuevas tecnologías de información y comunicación, hoy en día las posibilidades de expresión y acceso a plataformas de comunicación digitales son las que configuran gran parte de la comprensión y vivencia en torno a nuestras democracias. Esa es una de las principales razones por las que la industria y la academia que giran en torno a la comunicación política hoy atraviesan un importante repunte, toda vez que, más que nunca, hablar de esta especialidad comunicacional es sinónimo de hablar de democracia para las nuevas generaciones.
Los debates en esta cumbre en torno a esta especialidad pusieron en relieve que las preocupaciones continentales en torno a nuestra comunicación política giran en torno a nuevas generaciones (xennials y millenials) como votantes, campañas digitales, micro y nanosegmentación de públicos (o audiencias) en redes sociodigitales, política en la sociedad red, política emocional y neurociencia, marketing político 2.0., fake news y posverdad; entre otras.
Estos temas de a poco también empiezan a alcanzar resonancia en el debate público en nuestro país, porque, a no negarlo, las nuevas estrategias son aplicadas en distintos escenarios donde la comunicación se pone al servicio de un proyecto político en concreto. Hoy en día esto ocurre tanto desde la oposición como del oficialismo. De allí la considerable cantidad de asistentes que, desde Bolivia, acudieron al mencionado evento con el objetivo de fortalecer comunicacionalmente proyectos políticos y no necesariamente con otros fines más concretos, como la socialización de determinados conocimientos o el fortalecimiento de debates en torno a estas temáticas. Ese es, pues, uno de los principales usos de la comunicación política hoy.
No obstante, no se puede ni se debe dejar de lado el hecho de que la comunicación política emerge desde la filosofía política misma, la cual establece como máxima que la calidad de la democracia está relacionada directamente con la calidad de un espacio público democrático; y que, en ese orden, el uso de la comunicación trasciende toda estrategia destinada a ganar elecciones y se constituye naturalmente en el centro de toda construcción y fortalecimiento de sociedades verdaderamente comunicadas democráticamente. Y esa naturaleza debiera ser la asignatura pendiente a reponer en el escenario que hoy impera.