Incertidumbre global
En tiempos de crisis no necesariamente todos los actores pierden.
Las proyecciones sobre la evolución futura de la economía global reflejan un inédito escenario de pulsiones proteccionistas, dudas bursátiles e incertidumbres políticas. Está en duda la sostenibilidad de la recuperación económica mundial; además, se perfilan también fenómenos que podrían generar riesgos y oportunidades para Bolivia.
El conflicto comercial entre China y Estados Unidos ha escalado con la decisión de Pekín de imponer gravámenes arancelarios a varios productos estadounidenses en respuesta a una medida similar anunciada semanas atrás por la Administración norteamericana. A su vez, un Trump cada vez más proteccionista ha anunciado su deseo de reducir los “injustos” déficits comerciales que su país acumula con China y México.
Por otra parte, los mercados bursátiles vienen experimentado jornadas complicadas debido a la incertidumbre sobre la rentabilidad futura de grandes compañías tecnológicas como Tesla o Facebook, que vendieron expectativas desmesuradas al mercado. Expertos vienen alertando de la inquietante sobrevaloración de muchos activos en las bolsas, una “burbuja” que estaría a punto de explotar.
Y por si todo lo anterior no fuera suficiente, la situación política en Medio Oriente lejos de resolverse se complica cada día más. A ello se suma una Europa que no logra contener a los movimientos xenófobos y una América Latina políticamente paralizada por la implosión de los sistemas de partidos y la corrupción de los gobernantes.
Todas las proyecciones de finales de 2017 sugerían que la actividad económica global se estaba recuperando. Hoy el estado de ánimo ya no es tan optimista, hay nubes negras que se acumulan en el horizonte. En Bolivia no debemos ignorar estas advertencias, tal parece que el tiempo de vacas flacas no ha terminado, e incluso podríamos enfrentar una recaída, pero ya sin tantas reservas y colchones financieros.
Este escenario mundial es tan complejo y lleno de anomalías que tampoco debería escapar de nuestro radar las potenciales oportunidades que pueden aparecer en este tiempo de desorden. Por ejemplo, las sanciones chinas a la soya y a otros productos agrícolas de Estados Unidos podrían impulsar las exportaciones sudamericanas de esos productos, y Bolivia podría aprovechar este nuevo mercado. De igual manera tampoco está descartado que el precio del petróleo mantenga su tendencia al alza debido a los conflictos en Medio Oriente, o que se reconfiguren los mercados del automóvil eléctrico con el declive de Tesla, y por tanto también del litio.
En resumen, en tiempos de crisis no necesariamente todos pierden, algunos pueden resistir mejor e incluso ganar si saben leer adecuadamente el contexto y sus vaivenes. Esa es la impostergable tarea de las autoridades económicas y políticas del país.