Política y economía
Continúan amplificándose los problemas económicos y financieros en varios países de América Latina. La confrontación y polarización política no están contribuyendo a resolver estos desequilibrios. Tanto en Argentina como en Venezuela hay necesidad de construir consensos sociales básicos que impulsen la estabilización de la economía.
Esta semana, el precio del dólar superó los 30 pesos en Argentina, mientras caían los principales indicadores bursátiles y se incrementaba significativamente el riesgo país. Pese a los esfuerzos del gobierno de Mauricio Macri, la devaluación del peso argentino ha continuado incrementándose, la inflación no disminuye y las perspectivas de un crecimiento positivo para este año se han derrumbado.
A pesar de la inquietante situación económica, las divergencias entre el Gobierno, de centro derecha, y de la oposición peronista no se están resolviendo. Al contrario, el destape de varios casos de corrupción, que involucran a funcionarios del anterior gobierno, ha tensionado aún más el clima político. A su vez la expresidenta Cristina Fernández denunció ser víctima de una persecución judicial.
Al otro extremo del continente, Venezuela sigue experimentando las consecuencias del frustrado atentado contra el presidente Nicolás Maduro. El Gobierno de ese país ha denunciado a dirigentes opositores como responsables del fallido atentado. Casi al mismo tiempo, el Ejecutivo venezolano anunció una batería de medidas económicas orientadas a reducir la hiperinflación y reactivar la producción.
En las siguientes semanas, Venezuela prevé modificar su moneda, implementar un nuevo sistema cambiario y modificar de manera paulatina el subsidio general de la gasolina por un sistema de subvenciones directas a quienes dispongan del “carnet de la patria”. Se trata de cambios importantes que tendrán impactos sociales significativos. Queda por ver si la efectividad de este programa se verá afectada por la tensión política y la profunda crisis social que afectan a esa nación hermana desde hace varios años.
Aunque se trate de dos contextos disímiles, ambos ejemplos evidencian las grandes dificultades que los gobiernos de la región están enfrentando, en mayor o menor medida, en su lucha por construir condiciones de gobernabilidad y de estabilidad política que faciliten la resolución de los conflictos que están afectando a la economía y el bolsillo de sus ciudadanos.
No basta tener cierta claridad sobre las políticas económicas necesarias para encarar el incierto contexto en el que nos estamos desenvolviendo, se precisa más que nunca acuerdos y acciones para persuadir a los actores políticos y sociales a fin de remar en el mismo sentido. La confrontación y la polarización pueden ser muy útiles para ganar elecciones, pero son letales cuando hay que gobernar en tiempos de graves turbulencias económicas.