El futuro no está a nuestro alcance
Pese al entusiasmo adivinatorio de los espíritus ilustrados, la verdad es que el futuro, igual que la muerte, quedan fuera de nuestro alcance
Uno de los subproductos de la epidemia es la proliferación de los “análisis de anticipación”. En las últimas semanas he leído más teorías, suposiciones y recomendaciones sobre el futuro que las que había tenido a mi alcance en varios años previos. Es una típica reacción del espíritu ilustrado frente a la incertidumbre. No sabemos qué va a pasar, pero no vamos a confesarlo ni a quedarnos de brazos cruzados esperando. Creemos que sí podemos adivinar lo que viene, leer los “indicios” y descubrir las “tendencias”; creemos que la ciencia sigue siendo ciencia cuando se proyecta hacia el futuro.
La mayoría de los análisis de los que hablo comienzan por reconocer que la situación creada por el coronavirus COVID-19 es “inédita”, “carece de precedentes”; además, “cambiará todo”, constituirá el hecho más importante de nuestra época. Para algunos, traerá la revolución; para otros, el totalitarismo. Definirá el cambio de liderazgo mundial, pasando el testigo de Estados Unidos a China; transformará nuestra forma de trabajar y de pasar el tiempo libre; nos devolverá el aprecio por lo que realmente importa; creará nuevas necesidades que los dirigentes actuales no estarán en condiciones de absolver; nos persuadirá de cuidar el clima o se sumará a los factores de estrés ecológico, etc.
Esta es una lista corta de todas las posibilidades con las que se juega. Si el lector espera que le diga cuáles son falsas y cuáles verdaderas, lo desilusionaré. No lo sé. Y tengo la convicción de que nadie lo sabe realmente. Pueden imaginar muchas cosas, y quizá algunas de ellas coincidan con lo que realmente ocurra, pero será por suerte, no porque realmente alguien lo haya visto venir.
Anticipar, en sentido estricto, requiere partir de acontecimientos perfectamente investigados y saber las condiciones de su transformación en el tiempo. Karl Popper dudaba de que la humanidad fuera capaz de hacer esto apropiadamente, incluso en tiempos “normales”. ¿Podría lograrlo entonces en tiempos extraordinarios?
A la Popper, voy a tratar de probar que no es posible. En este momento, la forma más sencilla de hacerlo consiste en llamar la atención sobre nuestro desconocimiento de las características del virus que estamos enfrentando, el SARS-CoV-2. Como sabe el lector, existe la posibilidad de que este coronavirus, igual que otros similares, no sea capaz de crear una fuerte huella inmunológica en las personas que lo tengan y lo superen. Esto significaría que las personas podrían enfermarse varias veces de COVID-19. Y haría imposible o ineficiente la creación de una vacuna. Saque usted sus propias conclusiones. Entraríamos en un periodo histórico en el que, como en la Edad Media, tendríamos que vivir constantemente amenazados por la “peste”.
Voy a dar otra prueba, que no es tan sombría como la anterior, de la imposibilidad de predecir el futuro con propiedad. Se supone que el papel de Estados Unidos en el orden mundial que sobrevendrá será menor que el que ha tenido hasta ahora, ya que hasta ahora no ha podido constituirse en el líder que el mundo necesita, como lo fue durante la Primera y la Segunda guerras mundiales (aunque solo después de una inicial reticencia). Sin embargo, ¿qué pasaría si este país descubriera la cura e hiciera un uso generoso e inteligente de este conocimiento?
Como se ve, los hechos están en desarrollo, y por eso es imposible prever dónde terminarán. Habrá que esperar que el tiempo transcurra para tener más claridad y, aun entonces, será claridad sobre lo que haya sucedido hasta ese momento, es decir, sobre el pasado inmediato, antes que sobre los sucesos ulteriores. Controlar al COVID-19 equivaldría a ponerlo en el pasado de la humanidad, entre los muchos conocimientos que ésta tiene sobre la naturaleza y la historia. Mientras siga en el futuro, seguirá siendo incontrolable. Pese al entusiasmo adivinatorio de los espíritus ilustrados (de un Slavoj Zizek, por ejemplo, ese enciclopedista de orientación comunista), la verdad es que el futuro, igual que la muerte, quedan fuera de nuestro alcance.
Fernando Molina, periodista